jueves, 30 de junio de 2011

Los 7 pecados capitales de la Concertación. Una síntesis

Luego de la derrota política y electoral de la Concertación en la  última presidencial ha surgido el fantasma de la “crisis terminal”. Si bien hay intentos y voluntades por mantener el pacto de “centro-izquierda”, se observan siete debilidades que complican su futuro político y electoral.

1. Vacío de liderazgos. Una de las razones que explican la derrota de la Concertación apunta a la poca o nula capacidad que tuvo la coalición de levantar nuevos liderazgos. Este hecho, sólo es relevante por cuánto esos nuevos rostros tendrían una mejor sintonía con los ciudadanos y los cambios ocurridos en Chile durante los últimos veinte años. Serían los rostros de la renovación y el renacer de la Concertación.

Hay nuevo liderazgos (Tohá, Lagos Weber, Orrego); pero, sus posiciones son todavía débiles a nivel presidencial. Transcurrido un año y medio de la derrota y de su emergencia a posiciones de poder, hay que decir que se trata de figuras que no han logrado re-encantar ni re-posicionar a la Concertación. Son cartas presidenciales muy débiles.

2. Una fuerza electoral que llega al 30%. La Concertación es una fuerza política que tiene hoy un piso electoral del treinta por ciento. Lagos obtuvo en primera vuelta el 48% y en segunda vuelta el 51,3%. Bachelet en primera vuelta llegó al 46% y en segunda vuelta al 53,5%. Frei en primera vuelta obtuvo el 29,6%. Es una baja muy significativa.

Primera alarma: la derecha con Lavín y Piñera le ganan a la Concertación en primera vuelta en Diciembre del 2005. Segunda alarma: las municipales del 2008 marcaron otro hito en la vuelta de la derecha al gobierno. Tercera alarma: Piñera ya ganaba en todas las encuestas -a lo menos- desde el 2008. Primera consecuencia: en la campaña presidencial la concertación ya estaba derrotada. 

Ese es el piso electoral de la concertación hoy. Con esa cifra no es mucho lo que puede hacer en términos presidenciales. 

3. Bajos niveles de aprobación en las encuestas. Las cifras de la encuesta Adimark muestran los muy bajos niveles de aprobación que muestra la Concertación; y al mismo tiempo, el alza en la desaprobación. Las cifras de Mayo muestran que el conglomerado llega a un nivel del 23% en la aprobación y al 65% en la desaprobación ciudadana.

Sin embargo, las cifras de Mayo no son muy distintas de lo que venía ocurriendo desde el 2006. Por tanto, son cifras comunes y habituales tanto para la Concertación como para la Alianza. Nada nuevo. De hecho, la derecha mostraba cifras peores durante Bachelet que las observadas en esta encuesta. Pero, son una alarma; dada, las nuevas circunstancias del escenario político.

El hecho nuevo es la alta desaprobación que en Mayo llega al 65 por ciento. Sin embargo, el umbral del sesenta por ciento ya era algo conocido. De hecho, en Noviembre del 2008 se llego a un nivel similar de desaprobación.

Por ello, no hay que hacer cálculos políticos apresurados sobre  la fuerza, capacidades y sobrevivencia de las coaliciones políticas en general y de la Concertación en particular. Si se sigue esa lógica, la derecha no tenía ninguna posibilidad de ganar la presidencial del 2009.

4. No capitalizar el descontento ciudadano. Las cifras de la encuesta de Mayo que publica Adimark han sido interpretadas en la dirección de que indican una profunda crisis del sistema político en su conjunto. Sin embargo, hay que hacer dos consideraciones; a) que es un diagnóstico que se viene escuchando desde hace a lo menos 15 años y b) que la interpretación de esas cifras forman parte de un análisis mayor que incorpora otras variables socio-políticas.

En efecto, las cifras de la encuesta muestran un descontento con la política en general que se expresa en bajos niveles de aprobación del presidente, del gobierno, de la concertación, del congreso y de los partidos de gobierno.  A ello, hay que agregar a) los bajos niveles de participación política –sobre todo, en los jóvenes-, b) la actual crisis de representación y c) las movilizaciones ciudadanas que marcan la emergencia de un conjunto de “oposiciones no institucionales” que manifiestan un malestar social, político y económico. 

Político, por cuánto hay una crisis de representación, participación y legitimidad; económico, por cuánto los beneficios del crecimiento no sólo no llegan a todos los sectores y social por el conservadurismo de la élites (políticas, empresariales y religiosas) y por la debilidad de los consumidores frente al poder de los grandes grupos económicos (colusión de precios, tasa de interés, altas tasas de ganancia, etc.) y de los ciudadanos frente a los acuerdos cupulares.

5. No capitalizar debilidad política del gobierno. Desde finales del 2010 el gobierno viene incubando de manera latente una crisis política; que se hace manifiesta en Mayo del 2011. Mientras el gobierno entra en crisis, la Concertación comienza a salir de una crisis que en sus primeros momentos parecía terminal. El gobierno está en una crisis de conducción, credibilidad y capacidad.

Se espera, que mientras la valoración del Presidente, del Gobierno y sus partidos de apoyo baja, la de la Concertación debería subir. Eso, no está ocurriendo. La Concertación en particular no está capitalizando la crisis política del gobierno.

En un escenario de descontento político, social y económico se ve muy difícil que se pueda revertir esta situación.

6. No articular un proyecto de país.  Si bien la Concertación ha logrado “sobrevivir” a la derrota político-electoral y ha logrado configurarse como oposición, no ha generado una propuesta programática de gobierno ni un proyecto país. La política, ha sido sólo defensiva.

En esa dirección hay algunos intentos preliminares que tienen como paradigma el “Chile 2030” que Lagos Escobar puso en el debate público a mediados de Marzo del 2011. Junto a esta reflexión han surgido algunas como las de Escalona con su “Unidad para Vencer”, la de Bitar con su “2020” y la interesantes reflexiones de Francisco Vidal.

El debate de ideas que se ha ido generando ha ido definiendo cuatro focos temáticos que deben formar parte de un futuro programa de gobierno: a) reformas político-constitucionales, b) reforma tributaria, c) fortalecimiento y ampliación de la “protección social” y d) política nacional de energía.

7. El potencial electoral de “los descolgados”. En el Chile de hoy ya no podemos hablar de “la oposición” sino de “las oposiciones”; las formal-institucionales y las social-ciudadanas que no canalizan sus demandas a través de los partidos y de las formas clásicas de representación y participación.

La Concertación encuentra su principal debilidad en la fuerza política y electoral de estos sectores. De hecho, ponen en peligro no sólo la hegemonía opositora de la concertación, sino también sus cálculos para volver a La Moneda. En efecto, la presencia de la movilización ciudadana y de “los descolgados” son las principales amenazas para la Concertación y su vocación de poder. No olvidemos, que “los descolgados” tienen un peso electoral del 26%. La Concertación esta a muy pocos votos de convertirse en la tercera fuerza política del país.

Los 7 pecados capitales de la Concertación. Segunda Parte

15-Junio-2011
Pongo a vuestra disposición la segunda parte del artículo titulado "Los siete conflictos de la Concertación". He separado el análisis por razones de espacio con el fin de seguir la dinámica de la inmediatez y rapidez de Internet. La primera parte en este link.

Los siete conflictos son: a) carencia de liderazgos presidenciales, b) poder electoral del 29%, c) bajo nivel de aprobación en las encuestas, d) no capitalizar descontento ciudadano, e) no capitalizar la debilidad política del gobierno, f) carencia proyecto país y g) el peso de “los descolgados” y su potencial electoral.

a. Vacío de liderazgos
Una de las razones que explican la derrota política y electoral de la Concertación apunta a la poca o nula capacidad que tuvo la coalición de levantar nuevos liderazgos. Este hecho, sólo es relevante por cuánto esos nuevos rostros tendrían una mejor sintonía con los ciudadanos y los cambios ocurridos en Chile durante los últimos veinte años. Serían los rostros de la renovación y el renacer de la Concertación. Los hechos han demostrado que esas visiones eran erradas.

La segunda vuelta presidencial los puso en escena y el actual escenario los ubica como presidenciables; Lagos Weber, Carolina Tohá y Claudio Orrego no sólo son los rostros mejor posicionados de la renovación concertacionista, sino también los herederos de dirigencia  opositora tradicional.

En rigor, hay nuevo liderazgos; pero, sus posiciones son todavía débiles a nivel nacional. En efecto, transcurrido un año y medio de la derrota y de su emergencia a posiciones de liderazgo, hay que decir que se trata de figuras que no han logrado re-encantar ni re-posicionar a la Concertación. Son cartas presidenciales muy débiles no sólo frente a la derecha, sino también en relación a Marco Enríquez y a Bachelet. En relación a las encuestas presidenciales el mejor posicionado es Lagos Weber.

b. Una fuerza electoral que llega al 30%
La Concertación es una fuerza política que tiene hoy un piso electoral del treinta por ciento. Lagos obtuvo en primera vuelta en Diciembre del ’99 el 48%. En segunda vuelta el 51,3 por ciento. Bachelet en primera vuelta llegó al 46 por ciento y en segunda vuelta al 53,5 por ciento. Frei en primera vuelta obtuvo el 29,6% de los votos; la mitad de lo que había obtenido en Diciembre de 1993. Es una baja muy significativa en relación a Lagos y Bachelet de 18,4 y 16,4 puntos porcentuales respectivamente. En segunda vuelta la baja fue de tres y cinco puntos porcentuales respectivamente.

Primera alarma: la derecha con Lavín y Piñera le ganan a la Concertación en primera vuelta en Diciembre del 2005. Segunda alarma: las municipales del 2008 marcaron otro hito en la vuelta de la derecha al gobierno. Tercera alarma: Piñera ya ganaba en todas las encuestas -a lo menos- desde el 2008.

Primera consecuencia: en la campaña presidencial la concertación ya estaba derrotada. Lo qué se desconocía era la magnitud de la debacle.

Ese es el piso electoral de la concertación hoy. Con esa cifra no es mucho lo que puede hacer en términos presidenciales. En términos parlamentarios, la debacle no se puedo manifestar por efecto del binominalismo. De lo contrario, la caída hubiese sido brutal y sin retorno.

c. Bajos niveles de aprobación en las encuestas
Las cifras de la encuesta Adimark muestran los muy bajos niveles de aprobación que muestra la Concertación; y al mismo tiempo, el alza en la desaprobación. Las cifras de Mayo muestran que el conglomerado llega a un nivel del 23% en la aprobación y al 65% en la desaprobación ciudadana.

En relación a la aprobación de la Concertación las cifras de Mayo no son muy distintas de lo que venía ocurriendo desde el 2006. Es más, ese 23% es mejor que las cifras observadas durante muchos meses desde Diciembre del 2006 que es cuando se empieza a medir a la Concertación en la dimensión aprobación-desaprobación. En efecto, entre la primera medición y Mayo del 2011 tenemos un total de 52 mediciones (al no considerar Febrero y Marzo del 2007); de ese total, en 33 ocasiones la cifra fue inferior al 26% (considerando margen de error del estudio); es decir, ese 23% de Mayo es una cifra que se ha dado en el 63,5 por ciento de las mediciones realizadas. Por tanto, es una cifra común para la Concertación. Nada nuevo; y  tanta alarma y caos que ha generado.

Es más, para la Alianza esa cifra sube al 66 por ciento. Es decir, los partidos de derecha de un total de 61 mediciones (ya que se realizan desde Marzo del 2006), tienen cifras de aprobación inferiores al 26% en 40 ocasiones.; y de ellas, el 50% de las veces son inferiores al 23%. Cifras, sin duda, peores que las que muestran la actual oposición. Y sin embargo, ganan la municipal del 2008 y la presidencial del 2009.

Al analizar a la Concertación y a la Alianza en la dimensión aprobación-desaprobación hay datos muy interesantes. Entre ellos, a) que la Concertación sólo en Diciembre del 2009 tuvo una cifra de aprobación superior al 30 por ciento, b) los niveles de desaprobación de la Concertación considerando el período de Bachelet y lo que va de Piñera, siempre fueron superiores al 50 por ciento –con la excepción de Febrero del 2007 y Diciembre del 2009- y c) la aprobación promedio de la Concertación durante el gobierno de Piñera es –a la fecha- superior al promedio obtenido durante la gestión Bachelet.

El hecho nuevo es la alta desaprobación que en Mayo llega al 65 por ciento. Es, la cifra más alta desde Diciembre del 2009 que es cuando se comienza a medir al conglomerado. Sin embargo, el umbral del sesenta por ciento ya había sido algo que se había observado. De hecho, en Noviembre del 2008 se llego a un nivel similar de desaprobación.

Por el lado de la derecha, los datos de aprobación-desaprobación durante el período de Bachelet fueron la mayoría de las veces inferiores a los que manifestaba la Concertación. Las cifras se revierten desde la presidenciales del 2009. De hecho, sus niveles de aprobación desde esa fecha son muy superiores a lo que se había conocido hasta ese momento. En mayo del 2010 llego a una aprobación del 53 por ciento y a una desaprobación del 32 por ciento. Sin embargo, un año después la crisis que se comienza a incubar desde finales del 2010 hace que en Mayo del 2011 su aprobación caiga 21 punto porcentuales ubicándose en el 32 por ciento; y su desaprobación aumente 25 punto porcentuales llegando al 57 por ciento.

Por ello, no hay que hacer cálculos políticos y ni sacar conclusiones apresuradas sobre  la fuerza, capacidades y sobrevivencia de las coaliciones políticas en general y de la Concertación en particular. Si se sigue esa lógica, n o sólo la derecha hubiese estado en la UTI la mayoría del tiempo durante Bachelet, sino también no hubiese ganado la presidencial del 2009.

Las encuestas de Opinión, sobre todo la de Adimark, hay que leerla en una perspectiva de corto y largo plazo. No obstante, para la Concertación son malas cifras; la esperanza de su élite es que se pueden mejorar y que no se relacionan directamente con las potencialidades de su próximo candidato presidencial ni con su deseo de volver a La Moneda. Eso, sin duda, depende de otras variables.

d. No capitalizar el descontento ciudadano
Las cifras de la encuesta de Mayo que publica Adimark han sido interpretadas en la dirección de que indican una profunda crisis del sistema político en su conjunto. Sin embargo, hay que hacer dos consideraciones; a) que es un diagnóstico que se viene escuchando desde hace a lo menos 15 años y b) que la interpretación de esas cifras forman parte de un análisis mayor que incorpora otras variables socio-políticas.

En efecto, las cifras de la encuesta muestra un descontento con la política en general que se expresa en bajos niveles de aprobación del presidente, del gobierno, de la concertación, del congreso y de los partidos de gobierno –que, no obstante, tienen muy buenas cifras de aprobación-desaprobación; por lo menos desde la perspectiva histórica-. A ello, hay que agregar los bajos niveles de participación política –sobre todo, en los jóvenes-, la actual crisis de representación y las últimas movilizaciones ciudadanas que marcan la emergencia de un conjunto de “oposiciones no institucionales” que manifiestan un malestar social, político y económico. 

Político, por cuánto hay una crisis de representación, participación y legitimidad; económico, por cuánto los beneficios del crecimiento no sólo no llegan a todos los sectores, sino también porque cada vez se hace más evidente que es necesario distribuir de manera más equitativas; y social por el conservadurismo de la élites del país (políticas, empresariales y religiosas) y por la debilidad que tenemos como ciudadanos y como consumidores frente al poder de los grandes grupos económicos (colusión de precios, tasa de interés, altas tasas de ganancia, etc.) y a los acuerdos políticos y cupulares de los bloques de poder.

Sin embargo, ese malestar no sólo es local, sino también global. En efecto, el descontento de los ciudadanos con la política –y los banqueros- es un fenómeno que no sólo se viene observando desde los noventa a nivel local y que se prolonga hasta la fecha, sino también es un fenómeno global que se manifiesta en las principales democracias de Occidente. Los casos del Norte de África y de Europa son muestras de lo que se viene manifestando. Chile, no es ajeno a esos movimientos; obviamente, cada uno tiene sus propias dinámicas y objetivos.

En nuestro país se observa una “vacío de poder” que se manifiesta en liderazgos políticos débiles y altamente desprestigiados. La situación es, a la vez, una crisis de confianza. En efecto, podemos hablar de un malestar que se expresa en el “triángulo de la desconfianza”; gobierno, oposición formal y oposición no institucional se miran con recelo y duda.

La Concertación no está en condiciones ni tiene la legitimidad moral ni política para liderar las nuevas expresiones y demandas ciudadanas. Hay un descontento que nadie sabe como capitalizar. Y ello, debido a que las estructuras e instituciones políticas clásicas no sólo no han encontrado como hacerlo, sino también no han sido diseñadas ni pensadas para las nuevas circunstancias del mundo y del país. Urge, por tanto, avanzar hacia una nueva forma de vincular política y ciudadanía.

Hay un vació y un descontento que nadie está capitalizando. Las oposiciones que se conforman desde “los descolgados” tienen una gran oportunidad. Sin embargo, a la fecha, no han sabido capitalizar. Y ello, se debe no sólo a que se trata en su mayoría de actores muy débiles política, social y electoralmente, sino también a que todos forman parte y vienen de la institucionalidad.

Quizás, sea el progresismo de Marco Enríquez la instancia que pueda llenar este vacío y desconfianza. Sin embargo, su personalismo, su ADN institucional y elitista y la fuerza de la crisis socio-política actual, pueden terminar debilitando su proyecto político. Institucionalizar su acción política en un partido le ha restado importantes cuotas de energía para captar, encauzar y movilizar el descontento.

d. No capitalizar debilidad política del gobierno
Desde finales del 2010 el gobierno viene incubando de manera latente una crisis política; que se hace manifiesta en Mayo del 2011. Mientras el gobierno entra en crisis, la Concertación comienza a salir de una crisis que en sus primeros momentos parecía terminal.

Esto no equivale a pensar que la Concertación volverá a ser lo que fue en términos políticos, electorales y legislativos. El pacto de centro-izquierda seguirá unido hasta las presidenciales del 2013. Sólo una derrota en ese escenario marcara su disolución.

El gobierno está en una crisis de conducción, credibilidad y capacidad. Se espera, que mientras la valoración del Presidente, del Gobierno y sus partidos de apoyo baja, la de la Concertación debería subir. Eso, no está ocurriendo. Las oposiciones en general y la Concertación en particular no están capitalizando la crisis política del gobierno.

En un escenario de descontento político, social y económico se ve muy difícil que se pueda revertir esta situación. Las cifras de las encuestas que van a ir apareciendo no mostrarán una alza significativa en la aprobación-desaprobación del gobierno en particular y del sistema político en general.

De hecho, no sólo el gobierno es débil; sino también el sistema institucional actual. Todos están en crisis.

f. No articular un proyecto de país y su expresión en un programa de gobierno
Si bien la concertación ha logrado “sobrevivir” a la derrota político-electoral y ha logrado configurarse como oposición, no ha generado una propuesta programática de gobierno ni un proyecto país. Quizás, exigirle al conglomerado una propuesta en estas fechas del ciclo político es prematuro.

Una de las causas de la derrota de la coalición de centro-izquierda no sólo tiene que ver con la falta de ideas y el agotamiento de su proyecto político, sino también con la incapacidad para impulsar reformas sociales y políticas que estaban en su ADN fundacional; entre ellas, el binominalismo.

Desde la razón de Estado se hace complejo y difícil pensar en el país y su desarrollo a veinte y treinta años como lo exige todo proyecto país. Sin embargo, esa exigencia programática se hace más fácil y urgente desde la oposición.

En esa dirección hay algunos intentos preliminares que tienen como paradigma el “Chile 2030” que Lagos Escobar puso en el debate público a mediados de Marzo del 2011. Es una carta de navegación que sirve como punto de partida para el diseño de un programa de gobierno y un proyecto de país. Junto a esta reflexión han surgido algunas como las de Escalona con su “Unidad para Vencer”, la de Bitar con su “2020” e incluso, Francisco Vidal viene desarrollante una interesante reflexión política y programática. Sin duda, desde la oposición es más fácil pensar el futuro y el proyecto.

El debate de ideas que se ha ido generando en este año y medio de piñerismo ha ido definiendo –de manera espontánea- cuatros nodos temáticos que deben formar parte de un futuro programa de gobierno: a) reformas político-constitucionales, b) reforma tributaria, c) fortalecimiento y ampliación de la “protección social” y d) política nacional de energía.

g. La presencia de los descolgados y su potencial electoral
Durante mucho tiempo en Chile hubo gobierno y oposición. Si bien fuera del sistema político-legal existían fuerzas políticas –conocidas como izquierda extraparlamentaria- que también eran oposición, se trata de sector con muy baja capacidad competitiva. De hecho, su importancia estratégica para la segunda vuelta presidencial para elegir a Lagos en el ’99 y Bachelet en el 2005, termina debilitándose en el sentido de que su opción tenía que ver con optar por el “mal menor” al no tener capacidad para negociar con el conglomerado oficialista. En ambos casos sus electores y militantes quedaron en libertad de acción. Este dato, lo administro la Concertación de muy buena manera.

Sin embargo, en el Chile de hoy ya no podemos hablar de “la oposición” sino de “las oposiciones”. Y ello, en dos sentidos; las formales e institucionales y las sociales y ciudadanas que no canalizan sus demandas a través de los partidos y de las formas clásicas de representación y participación.

La Concertación encuentra su principal debilidad en la fuerza política y electoral de estos sectores. De hecho, ponen en peligro no sólo la hegemonía opositora de la concertación, sino también sus cálculos para volver a La Moneda. En efecto, la presencia de la movilización ciudadana y de “los descolgados” son las principales amenazas para la Concertación y su vocación de poder.

Los 7 pecados capitales de la Concertación. Primera Parte

15-Junio-2011
La Concertación abre el nuevo ciclo político con una derrota electoral y política. Desde el primer momento comenzaron a buscar las causas de la derrota y  las fórmulas para su renacer político-electoral. En el nuevo escenario la coalición debe asumir un nuevo rol. Debe empezar un proceso de aprendizaje para ocupar su nuevo lugar en la política nacional; ya no son gobierno.

El primer intento –luego de algunos mea culpas- fue el cónclave que realizan en Abril del 2010 y que repiten en Octubre. Durante ese año, también hubo una reformulación en la conducción de los partidos políticos que cambiaron directivas y definieron las políticas de la fase. Este proceso comienza con las elecciones del PPd en Junio, del Ps en Julio, de la Dc en Agosto y en Octubre se termina el proceso de reformulación interna con los radicales. 

Esta primera fase de aprendizaje está marcada por una especie de inmovilidad político-legislativa en el sentido de que es un período en que el gobierno pareciera dominar por completo el escenario y debate nacional por efecto de las primeras leyes para la Reconstrucción. El peak de esa situación favorable para el gobierno ocurre en Octubre del 2010 cuando la aprobación del Presidente y del gobierno llega al 63% –que no sólo se explica por el rescate de los mineros-.

Desde ese momento comienza una baja sostenida del Presidente y del gobierno que llega a su nivel más bajo en Mayo del 2011 cuando Piñera llega a un nivel de aprobación del 36% y una desaprobación del 56%. Se espera, que en los próximos meses la baja aumente.

Estos datos son consecuencia de una crisis política interna que viene incubándose desde finales del 2010 y que entra a una fase crítica en Enero del 2011 con la crisis del Gas en Magallanes. Desde entonces la lista de conflictos es muy amplia; hasta llegar a las actuales movilizaciones ciudadanas y estudiantiles.

De manera paralela la Concertación logra cierto aire y comienza a jugar un rol opositor más activo y claro. La primera expresión de ello, es la discusión del presupuesto 2011 en Noviembre del 2010. Desde entonces y en el marco de una crisis latente del gobierno, la Concertación comienza a definir una actitud opositora más firme y menos dócil frente a un gobierno que hasta ese momento dominaba la agenda.

Lentamente, la Concertación comienza a encontrar elementos que fortalecen su unidad, su convicción y voluntad de seguir manteniendo el pacto de centro-izquierda. Los elementos que contribuyen a esta situación son a) el aprendizaje opositor que se ha ido consolidando, b) la crisis latente del gobierno iniciada a fines del 2010 y que se hace manifiesta con mucha fuerza en Mayo del 2011, c) la actitud firme y unitaria frente a la agenda social del gobierno donde el concepto de “letras chica” juega un rol como dispositivo comunicacional fundamental, d) el convencimiento de que la única forma de volver al ejecutivo es por medio de la “unidad opositora amplia” y e) la articulación de una plataforma político-electoral para las municipales de Octubre del 2012.

La vocación y la racionalidad de poder que muestra la Concertación son tan fuertes, que terminan anulando las fuerzas políticas, sociales y ciudadanas que anuncian la “crisis terminal” del conglomerado. Sus dirigentes y liderazgos -nuevos y/o tradicionales- ante la necesidad “vital” de volver a La Moneda han encontrado los elementos políticos que la van haciendo despertar del letargo que genero no sólo la derrota electoral en las últimas presidenciales y su sorpresivo “treinta por ciento”, sino también de sus quiebres internos que se conocen como la dinámica de “los descolgados”.

Todo ese aprendizaje para convertirse en oposición firme y clara y comenzar a resurgir como pacto político competitivo y dejar atrás el “pesimismo” de su desintegración encuentra su mejor momento político en Mayo del 2011 cuando a) aumentan las tensiones gobierno/oposición -expresado en tensiones legislativas como el postnatal, ley súper 8, el 7% de los jubilados y políticas como el caso HidroAysén- b) aumentan las tensiones al interior del pacto gobernante y c) se consolida su vocación de poder desde un rol opositor firme, claro y activo.

Venimos planteando que la Concertación ha ido encontrado su lugar como oposición y que ello ha implicado una especie de refundación que la va alejando de sus “crisis terminal” que pareció aparecer como un fantasma durante los primeros momentos de la derrota. Sin embargo, ello no es consecuencia de haber desarrollado una actitud obstruccionista; como, ha insistido la coalición gobernante durante los últimos días.

No es casualidad, por tanto, que el gobierno haga un llamado (lunes 06 de Junio) a la concertación para buscar unidad y destrabar las tensiones legislativas con el objetivo de aprobar los proyectos en debate. La derecha busca un respiro. La concertación busca interlocutores válidos y legítimos.

Sin embargo, no todo son cuenta alegres. Ha pasado un año y medio de que la Concertación se convirtió en oposición y las cosas en términos políticos y electorales no parecen mejorar en términos de volver a convertirse en una fuerza político-electoral dominante y hegemónica. Hay siete aspectos que debilitan su accionar político y debilitan sus opciones de volver a La Moneda; a) carencia de liderazgos presidenciales, b) poder electoral del 29%, c) bajo nivel de aprobación en las encuestas, d) no capitalizar descontento ciudadano, e) no capitalizar la debilidad política del gobierno, f) carencia proyecto país y g) el peso de “los descolgados” y su potencial electoral.

Por razones de espacio y con el fin de seguir la dinámica de Internet, el desarrollo de estos siete conflictos en : "los siete conflictos de la Concertación. Segunda Parte".

sábado, 18 de junio de 2011

Aprobación y Sucesión Presidencial.

18-Junio-2011
El presente artículo tiene como objetivo plantear algunas hipótesis acerca de la relación existente entre aprobación de un Presidente y las posibilidades de que la sucesión presidencial siga en las manos de la misma coalición de gobierno. Es decir, ¿qué efectos genera sobre la sucesión presidencial los altos o bajos niveles de aprobación que tiene un Presidente determinado al final de su gestión?

Al analizar los datos de la aprobación presidencial no sólo en relación a lo que ocurre con Bachelet, sino también con los otros presidentes de la Concertación (Aylwin, Frei y Lagos) podemos plantear la hipótesis de no hay relación relevante, directa ni significativa entre la aprobación de un Presidente y el sucesor oficialista.


Las cifras muestran que una coalición de gobierno con un Presidente con baja aprobación, puede –dependiendo de algunas variables- lograr continuidad gubernamental. Al contrario, una coalición con un Presidente con alta aprobación, puede perder el gobierno.

Para confirmar la hipótesis vamos analizar la sucesión presidencial de Frei a Piñera según los resultados de la encuesta del Cep y Adimark.

Aylwin-Frei.  Frei sucedió a Aylwin de manera fácil en Diciembre de 1993. Se impuso sobre un amplio abanico de candidatos con un 58%.

La aprobación de Aylwin puede ser descrita como intermedia. Su aprobación al empezar su gobierno fue del 50% y al terminar fue del 51%. Su promedio llegó al 53%. El 58% de Frei no sólo es superior al 55% logrado por Aylwin cuando fue electo, sino también muy superior a sus cifras de aprobación. Entonces, con esas cifras de aprobación ¿cómo explicar la alta votación presidencial de Frei?

La respuesta la encontramos en la hipótesis planteada de que no hay relación significativa entre los niveles de aprobación y la votación electoral del sucesor oficialista. Las características políticas de la fase son las variables determinantes. En efecto, las condiciones políticas de la coyuntura como la debilidad de la derecha, la fortaleza de Frei (en el contexto de la época) y la necesidad política e histórica de seguir con la re-democratización, generan la continuidad; más allá de las cifras de aprobación que mostraba Aylwin.

Frei-Lagos.  Lagos estuvo a 31.140 votos de perder la elección presidencial; un resultado estrecho que a principios de año nadie imaginaba. Para la Concertación fue un triunfo electoral y una derrota política.

Cuando Frei termino su mandato su nivel de aprobación en Octubre de 1999 llegaba al 28% y su desaprobación al 49%. Su aprobación promedio fue del 37%. Con estas cifras de aprobación ¿cómo explicar el triunfo de Lagos en la presidencial?

Lagos tuvo una cantidad de votos mayor en 20 puntos al nivel de aprobación que tenía Frei y su nivel de aprobación al iniciar su gobierno fue superior en 21 puntos. Lagos inicio su gestión con una aprobación del 49%. Sin duda, el piso que Frei le deja a Lagos es malo. Tan malo, que la Concertación estuvo a 30 mil votos de perder la elección.

Las malas cifras de aprobación de Frei se explican no sólo por el mal manejo de la crisis asiática -expresado en bajas cifras de crecimiento y alto desempleo-, sino también por la crisis eléctrica que dejo sin luz a los chilenos durante algunas horas del día durante varios día. Sin duda, coyunturas de alto impacto social que debilitaron al Presidente, al Gobierno y a la coalición. Sin embargo, la potencia de la figura de Lagos y la negociación laboral de última hora son elementos de la coyuntura que contribuyen a neutralizar el escenario político adverso para el oficialismo.

Dos afirmaciones. La primera es que las malas cifras de Frei explican el hecho de que la Concertación con Lagos estuvo a punto perder la elección; y que, una Coalición de gobierno puede ganar una elección presidencial cuando el piso que deja el Presidente anterior (en términos de aprobación-desaprobación) es malo.

Lagos-Bachelet.  La aprobación promedio de Lagos llega al 51%. Empieza su gestión con un aprobación del 49% y termina con el 58%. En este punto hay que hacer una consideración metodológica. Adimark comenzó a medir la aprobación en Marzo del 2006 con una metodología distinta a la que usaba el Cep. Mientras la del Cep que hace la medición final del período en Noviembre del 2005, la de Adimark se hace en Marzo del 2006. Mientras en la primera llega a una aprobación del 58%, en la segunda al 78%.

Surge, una pregunta: ¿Qué nivel de aprobación dejo Lagos a Bachelet para enfrentar la campaña presidencial?  Lo más razonable, es usar la cifra del 78%, ya que es comparable con el 53% de aprobación que Bachelet tiene al iniciar su gobierno. Lagos entrega a Bachelet un buen piso en términos de aprobación presidencial.

Entonces, con esas cifras de aprobación ¿cómo explicar que Bachelet tuvo menos votos que Lagos en primera vuelta y que la derecha le gano por primera vez a la Concertación a nivel presidencial?

La respuesta la podemos encontrar en la hipótesis de que Lagos genera las condiciones políticas para que el oficialismo y su candidato presidencial ganaran la elección. Se junta buena evaluación, buen candidato, condiciones políticas favorables y oposición dividida. Es decir, elementos de coyuntura que son más decisivos que las cifras de aprobación.

Bachelet-Piñera.  Bachelet inicio su gestión con un 53% de aprobación con el 84%. Su promedio fue del 54%. Por tanto, con esas cifras de aprobación ¿cómo explicar la derrota política y electoral de la Concertación?


Nuevamente, ponemos en acción la hipótesis. No hay relación entre aprobación y sucesión presidencial oficialista. En efecto, se puede ganar una elección aún cuando el Presidente del oficialismo tenga buenos o malos niveles de aprobación. Las condiciones políticas de la coyuntura, la calidad del candidato sucesor y la fuerza de la oposición contribuyen de manera decisiva a sepultar o no al candidato.

Conclusiones.  La hipótesis de este artículo es, a la vez, la conclusión. Es decir, la votación presidencial de una coalición gobernante no tiene relación significativa con los niveles de aprobación-desaprobación de un Presidente.

Son las condiciones políticas de la fase, el estado de la coalición gobernante, la fortaleza o debilidad de los candidatos son los elementos que, finalmente, deciden la elección.

En otro artículo indagare sobre las razones y causas que explican las alzas, bajas y estabilizaciones que en determinadas coyunturas ocurren en la aprobación-desaprobación de un Presidencial y/o Gobierno. 

viernes, 10 de junio de 2011

Etimología de la Investigación. Bases para el estudio de los consumidores y ciudadanos.

10-Mayo-2011
Hay algunos enfoques filosóficos y teóricos que plantean que el lenguaje y las palabras construyen la realidad. En esa dirección, lo real y lo que nos toca vivir es producto de esa creación. No vamos a discutir en esta ocasión si eso es correcto o no. Si estamos de acuerdo o no. Lo relevante, hoy,  es conocer la utilidad práctica de esos enfoques en la perspectiva de que nos ayuden a comprender la realidad que nos toca interpretar y redefinir de manera permanente.

Lo que quiero en esta ocasión es mostrar –en el marco de una primera aproximación- que la práctica y la teoría de la investigación de los consumidores (estudios de mercado) o ciudadano (estudios de Opinión Pública) se funda en el lenguaje. Por tanto, de alguna manera las palabras y sus sentidos orientan el hacer investigativo más allá de los dispositivos técnicos y metodológicos que se usan en la actualidad.

Pretendo, por tanto, hacer una etimología de la investigación social en el ámbito de los consumidores y/o ciudadanos.

¿Qué significa investigar?
En esa dirección lo primera que surge es la idea/concepto de INVESTIGACIÓN. Para la Real Academia de la lengua Investigar significa: a) hacer diligencias para descubrir algo, b) realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia y c) aclarar la conducta de ciertas personas sospechosas de actuar ilegalmente.

Investigar viene del latín Investigare. A su vez, se deriva de vestigium que significa en “pos de la huella… ir en busca de la pista”. Como palabra –vestigio- se refiere a la planta o suela del pie; a la marca que dejaba el pie en la tierra  que dejaba alguien que había caminado por ahí.

Por tanto, cuando investigamos en el marco del tipo de práctica de la que  hablamos estamos siguiendo la huella y la pista de los consumidores y ciudadanos. Sin embargo, la práctica y las exigencias de la modernidad unidas a la competencia capitalista nos lleva a plantear que la Investigación de mercados o de Opinión Pública no puede conformarse con seguir la huella y el rastro que dejan los consumidores/ciudadanos en sus dinámicas diarias de consumo y opiniones.

Al contrario, en el hoy tenemos que adelantarnos a la huella o pista. Tenemos que identificar tendencias y pronosticar escenarios futuros. Es más, muchas veces las tendencias no se identifican… sino se crean. En ese sentido, podemos afirmar que la práctica del mercadeo supero al lenguaje y las palabras.

¿Qué significa método?
Otra palabra clave y fundamental en la práctica investigativa es la de MÉTODO. Para la Real Academia de la lengua significa: a) modo de decir o hacer con orden, b) modo de obrar o proceder, hábito o costumbre que cada uno tiene y observa, c) obra que enseña los elementos de una ciencia o arte y d) procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla.

Método viene del latín Methodus que significa “el camino a seguir”; a los pasos a seguir para realizar una cosa. Viene de meta (que significa fuera o más allá) y hodus (que significa camino o viaje).

Por tanto significa “fuera del camino o más allá del viaje”. Sin embargo, no se trata del camino o destino en si. Al contrario, se trata del plan que diseñamos para hacer el viaje.

En relación a la metodología esta compuesta por methodos (método) y logia (ciencia o estudio de…); por tanto, es la ciencia que estudia métodos.

Pensando en la metodología de la investigación de mercados y de ciudadanos nos referimos, por tanto, a los caminos que usamos para seguir la huella de los consumidores, ciudadanos y/o electores.

Debemos estar abiertos para hacer “camino al andar”. No podemos encerrarnos en los caminos ya recorridos. Es cierto, son muchas veces útiles y eficientes; pero, también observamos que las realidades y las dinámicas de consumo son históricas, es decir, están sometidas a la presión de los cambios y las transformaciones.

¿Qué significa técnica?
Otra palabra clave en la práctica de la Investigación es la de TÉCNICA. Para la Real Academia de la lengua significa: a) perteneciente o relativo a las aplicaciones de las ciencias y las artes, b) dicho de una palabra o de una expresión: Empleada exclusivamente, y con sentido distinto del vulgar, en el lenguaje propio de un arte, ciencia, oficio, etc., c) persona que posee los conocimientos especiales de una ciencia o arte, d) conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte, e) pericia o habilidad para usar de esos procedimientos y recursos y f) habilidad para ejecutar cualquier cosa, o para conseguir algo.

Técnica viene del griego Technicus/tekne que significa “hacer” y que se refiere a  la habilidad que tiene alguien para realizar un oficio o actividad. Es una palabra que comenzó a usar Aristoteles para distinguir las tres formas del pensamiento.

El desarrollo de nuevas técnicas para producir datos debe ser nuestra primera prioridad como investigadores. No debemos reproducir los “modos de hacer” que ya se conocen y usan hasta el cansancio de modo rutinario y mecánico. Permitamos, por tanto, abrir nuestra inteligencia a nuevas técnicas. Sólo necesitamos tener claridad que ellas, deben dar cuenta de la realidad concreta e histórica de la cual formamos parte y queremos develar.

¿Qué significa cualitativo?
Otra palabra relevante en la práctica de la Investigación es la de CUALITATIVO. Para la Real Academia de la lengua significa:

Denota cualidad; es decir, cada uno de los caracteres, naturales o adquiridos, que distinguen a las personas, a los seres vivos en general o a las cosas. Como también, la manera de ser de alguien o algo.

Viene del latín qualitatīvus. A su vez, calidad viene del latín qualĭtas, -ātis. Palabra que viene del griego Poiotes que quiere decir “qué”.

Cicerón la introdujo al latín como qualitas que describe “el que”; es decir, el qualis de las cosas u objetos.


Seguimos llamando a la cualidad como lo cualitativo. Por tanto, un estudio cualitativo sigue las pistas cualitativas de las cosas y los consumidores-ciudadanos. Buscamos cualidades, atributos y características expresadas en palabras y frases; en definitiva buscamos discursos.

Por otro lado, en el marco de la investigación lo cualitativo no sólo se refiere a las técnicas que usamos para producir los datos –es decir, las palabras- como los focus group, los grupos de discusión, la observación, las entrevistas personales, etc., sino también a una modalidad del análisis. De ese modo, tenemos técnicas que pueden ser cuantitativas o cualitativas. Lo mismo con la fase del análisis.

A mi entender, debemos romper esa distinción entre lo cuanti/cuali y comenzar a practicar la investigación como un proceso que integra ambas perspectivas. Hasta la fecha, esa ruptura ha contribuido a empobrecer el análisis y la comprensión que tenemos de los procesos de consumo. Hasta las empresas dividen su trabajo en departamentos según esas categorías que cada día son menos excluyentes.

¿Qué significa cuantitativo?
Y así llegamos al concepto de lo CUANTITATIVO. Para la Real Academia de la lengua significa: Perteneciente o relativo a la cantidad. Es decir, a) porción de una magnitud, b) cierto número de unidades, c) porción grande o abundancia de algo y d) número que resulta de una medida u operación.

Viene del latín quantĭtas, -ātis. Se deriva del quantum. Se refiere a la cantidad de las cosas.

Seguimos llamando a la cantidad como lo cuantitativo. Por tanto, un estudio de esta perspectiva sigue –en términos generales y simples- la pista de las cantidades. Por ello, buscamos números y públicos masivos. La Encuesta estadística es el paradigma de esta orientación tecno-metodológica.

No podemos olvidar que un número –es decir, una cantidad- es siempre y ante todo un concepto. Siempre debemos responder: cuánto de qué; la cantidad siempre es de un atributo o característica. A su vez, siempre la cualidad tiene una dimensión.

¿Qué significa análisis?
ANÁLISIS significa para la Real Academia de la lengua: a) distinción y separación de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos, b) examen que se hace de una obra, de un escrito o de cualquier realidad susceptible de estudio intelectual y c) examen de los componentes del discurso y de sus respectivas propiedades y funciones.

Viene del griego analysis. Mientras ana significa separar; lysis significa soltar. Por tanto, etimológicamente nos referimos al caso de separar las cosas para saber/conocer como funcionan. Cuando analizamos –de analizar- estamos, sin duda, realizando esa operación. Quizás, sea mejor hablar de identificar que de separar. 

Del mismo modo, la comprensión también debe considerar no sólo el todo, sino también el proceso en el que esta inmerso el fenómeno o la problemática analizada. Han pasado algunos siglos desde que surgieron estas palabras. No olvidemos, que son las palabras que constituyen nuestra actividad profesional e intelectual. Pareciera que no ha cambiado mucho el asunto. Los conceptos y las palabras siguen dando cuenta de realidades concretas. En ese sentido tenemos que advertir que no sólo la palabra instaura y hace emerger una realidad, sino también que lo real obliga a que surjan nuevas palabras como única manera de darle sentido a esa práctica emergente.