domingo, 27 de enero de 2013

Allamand: Arquitectura de un relato


Enero-2013
Tuvieron que pasar 41 años para que un proyecto político y un proyecto de vida se juntaran y materializaran en una candidatura presidencial. En efecto, en Enero del 2013 a la edad de 57 años, es proclamado oficialmente candidato presidencial de Renovación Nacional y pre-candidato presidencial de la derecha chilena, Andrés Allamand. Un político de profesión y de vocación.

Una figura política que no sólo se preparó toda su vida para este sitial, sino también soñó y trabajó por ese objetivo. Por ello, el hecho político de su proclamación puede ser interpretado como la “crónica de una proclamación anunciada”. Han pasado los años y ha llegado el momento.

Desde que puso en marcha su campaña presidencial con su entrada al gabinete en Marzo del 2011 y con su “proclamación oculta” en Junio del 2012, se ha ido construyendo su discurso y práctica presidencial. ¿Qué define, identifica y caracteriza ese relato?, ¿cuáles son sus ideas fuerza?, ¿sus tácticas de posicionamiento?; en definitiva, ¿cuál es su arquitectura política?

Hay cuatro pilares que definen la arquitectura de su relato y que se articulan en dos niveles –o pisos-; mientras en el primero encontramos la trayectoria y el diagnóstico del Chile de hoy, en el segundo sus tácticas de posicionamiento y su proyecto del Chile del mañana.

1. La Trayectoria, el aprendizaje y la experiencia. La columna vertebral de su despliegue es su trayectoria política. Luego de un largo aprendizaje ha llegado el momento de ser candidato presidencial. No sólo hay aprendizaje, sino también contactos, vinculaciones y toda la caja de herramientas que se usa en el mundo del poder y de la política.

Hemos escuchado en innumerables oportunidades que a los 16 años empezó a luchar contra la Unidad Popular, que participo en el “Acuerdo Nacional”, que fundó un partido para institucionalizar la acción política del sector, que formó parta de la “política de los acuerdos” que sentó las bases de una transición exitosa, que fue dirigente de partido, parlamentario y ministro. Ha llegado, por tanto, el momento. Todo esto, finalmente, lo convierte en un presidenciable preparado y capacitado que no es producto de la publicidad ni de la improvisación.

Allamand es la experiencia, el carácter, la capacidad de articular –y buscar acuerdos-, la inteligencia. En definitiva, el político profesional e institucional. El mismo afirma que “antes de resolver qué profesión quería estudiar, decidí que dedicaría mi vida a lo público”.

En definitiva, los desafíos del Chile de hoy son políticos; y, se requiere, por tanto, habilidad y experiencia política.

2. El diagnóstico. Allamand, en su discurso de proclamación destaca que “el punto de partida de esta campaña es el Chile de hoy”. ¿Qué caracteriza este momento político e histórico?

El mismo afirma que Chile “es hoy una sociedad más compleja… Ha disminuido la  pobreza pero seguimos teniendo un muy disímil acceso a oportunidades educacionales, laborales y culturales… el mismo desarrollo ha traído nuevas brechas… hay demasiadas diferencias entre los chilenos”.

Esta referencia es importante, por cuánto, reconoce que el Chile de hoy está fuertemente cruzado por “demasiadas diferencias”.   En este punto encuentra una de las causas del actual malestar. Sin embargo, esta situación encuentra raíces en el gobierno de Bachelet. Lo deja claro, cuando afirma que “todo ese negativo proceso se acentúo durante el último gobierno de la Concertación… se hizo evidente que algo andaba mal: Chile languidecía en lo económico…; era evidente el debilitamiento político… y la paz social se resquebrajaba”.

El gobierno, también es parte del diagnóstico. En general, hay una visión positiva de la “obra Piñera”. Destaca que “ha debido lidiar objetivamente con graves problemas: un desolador terremoto; revertir tendencias económicas y sociales negativas y afrontar una diversidad de problemas escondidos años bajo la alfombra”. No obstante, el complejo escenario en el que debió gestionar la administración Piñera, hay grandes logros y avances; sobre todo, en el plano económico. En general, se ha seguido el camino correcto hacia el objetivo del desarrollo; sobre la base, de un modelo exitoso.

Sin embargo, hay que  “mejorar lo bueno, abordar lo pendiente y corregir lo insuficiente: mejorar lo bueno es, por ejemplo, que los que ya tienen trabajo tengan ahora mejores remuneraciones… y que los abusos  hacia los consumidores se erradiquen… Abordar lo pendiente es, por ejemplo… acometer con determinación el mejoramiento de nuestras ciudades para hacerlas más humanas… Corregir lo insuficiente, es por ejemplo, redoblar los esfuerzos para combatir la delincuencia”.

Finalmente, entre los aspectos a corregir destaca la gestión política: el mayor déficit de este gobierno. En esa dirección  afirma que hay “mejorar los lazos entre los partidos de la Coalición por el Cambio y el futuro gobierno. Siempre lo he dicho: Los partidos no sólo sirven para ganar elecciones, son piezas claves a la hora de gobernar... No sólo vamos a ganar las elecciones juntos, vamos a gobernar juntos”.

3. Tácticas de posicionamiento. La arquitectura de su relato muestra que frente al diagnóstico que hace del Chile actual se instala la “columna vertebral” de su discurso: la trayectoria. Luego, sobre la bases de este primer nivel estratégico, pasa a definir las tácticas de posicionamiento presidencial. En esa dirección, por tanto, debe definir y establecer relaciones políticas con el gobierno, con el sector, con los “presidenciables”, con la oposición y con los ciudadanos.

En relación al gobierno la postura es de apoyo total a la obra y a la forma en que se está aplicando el modelo. La distancia tiene que ver con el rol de los partidos y de la política en el seno de la gestión Piñera. En efecto, no sólo se requiere eficiencia en la gestión, sino también negociación, capacidad de anticipar y resolver conflictos; en definitiva, falta “muñeca política”.  La primaria oficialista lleva tres meses de acción; y las tensiones que se han generado con el Gobierno –como una forma de diferenciarse y alejarse de una gestión mal evaluado por los ciudadanos- han sido mínimas. Hay mucha prudencia. Hay miedo al descuelgue.

En relación al sector, su discurso busca mantener la unidad política del sector; eso, es lo central. En general, el sector tiene unidad de discurso –salvo, diferencias comunes a toda organización- en los económico, político y social. En rigor, no hay grandes tensiones como para romper una alianza histórica que encuentra raíces en el régimen militar. Hay pragmatismo y poco riesgo. Sin duda, hay claridad de que no se puede dañar la base de apoyo socio-político para la presidencial de verdad.

Frente a Golborne. La distancia con su “primer rival” se marca desde que se define la columna vertebral de su relato basada en la trayectoria: “trayectoria v/s mérito”. Son comunes sus afirmaciones en torno a que su candidatura no es producto del “pragmatismo, de la publicidad, de las encuestas, ni de la simpatía. En términos de tensiones y “peleas” ha sido una campaña muy poco agresiva –mucho “guante blanco”-. Parece, que a veces se olvida que debe disputar –en primer lugar- espacios de posicionamiento con Golborne.

Frente a la Concertación. También en su arquitectura política hay referencias a la oposición en general –Concertación+PC-. Mientras seduce al centro cristiano y liberal; se aleja –fuertemente- de la izquierda que plantea asamblea constituyente, educación pública gratuita y de calidad y nacionalización de los recursos naturales. Para Allamand, la Concertación y el PC no tiene nada que ofrecer a Chile. Se insiste e insistirá en esta dimensión de los posicionamientos. Van a recordar que Bachelet no está sola.

Frente a Bachelet. Para Allamand “es posible” ganar la próxima presidencial. Ha llamado al optimismo desde el primer momento; ya que, lo separa de la Concertación-PC sólo cinco puntos porcentuales. Lo ha dicho: Bachelet es el candidato a vencer. No debe olvidar, sin embargo, que debe conquistar al electorado de su sector y luego convocar al centro político e independiente para ganar la batalla final de Noviembre.

La disputa de espacios de posicionamiento con la “santa del silencio”  ha sido dejada para Marzo.  Se dieron cuenta que no se podía seguir discutiendo con un “fantasma”.

Desde ese momento comenzará una nueva fase. Desde el oficialismo –Allamand incluido- se ha insistido hasta la saciedad de que llegará el momento de sacarla al pizarrón. Será, una avalancha de preguntas e interpelaciones; el eje del enfrentamiento en este flanco va estar puesto en el mal gobierno que hizo Bachelet –Transantiago, estancamiento económico, déficit educacional y 27F-.

Sin embargo –y, lo quiero plantear ahora- uno de los efectos políticos de la sacralización que se ha hecho de la figura de Bachelet, es que va asumir una posición de “meta coyuntura”; es decir, va trabajar sobre líneas programáticas generales y rectoras de la acción política. Habrá escuderos que darán la pelea chica del día a día. Aparecerán los primeros voceros y Ministros del Interior. Bachelet, viene de otro mundo. Viene con una misión: transformar el Chile Neo liberal. Viene, a instalar la “cruzada de la igualdad”.

Su capital político será una de las condiciones necesarias para impulsar las transformaciones que el Chile de hoy demanda. Por ello –y, no es casualidad-  que “el modelo” será puesto en tela de juicio en la presidencial. Por primera vez, en muchas décadas, el modelo estará en el juicio público y político.

5. La propuesta y el programa. De algún modo, su proyecto país es el contacto que establece con los ciudadanos.

A la fecha, hay un conjunto de ideas sobre distintos sectores y situaciones del país, que no alcanzan a configurar un programa. Por ello, en su discurso de proclamación sólo hay lugares comunes que podrían ser parte del programa presidencial de cualquier actor político. Sólo, se han identificado ejes de la futura gestión.

El relato que ha ido construyendo en lo esencial es la continuidad de la triada de este gobierno: “sociedad de oportunidades, valores y seguridades”. El eufemismo, establece que “nuestra idea de Chile articula los conceptos de capacidad, justicia y comunidad”. Nada nuevo.

¿Quién soy, qué veo, qué hago y qué quiero? son los pilares de su relato; en definitiva, trayectoria, diagnóstico, tácticas de posicionamiento y proyecto configuran la arquitectura teórica de su campaña político-presidencial. Hasta el momento ha sido un diseño “poco exitoso” en la perspectiva de que con Golborne si bien las distancias se ha acortado, no ha sido capaz –hasta la fecha- de generar condiciones para ganar la primaria. Tampoco, ha sido exitosa en generar una candidatura más competitiva para enfrentar a Bachelet: ni como presidenciable ni como sector.

lunes, 21 de enero de 2013

El Reciclaje como estrategia política


Enero-2013
En la época en que la política, sus actores e instituciones han perdido poder frente al avance del mercado, de la empresa, del capital y del marketing, los ciudadanos han comenzado a distanciarse de las formas tradicionales de hacer política y ejercitar el poder; es decir, le han dado la espalda al parlamento, a los partidos y a los liderazgos que dichas instituciones encarnan. En rigor, fue la política la que dio la espalda a los ciudadanos, a sus sueños y demandas.

El Estado se ha debilitado frente al mercado y a la tiranía de los precios. Del mismo modo, los partidos al convertirse en agencias de empleo se han debilitado frente al poder que las empresas manifiestan y tienen en la configuración del orden actual. En efecto, el proyecto colectivo y las transformaciones sociales necesarias –según la fase política en cuestión- ya no son posibles –ni realizable- desde el Estado ni desde la política institucional de la democracia. Al contrario, es la empresa y su aparato publicitario el lugar desde donde se diseña el futuro y las sociedades. Es el mercado, -que nunca es neutro- en definitiva, la instancia desde donde se construye el proyecto colectivo.

Las encuestas –“que no son tiranas”- dan cuenta de este fenómeno desde principios de los noventa. Desde entonces comienza a incubarse cierto malestar que ha reventado hace un par de años y que ha vuelto a manifestarse en una alta abstención electoral en las pasadas municipales. En definitiva, los ciudadanos no creen y desconfían de sus representantes y sus clásicas instituciones. Han comenzado a indignarse y a movilizarse.

Entonces, si la política institucional está debilitada, son los ciudadanos y sus iniciativas los que se ven obligados a recuperar su cuota de poder que en algún momento transfirieron para conformar la voluntad general.

En este escenario, son diversas las formas que los ciudadanos tienen para hacer sentir sus demandas. Las calles y la no participación electoral son las que han dominado en el último tiempo. Y me pregunto ¿hay otras?

La respuesta es positiva. Quiero poner atención en una; que tiene un potencial que pocos imaginan y que muchos no estarán dispuestos a usar como forma de lucha. Me refiero al reciclaje y al trueque.

No se trata de juntar vidrio con vidrio, plástico con plástico y lata con lata. Es más profundo, complejo y comprometido. Del mismo modo, tampoco tiene que ver –directamente- con el medio ambiente y con la basura. Reciclar, implica, en rigor que los objetos en uso no sólo vuelvan al “ciclo del uso-consumo”, sino también se consuman más tiempo de lo que habitualmente se hace. Hay que transformar el reciclaje en un arma política; en un arma para trasformar y empoderar a los ciudadanos.

Veamos. Hacia finales del siglo XIX el capitalismo de producción se transforma -como una manera de sobrevivir- en capitalismo de consumo. La producción se comenzó no sólo a orientar a las élites -consumo elitista-, sino también a las nuevas clases emergentes -consumo masivo-. Desde entonces, el mundo capitalista se inundó de mercancías de todo tipo y para todos los bolsillos. En ese marco, comienza el desenfreno por el desarrollo y el crecimiento. Para superar la pobreza y desarrollarse había que crecer; mientras más rápido y prolongado se hiciera, sería mejor. Es lo mismo que dicen hoy.

No es casualidad, por tanto, que estemos llenos de productos y servicios. Es más, somos de manera permanente seducidos por la imagen y la promesa mercantil de que por medio de los objetos y su consumo mejorará nuestra calidad de vida. Incluso, son dicen que son la vía para la felicidad. De hecho, Coca Cola Company lo repite hace décadas. Hoy lo hace el retail local cuando “abc Din” nos dice que “tengo derecho a ser feliz”.

En esta lógica el mercado y sus empresas trasladan la plaza pública al mall y transforman la participación social y política en participación consumista. Si no consumo, no existo. De este modo, el consumidor emerge como el actor fundamental de la historia –neoliberal-. El ciudadano ha sido doblegado y relegado a lugares secundarios.

Hoy, ha vuelto a levantarse y a luchar por recuperar su sitial en la historia. El ciudadano está indignado. La asimetría capital-consumo y capital-trabajo ha colmado la paciencia.

No hay que olvidar el contexto de este re-nacer ciudadano. En la mayoría de los casos es un sujeto anclado y preso del consumo y sus deudas asociadas. Es un ciudadano rodeado y abrumado por millones de objetos de consumo. Es más, es interpelado a consumir y a  seguir comparando objetos. Y al mismo tiempo a trabajar para pagar sus consumos.

La producción -es decir, las empresas-, por tanto, para no caer en “crisis de stock” no pueden dejar de producir. Aquí está la clave. El capitalismo no puede dejar de producir autos, televisores, electrodomésticos, ropa –para eso invento la moda-, tecnología y todas las mercancías que circulan en el bazar mundial. Las mercancías deben circular de modo recurrente; por tanto, deben ser vendidas y consumidas. Si este ciclo se quiebra, el orden económico vigente colapsa. ¿Acaso, no genera temor mundial una baja en el crecimiento-producción de China?

Para seguir produciendo hay que ampliar la demanda de modo incesante. Hay que abrir mercados y nichos. Hay que masificar el consumo. ¿Es posible entender la tensión occidente-oriente desde la perspectiva del consumo y de la penetración de los mercados?; acaso, ¿este hecho no explica la globalización?; acaso, ¿este hecho no explica la necesidad de tener energía –y ojala, barata?

Este es, por tanto, el contexto del re-nacer ciudadano. Este nuevo ciudadano, debe, en primer lugar, dominar su lado consumista y despertar su lado político. Esta en sus manos decidir si quieren más modelo o menos modelo; si quieren una sociedad consumista y materialista o una sociedad solidaria y justa; si quieren, vivir para trabajar o trabajar para vivir; si quieren, destruir el medio ambiente o disfrutar el medio ambiente; o, si quieren ser felices desde el consumo y sus objetos o ser felices desde la emoción.

Si el ciudadano esta enajenado del poder político y doblegado por el capital y su aparato publicitario, debe –si le interesa- romper esta lógica y pasar a la ofensiva; y ello, implica atacar donde más le duele al sistema económico vigente: en el consumo; en la demanda.

Entonces, ¿qué pasaría si decidieran no comprar ni consumir más de lo necesario?; ¿qué pasaría, si los consumidores de los países desarrollados no cambiaran sus autos o sus televisores cada dos años?; ¿qué pasaría, si los ideólogos de la moda y el glamour no inventaran ropa y diseños a cada rato? ¿Qué pasaría, si no cambiáramos el celular cada año o en vez de usar el auto –y consumir combustible fósil- usamos al bicicleta?; ¿qué pasaría, si comemos menos grasa y azúcar?, ¿qué pasaría si en navidad comparamos menos?, ¿qué pasaría, si no viéramos la televisión de hoy –dominada por la estupidez- y compramos menos televisores?; ¿qué pasaría, si no nos dejáramos seducir por la ideología tecnológica que deja todo obsoleto en un par de meses?; ¿qué pasaría, si no compramos más objetos producidos en condiciones de esclavitud como lo hacen las grandes marcas de la globalización?; ¿qué pasaría, si cada vez creyéramos menos en el poder de las marcas y su engaño permanente?; ¿qué pasaría, si creyéramos en que “otro mundo es posible? En fin, los ejemplos se pueden multiplicar.

Parar el modelo, por tanto, depende de reducir la demanda y comprar menos. Esto, sí le duele a la dominación económica vigente. En ese escenario, obviamente, emergería una crisis. La crisis política no se haría esperar y los vientos de cambio estarían más cerca que hoy.

Hay que reciclar y cambiar mercancías.  Para este giro y estrategia de poder se necesita, en primer lugar, un cambio cultural profundo que fomente y legitime el reciclaje. Reciclar es la clave para crear una sociedad sustentable y más justa. No necesitamos cambiar autos, televisores ni computadores cada dos o tres años; tampoco, los pantalones ni los muebles. Necesitamos, menos mercancías y más solidaridad. Reciclar es la tarea. No más cultura del desecho.

En definitiva, hay que transitar de la “libertad de elegir” hacia la “libertad de decidir”. Lamentablemente, estoy seguro de que muchos indignados no están dispuestos. Y muchos otros, tampoco se bajarán de la 4*4 ni para ir al supermercado.

En una época en que el socialismo se ha debilitado, el Estado de bienestar está en crisis y la política derrotada por la economía, se puede seguir la lucha desde el reciclaje. Qué cada uno decida.

jueves, 10 de enero de 2013

El fantasma de la abstención


Enero-2013
Ha pasado el tiempo de los balances y nos enfrentamos al de las proyecciones.  Los hechos relevantes del  año anterior y lo que puede ocurrir en este 2013 han estado en el centro de las discusiones y reflexiones de las últimas semanas. De todos los acontecimientos analizados y proyectados hay uno que emerge con mucha fuerza en las pasadas municipales y que amenaza nuevamente con hacerse presente en las elecciones de fin de año: la abstención.

Antes de las municipales generaba incertidumbre. Después de las municipales genera sorpresa y preocupación. De hecho, desde todos los sectores se esperaba un aumento. En lo particular, mi análisis la situaba en torno al 40% con el agregado de que “podía quedar corto”. Sin embargo, nadie esperaba que llegaría al 60% –“ni en mis peores pesadillas esperaba algo así”- afirmaba un analista-.

En este artículo quiero plantear una hipótesis que explica la abstención en el Chile de hoy. En toda democracia hay abstención. Sin embargo, el problema se convierte en político cuando sus niveles aumentan de modo considerable y comienza a debilitar la legitimidad del sistema político y su institucionalidad. Cuando la abstención supera el 50% el asunto es preocupante y requiere respuestas de corto plazo. Toda solución requiere un diagnóstico.

Para comprender el 60% de abstención electoral debemos, en primer lugar, comparar esos datos con el Chile de la transición y pre ’73. En esa dirección, observamos que la cifra que surge de la municipal de Octubre es extremadamente alta.

La abstención de la transición. A medida que la sociedad se fue despolitizando y los ciudadanos distanciándose de la política como construcción colectiva la abstención aumentó.

En efecto, en el plano presidencial y parlamentario entre el ’89 y el 2009 se paso del 5,3% al 12,3% respectivamente; y a nivel municipal entre el ’92 y el 2008 del 10,2% al 14,3%. A su vez, el  promedio histórico a nivel presidencial, parlamentario y municipal es del 9,8%, 10,8% y 12,7% respectivamente. Sin duda, lo que ocurre en las últimas municipales es muy alto.

La abstención pre ’73. Si bien era una sociedad politizada y en un proceso amplio de profundización los niveles de participación política a nivel electoral son inferiores a lo que ocurre desde el plebiscito del ’88.

En efecto, a nivel presidencial vemos que el promedio en ocho elecciones entre el ’32 y el ’70 fue del 20%. A nivel parlamentario el promedio de abstención en once elecciones entre 1932 y 1973 es del 24%. No obstante, en Marzo del ’73 a seis meses del golpe militar hay una baja muy significativo al 7%. A nivel municipal el promedio entre el ’63 y el ’71 es del 24%. Sin duda, lo que ocurre en las últimas municipales es muy alto.

La abstención internacional. Los datos de distintas democracias muestran que en los países con voto voluntario tienen mayor nivel de abstención que en los países con voto obligatorio. No obstante, la abstención de la última municipal es muy alta en relación a la experiencia electoral comparada para ambas modalidades. En democracias con voto voluntario como en Francia vemos que en las legislativas del 2012 la abstención promedio llegó al 43%. En Colombia, en la última presidencial -2010- llegó al 52% y a nivel regional –en el 2011- también superó el 50%. Guatemala en la presidencial del ’95 estuvo muy cerca del 70% de abstención. Estados Unidos y Suiza también muestran cifras que superan el umbral del 50%. España y Portugal que también tienen voto voluntario se han ido acercando a estas cifras.

En países con voto obligatorio se observan distintas realidades. Ecuador en las presidenciales del 2009 llegó al 13%; Bolivia el mismo año al 6%, Argentina en el 2011 al 21%, Paraguay en el 2008 al 45% y México el año anterior al 37%.

En definitiva, lo que ocurre en Chile en las últimas municipales es muy alto. Entonces, ¿qué explica el 60% de abstención equivalente a casi 8 millones de electores?

Lo primero a considerar –para luego explicar el fenómeno- es la incorporación de la inscripción automática-obligatoria y el voto voluntario. Son más 5 millones de nuevos electores principalmente de sectores jóvenes. De este modo, el nuevo padrón paso de los 8.1 a los 13.4 millones de electores. Un dato clave: No concurren a votar 8 millones de ciudadanos; es decir, no van los nuevos inscritos y tampoco lo hace 1.5 millones de los antiguos inscritos. 

¿Por qué no concurren a votar?

A mi entender, la explicación se encuentra en que la gente –los ciudadanos- no cree en la política, sus actores e instituciones; y por tanto, se produce un proceso de distancia y congelamiento de las ilusiones y esperanzas por un mundo mejor y distinto. Surge, por tanto, una segunda pregunta ¿por qué ocurre lo anterior?

La respuesta se encuentra en que la política ha perdido su capacidad de transformar el mundo –la realidad- y articular proyectos colectivos. La política ha sido derrotada por el mercado y los políticos por los empresarios –o emprendedores-; el Estado ha sido derrotado por la empresa y lo colectivo por el individualismo; la negociación por el lobby y lo “posible” por lo real; en definitiva, el ciudadano por el consumidor. ¿Qué puede hacer un partido o un político frente al capital?, ¿cómo articular el proyecto político con el proyecto empresarial? Es más, ¿desde dónde se planifica el futuro colectivo: desde el Estado o desde la mano invisible del mercado?, ¿qué puede hacer un Estado, un partido o un político sin financiamiento?

Y en este escenario, ¿qué tiene la política para ofrecer? Sin duda, que ha surgido una nueva ideología: la gobernabilidad.

Entonces, ¿para qué ir a votar, si todo seguirá igual y todos son la misma cosa?; ¿para qué ir a votar, si van a gobernar los mismos?, ¿para qué ir a votar si el poder del capital y de la empresa es omnipotente?, ¿para qué ir a votar si el proyecto colectivo ya no se define en la política ni en los partidos?

Antes de la inscripción automática y el voto voluntario no había ninguna razón ni motivo para movilizar e incorporar a los no inscritos -que llegaban a más de 5 millones-. La abstención en las municipales da cuenta que aún esa motivación e interés es inexistente. Es más, fortaleció la tendencia al desinterés y a la despolitización al generar las condiciones para que 1.5 millones de lo obligados a votar anteriormente, no lo hicieran en este nuevo escenario electoral.

Para el 2013 –un año electoral y político- no se vislumbra la posibilidad de revertir la situación. No hay ninguna razón para concurrir a las urnas. No obstante, es probable que la abstención del 60% disminuya algunos puntos debido a la depuración del padrón electoral y a que se trata de elecciones nacionales. No obstante, los factores estructurales que distancian al ciudadano de la política –y generan alta abstención, entre otros fenómenos- seguirán instalados en nuestra sociedad.

Por ahora, hay que esperar cerrar el ciclo electoral y observar cómo se manifiesta la abstención no sólo en la presidencial y parlamentaria de fin de año, sino también en las primarias que se abren en unos días más. La incertidumbre del voto voluntario sigue instalada.