jueves, 19 de julio de 2012

La Izquierda y la brújula


Julio-2012
La izquierda es un concepto que denota posición -dimensión espacial de ubicación- y connota un universo ideológico-cultural y una práctica política. La referencia ha pasado a convertirse en un gesto y un símbolo. Ambos significados nos remiten a un posicionamiento político. Ya sabemos la historia de los que se sentaron a la derecha y a la izquierda del Rey u orador. Para el primer caso fueron las fuerzas conservadoras –nobles y curas-; y para los segundos, los más radicales del Tercer Estado –los comunes, el pueblo-. La semántica también tiene historia.

Han pasado más de 200 años y todavía la dimensión izquierda-derecha sigue siendo útil –a lo menos en Chile- para ubicar y posicionar las fuerzas políticas del país. Sin embargo, el “ser” de izquierda va cambiando con los tiempos y las nuevas realidades que van emergiendo. Obviamente, los que se entendía por izquierda durante la Unidad Popular, no es lo mismo que cuando nos encontramos al interior de la dictadura cívico-militar de Pinochet tratando de sobrevivir a la represión y buscando rearticulación política; del mismo modo, no es lo mismo en la fase de la refundación democrática o cuando entramos a la era del consumo y de las redes sociales. Del mismo modo, tampoco es lo mismo la izquierda local, que la europea, venezolana o uruguaya. Cada izquierda tiene su afán. Sin embargo, no podemos olvidar que hay elementos transversales, históricos y fundacionales que la identifican y diferencian cono fuerza social y política.

Hemos entrado a un nuevo ciclo político; y por tanto, a una reformulación de los que es y debe ser la izquierda chilena. Sin duda, estamos frente a una coyuntura relevante para el reposicionamiento político e ideológico de la izquierda. Los esfuerzos de los últimos meses dan cuenta del nuevo contexto.

En este escenario la izquierda no sólo debe reconocer su identidad histórica –lo que los identifica y diferencia-, sino también construir confianzas, compromisos, proyecto y programa. Básicamente, tiene que responder por el sentido actual del “ser” de izquierda; ¿qué significa ser de izquierda hoy?

El primer elemento que debe identificar lo encontramos en el origen del concepto. En esa dirección su identificación como “tercer estado” es un elemento doble; diferencia e identifica. Por tanto, la izquierda representa al pueblo, a las mayorías, a los postergados, a los no privilegiados; a los pobres, a los excluidos y marginados sociales; a los trabajadores y a las clases subalternas –que en la época de la revolución Francesa eran los campesinos y  la burguesía emergente de corte urbano-. En la semántica política y social de la coyuntura se habla de “los ciudadanos”. Vemos, por tanto, que el primer elemento de su identidad se relaciona con la representación; es decir, ¿a quién debe representar?

La batalla por la representación “exclusiva” de tales sectores la perdió a manos de la DC en los sesenta y de la UDI popular en los noventa. Sin embargo, ha logrado neutralizar esa “penetración legítima” avanzando hacia los sectores medios progresistas. Recuperar la representación histórica y fundacional implica volver a vincularse con el mundo social no sólo en la perspectiva de “escuchar” e intermediar sus demandas, sino también –y sobre todo- abrir cauces de participación. Ello implica, a su vez, crecimiento electoral.

El segundo elemento tiene que ver con la nivelación; es decir, con la igualdad. La acción política de la izquierda tiene –como foco principal- fomentar la igualdad en general y en particular para “sus representados”. Chile reclama hoy igualdad. Aquí está el elemento articulador de las oposiciones. De hecho, ya ha comenzado el diseño del “relato de la igualdad”.

El tercer elemento es más controvertido ya que se vincula con la libertad; sobre todo, si se trata de asociar los “socialismo reales” con la izquierda. La libertad política, económica y de conciencia no puede ser patrimonio de la derecha. En el plano político la izquierda fomenta las libertades públicas y la democracia. Ser herederos del “tercer estado” que fueron los que crearon la Asamblea Nacional los ubica en una posición de privilegio a la hora de identificarlos como los creadores políticos de la democracia. La izquierda no puede ni debe alejarse de su vocación democrática en perspectiva participativa.

Representar a “los comunes”, igualdad y libertad son los tres pilares sobre los que se refunda la izquierda actual. Sin embargo, esta refundación hay que hacerla sobre la base de un proyecto país y un programa de gobierno. Hay que darle contenido a estos pilares básicos. Justamente, en este punto surgen los problemas; ya que, es la instancia en que emergen los “hombres, mujeres y grupos de carne y hueso” con necesidades y demandas concretas. Es el momento de las proposiciones, de la negociación y de la articulación de intereses. El proyecto y  el programa deben salir de la abstracción y conectarse con las coyunturas, sus problemáticas y demandas.

Para avanzar y materializar estos aspectos la izquierda chilena presenta algunos problemas y debilidades que dificultan su avance. Fragmentación, falta de liderazgo, diagnósticos y  propuestas son tensiones que la izquierda local debe resolver.  

La fragmentación es profunda. En ese escenario encontramos al socialismo oficial encarnado en el PS y sus fraccionamientos –allendistas, MAS, PAIZ,- el PC, los ecologistas, humanistas, progresistas, cristianos de izquierda y grupos diversos. ¿Cómo articular y construir proyecto desde todos estos grupos?

La raíz de esta fragmentación se vincula con el hecho de que cada segmento pertenece a universos culturales, sociales y productivos distintos. Estudiantes, trabajadores, profesionales, intelectuales, artistas, ecologistas, humanistas laicos, pobladores, etc. forman un universo muy amplio que dificulta la unidad. En el Chile actual hay muchas izquierdas.

Este hecho, se vincula a la falta de liderazgos. La izquierda chilena no tiene liderazgos nacionales con vocación de poder. ¿Quién puede liderar este proyecto? No sólo hay que consensuar proyecto y programa, sino también equipos.

Esta dispersión genera diagnósticos distintos. Se trata, principalmente, de diferencias en torno al rol de la técnica en la política y en las decisiones públicas, al del mercado, de la empresa y del capital,  al rol del Estado y  de la propiedad de los recursos naturales, a la inserción de Chile en el mundo; al tipo de democracia y de sociedad que se va construir, al modo de relacionarse con el mundo social, etc. Es más –y en esto radica su debilidad política- a sus diferencias en los objetivos y estrategias políticas de la fase.

La fragmentación y los diagnósticos tienen efectos sobre el programa. Un programa de gobierno es la propuesta y las ideas centrales con las cuáles se va gobernar el país por un periodo presidencial específico. No se puede gobernar con la banderas de la “asamblea constituyente”, de la nacionalización de los recursos naturales y de la salud y educación gratis. Sin duda, son ejes fundamentales –sobre todo, los dos últimos-; pero, el país es largo, ancho y diverso. Hay que bajar de la ficción a la política real y dar cuenta de una infinidad de problemáticas. Política energética y ambiental, políticas públicas y el rol de los subsidios, relaciones internacionales, política tributaria, propiedad de los recursos naturales, tercera edad, política nacional de deportes, etc. La Izquierda no puede olvidar que en el país existen distintos grupos e intereses.

La izquierda chilena ha sido históricamente fuerte en términos ideológicos, culturales, políticos y electorales. Para la derecha y para el centro político es funcional su debilidad. Ha llegado la hora de la re-fundación. Hay historia y fuerza electoral. Sin embargo, falta unidad, liderazgo, proyecto y programa. 

jueves, 12 de julio de 2012

La Crisis del PS y el binominal


Julio-2012
En los últimos días ha vuelto a emerger en el debate nacional la crisis interna del Partido Socialista. La posible salida del Diputado Díaz y las fuertes críticas que recibe a diario la mesa por el estilo de conducción que se impone dan cuenta de un escenario interno de alta conflictividad. Los principales focos que generan la crisis socialista son: el tipo de conducción “filo autoritaria”, la política de alianzas, las facciones internas, la tensión generacional y la falta de proyecto país. Y aún más, con la posibilidad cada día más concreta de volver a La Moneda con un militante de sus filas. La necesidad de cuidar el patrimonio Bachelet ha terminado por debilitar el debate, la democracia interna y prolongar una política de alianzas agotada.

En el frente externo también hay una crisis. Y ella tiene que ver con que el PS es un partido estancado electoralmente. El socialismo chileno no crece; no seduce; no convoca. Ni siquiera haber tenido dos presidentes de sus filas ha logrado que los ciudadanos se encanten o re-encanten con sus propuestas, acciones, proyectos, militantes, postulantes y/o representantes. ¿Qué le ofrece el PS hoy a Chile?, ¿qué diferencia al PS de las otras fuerzas políticas?, ¿qué acerca al PS a otros partidos y movimientos sociales?

Mientras por un lado se acercan al centro y se aíslan de su lugar histórico –la izquierda-, sus militantes se van y vuelven a su origen –Navarro, Arrate, los Ominami, Aguiló y eventualmente Marcelo Díaz-. Mientras más se aferran al poder institucional del Estado, más se alejan del poder social y ciudadano. Mientras más se acercan a La Moneda, más se alejan de su historia. Mientras más piensan en el poder “por el poder”, más se distancian del proyecto país y su gente.

La crisis es doble; interna y externa. Ambas se yuxtaponen y condicionan. Al final, un círculo vicioso que genera debilidad electoral y distancia ciudadana. Seamos claros; en esto nada tiene que ver el Binominal. De hecho, en términos generales el PS no gana ni pierde con la “lógica binominal”. Por tanto, sólo podría responsabilizarse al “mayoritario” por dos razones; por impedir que el partido pueda competir en una cantidad mayor de distritos y circunscripciones y por someterlo a una política de alianzas que lo aleja de su raíz histórica y fundacional. 

Sin embargo, en ninguno de los dos casos podría haber expansión y penetración socialista si no se gana la batalla de los votos. Y para ello, hay que sintonizar con los ciudadanos y con el estado emocional y político de la Opinión Pública.

Al revisar las cifras del partido en el largo plazo vemos que en términos electorales es un partido estancado en torno al 10%-11% de las preferencias a nivel de los Diputados. En término senatoriales su votación promedio llega al 12,7%.

En el ’93 sus votos en la Cámara baja llegan al 11,9%; en el ’97 al 11%, en el 2001 y en el 2005 al 10% y en el 2009 al 9,9%. Electoralmente es un partido estancado. Su representación llega en cada una de esas elecciones respectivamente a 15, 11, 10, 15 y 11 Diputados. A nivel senatorial sus votos llegan en esas mismas elecciones al 12,7%, 14,6%, 14,7%, 12,1% y 9,3% respectivamente. En términos electorales es un partido que va a la baja; sobre todo, en las regiones impares. Con esa votación sus Senadores electos son respectivamente 3, 1, 4, 4 y dos.

El subsidio binominal del PS en los Diputados llega también respectivamente a 1, -2, -2, 3 y uno; es decir, en dos elecciones perdió (’97 y 2001) y en tres obtuvo beneficios (’93, 2005 y 2009). En el largo plazo tuvo un Diputado menos del que debería haber logrado en la lógica proporcional. Los hechos cambian drásticamente cuando analizamos lo que ocurre con el binominal al interior del pacto. En esa dirección, la pérdida de representación para los socialistas sube a siete. En el ’93 no hay ganancias ni pérdidas; es decir, sus votos expresados en escaños bajo la lógica binominal son “casi” los mismos que en un proporcional puro. En el ’97, tiene una pérdida de 4 diputados (momento en que la DC tiene un subsidio de 10), en el 2001 tiene tres Diputados menos; en el 2005 logra –por primera vez- subsidio binominal al ganar dos escaños más. Finalmente, en el 2009 vuelve a tener daño binominal al dejar de tener dos asientos.

En el Senado el binominal ha favorecido de manera leve al partido. De hecho, en el largo plazo tiene un subsidio de dos senadores en el contexto del sistema de partidos y de dos al interior del pacto. Para el primer caso, el subsidio fue en el ’93, ’97, 2001, 2005 y 2009 de 1, -2, 1, 2 y 0 respectivamente. A su vez, los subsidios al interior del pacto se dieron de la misma manera para cada una de las elecciones.

En síntesis vemos que el PS en los Diputados es un partido que en términos generales no se ha beneficiado de la lógica binominal. A nivel senatorial ocurre lo contrario. Del mismo modo, vemos que en la Cámara baja es un partido estancado. A su vez, en el Senado su votación va a la baja en una medida no menor. Crisis electoral total.

Al comparar estas cifras con las elecciones de Marzo de 1973 vemos una baja electoral significativa. De hecho, en tal elección a nivel de los Diputados se llegó al 18,3% y en el Senado al 20%. Pueden existir muchas razones para explicar este hecho. Sin embargo, los datos muestran que se perdió votación y que hoy el partido está estancado con muy pocas posibilidades de creer y re-posicionarse.

Vemos que entre el ’93 y el 2009 hay una pérdida de 150 mil votos en los Diputados y de 65 mil en los Senadores. Es más, ¿en qué ciudad importante hay Alcalde PS? Ya estoy escuchando al Diputado Andrade afirmar que han tenido dos Presidentes, que van a tener otro, que presiden el Senado y que mandan en la Concertación.  Los datos son contundentes.
La crisis interna se ha traslado al plano externo. A su vez, el estancamiento electoral –en el marco de una insinuante tendencia a la baja- ha profundizado las tensiones internas. ¿Cómo salir de esta espiral?

Si Chile reclama y se moviliza por menos Neo-liberalismo y se quiere construir el relato de la “igualdad” no sólo se necesita un PS unido y con proyecto país, sino también una izquierda no fragmentada ni confusa. Si se quieren cambios en perspectiva inclusiva para Chile, se requiere en primer lugar, ganar la batalla de los votos. Y los votos están en la calle y no en los pasillos del Palacio. El socialismo chileno debe volver a seducir a los chilenos no desde el carisma de un liderazgo; sino desde las ideas, de los proyectos y de una práctica política “con” y “para” la gente.

jueves, 5 de julio de 2012

Cálculo Político y Binominal: la DC y RN


Julio-2012
La modificación al binominal gira en torno a dos perspectivas; el cálculo político y la convicción democrática. El cálculo político se relaciona con evaluar si conviene –política y electoralmente- cambiar el sistema. Lamentablemente, es esta la lógica que ha dominado y domina el debate: se cambia si no me conviene y se mantiene si me conviene. Todos los partidos –unos más que otros- han caído en la lógica instrumental. A su vez, la convicción democrática –o razones “ideológicas”- dice relación a que en una democracia debe existir correspondencia entre votos y escaños a partir de lo cual el “voto” tiene el mismo peso político para todos.

Durante veinte años se ha querido modificar el sistema electoral; los de la Concertación afirman que siempre intentaron y que no tuvieron los votos. Los actuales partidos del oficialismo no sólo niegan la tesis anterior al afirmar que nunca hubo proyectos y que tampoco les interesaba, sino además, afirman que el binominal ha sido bueno para Chile; dio estabilidad y gobernabilidad.

Argumentos a favor y argumentos en contra. Finalmente, todo depende con el cristal que se mire o el “cálculo político” que se haga. Si antes no se cambio fue por cálculo político; y si hoy se insiste y las mayorías se van consiguiendo también es por cálculo y posicionamiento político. Aquí, parece que la convicción democrática no existe.

En efecto, los que ayer prefirieron mantener el sistema y no presionaron como hoy lo hacen –por cierto, las condiciones políticas de la coyuntura son muy distintas- lo hicieron porque se beneficiaban con el binominal. Hoy insisten, por lo mismo: son perjudicados con su lógica excluyente y desigual.

La DC y RN son ejemplos clásicos de esta situación. Ambos fueron los partidos más grandes del sistema político en los noventa y por tanto los más beneficiados con el sistema electoral. La correlación de fuerzas cambio y no sólo perdieron votos y escaños, sino también el binominal comenzaba a conspirar contra su crecimiento. En la coyuntura están en un escenario de estancamiento electoral. Ambos necesitan crecer; y por tanto, modificar el binominal por un proporcional corregido.

La DC fue el partido más grande de la Concertación y del sistema del partido en las tres primeras elecciones de la re-democratización. En el ’89 obtuvo el 26%, en el ’93 el 27% y en el ’97 el 23%. Según esas cifras sus Diputados fueron 38, 37 y 38 respectivamente. El subsidio binominal que logro en cada una de esas elecciones fue respectivamente de 7, 4 y 10 Diputados. Al interior del pacto –al evaluar la correlación interna de fuerzas- sus subsidios fueron de 3, 3 y 7 Diputados respectivamente.

En ese período RN también era un partido grande. Sus votos en el ’89, ’93 y ’97 fueron respectivamente del 18%, 16% y 17%. Con esas cifras logro una representación de 29, 29 y 23 Diputados respectivamente. De ese modo, llegó a un subsidio político-electoral de 7, 9 y 3. Al interior del pacto su subsidio fue respectivamente de 3, 7 y 1.

Desde el 2001 la correlación electoral comenzó a cambiar de manera importante. La DC en las parlamentarias del 2001, 2005 y 2009 tuvo una votación respectivamente del 19%, 21% y 14%. Con esas cifras obtuvo 23, 20 y 19 Diputados. Los subsidios llegaron en esas elecciones a 0, -5 y 2 escaños respectivamente. Al interior del pacto sus subsidios fueron también respectivamente de -1, -6 y 1.

En RN la situación es similar. En el 2001, 2005 y 2009 tuvo una votación del 14%, 14% y 18% respectivamente. Los Diputados que obtuvo fueron 18, 19 y 18 respectivamente. De ese modo, sus subsidios fueron de 1, 2 y -3. Al interior del pacto obtuvieron un subsidio de 0, -1 y -6.

Vemos, por tanto, que la DC en las tres primeras elecciones tuvo un subsidio acumulado de 21 Diputados. Al interior del pacto ese subsidio llegó a 13 escaños. Luego, en las tres últimas elecciones no tuvo subsidio; en términos generales tuvo una pérdida de tres Diputados. A su vez, al interior del pacto la pérdida llego a seis Diputados. Claramente, el binominal ya no les sirve.

En RN el subsidio acumulado en las tres primeras elecciones fue de 19 Diputados. Al interior del pacto ese subsidio llegó a 11 escaños. Luego, en las tres últimas elecciones no tuvo subsidio y al interior del pacto tuvo una pérdida de siete Diputados. Claramente, el binominal tampoco le es útil.

Curiosamente, ambos partidos se juntan a conversar un cambio del sistema electoral. En nombre de superar la crisis de representatividad, de la convicción democrática y de la “voz de la calle” esconden el cálculo político.

Este encuentro ha hecho posible que emerjan las condiciones políticas para dar luz verde a la modificación del binominal. Con este hecho, por primera vez, en 20 años estarían los votos para cambiar uno de los más duros “enclaves autoritarios”.

La derrota del guarismo 120 el martes pasado debe interpretarse como parte de un camino que inexorablemente avanza hacia la modificación del binominal. Fue una medición de fuerza y un sinceramiento. Ahora, es el turno del Senado de hacer la primera evaluación en terreno. Como dijo la Diputada Rubilar en la sesión del martes es el momento de “que los votos hablen” y la voluntades se manifiesten.

Ha costado muchos años converger hacia un cambio del binominal. Ahora, me pregunto cuánto tiempo más pasara para consensuar el tipo de sistema electoral que va comenzar a regir no más allá de las parlamentarias del 2017. Si prima el cálculo político, la negociación que viene tampoco será fácil. Espero, eso sí, que más corta.

lunes, 2 de julio de 2012

La UDI y el Binominal


Julio-2012
La reforma del sistema electoral avanza. Las condiciones políticas para dar luz verde a esta reforma se debe a que un sector de la derecha manifiesta disposición para avanzar. Con este hecho, por primera vez, en 20 años estarían los votos para modificar el binominal. En esta coyuntura, es la UDI el único partido que hoy se niega. Sin embargo, no todo está dicho ni hecho.

Surgen tres preguntas; ¿es la UDI el partido más beneficiado con el binominal?, ¿por qué se opone a su modificación? y ¿por qué ahora RN quiere cambiar el sistema electoral? 

Hay razones de convicción democrática –“ideológicas”- y de cálculo político para apoyar y/o frenar una reforma electoral. El primer caso se refiere a que debe existir correspondencia entre los votos y los escaños. El cálculo político también es una variable a considerar a la hora de cambiar el modelo electoral; y, se relaciona, con evaluar si conviene –política y electoralmente- su modificación.

Las declaraciones y los datos empíricos muestran que en la Derecha prima el cálculo político para modificar y/o mantener el binominal. La UDI es hoy el partido más beneficiado con el subsidio que genera el sistema. Sin embargo, hay que advertir que no siempre fue de ese modo. De hecho, en el largo plazo RN y la DC han sido más beneficiados que el gremialismo, por lo menos, a nivel de los Diputados.

En el ’89 la UDI obtuvo el 9,82% de las preferencias y 11 Diputados. En un sistema proporcional puro de cálculo nacional debió sacar 12 representantes; es decir, tiene un representante menos. Las cifras, por tanto, muestran que no es un partido precisamente beneficiado en esta elección. De hecho, los dos partidos que más subsidio binominal tienen son RN y la DC con siete Diputados cada uno.

En las parlamentarias del ’93 vemos, nuevamente que la UDI no es un partido beneficiado –a  nivel de los Diputados-. De hecho, con el 12,11% de los votos logra 15 asientos. En un orden proporcional sus representantes electos debieron ser 15; no hay ganancias ni pérdidas. A su vez, es RN nuevamente el partido más beneficiado a nivel del pacto y del sistema de partidos. De hecho, con el 16,31% obtiene 29 Diputados, debiendo con esa votación haber logrado 20 representantes; es decir, tiene un subsidio de nueve escaños.

En el ’97, la UDI nuevamente no tiene subsidio binominal. Con el  14,45% de los votos obtiene 17 Diputados. Con esos votos en un sistema proporcional la cifra debió ser la misma; cero pérdidas, cero ganancias. RN vuelve a ser el partido del sector más beneficiado. Sin embargo, en esta elección con 0.46% más votos que en las parlamentarias del ’93, obtiene seis Diputados menos –al bajar de 29 a 23-. De ese modo, el subsidio binominal que logra es de tres escaños.

Desde las parlamentarias del 2001 la correlación electoral de fuerzas al interior de la Derecha cambia profundamente. Desde esta elección la UDI  se convierte en el partido más grande del sector y del país. Entre otros, este cambio implica que el gremialismo comienza a beneficiarse con el subsidio que produce la exclusión binominal. De hecho, en esta elección logra el 25,18% de los votos y una representación de 31 Diputados. Con esa votación, sus asientos debieron llegar a 30 Diputados; es decir, tiene un subsidio de un representante. Por su parte, RN también logra un Diputado de subsidio binominal al obtener 18 escaños y el 13,77% de las preferencias.

En el 2005 el subsidio de la UDI llega a seis y el de RN a dos. Beneficio para ambos. El gremialismo con el 22,36% de los votos logra 33 representantes; debiendo sacar, en la lógica proporcional 27 escaños. RN con el  14,12% obtiene 19 Diputados.

Con las parlamentarias del 2009 se abre un nuevo escenario. Es la primera vez que RN obtiene menos escaños de los que le correspondería en un sistema proporcional. De hecho, con el 17,81% logra 18; debiendo obtener 21. La UDI, obtiene 37 Diputados y el 23,05% de los votos; debiendo, haber tenido una representación de 28 escaños. Un subsidio de nueve.

Los datos muestran que sólo desde las parlamentarias del 2001 la UDI comienza a tener beneficio binominal a nivel de los Diputados. De hecho, en el ’89 tuvo un escaño menos del que le hubiese correspondido con una fórmula proporcional. Luego en el ’93 y en el ’97 no tuvo pérdidas ni beneficios. El subsidio lo inaugura en el 2001 cuando logra un escaño más; luego, ese beneficio político-electoral sube a seis en el 2005 y a nueve en la última parlamentarias.

Si el análisis lo hacemos en el largo plazo vemos que el subsidio de la UDI llega a 15 Diputados y el de RN a 19. Sólo en las dos últimas elecciones ha sido la UDI el partido de la derecha más beneficiado. Incluso, en el largo plazo –seis elecciones- fue la DC el partido que más subsidio binominal tuvo a nivel de los Diputados.

Cada partido tiene razones y motivos para cambiar el binominal. La UDI se opone hoy al cambio. De hecho, es el único partido que no ve con buenos ojos esa modificación. ¿Por qué? 

En primer término surge la hipótesis de que en términos de cálculo político se beneficia con el sistema. Hemos visto que a nivel de los Diputados no ha sido un partido que haya disfrutado del subsidio electoral; sólo en las dos últimas elecciones se ha convertido en el más beneficiado. Sin embargo, a nivel senatorial ha sido un partido que siempre ha tenido subsidio.          

Por tanto, hoy con otra fórmula electoral el partido se debilita. No quieren perder esa posición; que no sólo les da peso político-parlamentario, sino también fuerza negociadora y “poder de veto” al interior del oficialismo.

El cálculo político también prima cuando se analiza a nivel del pacto. En ese contexto los subsidios para el sector –“derecha”- han sido considerables a nivel de los Diputados y del Senado. Por ello, el peso del sector en el parlamento se vería debilitado. En una fórmula proporcional se debilita el pacto y la UDI. No sólo hay pérdida de escaños, sino también se debilitan los impulsos para mantener la actual “política de alianzas”.

En segundo lugar, esta la tesis –muy difundida en la UDI- de que el binominal genera un cuadro político dominado por dos fuerzas; un bipartidismo de pacto y/o de partidos. En ese escenario, las fuerzas políticas están obligadas no sólo a buscar acuerdos para generar gobernabilidad, sino también a formar parte de una muy rígida política de alianzas que contribuye a consolidar el “empate artificial” que genera el binominal.

La UDI esta cómoda con el binominalismo por razones de “cálculo político”  e “ideológicas”. Las primeras se relacionan con no perder posiciones de poder; y las segundas, con el bipartidismo y sus beneficios.

A su vez, RN necesita crecer y en este esquema electoral esta anulado. Necesita, un sistema proporcional; que además, genere las condiciones para una nueva y flexible política de alianzas. Por ello, los liberales de la nueva generación son los más interesados en que la reforma electoral avance; pero, ¿tendrán el coraje para entregar los votos en esta legislatura y cambiar el sistema electoral?