lunes, 29 de octubre de 2012

Larroulet: "tendremos tres triunfos importantes"


Octubre 2012
En la semana anterior a las elecciones municipales del domingo 28 de Octubre en una entrevista con El Mercurio, el Secretario General de la Presidencia, Cristián Larroulet hace un pronóstico de lo que espera el gobierno en materia de resultados municipales. Según sus pronósticos: tendremos tres triunfos importantes”.

En primer lugar, afirma que el oficialismo ganara –“lideraremos”, dice- “el porcentaje de la población gobernada por alcaldes de la Alianza”. Esto, no significa más Alcaldes ni más votos en Alcaldes. Una sutileza de la ingeniería política. De hecho, esta proyección la viene haciendo el sector desde hace varios meses. En segundo lugar, “en las 15 comunas con mayor cantidad de votantes, 2/3 de esas comunas van a mantenerse siendo lideradas por Alcaldes de la Alianza”. Es decir, proyectan ganar el Alcalde en 10 de ellas. Y en tercer lugar, afirma que “en la capitales regionales vamos a seguir teniendo la mayoría”.

Finalmente, para el gobierno son cuatro las comunas emblemáticas: “Santiago, Aysén, Coyhaique, Constitución, Freirina, por ser comunas donde ha habido una situación con movilización social y en las que mucha gente ha venido a cuestionar las políticas de gobierno. En esas comunas vamos a obtener un triunfo”.

Y a esto, hay que agregar que estimaba que aumentaría la votación en 600.000 electores; al pasar de los 6.9 millones de las municipales del 2008 a 7.5 millones.

Veamos, ¿cómo le fue al gobierno según sus proyecciones? La evidencia es única: le fue mal; muy mal. Todos los actores lo han reconocido. Sin embargo, al mirar las cifras globales la derrota no es tan profunda como se ve en un primer momento. El efecto de los que ocurre en Santiago, Concepción, Providencia y Ñuñoa nos da una visión “distorsionada” de lo que sucede con los grandes números y con las proyecciones de Larroulet.

No obstante, el oficialismo pierde la batalla más relevante: en  Alcaldes y en votos. La victoria del 2008 fue breve. En votos, mientras en la municipal anterior la derecha le gana a la Concertación por dos puntos porcentuales; en estas, la Concertación le gana a la derecha por seis puntos porcentuales. Y en Alcaldes, el gobierno pierde 23 municipios y la Concertación gana 21.

Primer triunfo que no fue. En lo global, el gobierno no gobierna más gente que la oposición según los municipios que cada sector tiene. Si consideramos las 20 comunas con más habitantes –que representan el 26% de la población- el oficialismo le gana a la Concertación 43% a 39% No obstante, a nivel nacional esta tendencia se invierta a favor de la post-concertación. Sin embrago, hay un equilibro de fuerzas al interior del duopolio en relación al número de habitantes gobernados desde el poder local.

Segundo triunfo que no fue. De las 15 comunas con más inscritos sus proyecciones apuntaban a seguir gobernando en 10 de ellas. En estas comunas se encuentra el 26,5% de los electores del país.

En este nivel, de las once que tenía (8 UDI y 3 RN) bajan a nueve (7 UDI y 2 RN). Al contrario, la Concertación sube de tres (1 PS y 2 DC) a cinco (1 PS, 1 PPD y 3 DC). El oficialismo sigue teniendo Alcaldes en Puente Alto, Viña, Valparaíso, La Florida, Las Condes, San Bernardo, Rancagua, Tala y Temuco). Perdió, Santiago, Ñuñoa y Concepción.

Larroulet, en este pronóstico no habla de número de votos. Sin embargo, en estas quince comunas el gobierno gana. Mientras el gobierno baja del 50,12% al 47,92% entre una y otra municipal; la Concertación se matiné en torno al 38 por ciento de las preferencias. En definitiva, en estas comunas el oficialismo logra el 48% de los votos y la post-concertación el 38%. Gana el gobierno.

Tercer triunfo que si fue. En las quince capitales regionales el gobierno proyecta seguir siendo mayoría. En estas comunas se encuentra el 19% de los electores del país. Efectivamente –como esperaba Larroulet-, en número de votos siguen siendo mayoría. Las fuerzas están muy equilibradas entre la Concertación y el oficialismo en votos. De hecho, el gobierno baja levemente del 40,4% al 38,8% y la Concertación sube –también levemente- del 35,5% al 36,8%. 

En votos gana el oficialismo 39% contra 37%. Sin embargo,  en número de Alcaldes el cambio fue significativo. En efecto, el oficialismo de ocho alcaldías (6 UDI y 2 RN) baja a cinco (3 UDI y 2 RN). A su vez, la Concertación sube de dos (2 PS) a seis (2 PS, 1 PPD, 1 PRSD, 1 DC y 1 independiente en pacto en Punta Arenas).

Cuarto triunfo que no fue. En las comunas emblemáticas tampoco obtuvieron el triunfo esperado. El gobierno define cinco comunas como emblemáticas: Santiago, Constitución, Coyhaique, Aysén y Freirina. En el 2008 logran tres comunas (Santiago, Freirina y Coyhaique). En el 2012 pierden las tres; pero, ganan Constitución y Aysén en ambas con independientes en pacto. En Alcaldes pierde. En términos de votos –sin considerar Santiago- la Concertación gana por cuatro puntos porcentuales. En votos, también pierde.

También, quedaron cortos en la abstención y en el número de electores en relación a los votos emitidos en el 2008. En rigor, en este ítem todos quedamos cortos. Esta dimensión de la “crisis en la política” merece una mención aparte.

Estos resultados –de modo preliminar- muestran, en primer lugar, que el gobierno gana una derrota política y electoral que deja perdedores y ganadores en el oficialismo. El gran perdedor es el Presidente, Golborne y la UDI; y los triunfadores, Ossandón y Allamand.

En segundo lugar, aumenta y se fortalece la percepción de que en un año más perderán el gobierno. De hecho, la “santa del silencio” es la gran ganadora de estos comicios. También, lo ha hecho la post-concertación que –ahora- tiene algo con que seducir a la mujer ONU: unidad y apoyo ciudadano.

En tercer lugar, la inauguración de esta nueva mayoría genera las condiciones políticas para abrir un camino de importantes transformaciones. De este modo, la Concertación de partidos por la democracia se transforma en la Concertación por la igualdad.

Y finalmente, frente a esta nueva realidad electoral la derecha asumirá posiciones defensivas que harán que la reforma al binominal encuentre, nuevamente resistencias. De este éste momento, la batalla tendrá como objetivo mantener cuotas de poder en el parlamento y de ese modo impedir que el doblaje haga posible tener los quórum para impulsar las grandes transformaciones que el nuevo ciclo socio-político demanda. 

jueves, 25 de octubre de 2012

¿Quién gana con la abstención?


Octubre-2012
El resultado de las municipales será la oportunidad para evaluar el estado de la “crisis en la política” y el malestar social-ciudadano que recorre Chile. Entonces, este diagnóstico ¿se va expresar en términos electorales? y si es así, ¿de qué manera?

La respuesta a esta pregunta se realiza –en un primer momento- a través de la abstención electoral. Las últimas semanas hemos visto una preocupación en la clase política que estima que en estas elecciones la abstención será alta; la funa al proceso electoral por parte de unos adolescentes, los datos que arrojan diversas encuestas, el llamado de dirigentes universitarios a participar, los intentos del gobierno por facilitar el derecho –locomoción gratis, carnet vencido, uso del pasaporte, campañas comunicacionales- y el debate en torno a lo poco conveniente que fue impulsar el voto voluntario, son las señales que estarían dando cuenta que la abstención sería alta.

La abstención electoral hay que observarla en tres dimensiones: las cifras que se viene manifestado desde el ’89, la comparación con los que ocurría en el Chile pre ’73 y con la experiencia de otras democracias. Esta perspectiva permite entender la coyuntura actual sin el dramatismo que se le atribuye.

En primer término, la abstención histórica desde el ’89 en el plano presidencial, parlamentario y municipal ha ido aumentando. A nivel presidencial y parlamentario entre el ’89 y el 2009 se paso del 5,3% al 12,3%; y a nivel municipal entre el ’92 y el 2008 del 10,2% al 14,3%.

El promedio histórico a nivel presidencial, parlamentario y municipal es del 9,8%, 10,8% y 12,7% respectivamente. Se observa, por tanto, que la elección municipal es la que muestra los mayores niveles de abstención. En tercer lugar, si el análisis lo hacemos en perspectiva temporal vemos que en los tres niveles hay un alza sostenida y sistemática. A nivel municipal en el ’92, ’96, 2000, 2004 y 2008 la abstención llega al 10,2%, 12,3%, 12,4% 14,2% y 14,3% respectivamente.

Comparativamente con lo que ocurre en el Chile pre ’73 se trata de cifras relativamente bajas. De hecho, la abstención en las municipales del ’63, del ’67 y de 1971 es del 22%, 25% y 26% respetivamente. Incluso, la experiencia internacional muestra –nuevamente- que se trata de cifras que no debieran generar alarma. No obstante, desde los noventa la abstención ha ido aumentando de manera significativa. En Francia en los últimos comicios supero el 40%, en Grecia llegó al 38%, en España al 30% y en Argentina al 30%.

¿Qué va suceder en estas municipales? Hay que considerar cuatro elementos: a) que la coyuntura esta cruzada por una “crisis en la política” expresada en un creciente malestar, b) que el padrón electoral a nivel municipal aumenta en 5.3 millones de electores respecto a 1992 y en 5.5 millones en relación al 2008, c) que el voto es voluntario –lo que es sumamente relevante- y d) que los nuevos electores, son principalmente jóvenes que no sólo son los que más distancia tienen con la política.

Todos estos antecedentes nos llevan a plantear la hipótesis que en esta elección va seguir aumentando la abstención. Me atrevo a plantear que oscilara en torno al 35%-40%. Sin duda, un alza muy significativa. Pero, ¿cuidado con las interpretaciones?

En efecto, este hecho se debe a la coyuntura de desconfianza hacia la política, al nuevo padrón electoral y al voto voluntario. Sin embargo, ¿cómo aislar cada una de estas variables y determinar cuál de ellas está influyendo de modo más decisivo en las cifras de abstención que se proyectan?

A mi entender, la variable “crisis en la política y el malestar social-ciudadano sólo aumentarían la abstención del 14% –de la última elección- al 18%-20%.  Por tanto, el gran aumento se explica por el padrón y el voto voluntario. En efecto, el nuevo mapa electoral no sólo incorpora  a sectores que anteriormente no estaban inscritos y que probablemente seguirían en esa situación, sino también a segmentos jóvenes que son los que muestran mayor distancia con la política.

Las cifras aumentan si incorporamos el voto no partidario –“voto castigo o inconformista”- que suma la abstención, nulos y blancos. Respecto de estos últimos las cifras muestran que entre el ’89 y el 2009 a nivel presidencial aumentan del 2,5% al 4% y a nivel parlamentario del 5% al 9%. A nivel Municipal –entre el ’92 y el 2008- del 9% al 12,4%. Nuevamente, vemos que son más altas en las elecciones locales y que tampoco son tan profundas. Si los sumamos con la abstención las cifras muestran que entre el ’89 y el 2009 a nivel presidencial aumentan del 7,6% al 15,8% y a nivel parlamentario del 10% al 20%. A nivel Municipal –entre el ’92 y el 2008- del 18% al 25,4%.

Con tales cifras, la “interpretación de crisis” se ve facilitada y fortalecida. Más aún, si se proyectan a lo que ocurrirá en estas elecciones. Los abstencionistas –y el “voto protesta”-serán los grandes ganadores de la jornada democrática. Sin embargo, no debe entenderse como que el diseño institucional del país se está cayendo a pedazos. Pero, como ocurre en política su triunfo será breve y se transformara en una derrota. Los ganadores no están en la política.

Es “casi natural” abstenerse o hacerlo nulo/blanco si en la esfera de la política ya no se definen los proyectos colectivos. Los grandes ganadores, por tanto, será el mercado y la empresa.

martes, 23 de octubre de 2012

Pronósticos Municipales


Octubre-2012
A días de las municipales 2012. Ha llegado un momento largamente esperado por los actores políticos. De hecho, analistas y políticos convirtieron esa fecha en un hito que divide el tiempo político en un antes y un después. Los aspectos que se resuelven están relativamente claros; relación política y ciudadanía, candidaturas presidenciales, re-posicionamiento partidario, evaluación de los actores político –gobierno y oposición- y redefinición de la post-concertación.

Sin embargo, la incertidumbre –relativa- tiene que ver con los resultados que se van a producir el próximo domingo; que van a definir de modo fundamental lo que ocurra con los aspectos a resolver en las post municipales. ¿Quién va ganar las municipales? es la gran incógnita.

Relación política y ciudadanía. El Chile de hoy está cruzado por una proto crisis institucional y un malestar social-ciudadano; entonces, este diagnóstico ¿se va expresar en términos electorales? Del mismo modo, ¿qué nivel de abstención electoral se va manifestar?

La respuesta a esta pregunta se realiza –en un primer momento- a través de la abstención electoral. Las últimas semanas hemos visto una preocupación en la clase política que estima que en estas elecciones la abstención será alta. Este hecho, por tanto, ratificaría el diagnóstico de que en Chile hay un malestar al alza; la funa al proceso electoral por parte de unos adolescentes, los datos que arrojan diversas encuestas, el llamado de dirigentes universitarios a participar, los intentos del gobierno por facilitar el derecho –locomoción gratis, carnet vencido, campañas comunicacionales- y el debate en torno a lo poco conveniente que fue impulsar el voto voluntario, son las señales que estarían dando cuenta que la abstención sería alta.

Respecto a las participación y a la abstención electoral hay que observa los siguientes antecedentes para plantear una hipótesis que articule teoría y realidad política. En primer término, la abstención histórica desde el ’89 en el plano presidencial, parlamentario y municipal ha ido aumentando entre una y otra elección. En efecto, a nivel presidencial y parlamentario entre el ’89 y el 2009 se paso –en ambas elecciones- del 5,3% al 12,3%.  A nivel municipal se paso entre el ’92 y el 2008 del 10,2% al 14,3%. Mientras a nivel nacional el alza en la abstención es de siete puntos porcentuales; a nivel local, es de cuatro puntos porcentuales.

En segundo lugar, el promedio histórico a nivel presidencial, parlamentario y municipal es del 9,8%, 10,8% y 12,7% respectivamente. Se observa, por tanto, que la elección municipal es la que muestra los mayores niveles de abstención. En tercer lugar, si el análisis lo hacemos en perspectiva temporal vemos que en los tres niveles hay un alza sostenida y sistemática. A nivel municipal en el ’92, ’96, 2000, 2004 y 2008 la abstención llega al 10,2%, 12,3%, 12,4% 14,2% y 14,3% respectivamente.

¿Qué va suceder en estas municipales con la abstención? La respuesta hay que contextualizarla en términos de cuatro elementos: a) que la coyuntura esta cruzada por una “crisis en la política” expresada en un creciente malestar, b) que el padrón electoral a nivel municipal aumenta en 5.3 millones de electores respecto a 1992 y en 5.5 millones en relación al 2008, c) que el voto es voluntario –lo que es sumamente relevante- y d) que los nuevos electores, son principalmente jóvenes que no sólo son los que más distancia tienen con la política, sino también los que no distinguen entre democracia y dictadura.

Todos estos antecedentes nos llevan a plantear la hipótesis que en esta elección va seguir aumentando la abstención. Me atrevo a plantear que oscilara en torno al 35%. Quizás quede corto. Sin duda, un alza muy significativa. No obstante, ¿cuidado con las interpretaciones?

En efecto, este hecho se debe a la coyuntura de desconfianza hacia la política, al nuevo padrón electoral y al voto voluntario: ¿Cómo aislar cada una de estas variables y determinar cuál de ellas está influyendo de modo más decisivo en las cifras de abstención que se proyectan?

A mi entender, la variable “crisis en la política y el malestar social-ciudadano sólo aumentarían la abstención del 14% –de la última elección- al 18%-20%.  Por tanto, el gran aumento se explica por el padrón y el voto voluntario. En efecto, el nuevo mapa electoral no sólo incorpora  a sectores que anteriormente no estaban inscritos y que probablemente seguirían en esa situación –y que, por tanto, sus motivaciones para no participar siguen intactas-, sino también a segmentos jóvenes de la sociedad que son los que muestran mayor distancia con la política.

Estas cifras, por tanto, son un indicador más de la “crisis en la política”. No obstante, no deben entenderse como una profundización de la misma. No olvidemos, que la abstención en las municipales de 1971 es del 25%.

Evaluación Gobierno y Coalición. Los resultados electorales ¿van a reflejar los bajos niveles de aprobación y los altos niveles de des-aprobación del Gobierno? La relación entre las cifras de aprobación y los datos concretos en elecciones es compleja; principalmente, cuando se pretende proyectar los primeros sobre los segundos. La transición de los resultados no es mecánica ni directa. La realidad es siempre más compleja; y la opinión-decisión, mucho más trascendente. En esa dirección, el oficialismo en términos de tendencia mantendrá su votación promedio en Alcaldes y Concejales con una leve baja que la sitúa en torno al 35% -con un intervalo de error del 2%-.

Con la oposición-Concertación pasara algo similar. Sus niveles de aprobación no tendrán nada que ver con sus resultados en las urnas. En efecto, sus cifras serán similares a su promedio de las dos últimas elecciones –con el PC incluido- y se instalara en torno al 43% en Alcaldes –con un intervalo de error del 2%-. En los Concejales sumando los dos sub-pactos que hay en su interior su resultado final oscilara en torno al  50% -con un intervalo de error del 2%-. A nivel del número de Alcaldes en general y de las comunas emblemáticas en particular se dará la mayor batalla; y es, donde se pueden marcar diferencias y proyectar resultados.

A nivel presidencial los resultados municipales no permitirán sacar conclusiones definitivas. De hecho, independientemente del resultado de la Concertación o post-concertación, el apoyo ciudadano a Bachelet se mantendrá intacto. Sin duda, este escenario sólo contribuye a fortalecer su opción. En el oficialismo, sólo un baja significativa en sus apoyo –lo que no va ocurrir- podrá debilitar su opción presidencial. Finalmente, el que más gana o pierde con los resultados municipales es MEO y los pre candidatos de la DC.

Re-posicionamientos partidario. Lo que ocurra en materia electoral será decisivo para los próximos movimientos de los partidos. No obstante, en cada coalición existen dinámicas propias. En general, no sólo se evaluara la mesa de cada partido, sino también se proyectará el resultado para el próximo diseño de la plantilla parlamentaria y las decisiones finales en materia presidencial. Mientras que para la derecha el tema es más relevante para el desenlace de su abanderado presidencial, para la oposición está en juego su proyecto unitario y los frágiles equilibrios internos.

Finalmente, ¿quién gana las elecciones? Es habitual que los políticos conviertan una derrota en una victoria. Lo hemos visto cada vez que termina una elección y emergen declaraciones desde todos los sectores en el sentido de que de una u otra manera se “sienten ganadores”. Las municipales son propicias para esta situación. En efecto, se definen a lo menos cinco escenarios de competencia: quien tiene más votos en Alcaldes, quién tiene más votos en Concejales, quién tiene más Alcaldes, quién tiene más Concejales y quién gana en las comunas emblemáticas. Sigamos: quién gana en las capitales regionales, quién gana en las comunas más pobladas, quién controlara-gobierna más habitantes, quién controla más recursos municipales, etc. Siempre existirá un motivo para celebrar.

Sumando y restado la oposición unida le va ganar al oficialismo en todos los partidos. No obstante, los grandes ganadores serán los abstencionistas. Lamentablemente –para ellos-, este sector no compiten por controlar el Estado. 

domingo, 21 de octubre de 2012

¿En qué anda el PC?


Octubre 2012
Los comunistas han sido un actor social, político y cultural relevante en la historia política de Chile durante los últimos cien años. Su rol en la actual coyuntura no es la excepción. ¿En qué están los comunistas hoy?

No hay duda que durante los últimos cuatro años han experimentado una especie de renacer que los posiciona en el espacio público como una fuerza política importante. De la política popular de rebelión de masas a sus coqueteos con la Concertación han pasado treinta años.  Este transito se puede entender como el paso de la exclusión y el aislamiento a la inclusión y la negociación; de la no institucionalidad a la institucional; del proyecto unitario al proyecto colectivo; de la izquierda extra parlamentaria a la izquierda parlamentaria; de la no Concertación a la Concertación y de la oposición permanente a La Moneda.

Ha sido, sin duda, un largo camino en el que los comunistas han sufrido en las distintas coyunturas que se fueron sucediendo -desde los ochentas- derrotas en el plano militar, en el político y en el electoral. A mi entender, esas sucesivas derrotas se deben a que los análisis políticos de la coyuntura que hicieron sus dirigentes e intelectuales están dominados por la ideología, él deseo, el dolor  y el voluntarismo. Quizás, no estuvieron dispuestos a entrar al juego del pragmatismo y del realismo político; como tampoco, legitimar un orden social, económico y político que consideraban –y consideran- espurio.

De hecho, el propio PC reconoce que no estuvo de acuerdo con el proceso de transición desde el autoritarismo; y que, lentamente se han ido integrando a la institucionalidad política. Diversos son los hitos que marcan esa exclusión; no inscripción en los registros electorales, dudas por el no y la estrategia que se seguía, exclusión y camino propio.

Las condiciones políticas han cambiado y la necesidad de impulsar reformas sociales y políticas en el país se hacen urgentes. Y con ello, la conformación de una mayoría política y social que no sólo las lidere, sino también que hagan posible que las fuerzas de centro-izquierdas se instalen nuevamente en La Moneda. El PC, por tanto, es una de las fuerzas políticas dispuestas y disponibles para integrar esa nueva mayoría. Es más, en Octubre del 2011 la propia Concertación acordó avanzar hacia ese escenario.

Hay que entender que este movimiento se viene desarrollando desde los apoyos –implícitos y explícitos- que le daban a la Concertación en las segundas vuelta presidencial con Lagos, Bachelet y Frei. Luego, para la municipales del 2008 se acuerda con la Concertación un pacto por omisión que se ratifico para las parlamentarias del 2009. Esta estrategia de institucionalización logro instalar a tres Diputados comunistas en el parlamento. Un triunfo político a costa de una derrota electoral.

Este hecho, ha contribuido a fortalecer los acercamientos con la Concertación no sólo porque ambos son oposición, sino también porque han debido realizar el trabajo legislativo en complicidad con todas las fuerzas opositoras. Las distancias se siguen reduciendo cuando nuevamente se re-edita el pacto por omisión en materia de Alcaldes y hay unidad opositora en este plano. Sin embargo, a los pocos días de este acuerdo se hace público el acuerdo que los comunistas logran con la izquierda de la Concertación –radicales y PPD- para conformar una lista conjunta en materia de Concejales que ha transitado del acuerdo electoral al pacto político.

Este hecho, sin duda, cambio la dinámica política y la correlación de fuerzas internas de la Concertación. Se hablo, insistentemente –sobre todo desde la DC- que el pacto de centro-izquierda llegaba a su fin. Sin embargo, los acercamientos han seguido produciéndose. Así, lo grafica el acto unitario para celebrar el triunfo del No, el apoyo de figuras concertacionistas a los candidatos a Alcalde del PC, la incorporación –junto a la Izquierda Ciudadana- a la reunión de los Lunes que retomaron los partidos de la Concertación y la posibilidad de conocer los resultados de las municipales de manera unitaria.

El pacto con el PPD y los radicales, por tanto, ha ido generando las condiciones para que se constituya de manera definitiva la tan ansiada y comentada unidad opositora. De hecho, el post municipales estará marcado entre otros por la profundización de las negociaciones para ampliar y reformular la Concertación. Sin embargo, en ese camino hay cuatro hitos fundamentales a dilucidar;  los resultados municipales, la relación con la DC, la conformación de una lista parlamentaria y el tema presidencial.

Respecto al tema municipal, el PC se conforma con mantener las posiciones que logro en las municipales pasadas. De hecho, cifras preliminares –surgidas de encuestas- muestran que los comunistas no tendrán un avance importante a nivel de Alcaldes. Su aporte, a este nivel de la competencia se verá en las cifras que logre la Concertación y su eventual triunfo sobre la derecha. Queda, analizar lo que ocurra a nivel de Concejales y el contrapeso que se pueda lograr frente al eje PS-DC.

La DC se siente amenazada con la conformación de un “bloque de izquierda”. Su potencial aislamiento y la fuga de su electorado son dos aspectos que le preocupan de manera importante. Las negociaciones al interior de la DC -nueva directiva y junta nacional- y con la DC en el marco del conglomerado serán complejas y decisivas. Todo esto, estará vinculado a lo que ocurra en materia parlamentaria y presidencial.

En el plano parlamentario, la conformación de una lista unitaria y competitiva será de difícil resolución sobre todo porque se dará en el marco del binominal y la demanda por cupos –en una coalición más amplia- es mayor que la oferta. Sin embargo, el uso del mecanismo de primarias puede contribuir a resolver esta tensión. No obstante, en este nuevo escenario la DC necesita y exigirá recompensas. Ya insinúo, en los últimos días su aspiración de llevar candidatos en todos los distritos y circunscripciones. El PC, en el plano parlamentario aspira a subir su representación. Se verá, en los próximos meses como se resuelve la tensión interna entre los dos ejes de la post-concertación: PS-DC v/s “bloque de izquierda”.

La negociación por la plantilla parlamentaria no sólo es crucial para la unidad de la coalición, sino también para tener una mayoría legislativa que haga posible impulsar desde el ejecutivo el programa de cambio que el Chile de hoy exige.

La posibilidad de volver a La Moneda es un elemento de tal gravitación que va terminar por facilitar todas las negociaciones. En esa dirección, el PC debe resolver el programa y el abanderado. El primer punto lo tiene relativamente resuelto con el documento programático que firmo junto a los radicales, el PPD y la Izquierda Ciudadana. De hecho, no será complejo consensuar un programa y un proyecto de cambio con la DC y los socialistas ya que –sin considerar la Asamblea Constituyente como medio- hay amplias coincidencias.
El PC, ha repetido que primero el programa y después el apoyo presidencial. En rigor, esta cuestión está casi resuelta. Falta, por tanto, el abanderado: ¿a quién apoyara en la primaria opositora?, ¿Gómez o Bachelet?, ¿formara parte del gobierno de la post-concertación? son preguntas que debe resolver a corto plazo.

Sin embargo, el largo transito de la Política de Rebelión Popular de Masas a La Moneda con la post-concertación, implica, que esas preguntas ya han sido resultas. Es cosa de tiempo. Por ahora, a esperar las municipales del próximo Domingo. 

lunes, 15 de octubre de 2012

El pacto del Domingo Siete

Octubre-2012
El pacto electoral que acuerda el PPD, los radicales y los comunistas –y posteriormente, la izquierda ciudadana- para llevar una lista común a la elección de Concejales de Octubre ha sido un punto de inflexión en la historia de la Concertación. En efecto, hacia mediados de abril de este año –pocos días después de revalidar el pacto por omisión con la Concertación-  se hizo público que los tres partidos acordaban formar una plataforma electoral común de Concejales para las elecciones municipales de fin de año. Las aguas se agitaron en el conglomerado y se comenzó a hablar –nuevamente, como ayer y como hoy- de que el pacto que gobernó Chile durante veinte años llegaba a su fin.

Luego de tensas jornadas, de la ratificación política por cada uno de los partidos y de la inscripción formal de la lista unitaria se consolidaba un pacto que de lo electoral avanzaba a pasos raudos para convertirse en un pacto político. La presentación de su lista y del documento programático el pasado fin de semana marca –a mi entender- el paso definitivo para transformar ese pacto electoral en un pacto político pensado no para el próximo gobierno, sino para construir en el mediano y largo plazo un Chile distinto; es decir, un país justo. De hecho, este documento sólo tiene sentido –y seriedad política- en la medida que este pacto se proyecte más allá de las municipales.

El Domingo siete se hizo público el documento que tanto se había comentado en los últimos días. Su parto estuvo marcado por la polémica no sólo por parte de observadores externos –Velasco, Concertación, mundo social-, sino también por el “laguismo” que no vio con buenos ojos el tono “estatista” de la propuesta y la proyección político-estratégica que podía tener post municipales. Hubo, por tanto, que hacer los últimos ajustes; finalmente, vio vida. El documento lo podemos dividir en tres dimensiones; diagnóstico, objetivos y propuestas de transformación.

Diagnóstico y contexto. Se afirma que en el país hay una demanda ciudadana que la política -sus actores e instituciones- debe resolver. Chile es “una sociedad cada vez más diversa y plural que exige educación, trabajo y salud dignos y de calidad”. Hay que avanzar, por tanto, en “disminuir la desigualdad y el abuso”. Y este camino, exige un intenso “énfasis transformador… (ya que)… bajos los actuales parámetros de distribución de recursos no se puede seguir avanzando en mejor calidad de vida”.

En definitiva, Chile necesita cambios profundos para avanzar hacia una sociedad inclusiva y democrática. El pacto por un Chile justo y las propuestas del Domingo siete son un avance en esa dirección.

Los objetivos. El objetivo del documento es contribuir a “construir una alternativa programática de la oposición”. En este sentido, se trata de una propuesta de reflexión que invita “a un debate amplio y sin restricciones” a la ciudadanía, a las organizaciones sociales y a la oposición –en su conjunto- a definir una plataforma de transformación profunda de la sociedad que tenga como horizonte un proyecto de país orientado a construir un “Chile más justo”.

En esa dirección, es un “impulso e invitación a re-pensar colectivamente un Nuevo Modelo de Desarrollo… sustentado en principios como igualdad, participación, diversidad, libertad y sustentabilidad”. En efecto, es una propuesta que busca “generar convergencia con todos los partidos de la oposición… y ser un vínculo con la gran diversidad de organizaciones y expresiones ciudadanas” con el fin de construir una “mayoría social, política y cultural para un Chile más Justo… democrático e inclusivo”.

Por ello, dicen los convocantes que no sólo piensan “en las tareas de un próximo gobierno, sino que queremos trazar las reformas para construir entre todas y todos un Chile Justo… es deber desde ya trazar un horizonte común hacia una década de transformaciones”.

El documento, en definitiva, no sólo transita del pacto electoral al pacto político, sino también del programa al proyecto. Una propuesta en la mesa del debate.

Las propuestas. Las soluciones a la demanda ciudadana se encuentran en términos generales en 10 propuestas que se pueden ordenar en torno a las reformas políticas, económicas y sectoriales. Sin entrar al detalle de cada propuesta quiero destacar, en términos generales, que se trata de medidas bien radicales y que apuntan –efectivamente- a generar un Chile más justo, inclusivo y democrático. No obstante, las medidas no se destacan por su novedad; menos aún, las del terreno político. De todos modos, es lo que los convocantes llaman “giro a la izquierda”.

¿Qué hay detrás de estos planteamientos y qué efectos tendrán sobre el escenario nacional?

Lo primero que se destaca es que por medio de ese documento se pasa del pacto electoral al pacto político entre las fuerzas firmantes. En rigor, no tiene sentido acotar estos planteamientos a la campaña municipal y presentarlo como la plataforma programática del pacto de concejales. De hecho, las propuestas de transformación para avanzar hacia un Chile justo no tienen posibilidad de hacerse efectiva desde el municipio. El mismo documento menciona que se trata de un proyecto de largo plazo que va más allá de un potencial gobierno de Bachelet.

Vinculado con esto último, surge el hecho de que este “proto programa” pretende influir sobre los lineamientos generales de la campaña presidencial de la Concertación y su futuro programa de gobierno. Lo que está en juego, no sólo es la dirección político-estratégica que el conglomerado va asumir en materia presidencial en los próximos meses, sino también los rostros que van a liderar este proceso.

La estrategia política y electoral del pacto “por un Chile justo” –documento incluido- debe considerar dos aspectos fundamentales: el rol de la DC y el de Bachelet.

Desde el primer momento, en la DC este pacto fue percibido como una amenaza. Sintieron que con un “frente de izquierda” ellos quedaban aislados y en la orfandad política –al menos, en el corto plazo-; hablaron del fin de la Concertación. Ante ello, y como una forma de salvar la opción Bachelet y con ello el pacto de “centro-izquierda”, aparece el PS con un rol de centro y moderador que logra neutralizar el escenario de quiebre. Un festival de re-posicionamientos: el PC gira al centro, radicales y PPD giran a la izquierda, el PS gira al centro y la DC se inmoviliza y cuida su lugar/identidad. Lentamente, se ha ido produciendo cierta convergencia.

El factor Bachelet es determinante no sólo para saber si hay o no “giro a la izquierda”, sino para el proceso de unidad opositora. Lo primero a tener en cuenta es que la ex mandataria es distinta a la que dejo La Moneda hace cuatro años.

En efecto, la visión del mundo que tiene hoy –y con la que volverá- la ubica en una posición de privilegio no sólo desde la comprensión de las problemáticas y sus soluciones, sino también desde el prestigio y el blindaje internacional. Si a este hecho, agregamos su amplio apoyo emocional y político –que debiera expresarse en el plano electoral- nos encontramos frente al hecho de que hay condiciones políticas muy favorables para impulsar un programa agresivo de transformaciones sociales, políticas y económicas. A partir de este hecho, la unidad opositora se facilita.

A su vez, esta legitimidad se tiene que combinar con gobernabilidad, amistad cívica con la DC e incorporación del PC. La ex mandataria tiene claro –así funciona el mundo y el desarrollo- que para gobernar se requieren tres consensos: políticos, empresariales y sociales. La DC es y seguirá formando parte de su plataforma y potencial gobierno –es cosa de leer la carta que le mando a la Junta meses atrás-. Y respecto al PC, es altamente probable que se incorpore con plenos derechos  a la plataforma presidencial de Bachelet y su futuro gobierno.

Esto último, también se irá resolviendo en los meses siguientes; sobre todo, porque el PC no tiene opción presidencial definida y se debate entre “la santa”, “el protagonismo de Gómez” y el camino propio. Pero, si se ve el proceso de institucionalización del PC desde los últimos cinco años su destino final es La Moneda. Primero, veamos cómo les va en las municipales.

El ciclo que abre Piñera en Marzo del 2010 no sólo profundiza la “crisis en la política” –expresada en una crisis de participación, representación y legitimidad-, sino también “la crisis en la economía” –expresada en la asimetría cada vez más profunda entre capital/trabajo y capital/consumidores-. La movilización social-ciudadana hace evidente que Chile requiere cambios profundos.

Como nunca en veinte años –ni siquiera en los albores de la transición- esta demanda encuentra condiciones políticas favorables –muy favorables-; propuestas en la mesa, un liderazgo potente, unidad opositora –todavía en construcción-, una ciudadanía expectante y una derecha que ya se puso el traje ejecutivo. Llegó la hora: participación e igualdad serán las banderas del proyecto. Es de esperar, que las agendas políticas individuales no limiten el avance del proyecto colectivo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

La crisis del triple Pack


Octubre 2012
¿Hay crisis política en Chile?; ¿está en crisis el modelo neoliberal?; ¿los ciudadanos quieren más modelo o menos modelo?; ¿estamos ante un potencial estallido social de proporciones y su consecuente quiebre institucional? son alguna de las preguntas que han inundado el debate político y público durante –a lo menos- el último año y que dan cuenta de una sensación de malestar que recorre Chile.  Las respuestas se buscan desde todos los ángulos y posiciones. Y como ocurre en la mayoría de las situaciones del país no hay consenso.

Lo primero que quiero destacar es que un escenario de crisis es muy distinto a lo que se observa hoy. En efecto, si comparamos las coyunturas críticas de Chile a lo largo de su historia con lo que ocurre hoy, resulta evidente constatar que estamos lejos de un escenario de crisis –más aún, terminal-. Lo mismo si hacemos el ejercicio en el plano internacional de ayer y hoy. Sólo pensemos en Siria o en la situación griega. Más aún, estamos lejos de una coyuntura en la que se conecta un escenario de crisis política con el de crisis económica; al respecto, remitámonos a la crisis del ’82 en Chile.

Esta afirmación, no obstante, no pretende desconocer que hoy estamos frente a una situación política y social compleja; que, a su vez, requiere respuestas a corto plazo. Me interesa, al contrario, entregar pistas que permitan comprender lo que está pasando en el Chile de hoy.
Por ello, me parece fundamental hacer la distinción entre “crisis de la política” y “crisis en la política”. Mientras la primera, forma parte de una situación crítica de potencial quiebre institucional; la segunda, es una coyuntura que incuba elementos y tensiones que generan las condiciones para transitar a una crisis real.

En el Chile de hoy, la “crisis en la política” es triple: de representación, de participación y de legitimidad. La crisis del triple pack.

¿Cómo se manifiesta cada dimensión de la “crisis en la política”? En términos generales, la “crisis de legitimidad” se expresa en el desprestigio y en la falta de confianza; la “crisis de participación” se manifiesta en que la gente –los ciudadanos- no les interesa la política ni menos formar parte de su institucionalidad y la “crisis de representación” se expresa en que los políticos no tienen la capacidad de representar e intermediar los intereses de grupos y de clase.

¿Por qué ocurre esta situación?; ¿qué explica la crisis del triple pack?  A mi entender la respuesta hay que buscarla en la relación existente entre política y economía.

En efecto, la explicación general se encuentra en la debilidad de la actividad política frente al capital y la economía. Mientras por un lado el capital no tiene contrapeso político ni social; por otro, la esfera de la política y su institucionalidad se ha debilitado y doblegado frente al poder económico. La debilidad de la política es la debilidad de los políticos; la debilidad del Estado es la fortaleza del mercado; la apatía de los ciudadanos es la ansiedad de los consumidores; la debilidad de los partidos es la hegemonía de la empresa.

Este hecho, ha conducido a que el proyecto social y colectivo -que busca diseñar y construir un tipo concreto y específico de sociedad- ha cambiado el eje de su configuración; es decir, ya no se construye desde la política, sino desde la economía, ya no desde el partido, sino desde la empresa, ya no desde el Estado, sino desde el mercado, ya no desde la ideología, sino desde la técnica, ya no desde la voluntad, sino desde la razón. En definitiva, el poder ha cambiado de dueño.

En el plano de la producción y el consumo tampoco hay crisis económica; lo que hay, por tanto, es una “crisis en la economía” que se expresa en una doble relación desigual: capital-trabajo por un lado; y capital-consumidores por otro.

El ciclo de movilización social que se abre el año pasado encuentra a Chile en la encrucijada compleja que implica la crisis del triple pack y la doble relación desigual en el plano de la economía.

La coyuntura es la gran oportunidad para que la política y sus actores recuperen –en alguna medida- su poder perdido y enajenado por el capital y la especulación financiera. Este hecho, es la posibilidad para que la política y los partidos vuelvan a re-encantar a los ciudadanos y a reducir las desconfianzas. Es el momento para cerrar las heridas y las distancias.

Esta encrucijada abre dos caminos: el de la reconciliación o el de la ruptura definitiva. La oportunidad es única.

domingo, 7 de octubre de 2012

El Duopolio: suma y sigue...


Octubre-2012
A semanas de las próximas elecciones municipales. Nuevamente los electores seguirán apoyando –guste o no- lo que se ha denominado de manera peyorativa el duopolio político-electoral del país. Más bien, podría plantearse la siguiente pregunta: en el contexto del malestar actual con la política y sus instituciones ¿seguirán los electores apoyando de modo mayoritario a las fuerzas duopolicas?

Desde que empezó la re-democratización a principios de los noventa han sido dos las fuerzas políticas que han dominado el proceso político, legislativo, ejecutivo y mediático: la Concertación y la Derecha. A esta hegemonía política se le ha llamado duopolio.

Las cifras lo confirman en todos los niveles de la competencia política. A nivel presidencial vemos que en el ’89 hay tres candidaturas y las fuerzas duopolicas concentran el 85% de las preferencias; en el ’93 –con 6 postulantes-, los pactos dominantes concentran el 82% de los votos; en el ’99 logran el 95% con seis candidaturas; en el 2005 concentran el 95% con tres pactos en competencia –suponiendo que Lavín y Piñera forman una sola lista-; y finalmente, en el 2009 se produce la primera y significativa fractura del duopolio a nivel presidencial cuando ambas fuerzas sólo logran concentrar el 74% de las preferencias en una elección en la que se presentan cuatro listas.

A nivel parlamentario las cifras son similares. En los Diputados, la concentración de votos en el ’89, ’93, ’97, 2001, 2005 y 2009 es del 86%, 92%, 87%, 92%, 91% y 88% respectivamente. A su vez, el número de pactos en competencia es de 7, 4, 5, 5, 4 y 4 respectivamente. Del mismo modo, el número de partidos es de 15, 14, 11, 9, 10 y 12 respectivamente.

En los Senadores la concentración promedio que alcanza la Derecha y la Concertación  llega al 90%. El número de pactos es igual a lo que ocurre en los Diputados. Sin embargo, el número de partidos en competencia es inferior llegando a 13 en el ’89, a 11 en el ’93, a 9 en las senatoriales del ’97, 2001 y 2005; y, finalmente, en el 2009 los partidos que compiten por un cupo llegan a ocho.

A nivel Municipal sigue el dominio duopolico. En las municipales del ’92 ambos pactos logran el 83% de las preferencias. Luego, suben su votación de manera importante en el ’96 al 87% y en el 2000 al 92%. En dichas elecciones el número de pactos en competencia es de 5, 6 y 5 respectivamente. Desde las municipales del 2004 la elección de Alcaldes se separa de la de Concejales.

En ese contexto a nivel de Alcaldes la concentración duopolica llega en el 2004 al 84% y en el 2008 al 80%. En los Concejales, en el 2004 llegan al 86% y en el 2008 al 82%. En relación al número de partidos en el 2004 compiten diez y en el 2008 ocho; agrupados respectivamente en cincos y seis pactos.

Nuevamente hago la pregunta: en la actual coyuntura en la que se habla de que hay una crisis y que de no mediar soluciones de fondo –como una Constituyente- se puede producir un reventón profundo ¿seguirán los electores favoreciendo electoralmente a las fuerzas duopolicas?

Y del mismo modo, ¿se manifestara el malestar ciudadano a nivel electoral?; ¿se manifestara en términos electorales el desprestigio de la política y sus instituciones?; ¿se expresara el descontento con el duopolio?  No voy a plantear hipótesis a los posibles resultados y consecuencias. Esperemos que llegue el día de la elección y los ciudadanos respondan las preguntas.

Quisiera, no obstante, relacionar este duopolio con el sistema electoral vigente: el binominal. Surge una pregunta, ¿el “consenso duopolico”, es consecuencia del binominal?

La respuesta es no.

En primer lugar, por el hecho de que se trata de un “duopolio de pactos”: la Concertación y la Derecha. No hay que olvidar que el “consenso duopolico” está integrado por seis partidos que han dominado la política chilena por décadas. Este hecho, por tanto, explica de algún modo que ambos pactos concentren altos niveles de votación. En las parlamentarias de Marzo de 1973 son los mismos partidos que dominan la política y concentran más del 80% de las preferencias. En rigor, sólo faltan los comunistas para repetir la matriz partidaria de los últimos ochenta años. También, en rigor, parece que ya forman parte de la mesa duopolica. En definitiva, el duopolio sólo existe como pacto; y por tanto, no es consecuencia del binominal.

En segundo lugar, porque la elección es anterior al momento en que los votos se transforman en escaños. De hecho, las cifras que hemos descrito y que dan cuenta de la concentración de votos -en dos pactos a nivel presidencial, parlamentario y municipal- no sólo son muy altas, sino también anteriores a su conversión en cargos público. En efecto, primero se vota y luego se transforman los votos.

Esto, por tanto, nos lleva a la hipótesis de que la única manera de romper el binominal es desde la urna. Y ello, no ha ocurrido porque no han surgido ofertas distintas a las dominantes que tengan capacidad competitiva.  Mientras los comunistas no pudieron y terminaron formando parte del duopolio; Meo y su progresismo hibrido a nivel presidencial abrió una puerta; pero, a nivel parlamentario no pudo. Se verá, en las próximas elecciones sus rendimientos electorales. Que no exista oferta competitiva, ¿es problema del binominal? 

Sólo en quince oportunidades se ha logrado quebrar el duopolio binominal. Y ello, ha ocurrido porque la oferta ha logrado seducir –por distintas razones- a los electores. Dos peguntas: ¿por qué no han surgido alternativas políticas y electorales que logren rompen la dinámica de los últimos años?; y cuando han surgido ¿por qué han sido tan débiles?  Nuevamente, la respuesta está en los electores y sus decisiones.

La concentración de votos, por tanto, es el resultado del comportamiento electoral. Esto, no se puede perder de vista. Este hecho, explica porque en las elecciones presidenciales, de Alcaldes y de Concejales sigue manifestándose el dominio duopolico; es decir, de los partidos que lo conforman.

Por tanto, no hay que olvidar que en una lógica proporcional –o en un binominal ajustado- las fuerzas políticas dominantes serán las mismas de hoy. Seguirán dominando el ejecutivo, el parlamento y el poder local. Quizás, ha llegado el momento de buscar los problemas de la triple crisis “en la política” no en la instituciones, sino en los actores y en sus conflictos, en sus egoísmos y en sus ambiciones.