miércoles, 26 de septiembre de 2012

¿Crisis (de la) o en la Política?


Septiembre 2012
Las fiestas del 18 nuevamente dieron la impresión de que el país vive en tranquilidad política y que las tensiones son de otra época o lugar. Las autoridades y los medios sólo estaban preocupados de que los ciudadanos y los consumidores lo pasaran bien y no subieran de peso. Imágenes, sin duda, del Chile que muchos quieren y que no existe.

El año pasado, la movilización social-ciudadana encontró en las fiestas patrias –y en el accidente de Juan Fernández- un punto de inflexión. Desde ese momento todo fue debilidad y retroceso. No es casualidad, por tanto, que los estudiantes no quieran repetir la historia y han convocado a una nueva jornada de movilización.

Sin embargo, en este 2012 el espontaneo y casi natural “enfriamiento político” post 18 no se volverá a repetir. Y ello, no sólo porque la iglesia –nuevamente atrasada- ha mencionado la crisis de confianza, porque los estudiantes no se van a desmovilizar, porque se vienen las municipales y el cambio de gabinete “anunciado”, por los eventos partidarios de fin de año y las definiciones presidenciales, sino también porque el malestar social –interpretado como escenario de crisis- está instalado en el centro de nuestra sociedad.

¿Qué explica el actual malestar social-ciudadano?; ¿ha hecho crisis el modelo?, ¿la crisis es política, económica, social, cultural?

Desde el año pasado se viene discutiendo sobre la profundidad de la crisis y del modelo. Se ha escrito mucho y desde todos los ángulos políticos, teóricos e ideológicos. Libros, seminarios, entrevistas de prensa, declaraciones, columnas y editoriales dan cuenta de un debate que no sólo no está cerrado ni enterrado, sino que sus diagnósticos y soluciones son parte de la misma situación de crisis. Las evidencias de la crisis son múltiples; y sus respuestas variadas e ineficientes. A veces, los analistas confunden la realidad con la ficción, la voluntad con posibilidad, la militancia con el análisis y la política con la ciencia.

Si los ciudadanos ¿quieren más modelo o menos modelo? es una pregunta que a la fecha encuentra respuestas políticamente diferentes. Pero, ¿de qué modelo hablan?; obviamente, que para la mayoría se trata de neoliberalismo. En esa línea, ¿la gente quiere menos neoliberalismo o más neoliberalismo?; también, puede formularse ¿más Estado o menos Estado? Incluso, ¿qué entienden por neoliberalismo?  Las interrogantes son múltiples.

Chile, ¿es una sociedad en crisis? Si comparamos escenarios de crisis entre países o entre distintas época por la que ha pasado el país, la respuesta es No. Hay problemas, sin duda. Pero crisis como lo que se ve hoy en Siria, en Europa, o lo que fue la crisis del ’73 y la de los ochenta es algo muy distinto. Sólo los que fueron testigos y víctimas de esos escenarios saben perfectamente que estamos lejos de ese tipo de escenarios. A veces, da la impresión que los políticos y los analistas no pueden vivir ni entender las dinámicas sociales sin crisis ni potenciales rupturas.

En estas líneas, quiero plantear de manera breve que la actual situación no es una crisis “del modelo, sino en el modelo” y que ellas es triple; social, económica y política. No obstante, el movimiento está desplegado y  de no mediar respuestas de corto y mediano plazo la situación de ajuste se va transformar en estructural.  Voy a poner atención en “lo político”.

¿Está en crisis la política o si se quiere el modelo político? Ya indique, que me parece exagerado usar la palabra crisis para describir la coyuntura. Por ello, distingo entre crisis “de la política” de crisis “en la política”. Planteo, por tanto, que lo que se percibe como situación crítica y que amerita una Asamblea Constituyente es una “crisis en la política”; no, por ello, menos importante y urgente.

Los tres compontes que configuran la crisis actual es triple; de legitimidad, participación y representación. En términos generales, la crisis de “legitimidad en la política” se expresa en el desprestigio y en la falta de confianza; la crisis de “participación en la política” se manifiesta en que la gente –los ciudadanos- no les interesa la política ni menos formar parte de su institucionalidad y la crisis de “representación en la política” se expresa en que los políticos no tienen la capacidad de representar e intermediar los intereses de grupos y de clase.

Las razones que explican esta triple crisis son variadas. No obstante, quiero poner atención en un hecho que se encuentra en la raíz de la actual “crisis en la política”; y que, por tanto, la explica en términos generales: la relación entre política y economía.

En efecto, la explicación general se encuentra en la debilidad de la actividad política frente al capital y la economía. Mientras por un lado el capital no tiene contrapeso político ni social; por otro, la esfera de la política y su institucionalidad se ha debilitado frente al poder económico. La debilidad de la política es la debilidad de los políticos; la debilidad del Estado es la fortaleza del mercado; la apatía de los ciudadanos es la ansiedad de los consumidores.

La política y los políticos han perdido la confianza de los ciudadanos por el hecho de que la política ya no es vista como la instancia desde donde se construye el proyecto colectivo y se transforma la sociedad; y los políticos ya no son vistos como líderes que proponen, orientan y dirigen el proyecto; “el no sirven para nada” no es una frase que surge de la calle de modo gratuito.

El ciclo de movilización social que se abre el año pasado le ha dado a la política y a los políticos la oportunidad de recuperar su rol y re-encantar a los ciudadanos; de romper su impotencia.

Este hecho, nos lleva a otra mirada sobre las soluciones a la actual “crisis en la política”: se necesita un cambio de actitud –de los políticos de profesión y vocación- que ponga acento en las convicciones, ideas y proyectos; y no, en la lógica del poder por el poder. Este giro, por tanto, es más relevante que las reformas políticas que se están impulsando.

Aquí, está la primera solución a la crisis. Hay que pasar de las agendas individuales –cargadas de narcisismo y hedonismo- a las agendas colectivas. El futuro de la política y la posibilidad de recuperar su capacidad de transformación depende de los ciudadanos y de los políticos. No hay que olvidar, que de todos modos, la última palabra la tiene la política.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿En qué esta Longueira?


Septiembre-2012
La lucha presidencial del oficialismo esta cruzada por un conjunto de confusiones que han conducido a la indefinición político-electoral. Hay que dar un golpe en la mesa se ha escuchado insistentemente en los últimos días. Y todo, nuevamente motivado por los resultados de la CEP de Agosto. La novedad de la última encuesta es que no hay novedad. En efecto, las cifras que entrego ratifican las tendencias que se vienen observando desde hace algún tiempo; que Bachelet está a punto de ganar en primera vuelta, que Golborne es la mejor opción del sector, que Allamand está estancado –o si se quiere estabilizado- y que Longueira no existe.

Como vemos, todo igual. Lo único relevante y novedoso es que el tiempo sigue pasando y cada vez queda menos para mejorar los posicionamientos presidenciales. Este escenario es más complejo para el oficialismo que para la Concertación. ¿Por qué?

Por el hecho de que en el oficialismo se instalan y se consolidan las confusiones presidenciales. Por ello, la orden del día es apurar las definiciones. De hecho, a la fecha no saben quién será el candidato, cómo lo van a elegir, cuando lo van a elegir, que relato van a comunicar, que equipos se van a estructurar y cuando se van del gabinete.  Y aún más, las cifras de las encuestas no se mueven.

Y en este escenario ¿en qué está Longueira?

Para todos los actores de la contingencia nacional la disputa presidencial del oficialismo está entre Allamand y Golborne. Longueira ha ido despareciendo de la escena político-presidencial estimulado por la indecisión del gremialismo, el estancamiento en las encuestas con cifras inferiores a los otros dos competidores y con el rechazo a sus tesis políticas en materia presidencial; en Marzo se cayó la tesis de ir los tres a una primera vuelta y ahora tambalea la propuesta de que los presidenciales deben salir del Gabinete a fines de Septiembre –“un mes antes de las municipales”.

La opción presidencial de Longueira se ha ido debilitando. Las cifras de las encuestas son contundentes y tiránicas. En todos los indicadores –preguntas- que se han hecho el Ministro tiene bajos rendimientos en comparación a la dupla Golborne/Allamand y a Bachelet. Los datos, en términos generales muestran que tiene fuertes resistencia en la Opinión Pública como personaje político. Si el oficialismo toma decisiones en función del peso de las encuestas en materia presidencial, tendrá que aceptar el hecho de que Bachelet sería la próxima Presidenta a de Chile.

En ese escenario al gremialismo y Longueira deben resolver. Ha llegado la hora de las definiciones. De hecho, la tesis de que los presidenciales deben salir del Gabinete  “ahora” es un llamado a las definiciones. En esa dirección, el Ministro ha dicho ha dicho que le gustaría y que está dispuesto a ser candidato. Es más, ha afirmado que no le costaría mucho generar las condiciones políticas para su proclamación. Sin embargo, también ha señalado que su interés es que haya un segundo gobierno del sector y que su voluntad no van interferir en ese objetivo.

El problema de Longueira no es convertirse en candidato presidencial de sector, su mayor dificultad está en dejar fuera de carrera a Golborne; la disputa entre el que mejor esta en las encuestas y el que más mal está. En el reino del pragmatismo las cifras son las que finalmente predominan. No obstante, ¿acaso Allamand o Golborne le ganan a Bachelet? 

En una primaria las posibilidades de que Longueira le gane a Allamand son altas. Luego, como candidato del oficialismo cuenta con un piso electoral del sector que en promedio oscila en torno al 46%. Es la misma situación en la que estaría Allamand o Golborne. Mantener ese piso no debería ser muy difícil. La tarea, por tanto, desde el punto de vista de los votos sería mantener el plus que le dio el triunfo en segunda vuelta. Según las cifras de las encuestas, el que mejor rinde sería el Ministro de Obras Públicas. El resultado de una primaria entre Allamand/Longueira me parece incierto; y entre Golborne/Allamand, gana el primero.

Para Longueira una primaria es una gran oportunidad. La única. Longueira, si quiere, puede. Entonces ¿cómo ganarle a Golborne la nominación del gremialismo?; ¿sería muy difícil para la UDI proclamar a Longueira y competir con Allamand?  ¿sería muy difícil para Longueira conseguir la proclamación?

Para el proceso de institucionalización partidaria de la derecha sería muy bueno no sólo la realización de primarias, sino también que su candidato sea un hombre de partido con tonelaje político. Pero, antes deben salir de las confusiones y tomar decisiones; ¿Qué mecanismo van usar para elegir su abanderado presidencial?, ¿en qué fecha deberían tener candidato oficial y unitario? ¿en qué momento van a salir del Gabinete los presidenciables? ¿los tres van a salir al mismo tiempo? ¿acaso alguno se bajara de la carrera presidencial en las próximas semanas? y ¿qué dice el gobierno de todo esto?

¿Qué van hacer cuando salgan del gabinete?, ¿van a competir los tres?, ¿es viable la competencia por la proclamación gremialista entre Golborne y Longueira?

El panorama del sector en materia presidencial debe comenzar a despejar interrogantes.  Muchas de esas dudas no sólo las debe resolver el oficialismo, sino también –y sobre todo- el Ministro Longueira. Al fin de cuentas, ¿cuál de los tres le gana a Bachelet?