domingo, 31 de julio de 2011

Entre el pragmatismo y los sueños. Comentarios al "Chile 2030"

Abril-2011

1. INTRODUCIÓN
Este texto es una invitación a reflexionar y debatir el Chile de hoy y del futuro de manera colectiva. Es una provocación política e intelectual que no quiero ni puedo dejar pasar. Han pasado algunos días desde su aparición pública; no sólo el ex Presidente ha seguido la reflexión, sino también han aparecido innumerables comentarios, respuestas, dudas, críticas y profundizaciones. La invitación ha sido recogida y el diálogo ciudadano 2.0 ha sido amplio y exitoso. El propio Lagos refuerza la idea al afirmar –algunos días después de iniciado este debate- “que estamos trabajando en una hoja de ruta que incluye no solo seguir dinamizando este intercambio virtual, sino que permita abrir la conversación en encuentros presenciales a lo largo del país. Todo con el fin de asegurar la mayor participación ciudadana en este proceso y poder en un futuro cercano presentar una segunda versión del documento con una autoría genuinamente colectiva”. Bien. Avancemos.


La derrota político-electoral de la Concertación en la última presidencial ha generado la necesidad estratégica y política de repensar Chile. El País del futuro se piensa y se define hoy. Toda fuerza política tiene vocación de poder. La Concertación no es ajena a esa situación. Alejada del ejecutivo y de la racionalidad de Estado ha llegado el momento de re-fundarse aprendiendo del pasado (con sus errores y agotamientos) y mirando el horizonte del futuro.

Para volver a ser gobierno y conformar una mayoría político-social no sólo hay que identificar errores, dejar personalismos, redefinir liderazgos, re-encantar y seducir a las mayorías, generar confianzas y credibilidad, sino también construir un programa de gobierno y un proyecto de país. Ese es, sin duda, el contexto en que surge la propuesta-invitación de Ricardo Lagos. El mismo lo dice cuando afirma que hay que hacer “los cambios necesarios para sentar las bases de ese futuro”;  agregando más adelante que “en los últimos 20 años creamos bases sólidas para enfrentar los desafíos de hoy, desafíos que, claramente, no son los de ayer… Es el momento de cambiar de mirada… (y definir)… una carta de navegación”.

La pregunta sobre la que se sostiene esta “propuesta en construcción” es por el “tipo de sociedad que queremos construir en Chile durante los próximos veinte años”. La respuesta que da Lagos es que él quiere un Chile desarrollado en el 2030. Para eso, hace circular públicamente su documento-propuesta. En esa dirección y contexto nos invita a “pensar colectivamente, a recoger los aportes de la ciudadanía en cuestiones que afectarán dramáticamente nuestro futuro como sociedad”.

La respuesta que Lagos nos propone a esas preguntas e inquietudes del presente con vistas al futuro se expresa en los siete desafíos del documento-invitación. Lagos pregunta ¿cuáles son los desafíos que debemos enfrentar para alcanzar esa situación?, ¿dónde deberíamos poner nuestra mirada?, ¿qué sociedad queremos construir?

Una vez que se ha definido el Chile que queremos surge la política y la vocación de poder. En efecto, para lograr plasmar esas ideas bases para un programa de gobierno y un proyecto de país hay que actuar en el terreno de la política; más bien, de la lucha política. De ese modo, la propuesta de los siete desafíos queda completa.

En la unidad pensamiento y acción se entiende el “Chile 2030”. Las propuestas e ideas de país necesitan una fuerza política que las materialice y haga realidad. Para Lagos la política hay que entenderla “como la capacidad de construir acuerdos de largo plazo en beneficio del país, es clave para el éxito de cualquier empresa colectiva”. ¿En qué fuerza política está pensando Lagos?

2. BASES DE LA PROPUESTA
Si la reflexión tiene como objetivo entregar propuestas para un Chile desarrollado, es evidente que la primera referencia tiene relación con entender y/o conceptualizar lo que entendemos o el texto entiende por “país desarrollado”.  Para Lagos un país desarrollado es “el que ha alcanzado un ingreso por habitante de 20 mil dólares por año”. Finalmente, son los indicadores económico-sociales los que muestran si se ha llegado o no a esa situación.

En función de ello, Chile en los próximos diez o doce años será un país desarrollado. En nuestro país “están dadas las condiciones económicas para lograr ese objetivo”.

Para lograr ese objetivo es fundamental el crecimiento económico. Sin embargo, esa condición no es suficiente en una segunda etapa. A mi entender no lo ha sido nunca. El mercado genera más mercado y el dinero-capital sigue la utilidad. La distribución siempre ha quedado huérfana. Han sido los Estados los que por medio de políticas “de bienestar” han logrado mejoras en la distribución de la riqueza socialmente producida. Además, el per cápita es sólo un promedio estadístico; de hecho, se puede dar un promedio de cinco cuando en un extremo tenemos 9 y en el otro 1. El ejemplo es simple. Sin embargo, ilustra cómo el per cápita es una medida ilusoria y que no da cuenta de lo que ocurre “realmente” en el ámbito de la distribución. Es, por tanto, una medida aliada del crecimiento. La lógica del crecimiento es genera riqueza. Nada dice, sobre cómo esa riqueza se distribuye entre los miembros de la sociedad.

Chile hoy tiene un per cápita que sobrepasa levemente los diez mil dólares. Sin embargo, no olvidemos que más de la mitad de Chile tiene ingresos que no llegan a los mil dólares. ¿De qué estamos hablando? El per cápita es una medida que engaña y distorsiona el análisis.

Estamos de acuerdo, por tanto, en que “el crecimiento en sí… no basta” para ser un país desarrollado con altos niveles de inclusión social. Hay, sin duda, que generar políticas distributivas. En esa dirección no sólo hay que implementarlas –en el contexto de políticas públicas redistributivas- para ser hacia el 2030 un país desarrollado, sino también hay que definirlas en el marco de un programa de gobierno y en un proyecto de país. El mismo Lagos pegunta: ¿qué tipo de distribución de ingreso quiere tener la sociedad chilena si aspiramos a ser un país desarrollado en los próximos 10 o 12 años. ¿Queremos realmente convertirnos en una sociedad más igualitaria? Es una pregunta fundamental en este pensar el Chile del 2030. 

Lagos muestra que el crecimiento no es suficiente al afirmar que “por primera vez, constatamos que en los 30 países más ricos del mundo el crecimiento de la economía ya no implica, necesariamente, una mejora en los indicadores sociales, de salud o de educación” o en cualquier otro indicador que se analice como esperanza de vida o índice de felicidad.

En esa dirección, plantea la hipótesis de que “la relación directa entre crecimiento económico y mejoramiento en los indicadores sociales es nítida en las primeras etapas de desarrollo, pero una vez que se alcanza el límite de 20 mil dólares de ingreso anual por habitante, lo central pasa a ser la distribución del ingreso. Es la distribución del ingreso la que explica los avances y retrocesos de los países ricos, no el ingreso por sí mismo”. De ese modo, “los indicadores mejoran en relación directa con el aumento del ingreso por habitante hasta el umbral de los 20 mil dólares”.

Llegado ese momento los indicadores de mejora social se agotan o empiezan a  subir de manera lenta o muy lenta. Son otros, los elementos que empiezan a ser relevantes para aumentar y consolidar el bienestar social. En efecto, “a medida que nos acercamos a la barrera de los 20 mil dólares por habitante, será la distribución de ingresos la que incida con mayor fuerza sobre los indicadores de salud, educación y esperanza de vida, entre otros”.

Como una forma de fundamentar estas ideas, Lagos entrega algunos antecedentes que no me convencen. Dice que los “países más igualitarios del mundo desarrollado tienen menos homicidios por cada 10 mil habitantes que otros países más desiguales; países más igualitarios tienen un menor porcentaje de la población en prisiones, exhiben un menor consumo de drogas y, en general, tienen mayores oportunidades de vida que los países más desiguales”.

Las anteriores reflexiones teóricas y empíricas sobre la relación crecimiento, distribución y desarrollo también las hace en el contexto de Chile.

Los primero que afirma y lo que está muy relacionado con el crecimiento es que entre “1990 y 2010, la pobreza se redujo desde un 40% a un 11% o 15% de la población según el indicador que se use para medirla (el de Naciones Unidas o el del gobierno)”. Del mismo modo, “mejoró… la distribución de ingreso, en tanto el 20% más rico tiene un ingreso promedio 14 veces mayor que el ingreso promedio del 20% más pobre. Sin embargo, gracias a una política social destinada a focalizar el gasto en los grupos de ingreso más bajos, esta desigualdad se reduce a 7,8 veces”.

Como vemos un crecimiento intervenido. El crecimiento no basta por sí mismo nunca. Lagos lo ratifica cuando recuerda que “gracias precisamente a la política social, ha sido posible mejorar la distribución del ingreso exclusivamente por la vía de subsidios a los más pobres”. Hay que seguir avanzando y profundizando la distribución dice Lagos. Por ello, “en esta nueva etapa… (hay que)…, entender que un nuevo pacto fiscal resulta indispensable para mejorar la distribución del ingreso y aumentar, simultáneamente, los ingresos del Estado, de modo de satisfacer la creciente demanda de bienes públicos de una sociedad que aún no ha alcanzado el desarrollo”. De este modo, “este nuevo pacto fiscal debe implicar una reforma tributaria profunda, que permita, ahora sí, mejorar la distribución de ingresos después de impuestos”.

En el contexto del Chile que nos plantea Lagos este “pacto fiscal” es una de las ideas fuertes de un futuro programa de gobierno y proyecto país; sobre todo, si se quiere avanzar hacia un país desarrollado.

3. SIETE DESAFÍOS ESTRATÉGICOS PARA EL DESARROLLO
La primera parte del documento estaba centrada en la relación entre crecimiento, desarrollo e igualdad. Hasta ese momento, me parecía un texto muy económico en el sentido de que el desarrollo se definía a partir de una determinada cantidad de ingreso per cápita. En efecto, un país desarrollado era aquél que alcanzaba los 20 mil dólares. A su vez, ese desarrollo se expresa en distintos indicadores sociales de bienestar como esperanza de vida, índice de felicidad, de delincuencia, de mortalidad infantil, de educación y salud, etc.

La hipótesis que fundaba ese análisis es que esos indicadores suben y mejoran rápida y constantemente a medida que el ingreso per cápita de una sociedad se acerca a los 20 mil dólares. Llegado, a  ese umbral esos indicadores se estancan o avanzan muy lentamente. Desde ese momento se requieren otras condiciones para avanzar o fundar una sociedad desarrollada. Ellas, no son ni deben ser sólo económicas.

No basta el crecimiento económico e ilimitado para ser modernos y/o desarrollados. Tampoco, es útil pensar el desarrollo desde el dinero y el per cápita. Quizás, sea la realidad y el pragmatismo político lo que nos obliga a seguir con esas formas de pensar y construir mundos mejores. Del mismo modo, la distribución desde arriba -desde la política pública- es una forma de enmendar la desigualdad estructural que genera el capitalismo.

Para Lagos las condiciones para llegar a esos 20 mil dólares en los próximos años son favorables y casi seguras. Sin embargo, ese hecho implica para lograr el sueño del desarrollo “enfrentar al menos siete desafíos en los próximos veinte años”.

 1. Democracia 2.0 
El primer desafío es político. Desde la política se generan las condiciones para avanzar y consolidar el desarrollo.  Es más, es un elemento fundamental para pensar el desarrollo no sólo desde lo económico. En efecto, desde la política no sólo se mejora la distribución de la riqueza, sino también se avanza hacia una sociedad más democrática, inclusiva y participativa. La democracia debe pasar de la representación a la participación.

En esa dirección, Lagos afirma que “sin más y mejor democracia las posibilidades de abordar los otros seis desafíos se reducen drásticamente”. Una sociedad desarrollada no sólo es aquélla con un per cápita de 20 mil dólares, sino también en la que hay una “la ampliación creciente de las libertades, de las posibilidades y de los derechos de las personas”. De ese modo, en un país desarrollado no sólo hay más riqueza material, sino también más libertad, posibilidades y derechos. Para ello, “la democracia debe cambiar sus prácticas, tener legitimidad política y valor ético ante los ciudadanos”.

Para lograr esos objetivo (el del desarrollo político) hay que “abordar dos tareas”. En primer lugar, cambiar el sistema electoral binominal, establecer la inscripción automática y  el voto obligatorio.

En segundo lugar, permitir o generar las condiciones para que “los ciudadanos generan los contenidos” de la política. La red 2.0 permite profundizar la democracia que “continua, más allá de las elecciones”. La tecnología de las comunicaciones permitirá (ya lo está haciendo) que “gobiernos y partidos, ciudadanos y militantes, podrán intercambiar opiniones y consultarse cotidianamente. Será otra forma de hacer política”.

 2. De la gradualidad a la revolución en educación 
En las sociedades capitalistas la educación es un elemento de movilidad social fundamental. En la actualidad hay dos formas de salir de la pobreza; la educación y el emprendimiento.

Un país desarrollo se construye en el plano educacional sobre la base de oportunidades para todos y calidad educacional. Oportunidades y calidad están íntimamente relacionadas. En efecto, Lagos nos dice que “por igualdad de oportunidades entendemos la posibilidad de acceder a educación de calidad más allá de la capacidad de pago”.

Chile avanzado mucho en esa dirección. Sin embargo, para lograr el desarrollo “es la gran batalla que debemos seguir dando”; sobre “aumentando la calidad de esta educación pública”. Desde ese sitio la igualdad de oportunidades va ser una realidad.

 3. Avanzar a una sociedad de garantías y obligaciones 
Esto me parece fundamental en una sociedad desarrollada. Este tipo de sociedad requiere “asegurar las garantías fundamentales para que todas las personas tengan acceso equitativo a las oportunidades de progreso y de protección social… Una sociedad que establezca un límite de calidad de vida bajo el cual ninguna persona debería vivir…Esto es construir una sociedad de garantías”. En este ámbito se requieren garantías en salud (que se avanzó con el Auge), vivienda, educación y  justicia, etc.
  
4. Chile nodo y las mejores ciudades para vivir 
Chile para lograr el desarrollo no sólo necesita ciudades amigables, sino también que muchas de sus ciudades se conviertan en motores del desarrollo en la perspectiva de que el Pacífico es el nuevo eje de la economía mundial.

No es amigable una ciudad en la que un trabajador común se demora dos horas al día en ir y volver de su trabajo. No es amigable, una ciudad con altos índices de contaminación ambiental. No es amigable una ciudad sin árboles. No es amigable una ciudad agresiva. La lista podría ser muy larga. Un país desarrollado requiere de ciudades amigables y diseñadas para un alto nivel de calidad de vida.

A la vez, las ciudades de Chile deben estar preparadas para convertirse en focos y bases para el desarrollo económico “desde el punto de vista material, financiero, logístico, etcétera”. Y ello, no sólo para fortalecer las propias ciudades, sino también ser plataforma para otros países del mundo. En esa dirección, “Chile debe ser el país donde se instale el gran puerto del Pacífico en el sur de Sudamérica”.  En efecto, “Chile enfrentado al Pacífico, está hoy en la primera fila de la platea de la historia, y no podemos dejar pasar la oportunidad. Es clave mejorar conectividad, infraestructura y servicios financieros”.

 5. La población como motor del desarrollo 
Para ser desarrollado y potencia mundial nuestro país “debe centrar su crecimiento con más población”. La tasa de fecundidad en Chile es baja generando con ello un aumento poblacional negativo;  por tanto, Chile “necesita poblar…  y  crecer social y económicamente”.  

Este me parece uno de los aspectos más novedosos del Chile 2030. En este punto Lagos quiere abrir un debate. “Ha llegado el momento de debatir el tema… tengo una mirada positiva al respecto y me parece importante, al menos, iniciar la discusión”.

Relacionado con el tema poblacional está la cuestión migratoria. Mientras “Chile tenga una economía más avanzada que la de sus países vecinos, la inmigración se mantendrá”. Y en ese contexto “es necesario pensar en una política migratoria que ponga su mirada en el futuro y nos permita relacionarnos mejor con nuestros vecinos”.

Estas temáticas también nos vinculan con los pueblos originarios. Esta diversidad “étnica y cultural… nos enriquece”.

Debatir en torno a aumentar nuestra tasa de fecundidad, implementar una política migratoria inclusiva y amigable son temas que surgen como consecuencia del desarrollo económico de Chile. 

6. Crecer quebrando la tendencia en la distribución de ingreso
El desafío seis se convierte en un pilar clave no sólo para alcanzar el desarrollo, sino también para consolidarlo y profundizarlo. Hemos visto que “crecer no basta para alcanzar el desarrollo”.  Por tanto, hay que distribuir el ingreso de una manera más igualitaria reduciendo lo más posible (desde el punto de vista técnico y político) la brecha existente entre el ingreso del primer y quinto quintil. Los gobiernos de la Concertación bajaron esa distancia de 14 a 7,8 veces.

Insiste Lagos “porque se ha avanzado tanto en reducir la pobreza, ahora hay que avanzar en la distribución del ingreso”.   Debemos concordar un nuevo pacto fiscal orientado al crecimiento con igualdad. Me pregunto, ¿cuál es la nueva meta-aspiración?


Sin duda, estos cambios dependen –como todo lo que se ha expuesto en este documento- de “una decisión política” que implica grandes acuerdos nacionales. En efecto, se requieren decisiones y condiciones política para implementar un programa fiscal que tenga como horizonte engordar las arcas fiscales y desde ahí impulsar acciones re-distributivas que permiten avanzar hacia el desarrollo.

El Chile de hoy tiene una política impositiva extraña a lo que pasa en el mundo desarrollado. En esa dirección Lagos afirma que “no hay países desarrollados que tengan un nivel de presión tributaria sobre el producto del orden del 18%, como es el caso de Chile, o del 23% si se consideran otras contribuciones sociales de carácter provisional y/o peajes en las carreteras. No hay países desarrollados en donde el impuesto a las utilidades de las empresas se calcule sobre la base de utilidades retiradas y no sobre las utilidades devengadas”.

El nuevo pacto fiscal es la base político-económica sobre la que se construye el Chile 2030 y las políticas públicas que harán de Chile un país desarrollado.

Para lograr estos recursos Chile debe seguir creciendo. Eso, es incuestionable. Lo que hay que hacer es distribuir de manera más igualitaria la expansión económica. Para el objetivo de seguir creciendo Lagos plantea “una mejor economía… que implica, al menos, otras tres tarea”.

1. Poner las políticas laborales en el centro del desarrollo económico y no diseñarlas en función de las “políticas monetarias”. En ese sentido, no sólo hay que aumentar la fuerza de trabajo y reducir la tasa de desempleo, sino también el empleo de ser eficiente y mejorar su productividad y de ese modo reducir “la brecha de productividad entre sectores de la economía y entre empresas de distinto tamaño”.

2. “Agregar valor a nuestras exportaciones”. En esa dirección hay que dar “un fuerte impulso a los instrumentos para innovar y mejorar competitividad… Sin innovación tecnológica y sin inversión en ciencia y tecnología, el desarrollo no es posible… ¿Se podría comenzar agregando valor a las exportaciones de cobre refinándolo en Chile?

3. Impulsar “las áreas de actividad económica que deben privilegiarse a partir de las ventajas comparativas de que goza Chile… Más que escoger burocráticamente qué áreas privilegiar, se trata de definir los incentivos necesarios para que el sector privado pueda desarrollar nuevos campos de expansión de su actividad con vistas al largo plazo, identificando las demandas de la economía global hacia los próximos 20 o 30 años… está claro que un país con el mercado de Chile tendrá que pensar siempre en las actividades vinculadas a la exportación. En esta área, las biotecnologías jugarán un papel importante”.

 7. Chile, potencia en energías renovables
No cabe duda, de que el mundo avanza inexorablemente hacia energías limpias y  renovables. Es un tránsito sin retorno. No sólo debido a que el planeta no puede seguir aumentado sus emisiones de CO2 y como consecuencia la temperatura del planeta (cambio climático), sino también porque la los insumos básicos de la economía moderna y desarrollada se están agotando y presionando al alza sus precios.

Hay que agregar a esto que Chile es un país extremadamente dependiente de la energía mundial. Ellos, hace que la energía que consumimos para uso doméstico y productivo no sólo es cada vez más escasa, sino también más cara. De hecho, Chile tiene hoy la “electricidad más cara de América Latina, lo cual obviamente es un gran obstáculo para la competitividad”. No olvidemos que nuestro país es el que más aumentado sus emisiones durante los último años.


La huella del carbono hará que cada día la energía a base de combustibles fósiles sea más cara.  Hacia el 2030 nuestros productos no tendrán ninguna capacidad competitiva si presentan una huella de carbono alta. “Por ello, la huella de carbono estará en el centro del debate y del comercio internacional en los próximos años, y va a ser la carta de presentación de todas las exportaciones”.

Chile necesita, en primer lugar, independencia energética. Segundo, impulsar la eficiencia energética y tercero, reducir los costos de la energía.

Al mismo tiempo debemos “estar a la vanguardia de la lucha contra el calentamiento global, disminuyendo las emisiones de carbono y otros gases de efecto invernadero”.

A mi entender, las necesidades energéticas de Chile se resuelven impulsando fuertemente las energías renovables no convencionales (ERNC). Se dice, que es caro. Es un argumento común. Sin embargo, las inversiones público-privadas hay que hacerlas hoy. Cada día que pasa será más caro; y no, por los costos asociados a la magnitud de esos proyectos, sino por el hecho de que nuestros productos en diez o 20 años más no tendrán valor en el mercado mundial debido a que ha sido producidos con un alto nivel de carbono. Su huella será muy alta. Esos productos, nadie los va comprar por caros e ilegítimos.

Chile tiene ventajas comparativas significativas para implementar las ERNC. Entre ellas, presentan gran potencial la eólica, la geotérmica y la solar. A esto, hay que agregar la energía mareomotriz.

Las energía generada a basa de hidrocarburos deben ser erradicas de la manera más rápida posible teniendo en cuenta la viabilidad económica, técnica y política. No más termoeléctricas.

Respecto de la Energía Nuclear, las posibilidades a corto y mediano plazo son inviables. Sin embargo, me parece que el debate es necesario. Es más, hay que preparar inteligencia con el fin de generar conocimientos en relación a un tema científico de gran importancia estratégica.

Finalmente, en relación a la energía hidroeléctrica hay que evaluar la posibilidad de implementar centrales en la perspectiva de cuidar el medio ambiente y la biodiversidad. Ello implica, por tanto, privilegiar proyectos con centrales hidroeléctricas de pasada con bajo potencial de generación; es decir, impulsar proyectos de mini–micro centrales.


Si bien la reflexión se ha escrito intentando desarrollar un diálogo con el ex mandatario, mis conclusiones y aportes finales pueden verse en el siguiente enlace : "Comentarios y aportes al Chile 2030 de Lagos"