domingo, 16 de diciembre de 2012

La depredación de los recursos del mar


Diciembre-2012
Los recursos del mar han sido depredados por los actores del negocio. La baja en la  cantidad de Jurel, Merluza, Congrio, Anchoveta y/o Sardina común a disposición del mercado –“biomasa disponible”- son la señal más tangibles de que la “captura de los recursos hidrobiológicos” ha sido regida por una práctica que no se ajusta a los patrones de sustentabilidad que en su momento busco la “ley corta” del 2002. Como es obvio, esta nueva ley también tiene entre sus objetivos la tan ansiada sustentabilidad.

A mi entender, tres son los factores que explican la depredación de los recursos del mar. En primer lugar, una política pública que entrega al mercado el uso y abuso de los recursos naturales; en segundo lugar, la baja capacidad fiscalizadora del Estado; y en tercer término, la baja conciencia “ambiental” de los propios actores del mar –industriales y artesanales- que reconocen en privado que muchas veces han sacado más de lo que les corresponde. En definitiva, modelo de desarrollo –en el que el Estado tiene un rol subsidiario- y acciones depredadoras de los actores del mercado pesquero conspiran contra la sustentabilidad del recurso.

La nueva ley de pesca llega a puertos en esos días. La discusión ha sido larga e intensa. Dos han sido los objetivos generales de la normativa; sustentabilidad de los recursos pesqueros y definición y distribución de las cuotas: En definitiva, cuánto se puede capturar, quiénes pueden capturar, dónde se puede capturar y por cuánto tiempo se podrá capturar. El Estado define las reglas del juego y se retira del negocio; sólo se remite a fiscalizar, promover el negocio –desde la subsidiaridad- y recibir su “parte de la torta” que –digámoslo- es muy menor en relación el total de lo que genera el mercado pesquero.

La depredación de los recursos hidrobiológicos comienza con el modelo neoliberal que genera una relación perversa con la naturaleza, el medio ambiente y la biodiversidad. En efecto, el modelo de desarrollo se basa en la alienación del hombre respecto de la naturaleza y en la dominación sobre ésta. El elemento que hace posible este tipo de relación es la ideología del crecimiento ilimitado como condición para el desarrollo y el bienestar. En este contexto, sólo vale crecer y expandir el valor económico de las economías nacionales. Cuando no hay crecimiento se habla de crisis. Por tanto, hay que crecer y crecer. La producción, por tanto, no se puede detener. No puede haber olor a crisis. Los recursos naturales son elementos básicos para la producción capitalista. Por tanto, la presión que se hace sobre ellos tampoco se puede reducir ni eliminar. La consecuencia directa es una forma de explotación no sustentable de la naturaleza y sus recursos.

En ese contexto los recursos del mar son uno de los sectores en los que se observa la explotación no sustentable del recurso; sobre todo, desde mediados de los setenta con la liberalización económica y la modernización de la actividad pesquera. De este modo, se extrae más cantidad de lo que la capacidad biológica de cada recurso tiene para ofrecer durante un determinado período. Una de las señales que muestran este fenómeno son las caídas anuales que se observan en la cantidad de los recursos capturados. Ellas pueden ser de corto plazo, de un año a otro; o de tendencia cuando la baja es sostenida a lo largo de varios años.

Para entender este problema hay que analizar las estadísticas de captura en términos de tendencias. De ese modo, veremos cómo cada cierto tiempo las capturas disminuyen –bajan- con respecto a una fecha determinada. Por ejemplo, ocurrió cuando las capturas globales bajaron de 6.3 a 3.8 millones de toneladas entre el ’97 y el ‘98; o cuando bajaron de los 6 a los 3.7 millones de toneladas entre el 2004 y 2010; o cuando observamos la baja de 8 millones de toneladas en el ’94 a los 4.4 del año pasado. Se espera para el 2012 una captura global inferior a los tres millones de toneladas. Sin duda, el ritmo de la captura ha aumentado de manera intensa y acelerada. Al mismo tiempo, el agotamientos de los recursos a manifestarse con similar intensidad.

Al analizar las cifras en el mediano y largo plazo vemos como los recursos del mar han sido sometidos a una fuerte sobre explotación. En los cuarenta se capturaba en torno a las 60 mil toneladas anuales; a mediados de los noventa se llegó al peack de 8 millones de toneladas; en el 2009 se llegaba a 4.5 millones de toneladas y en el 2010 a 3.7 millones de toneladas. En 70 años –entre 1941 y el 2009- la expansión de las capturas no sólo ha sido gigantesca, sino también se ha ejercido una  gran violencia sobre el recurso pesquero. Sin embargo, la brutalidad ha surgido de mediados de los setenta e intensificado desde los noventa. Las cifras muestran como ha operado la depredación del recurso.

El fuerte aumento de las capturas pesqueras comienza en los sesenta e intensifica desde mediados de los setenta con la implementación de la revolución neoliberal. Desde es fecha hasta los noventa las capturas aumentan de manera significativa en el contexto de la modernización, industrialización y liberalización del mar. 

Luego, desde el noventa y durante los gobiernos de la concertación democrática hay una tendencia a la profundización de lo venía ocurriendo en el mediano plazo desde mediados de los setenta y en el largo plazo desde principios de los sesenta. La depredación de los recursos del mar es un proceso largo que encuentra raíces en los sesenta. Por ello, se plantea la hipótesis de que la ley de pesca y acuicultura de 1989 no genera las condiciones institucionales para la sobre explotación del mar; al contrario, ella institucionaliza un proceso que venía manifestándose desde hace varias décadas.

En el largo plazo observamos que en las décadas del ’40, del 50’ y del 60’ se capturaron recursos por 407 mil toneladas, 1.6 millones y nueve millones de toneladas respectivamente. En efecto, durante esos 30 años –entre 1940 y 1969- la captura de los recursos del mar llegó a 11 millones de toneladas. Hoy, esa cifra se hace en tres años. Es más, en 20 años –entre 1940 y 1959- las capturas sólo llegan a dos millones de toneladas.

En esas tres décadas se observa una tendencia a la expansión de las capturas totales. No obstante, nunca hubo crisis de “stock del recurso”. En esa época el recurso nunca fue escaso. Las bajas eran casi inexistentes y de bajo impacto. El alza muestra que desde 1940 la expansión de las capturas es sostenida sin las habituales bajas de hoy. En efecto, 1945 las capturas llegaban a las 60 mil toneladas; en 1950 a las 87 mil, en el ’55 a las 214 mil toneladas y en el sesenta a las 339 toneladas. La expansión sigue en los años siguientes. Así, en 1964 se llega a una cifra record de 1.1 millones de toneladas.

Entre 1941 y 1964 las captura pesquera llegó a 5.4 millones de toneladas; es decir, desde el noventa la captura de 24 años se hace en un año. Si eso, no es sobre explotación, ¿qué es?

Desde mediados de los sesenta se consolida y profundiza el alza en las capturas. Entre esa fecha y 1973 se llega a una pesca de 10 millones de toneladas; el doble, de lo que se captura entre 1941 y 1964 –en  23 años-. Entre 1941 y 1973 las capturas llegaron a 15 millones de toneladas. Esa cifra, en la actualidad se obtenía en tres años de pesca hasta el 2008. Si eso, no es sobre explotación, ¿qué es?

Desde mediados de los setenta el asunto nuevamente muestra un alza sostenida y profunda. De hecho, entre 1974 y 1979 (en seis años) se logró una captura de 9.2 millones de toneladas. Entre 1979 y 1989 se llega a una pesca en torno a 40 millones de toneladas. Durante la fase del pinochetismo se capturaron 50 millones de toneladas de recursos del mar.

En el largo plazo se observa que entre 1941 y 1989 se capturaron en torno a 65 millones de toneladas en recursos pesqueros.

Durante los gobierno de la concertación entre 1990 y 2009 las capturas global llegó a una pesca de 114.000.000 de toneladas. 63 millones de ese total, es decir, el 56% se capturó en la fase Aylwin-Frei. El año peack fue en 1994 con 8 millones de toneladas; en los siguientes años 1995 y 1996 se llegó a una captura promedio de 7.5 millones de toneladas. Los años dorados de la pesquería nacional. Desde entonces, comienza una sostenida baja en las capturas –como tendencia- para llegar a los 3.7 millones del 2010 –similar a la crisis del ’98-. Es una década de bajas sostenidas que explica y da cuenta del proceso de sobre explotación pesquera.

Podemos afirmar, por tanto, que la actual crisis de la pesca manifestada en la tendencia sostenida a la baja en las capturas pesqueras particulares –jurel, merluza, etc.- se explica, fundamentalmente, por la sobre explotación de los recursos del mar a corto, mediano y largo plazo.

Entre 1941 y el 2010 se capturaron 182.5 millones de toneladas en recursos del mar. De ese total, el 91,6% se genero desde mediados de los setenta y el 2010. Durante los gobiernos de la concertación democrática no sólo se capturo el 70 por ciento de ese total, sino también se capturo el 64 por ciento de todo lo capturado en el país en los últimos setenta años.

La expansión y modernización del sector se manifestó desde mediados de los setenta en el aumento de la pesca para producir harina y aceite de pescado, en la expansión de los productos congelados, en el desarrollo de la acuicultura y en el aumento de las exportaciones. La presión que ese modelo ejerce sobre los recursos del mar estimula y genera un desarrollo no sustentable del sector.

La “ley corta” del 2002 es consecuencia de la crisis de fines de los noventa. Luego, de 10 años de aplicación uno de sus objetivos ha fracasado de manera rotunda: la sustentabilidad. Finalmente, la “ley larga” del 2012 es consecuencia de la confluencia de una crisis de corto y largo plazo. La legislación pesquera que comenzará a regir desde Enero –en dos semanas más- ha centrado la discusión en las cuotas, sus usos y su distribución; y ha olvidado, la sustentabilidad.

Una pregunta final: ¿es compatible la sustentabilidad de los recursos naturales en general y los pesqueros en particular en el contexto de un modelo de desarrollo centrado en el mercado y en el crecimiento ilimitado de la economía? Si la respuesta es positiva, hay esperanza. Al contrario, si es negativa, el futuro es incierto.

martes, 11 de diciembre de 2012

Presidenciales: ¿proyecto o programa?


Diciembre-2012
La derrota municipal para el oficialismo se convirtió rápidamente en una oportunidad. En rigor, dicha debacle le hizo bien al sector al transitar del pesimismo al optimismo. Desde ese momento ocurren tres hechos relevantes; se da inicio formal a la competencia presidencial en el contexto de una primaria, se produce un cambio de gabinete que abre una nueva fase y se realiza un encuentro programático –el cónclave- que pone énfasis en las ideas fundacionales del sector y su proyección.

Los dos primeros hechos están fuertemente relacionados. Cambio de gabinete y carrera presidencial. Finalmente, el “cónclave público” genera una férrea unidad oficialista que se funda no sólo en las ideas que sustentan su proyecto y acción política, sino también en las ideas que han sido exitosas en el mundo y que han hecho posible la masificación del progreso y del bienestar.

En el cónclave programático estaban todos; el Presidente, los partidos, los intelectuales y los presidenciables. Todos hablaron y concordaron en las ideas fundamentales del proyecto. Sin embargo, se observa optimismo y autocomplacencia. Optimismo por el futuro electoral –“la presidencial está abierta” a pesar de la derrota municipal-; y autocomplacencia por el hecho de que sólo reconocen éxito y más éxito. Su gobierno es un éxito –ya hemos escuchado que “en 20 días hicieron lo que no se hizo en 20 años y que han hecho el mejor gobierno de los últimos ochenta”- y sus ideas son triunfadoras en el mundo; son las mejores. Pareciera que en su ADN no existe el fracaso ni la crítica.

De todos los discursos que se escucharon en el cónclave el más político y el más estratégico fue el de Patricio Melero. De hecho, su intervención identifica y define el futuro escenario de competencia presidencial. Es más, su discurso puede interpretarse como un manual de lo que hay que hacer para ganar la próxima presidencial. ¿Qué dijo?

Comienza afirmando que los resultados municipales “condicionan la acción política del país” al entregan señales y lecciones de lo que está sucediendo hoy. De hecho, el principal diagnóstico tiene que ver con la abstención. En esa dirección destaca tres situaciones que hacen posible y dan optimismo para el resultado presidencial del sector el próximo año: a) que en las municipales del 2012, la participación –los que fueron a votar- fue inferior a la del 2008 en “más de un millón de electores”, b) la mayor abstención ocurre en las “comunas con más habitantes” y c) hubo mayor participación en “las comunas con resultados más estrechos en el 2008”.

De este modo, la derrota municipal no es tan grave ni compleja para el sector; sobre todo, si la insertamos en el contexto de la abstención y del “nuevo Chile” que ha emergido. Por tanto, revertir la baja participación y entender el nuevo elector es la clave para enfrentar con éxito los futuros escenarios electorales.

Para aumentar la participación y volver a re-encantar a los electores del sector –que no fueron a votar en las municipales- hay que generar “incentivos” y entender que al nuevo tipo de elector hay que movilizarlo con ideas y cercanía. En efecto, afirma que los candidatos que tuvieron éxito y logran ganar fueron los que “captaron que había que movilizar y comunicar ideas, generar lazos de participación y cercanía y un clima de incertidumbre que estimulará la participación… al ver que su voto es decisivo”.

Para el gremialismo aquí están las claves para ganar la presidencial y seguir proyectando sus ideas. En definitiva, tienen que generar –en primer lugar- un clima de incertidumbre. En efecto, por ello se ha escuchado insistentemente que la “elección presidencial está abierta” y que la supuesta ventaja de Bachelet no es más que un error de la encuestas. ¿Será casualidad que las encuestas se hayan des-prestigiado y Adimark haya suspendido su habitual estudio después de las municipales? o, no es más, que una táctica para generar incertidumbre presidencial; y de ese modo, movilizar al electorado del sector.

En segundo lugar, este hecho debe estar conectado con la comunicación de las ideas del sector. En efecto, los electores del “nuevo Chile” deben ser “convocados a participar por ideas”. En consecuencia, el oficialismo, sus partidos y sus centros de estudios no sólo deben poner en el debate político-presidencial sus ideas fundacionales, sino también comunicarlas a sus electores “para movilizar este Chile nuevo”; para que, de ese modo, exista “una razón profunda para participar”.

Finalmente, el éxito de articular ideas con incertidumbre electoral “implica entender el estilo y la forma de cómo nos aproximamos al trabajo político”. Hay, por tanto, que “convocar y conquistar”. Hay dos caminos para el éxito de este objetivo; por un lado, “la popularidad, el populismo y la demagogia”, y por otro, la “consistencia, la convicción y la coherencia de las ideas”. El sector opta por el segundo camino: “Aquí esta nuestra oportunidad” afirma Melero. De hecho, la Alianza no sólo tiene un proyecto “con una visión común de la sociedad”, sino también “de lo que tenemos que hacer”. De este modo, las ideas del oficialismo son el “motor para movilizar y comunicar… comunicar y convocar… informar y movilizar” y para “seguir triunfando en nuestra sociedad”.

Este hecho, es la ventaja competitiva que el sector tiene con la Concertación-oposición; y debe, por tanto, convertirse en uno de los ejes de la próxima presidencial. “¿Qué pasa al frente?” se pregunta Melero.

Destaca y reconoce, en primer lugar, que “han logrado un potente acuerdo electoral”. Sin embargo, “sólo los une un afán de poder” ya que no tienen unidad ideológica; y se pregunta: “¿qué tiene en común el PC con la DC?”. Por tanto, van a ofrecerle al país –en la próxima presidencial- “un proyecto de sociedad ambiguo y gelatinoso”.

Es más, la Concertación ya no existe; “hablar hoy de Concertación es un engaño al país. Dejó de existir cuando perdió el gobierno”. De hecho, hoy “cada uno defiende su propio proyecto”. Para Bachelet esto es un problema; “los partidos políticos que la acompañan son un enorme lastre. ¿Quién va estar en la escalinata del avión en Marzo: Tellier, Walker, Girardi, Escalona?”

En definitiva confusión política y fragilidad ideológica. Por ello, para ganarle a este pacto electoral “potente” hay que llevarlo al terreno de las ideas. Por tanto, el escenario presidencial debe tener –como elemento de ventaja competitiva- un eje ideológico.  Por ello, hay que instalar en el debate “la defensa de proyectos, más que de programas”.

“Estoy seguro –dice Melero- que las próximas elecciones están completamente abiertas… hay que tener la capacidad de convocar a los ciudadanos en la defensa de nuestro proyecto… ideas… y en este camino surge la oportunidad en la medida en que seamos claros y explícitos en la defensa de nuestro modelo”. Es más, no sólo hay que poner énfasis en un “gobierno de centro-derecha no sólo tiene las mejores ideas… sino también conciencia social profunda”.

Finalmente y siguiendo a un prestigioso publicista de la política afirma que a) “se vota más por una persona que por un partido”, b) “se vota más por el futuro que por el pasado” y c) “se vota más por un proyecto que por un programa”.

En definitiva, el pesimismo electoral  inicial lo han transformado en optimismo electoral al instalar en el debate presidencial el eje ideológico del proyecto político y social, fundado en la convicción de las ideas y en la defensa de la obra. No olvidemos –insiste Melero- que “nuestra ideas dominan el mundo… no tenemos porque mimetizarnos y parecernos a ellos”.

Y, ¿si su diagnóstico es errado? La competencia ya está instalada.