domingo, 28 de abril de 2013

Allamand-Golborne: del "guante blanco" al "guante rojo"


Abril-2013
La pugna Allamand-Golborne por el caso Cencosud ha sido entendida por distintos analistas y actores de las política como una coyuntura extremadamente compleja al punto que ha sido interpretada como un “misil”, como una “bomba de racimo” o como una “tormenta perfecta” que pone en jaque de manera definitiva y terminal  la esperanza de ganar el gobierno en Noviembre y darle continuidad al proyecto de la centro-derecha. Es más, se ha puesto en duda la realización de las primarias en el sector: ¿Qué escenarios se abren a partir de esta coyuntura?

La primaria oficialista ha transitado del “guante blanco” al “guante rojo”. Entre Noviembre y Marzo se vio una campaña insípida atrapada en la “lógica del buen vecino” que terminó por estancar ambas candidaturas. Al avanzar los días, el tono fue subiendo. Allamand pasó a la ofensiva y comenzó a pegarle a Golborne; había comprendido que para ganarle a Bachelet, tenía, en primer lugar, que ganarle a Golborne.

En ese contexto, se inserta la tesis que empezó a circular hace un mes de que ambos candidatos estaban empatados. De ese modo, luego de largos meses Allamand había acortado las distancias. En efecto, encuestas internas del gobierno y del comando mostraban esta realidad. Y como siempre ocurre con el uso político de las encuestas, en la UDI también existían datos; que, no obstante, indicaban lo contrario. En ese contexto aparece la encuesta de la Universidad Diego Portales que mostraba por un lado que Golborne era más que Allamand en términos electorales, y por otro, que estaban empatados entre los “votantes seguros”. La competencia quedaba abierta. Golborne se desinflaba.

Sin embargo, como un fantasma empezó a circular la idea de que la candidatura de Golborne estaba agotada y que se estaba desinflando. Este hecho, refuerza la tesis de sectores de la UDI de que era mejor bajar al ex Cencosud y llevar un candidato del partido a la primera vuelta. No obstante, Melero, la directiva, el comando y los “coroneles” cierran filas en torno a Golborne.

En medio de esa coyuntura Allamand lanza un “misil” –un regalo de la Suprema- que abre una coyuntura que no sólo hace tambalear la opción Golborne, sino también tensionan las relaciones UDI-RN y complica al gobierno. Y en definitiva, entierra la posibilidad de que el sector siga en La Moneda.

Allamand, dio el primer golpe. La justificación política y moral de su accionar se encuentra en el hecho de que el rol jugado por Golborne como Gerente de Cencosud pone una lapida a las aspiraciones presidenciales del sector. “Aquí nos jugamos la elección… no podemos contradecir lo que ha sido un sello del gobierno de Piñera y RN: la defensa del consumidor” ha dicho Allamand. La fundamentación de esta tesis se sustenta en el hecho de que el abuso a los consumidores por parte del capital es uno de los ejes de la campaña presidencial y que los electores –por lo demás, todos consumidores- van a dar su voto a quien mejor interprete el anhelo de generar condiciones de mayor igualdad en la relación capital-consumidores. Para Allamand, Golborne es parte del engranaje de los abusos y con su conducta no sólo ha abusado de los consumidores, son también los ha legitimado: la Corte Suprema lo ha ratificado.

El daño político ya está hecho. La racionalidad de clase y la necesidad política no podrán cerrar la herida mortal que se le ha dado a la opción presidencial del oficialismo. Pero, deberán recomponer los compromisos. Por ahora, sólo queda salvar la recta final del gobierno y generar condiciones no sólo para obtener un buen rendimiento electoral de su lista parlamentaria -y, de ese modo, evitar el desmantelamiento del neoliberalismo local-, sino también reducir lo más posible la derrota presidencial de Noviembre.

Ahora, la pelota la tiene la UDI y sólo hay que esperar sus decisiones. En esa dirección, lo primero que deben resolver es si van o no a la primaria.  La primera reacción del partido fue poner en duda su participación en el evento. Hablaron de plazos para decidir. Y ello, condicionado por el hecho de que el miercoles vence el plazo legal para inscribir candidaturas. La incertidumbre se instala cuando Golborne dice por un lado que su “compromiso con la primaria sigue vigente” y por otro que “las agresiones recibidas condicionan la realización de primarias… -y que-… no estamos dispuestos para que este clima prime en las primarias”.

La decisión que se tome en la UDI en torno a esta disyuntiva está estrechamente vinculada a la posibilidad de bajar a Golborne y poner a uno de los suyos a competir: Matthei y Longueira son los nombres que han circulado –desde Enero-. Estas dos decisiones en el contexto de la coyuntura abren cuatro escenarios. Veamos cada uno.

Primer escenario. Van a la primaria con Golborne. Lo primero a despejar es si siguen o no apoyando al ex Cencosud. Si bien se especula que hay voces que piden otra alternativa y que es “mejor perder con uno de los suyos”, la probabilidad de bajar a Golborne son escasas.

Hace meses que la UDI se convenció de que Laurence es la mejor opción y el más competitivo. Tampoco hay tiempo para esa operación, ni valientes para sucederlo. La UDI lo ratifica y apoya. En esa dirección, Melero ha dicho que Golborne tiene “un absoluto y total apoyo… que ese apoyo no está en cuestión… y que es nuestro candidato”.

Queda, no obstante, dilucidar si van o no a la primaria. Cómo vimos, la duda la instalaron. En estos momentos deben estar evaluando en que escenario el partido y la UDI se fortalecen o debilitan más. Han dicho que entre 48 y 72 horas deberá estar resuelto el tema. La decisión tiene efectos múltiples. En efecto, no sólo el gobierno se verá salpicado, sino también la lista parlamentaria y la dinámica que va asumir la lucha presidencial en el oficialismo.

El gobierno. El Senador Navarro dijo en su momento que la ley de primarias estaba hecha a la medida para salvar la tensión Allamand-Golborne. En efecto, el gobierno se la jugó por las primarias no sólo por lo que menciona Navarro, sino también por el hecho de que dicha ley es uno de los ejes centrales de su agenda política que tiene por objetivo “rejuvenecer la democracia chilena”. El gobierno quedaría muy mal parado sin primaras oficialistas.

Es más, no sólo desde el gobierno se vienen escuchando -hace mucho tiempo- sobre las bondades del mecanismo, sino también muchos actores del sector lo han dicho y repetido en innumerables oportunidades. El propio Golborne tiene un amplio inventario de opiniones favorables a las primarias. Piñera quiere primarias. El gobierno necesita primarias.

Lista parlamentaria. El oficialismo podrá dar por perdida la presidencial; pero, lo que no puede hacer es darse el lujo de debilitar su peso legislativo. En términos parlamentarios el oficialismo tiene una estrategia defensiva. En efecto, no busca vencer a la lista opositora. Su objetivo es neutralizar la ofensiva de la oposición que busca doblajes y obtener los quórum necesarios para el programa de la inclusión y de no más abusos. El episodio Allamand-Golborne no es un cisma para el sector. El oficialismo necesita  unidad parlamentaria.

Dinámica presidencial. Con primarias o sin primarias la carrera presidencial del oficialismo está dañada. La única manera de neutralizar el “guante rojo” es competir en la primaria. El daño ya está hecho y la herida ha sangrado. Si no hay primaria no hay ninguna razón para no seguir en esa dinámica –la del “guante rojo”- durante la competencia en la primera vuelta.

En ese escenario, la competencia ya no sería por ganar la primaria; ahora, deberán competir por salir segundo y pasar a segunda vuelta. Las probabilidades de crispar aún más la competencia político-electoral al interior del oficialismo son mayores en un escenario de primera vuelta. ¿Qué sentido tiene pacificar el sector, romper el pacto de la primaria y competir en una primera vuelta… y de paso debilitar su lista parlamentaria?

La decisión de seguir o no en la primaria, también está condicionada por el factor Bachelet. La pregunta que hay que hacer en esta perspectiva es por las probabilidades –altas o no- de que Bachelet gane en primera vuelta. Es más factible ese hecho ¿con una candidatura o con dos candidaturas?

La experiencia del sector dice que las dos veces que fueron en una lista –el ‘99 y el 2009- estuvieron a treinta mil votos de ganarle a Lagos y en la segunda ganaron la presidencial. Hay otro hecho que fortalece la opción por este escenario: que Golborne le gana a Allamand en la primaria. Justamente, un tema ampliamente debatido en las últimas semanas. Para Golborne, es más probable ganar la primaria que salir segundo en la primera vuelta.

Segundo escenario. Van a la primaria con otro candidato. Esta opción tiene menores probabilidades de ocurrencia. El escenario anterior, me parece  más factible. Pero, todo puede ocurrir.

Tercer escenario. No van a  la primaria y llegan a la primera vuelta con Golborne. Esta es la opción que se ha barajado en las últimas horas y que se debe dilucidar en los hechos en  pocas horas más. ¿Por qué la UDI pone en duda la realización de primarias?; ¿es tan grave y fundamental lo ocurrido como para romper un pacto?

El análisis anterior muestra que el oficialismo tiene más que ganar en un escenario de primaria, que en un escenario de primera vuelta. En esa perspectiva, es más probable y lógico que las tensiones aumenten entre ambos sectores.

Es más, Golborne en la competencia de una primera vuelta estará muy debilitado. Ya se instaló y posicionó en la opinión pública como haber participado de los “abusos contra los consumidores”. Del mismo modo, estará asociado a los paraísos fiscales y a no haber declarado sus platas. Los ciudadanos no consideran razones ni explicaciones. Las ideas ya se instalaron y posicionaron en la subjetividad de cada elector.

En ese escenario, Golborne recibirá no sólo de la oposición, sino también del propio Allamand. Su opción ha sido severamente dañada. Sentirse agredidos, no es suficiente razón para romper el compromiso con la primaria. Como tampoco, lo es la preocupación de Golborne de que Allamand y RN “no respetaran el resultado de la primaria?”

Cuarto escenario. No van a  la primaria y llegan a la primera vuelta con otro candidato. Según el análisis de los otros escenarios identificados este es el menos probable.

La decisión la tiene la UDI. Y el dato que tiene para decidir, es que su candidatura ha sido dañada, ha perdido credibilidad y se ha ido debilitando. Ya, no “es posible”.

lunes, 22 de abril de 2013

El modelo y las claves de la presidencial


Abril-2013
El debate en torno al “modelo de desarrollo” vigente en el Chile de hoy es el eje central de las discusiones electorales de la coyuntura. Sus virtudes, sus beneficios, sus males, sus problemas, sus efectos y sus proyecciones se han convertido en las claves conceptuales, ideológicas y políticas para entender la dinámica no sólo presidencial, sino también de lo que va ocurrir  en el próximo gobierno. Más modelo, menos modelo, tipo de modelo, otro modelo, etc, es lo que está en juego en la elección de Noviembre.

El gobierno cívico-militar de Pinochet fue, sin duda, revolucionario. Curiosamente, la revolución no la hicieron los marxistas de la UP; al contrario, fueron las fuerzas conservadoras las que hicieron la “revolución en Chile”. No hubo revolución socialista ni comunista; hubo “revolución neoliberal”.  No hubo dictadura de izquierda; hubo dictadura de derecha. Es más, no fueron las fuerzas populares lideradas por Allende las que asaltaron y tomaron el Estado por las armas y el miedo; fueron los herederos de la derecha actual los que jugaron ese rol.

Las fuerzas que tomaron el control de Estado transformaron Chile de manera revolucionaria. Su idea central era “refundar el país”; es decir, había que refundar el Estado, la política, la economía y la subjetividad. Era la gran oportunidad.  Así, lo hicieron. De ese modo, por tanto, pusieron en marcha un modelo de sociedad que se regía por la lógica del capital y el mercado.

La “revolución neoliberal”  se expresó en un modelo de desarrollo que no tuvo resistencia para su ejecución e implementación. Este hecho es relevante, por cuanto, da cuenta de que ese modelo no se construyó de manera colectiva ni deliberativa. De hecho, se construyó en una dictadura. Fue, por tanto, la imposición de un tipo de sociedad por parte de un grupo a otro grupo del país. Desde este punto de vista, el modelo en su conjunto no tiene legitimidad de origen. Más aún, hay que agregar el hecho de que esa puesta en marcha del modelo se hizo en el contexto y sobre la base de una intensa represión política. Doble ilegitimidad.

Un modelo que en lo político buscaba una democracia protegida y limitada, en lo cultural una subjetividad conservadora y en lo económico la más plena liberalización de los mercados y los precios. Este modelo de desarrollo socio-político regía el país a principios de los noventa cuando la Concertación de Partidos por la Democracia asumió el gobierno. La emergencia y consolidación de la democracia abrió una fase en la que la construcción del tipo de sociedad que se quiere para Chile se comienza a realizar de manera colectiva y deliberativa; aún cuando, persistan los “enclaves autoritarios” que limitan y dificultaban la posibilidad de cambiar el modelo.

En el contexto del debate democrático, el modelo comienza lentamente –y en “la medida de lo posible”- a recibir presiones y demandas que ya no se pueden anular por medio de la violencia política. Este hecho, determina que el “modelo heredado” vaya acumulando fisuras y tensiones que irán generando condiciones para legitimar los ajustes que se le hicieron durante esos años. Sin duda, el modelo de Marzo del noventa no es el mismo que el de Marzo del 2010. En efecto, en el plano político hay avances democratizadores cuyo hito son las reformas constitucionales del 2005, en lo cultural la fuerza de los hechos se ha ido imponiendo una agenda valórica anti conservadora y en lo económico no sólo han aumentado las regulaciones, sino también se ha ido re-valorizando el rol del Estado.

El gran cambio –en función del sistema de gobierno- fue el paso de un modelo que se construyó como imposición a un modelo que se construye y define desde la deliberación colectiva –aún cuando, existan limitaciones y demandas insatisfechas-. Si bien, el modelo sufre alteraciones durante los años de la Concertación en lo sustancial, se ha mantenido inalterable. Su lógica de exclusión y de alta concentración ha generado en el tiempo altos niveles de desigualdad y descontento. En efecto, su énfasis en el crecimiento ha mostrado ser ineficiente para producir una sociedad más inclusiva que genere niveles aceptables de legitimidad política e institucional.

La movilización social-ciudadana del 2011 es, sin duda, el punto de inflexión en el modelo tal como se venía manifestando hasta ese momento. Desde esa coyuntura se generaron las condiciones para que las fuerzas opositoras –las sociales y las políticas- al gobierno de Piñera comenzaran a poner en jaque con fuerza y “sin miedo” la esencia y los pilares fundamentales del modelo que se había fundado en los albores de la dictadura pinochetista. Se abre, por tanto, desde el 2011 una fase socio-política que busca terminar con los “enclaves neoliberales”.

Este escenario se consolida durante el 2012 y se convierte en un eje fundamental y rector de la actual competencia electoral por La Moneda. En efecto, nueva Constitución, nacionalización de los recursos naturales –principalmente, agua y litio-,  nuevo código laboral, AFP estatal, aumento de las regulaciones a los mercados, educación y salud como derecho humano de rango constitucional, agenda valórica, fin al binominal, sistema proporcional, reforma tributaria, Estado protector, producción y desarrollo sustentable, etc, son las principales demandas que ponen en jaque el “modelo neoliberal” que se instaló en Chile hace cuatro décadas.

No más “ajustes” ya que hay que hacer “reformas estructurales profundas y de fondo” es algo que inquieta a la derecha local. En efecto, el oficialismo reacciona con alarma y preocupación frente a estas demandas y presiones. La derrota en las municipales de Octubre, los relatos que circulan y los altos niveles de aprobación de Bachelet son los indicadores de que no sólo hay que defender la obra de Piñera, sino también el modelo. Por ello, ponen en marcha –de manera corporativa, disciplinada y cohesionada- estrategias que no sólo buscan defender el modelo –sobre la base de una apología optimista-, sino también proyectarlo como la mejor forma –“el mejor modelo”- para impulsar el desarrollo y reducir la pobreza. Los resultados económicos del gobierno, las crisis de los socialismos reales y hoy la crisis del Estado de bienestar son la mejor forma de mostrar las virtudes y bondades del modelo.

Pero, ha llegado el momento en que el “modelo” ha pasado al banquillo de los acusados. Por primera vez, en cuarenta años, el país asiste a un debate político y público en torno al tipo de sociedad que se quiere para Chile. Ha llegado el momento en que la sociedad y los ciudadanos de manera deliberativa en el contexto de una democracia deben definir el “tipo de desarrollo” que quieren para el país. El debate presidencial es la instancia para que cada actor ponga sus cartas en la mesa y diga qué “tipo de sociedad” quiere para el país.

El modelo ya no puede seguir siendo subsidiado por el poder y sus instituciones. En un principio fueron las armas; y luego, la necesidad de estabilizar la democracia y las comodidades de las élites lo que mantuvo inalterable sus lógicas de dominación, exclusión y abuso. Hoy, es el momento en que el país debate –en el contexto de la presidencial- sobre el “modelo de desarrollo” futuro para Chile. Llegó la hora de los ciudadanos y de los electores.

La democracia debe mostrar sus fuerzas y potencialidades al ser la instancia en la que se construye en un dialogo político y social el tipo de sociedad que sus habitantes y ciudadanos quieren para su país.  En Chile, por tanto, el debate que se abre en torno al modelo tiene que ver con el tipo de capitalismo que se instalará en el país para los próximos veinte o treinta años. Este es, el dilema y el fondo que está detrás de los relatos presidenciales que compiten hoy por La Moneda.  Igual que ayer, el “gatopardismo” se asoma.

jueves, 11 de abril de 2013

Bachelet y el control de la agenda


Abril  2013
El aterrizaje de Bachelet a fines de Marzo y la aceptación de su candidatura abre otra fase en la lucha presidencial del país. En efecto, con este hecho se da inicio “formal” a la competencia por La Moneda. Sin embargo, la carrera ya estaba lanzada hace muchos meses. No obstante, el 27-M marca un antes y un después en la dinámica presidencial del país.

En materia presidencial el “antes” está definido por seis elementos; por el lento y débil posicionamiento de las candidaturas del oficialismo, por los silencios de Bachelet, por el bajo perfil e influencia de los presidenciables opositores, por la conformación de los equipos de campaña y las definiciones estratégicas, por la puesta en escena de tenues relatos programáticos y por un incipiente debate político-presidencial entre los distintos candidatos.

A su vez, el “después” abre una nueva fase en la presidencial en la que estos seis elementos se han consolidado. En general, los nudos y los amarres de la campaña se han desatado. Los actores, sus equipos, sus estrategias y sus ideas fuerza están en acción. El tono sube. Las interpelaciones se intensifican y el debate comienza a dominar la agenda y los medios.

Sin embargo, en ambas fases hay un hecho político dominante que no ha variado. En efecto, no sólo sigue vigente y determinando la coyuntura política del país, sino también amenaza –fuertemente- en consolidarse y terminar por decidir de manera anticipada el resultado presidencial de Noviembre.

¿Cuál es este hecho político?

La respuesta se encuentra en que en ambas fases “el factor Bachelet” es el que impone las formas, los  tiempos, los ritmos y los ejes de la agenda presidencial, política y mediática del país. En efecto, todo sigue girando en torno a lo que “Bachelet” diga o haga.

Es tan fuerte y dominante el “factor Bachelet” que no sólo controla la agenda presidencial, sino también la agenda política de todos los actores, incluido el gobierno. Los esfuerzos de este último por destacar hasta la saciedad sus logros económicos, el bono marzo, el proyecto para aumentar el salario mínimo, los ataques “corporativos” a Bachelet  y la inyección de recursos a la educación municipal, no han logrado opacar ni debilitar el “factor Bachelet”.

Los otros actores tampoco han despertado ni despegado. Golborne, habla poco, repite lo que dice  la dupla Melero-Coloma y lo que plantea es rápidamente rechazado; Allamand, no ha podido instalar la campaña en el terreno de la razón y de la alta política; Orrego, vive atrapado en el “guante blanco”, en los buenos modales y en los compromisos políticos de su partido; Velasco, ¿a quién le importa lo que diga?; Gómez juega su propio partido y Parisi, Jocelyn-Holt y Claude no existen. Finalmente,  MEO ha perdido novedad y también termina doblegado ante el “embrujo” de la ex ONU. Sólo el debate en torno a la acusación constitucional contra Beyer ha podido –de modo breve- opacar la luz de Bachelet.

Antes de que aceptara –públicamente- la candidatura, todos especulaban en torno a ese hecho. El “hablemos en marzo” le puso fecha y certeza a la campaña: todos a esperar. Luego, pasamos al “cuando llega”. Y siguen las especulaciones. Llegó Marzo y aceptó la candidatura; La prensa se moviliza y los actores políticos se inquietan. Dijo “paso” y nuevamente todos caen a sus pies. Todo, gira en torno la “factor Bachelet”.

Vemos, por tanto, que su presencia no sólo es el elemento rector para el despliegue de los competidores, sino también el sentido de sus campañas. En este escenario la visibilidad política y la apuesta electoral de los postulantes dependen de modo directo de las polémicas, discusiones, enfrentamientos y referencias a Bachelet. Este hecho, por tanto, determina, condiciona y obliga a que cada candidato ponga en marcha estrategias defensivas que, en definitiva, se construyen en función del “factor Bachelet”.

Al contrario, “Michelle” construye relato y política presidencial no mirando “para atrás, para abajo ni para arriba”. Su mirada esta puesta en los ciudadanos y en sus demandas. Su candidatura no se empantana en el “pasado ni en la coyuntura”.  

Los distintos candidatos, que llevan muchos tiempo en la cancha, han puesto muchos temas en la agenda de la presidencial. En rigor, todas las problemáticas del país han formado parte del debate; energía, educación, Bolivia, valóricos, reformas políticas, etc. De hecho, cada uno tiene opinión y respuesta para cada temática. Sin embargo, no ha sido suficiente.

En ese camino, Bachelet empezó más tarde. No obstante, es sólo cuando la ex mandataria entra a escena que el debate presidencial adquiere “visibilidad real”. De hecho, a la fecha sus planteamientos programáticos han sido generales y carentes de profundidad técnica y sustento político. No obstante, no sólo han logrado la atención de los medios y la respuesta de sus contenedores, sino también un fuerte posicionamiento ciudadano.

Sus planteamientos políticos y programáticos han sido –a la fecha- “fin al lucro… reforma tributaria y nueva Constitución”. Tres ideas, que en pocos días no sólo han revolucionado el ambiente –todos responden, critican y dan sus recetas-, sino también han re-definido las prioridades de la agenda y del nuevo período presidencial.

Para la opinión pública se ha producido una fuerte asociación entre Bachelet y el “fin al lucro”. La misma relación se va generar con las otras temáticas; con las que están en la mesa y en las que se van a instalar en las próximas semanas. ¿Con quién está asociada la agenda de la igualdad?

Mientras los distintos candidatos miran a Bachelet para orientar sus relatos y acciones; la ex mandataria mira la demanda ciudadana y la hace suya. Aquí, esta la potencia de su liderazgo: articular demanda y valoración. En efecto, la fuerza del “factor Bachelet” surge desde abajo: de ciudadanos que “la quieren” y de ciudadanos que demandan.

La próxima proclamación de su candidatura, sus primeras apariciones en los medios y los anuncios que se van a suceder en los días siguientes no sólo van a seguir opacando a sus competidores, sino también van a seguir mostrando que controla la agenda. 

domingo, 7 de abril de 2013

El "Bachelet Day" y los días que siguen...


Marzo-2013
Llegó Marzo. Llegó Michelle. Empezó la campaña. Lo que ocurrió el miércoles 27 de Marzo cuando la ex mandataria llega a Chile se puede interpretar como el “Bachelet day”. En efecto, durante el día todos los actores estuvieron pendientes de sus acciones y de sus potenciales palabras. La ansiedad  empezó a invadir al oficialismo: había llegado el momento –largamente esperado- para comenzar a interpelar a la ex mandataria y de ese modo poner en marcha una estrategia política que tiene como objetivo comenzar a descontar la ventaja –medida en intención de voto- que la candidata tiene respecto a la dupla Allamand/Golborne. Ya habían anunciado que no se podía pelear con “un fantasma”.

La gran apuesta –y esperanza- del oficialismo es que “Michelle” no sólo baje a la contingencia de la política –“al lodo” dijo Lagos Weber-, sino también que comience a responder las preguntas sobre los aspectos oscuros de su administración. De ese modo, empezará –según los análisis del oficialismo- a bajar y ellos a subir. Es, por tanto, el último recurso que la derecha tiene no sólo para darle continuidad a su gestión de gobierno, sino también para ponerle freno a la “des-articulación del modelo” y la puesta en marcha de la “agenda de la igualdad” que como ella mismo dijo “no basta con cuatro años”.

El oficialismo esperó mucho tiempo para este momento. La estrategia de “sacarla al pizarrón” por su “mal gobierno” --que se venía manifestando con mucha fuerza desde la debacle municipal y del cónclave del sector de principios de Noviembre--, se intensifica desde que se instala en Chile. A esta afirmación, se suman las críticas en torno a que un nuevo gobierno de Bachelet sería “malo para Chile… sería un retroceso… y/o una pesadilla”, que “gobernara con los mismos de siempre más el PC” y que no tiene programa ni un proyecto de país coherente.

El 27-M se esperó durante años. El “Bachelet day” marca un antes y un después en la competencia presidencial y en la dinámica política del país. Sin embargo, en ambas fases “Michelle” sigue imponiendo sus términos y marcando la agenda presidencial, política y mediática. Todo sigue girando en torno a sus tiempos; ella impone los ritmos, los momentos y los contenidos. En efecto, durante la semana siguiente a su llegada sus acciones, sus palabras y sus silencios siguen marcando la pauta política. ¿Hasta cuándo seguirá esta dinámica?

En el contexto de una política defensiva –que gira en torno al “factor Bachelet”- La Moneda tomó la decisión de entrar a la lucha electoral. La vocera asumió el rol de pegarle a la ex mandataria. De hecho, para eso fue llevada al gabinete. Desde antes de que Bachelet llagará a Chile comenzó con su misión. Posterior a su llegada continúo con su tarea. Luego, lo hará el propio Presidente.

Todos –oposición y oficialismo- la interpelan a que hable, a que responda las preguntas que se le hacen y a que se ponga a debatir. Todos están ansiosos, desesperados y frustrados. Sin duda, esto va ocurrir a medida en que la campaña avance. Sin embargo, el cuándo, el dónde y el cómo lo va definir el “factor Bachelet”.

Los actores involucrados deben entender que en semiología los silencios y los gestos hablan. Las cartas también. Desde que llegó han pasado 10 días y ha dicho hartas cosas. Aunque, muchos no lo quieran ver y/o les parezca insuficiente.

En el “Bachelet day” habló en la mañana y en la noche. A primera hora en el aeropuerto más que las palabras fue la escenografía lo relevante desde el punto de vista político. En efecto, sus palabras hablaban de su compromiso con Chile. Sin embargo, la presencia de mujeres, de alcaldes y concejales entregaba las primeras señales de lo que buscaba en esta segunda aventura presidencial: sello ciudadano y construcción del proyecto desde abajo. No faltaron de inmediato las voces que hablaban “que los partidos estaban escondidos, que su gobierno fue el más malo de la Concertación, que apenas fueron 50 personas a recibirla y en que en su gobierno aumentó la pobreza”.

En la noche vino lo mejor del “Bachelet day”. Lo más relevante fue que aceptó –formalmente- su candidatura presidencial. Junto a ello, de manera muy simple se menciona que hay que hacer cambios profundos y estructurales al modelo de desarrollo en la perspectiva de la inclusión, que se necesita una nueva mayoría social y política, un nuevo pacto social y que el programa se construirá en el marco de un dialogo ciudadano. Parece que no dijo nada, por el hecho de que todo esto se sabía. De hecho, son todas dimensiones y aspectos que se conocían y que se fueron consolidando a lo largo del año anterior.  

No obstante, desde el punto de vista de las señales hay dos hechos relevantes. El primero, ya  se había visto en la mañana y apuntaba al diseño de “apertura ciudadana” que se le quiere imprimir, a la campaña, por lo menos, durante la primaria. Y el segundo, es el rol de estadista que va asumir durante las dos campañas. En efecto, “no permitir” preguntas de los periodistas y la forma de pararse ante un estrado para hablar-comunicar marcan la pauta de lo que viene. Esto implica, por tanto, no involucrarse en la coyuntura, hablar a los ciudadanos y pensar en el futuro.

Empezó Abril. Nuevamente en una comuna popular y en una reunión con organizaciones sociales vuelve a hacer un pronunciamiento que marca la agenda de toda la semana. En efecto, anuncia que pondrá “fin al lucro” y que ese será su primer proyecto de Ley. Al mismo tiempo, menciona y hace un llamado que para ese objetivo es fundamental una mayoría parlamentaria. Como era de esperar el anuncio lo hace frente a un estrado y no acepta preguntas “de la prensa”.

Las reacciones no se hicieron esperar. La DC relativiza el anuncio y el oficialismo se asusta y hace más preguntas. La vocera luego de interpelar al PC por su postura ante Bolivia y el rol de Tellier en la lucha militar en la dictadura menciona que ella “habla y que no es muda”. El mismo día, Melero en el marco de un nuevo aniversario del asesinato de Jaime Guzmán menciona que en el gobierno de Bachelet “aumento la desigualdad, que se destruyeron empleos y que no se hizo nada contra los abusos… poniendo como ejemplo el caso La Polar”. Palabras similares se le escucharon a Allamand la noche anterior en un programa de televisión.

En ese esfuerzo colectivo y coordinado del oficialismo vuelve a la carga. Ahora, en la figura del Presidente. Cómo el mejor jefe de campaña menciona en una entrevista que ella debe responder por lo bueno y malo de su gobierno.

Al día siguiente presenta su comando y se repiten las señales. Por primera vez, acepta preguntas de la prensa. La primera se relaciona con la acusación constitucional contra el Ministro Beyer. La respuesta de la ex mandataria se reduce a tres elementos; que la figura de la acusación es una facultad del parlamento, que esta contra el lucro y que las instituciones funcionen. Y luego, la guinda de la torta. En esa dirección, le preguntan por las palabras del Presidente: Su respuesta fue una sonrisa irónica y un “paso. La risa –antes del “paso”- es, sin duda, un significante, que significa; pero, ¿qué comunica ese gesto?

La sorpresa y la incredulidad se apoderan –nuevamente- de los actores. Sin duda, nadie quedó indiferente. Las críticas continúan y la desesperación nubla la razón del oficialismo. El control que Bachelet tiene de la agenda se expresa –entre otros- en que en tono de broma Chadwick, Melero y Golborne juegan con el “paso”. El “paso” se convirtió rápidamente en un best seller y reventó las rede sociales. Algo similar ha ocurrido con la agenda de la “igualdad” y con la idea de ponerle “fin al lucro”. Y, ¿todavía siguen pensando que no habla?; y si no habla, ¿por qué todos hablan, de lo que no habla?

Al día siguiente y al terminar la semana “aparecen” los partidos con Andrade y Quintana a la cabeza. A la salida del evento se mencionan que se trato de un encuentro de “amigos”, que les encomendó algunas tareas como hacer todos los esfuerzos necesarios para lograr unidad parlamentaria y que la competencia por La Moneda será dura.

Sin embargo, hay un hecho que da cuenta de lo que se ha venido construyendo como estilo de liderazgo. En efecto, ambos presidentes de partidos se refieren a “Michel” como Presidenta. No puede ser de otro modo; si se mueve y actúa como Presidenta. En este contexto, Melero se pregunta –con un rostro que denota preocupación- acerca de si Bachelet “quiere trato de Presidente… si, sólo es candidata”.

Desde que aterrizó Bachelet en Chile, para el oficialismo han sido días muy malos: Acusación constitucional, estancamiento en el apoyo ciudadano, baja credibilidad del Presidente, alza de los que se sienten en la oposición, movilización de los agricultores, paro de los portuarios, convocatoria para el 11 a una movilización estudiantil y consolidación del control de la agenda presidencial y política por parte de Bachelet. Un escenario, sin duda, complejo para el oficialismo y La Moneda. Una carrera cuesta arriba que tiene delante ocho largos meses. Un tiempo, sin duda, en el que se van a suceder muchas coyunturas y oportunidades para mejorar los rendimientos.

A no olvidar que los silencios y los gestos también comunican. Y tampoco, que la comunicación connota cuando domina la razón y denota cuando domina la emoción.