Julio-2012
La
modificación al binominal gira en torno a dos perspectivas; el cálculo político
y la convicción democrática. El cálculo político se relaciona con evaluar si
conviene –política y electoralmente- cambiar el sistema. Lamentablemente, es
esta la lógica que ha dominado y domina el debate: se cambia si no me conviene y se mantiene si me conviene. Todos los
partidos –unos más que otros- han caído en la lógica instrumental. A su vez, la
convicción democrática –o razones “ideológicas”- dice relación a que en una democracia
debe existir correspondencia entre votos y escaños a partir de lo cual el
“voto” tiene el mismo peso político para todos.
Durante
veinte años se ha querido modificar el sistema electoral; los de la
Concertación afirman que siempre intentaron y que no tuvieron los votos. Los
actuales partidos del oficialismo no sólo niegan la tesis anterior al afirmar
que nunca hubo proyectos y que tampoco les interesaba, sino además, afirman que
el binominal ha sido bueno para Chile; dio estabilidad y gobernabilidad.
Argumentos
a favor y argumentos en contra. Finalmente, todo depende con el cristal que se
mire o el “cálculo político” que se haga. Si antes no se cambio fue por cálculo
político; y si hoy se insiste y las mayorías se van consiguiendo también es por
cálculo y posicionamiento político. Aquí, parece que la convicción democrática
no existe.
En
efecto, los que ayer prefirieron mantener el sistema y no presionaron como hoy
lo hacen –por cierto, las condiciones políticas de la coyuntura son muy
distintas- lo hicieron porque se beneficiaban con el binominal. Hoy insisten,
por lo mismo: son perjudicados con su lógica excluyente y desigual.
La
DC y RN son ejemplos clásicos de esta situación. Ambos fueron los partidos más
grandes del sistema político en los noventa y por tanto los más beneficiados
con el sistema electoral. La correlación de fuerzas cambio y no sólo perdieron
votos y escaños, sino también el binominal comenzaba a conspirar contra su
crecimiento. En la coyuntura están en un escenario de estancamiento electoral.
Ambos necesitan crecer; y por tanto, modificar el binominal por un proporcional
corregido.
La DC
fue el partido más grande de la Concertación y del sistema del partido en las
tres primeras elecciones de la re-democratización. En el ’89 obtuvo el 26%, en
el ’93 el 27% y en el ’97 el 23%. Según esas cifras sus Diputados fueron 38, 37
y 38 respectivamente. El subsidio
binominal que logro en cada una de esas elecciones fue respectivamente de 7, 4
y 10 Diputados. Al interior del pacto –al evaluar la correlación interna de
fuerzas- sus subsidios fueron de 3, 3 y 7 Diputados respectivamente.
En
ese período RN también era un
partido grande. Sus votos en el ’89, ’93 y ’97 fueron respectivamente del 18%,
16% y 17%. Con esas cifras logro una representación de 29, 29 y 23 Diputados
respectivamente. De ese modo, llegó a un subsidio
político-electoral de 7, 9 y 3. Al interior del pacto su subsidio fue respectivamente
de 3, 7 y 1.
Desde
el 2001 la correlación electoral comenzó a cambiar de manera importante. La DC en las parlamentarias del 2001, 2005
y 2009 tuvo una votación respectivamente del 19%, 21% y 14%. Con esas cifras
obtuvo 23, 20 y 19 Diputados. Los
subsidios llegaron en esas elecciones a 0, -5 y 2 escaños respectivamente. Al
interior del pacto sus subsidios fueron también respectivamente de -1, -6 y 1.
En
RN la situación es similar. En el
2001, 2005 y 2009 tuvo una votación del 14%, 14% y 18% respectivamente. Los
Diputados que obtuvo fueron 18, 19 y 18 respectivamente. De ese modo, sus subsidios fueron de 1, 2 y -3. Al interior del pacto
obtuvieron un subsidio de 0, -1 y -6.
Vemos,
por tanto, que la DC en las tres primeras elecciones tuvo un subsidio acumulado
de 21 Diputados. Al interior del pacto ese subsidio llegó a 13 escaños. Luego,
en las tres últimas elecciones no tuvo subsidio; en términos generales tuvo una
pérdida de tres Diputados. A su vez, al interior del pacto la pérdida llego a
seis Diputados. Claramente, el binominal ya no les sirve.
En
RN el subsidio acumulado en las tres primeras elecciones fue de 19 Diputados.
Al interior del pacto ese subsidio llegó a 11 escaños. Luego, en las tres
últimas elecciones no tuvo subsidio y al interior del pacto tuvo una pérdida de
siete Diputados. Claramente, el binominal tampoco le es útil.
Curiosamente,
ambos partidos se juntan a conversar un cambio del sistema electoral. En nombre
de superar la crisis de representatividad, de la convicción democrática y de la
“voz de la calle” esconden el cálculo político.
Este
encuentro ha hecho posible que emerjan las condiciones políticas para dar luz
verde a la modificación del binominal. Con este hecho, por primera vez, en 20
años estarían los votos para cambiar uno de los más duros “enclaves
autoritarios”.
La
derrota del guarismo 120 el martes pasado debe interpretarse como parte de un
camino que inexorablemente avanza hacia la modificación del binominal. Fue una
medición de fuerza y un sinceramiento. Ahora, es el turno del Senado de hacer
la primera evaluación en terreno. Como dijo la Diputada Rubilar en la sesión
del martes es el momento de “que los votos hablen” y la voluntades se
manifiesten.
Ha
costado muchos años converger hacia un cambio del binominal. Ahora, me pregunto
cuánto tiempo más pasara para consensuar el tipo de sistema electoral que va
comenzar a regir no más allá de las parlamentarias del 2017. Si prima el
cálculo político, la negociación que viene tampoco será fácil. Espero, eso sí,
que más corta.