domingo, 26 de mayo de 2013

La segunda transición y las reformas políticas

Mayo-2013
La “agenda política” del gobierno de Piñera ha llegado a su fin. Lo realizado y lo que pretende materializar de aquí hasta el fin de su mandato da cuenta de los límites que dicho programa tiene.

Si bien, en el programa presidencial del gobierno hay luces de lo que pretenden hacer en términos de reformas políticas, se observa en el discurso presidencial del 2010 el primer diseño de la “agenda democrática” que pretenden impulsar. Esa hoja de ruta se configura a partir de nueve medidas: inscripción automática y voto voluntario, voto de los chilenos en el extranjero, elección popular de los Consejeros Regionales, cambio de fecha de las elecciones presidenciales y parlamentarias, ley de partidos políticos, primarias, iniciativa popular de ley, plebiscitos comunales y  ley de lobby y probidad. 

En estos años el gobierno ha ido implementando su programa político. Ha hecho, lo que planificó. Ni más ni menos. No obstante, hay –a la fecha- un déficit superior al 50%.

De las nueve medidas “prometidas” sólo cuatro se han convertido en ley. El propio Piñera, en su último discurso da cuenta de lo anterior: “nuestro gobierno ha llevado a cabo reformas estructurales… aprobamos la inscripción automática y el voto voluntario… creamos un sistema de primarias… hace unos días, ingresamos… una reforma… a los partidos políticos… Seguiremos impulsando el voto de los chilenos en el extranjero… Quiero pedir a este Congreso la pronta aprobación de las leyes que hemos presentado para mejorar la transparencia, regular el lobby y perfeccionar la ley sobre probidad pública… Quiero agradecer a este Congreso la aprobación del proyecto que estableció la elección directa por los ciudadanos de los Consejeros Regionales”.

El último discurso presidencial fue, sin duda, de despedida. No sólo mostro lo que ha hecho en cifras –lo que le fascina y seduce-, sino también lo que queda por hacer en estos últimos meses. El programa político de su gestión también debe entenderse en esa lógica; es decir, en reformas políticas no hay nada más que esperar. La “agenda democrática” ha llegado a su fin. El ciclo ha sido cerrado. La estructura del poder sigue inalterada.

Al evaluar la dimensión política de la gestión Piñera –en términos de las reformas que impulsa-  hay que tener muy claro los objetivos que se impuso desde el primer momento. Por ello, no se le puede medir ni evaluar por lo que no se comprometió. Si, no hay mayores avances es porque a) se ajusto a lo que dijo que haría hace cuatro años, b) no tuvo la habilidad política ni el espacio político para impulsar las demandas por más y mejor democracia y c) en su visión ideológica la política no sólo está sub-ordinada al desarrollo, sino también a su servicio. Simplemente, el binominal, el financiamiento de la política, una asamblea constituyente, la elección directa de los Intendentes, etc. no están en su ADN.

Si bien el programa político del gobierno está agotado y ha llegado a su fin, se hace necesario entender la dinámica de las reformas políticas ocurridas en Chile durante los últimos 25 años. Hay que contextualizarlas en un ciclo político largo. En efecto, el proceso político desde 1990 puede entenderse como una lenta marcha hacia la consolidación y la profundización democrática. En definitiva, una larga lucha por terminar con los “enclaves autoritarios”.

Ha pasado un cuarto de siglo y el avance ha sido lento y limitado. En el gobierno de Aylwin el objetivo político se vinculaba –preferentemente- con la estabilización del proceso democrático en el que el tema de los derechos humanos y la pacificación social era crucial. La democratización de los municipios es un hito en este proceso. Con Frei, se observa una total ausencia de reformas políticas. En el gobierno de Lagos encontramos las reformas constitucionales del 2005 como la gran reforma política no sólo de su gestión, sino también de lo que la Concertación había hecho en 15 años. Finalmente, con Bachelet nuevamente el sistema político se estanca al no registrarse ninguna reforma política.

En veinte años de gobiernos concertacionistas las reformas políticas brillan por su ausencia. Sin duda, lo más relevante es lo que hace Lagos al finalizar su gestión. En ese sentido, la eliminación de los senadores designados, la eliminación del poder deliberante del Consejo de Seguridad Nacional y la inamovilidad de los mandos militares, son cambios muy relevantes para la configuración del poder.

Este vació de reformas políticas no debe llevarnos a pensar que no hubo intentos por hacer cambios, sobre todo, a nivel del sistema electoral. Pero, lo sustancial es que en veinte años en el sistema político no hubo avances y se incubo una crisis triple: participación, representación y legitimidad.

Luego de veinte años de gobiernos concertacionistas,  llega al gobierno Piñera. Se abre un nuevo ciclo político y social en el que los ciudadanos serán los protagonistas. Para el nuevo gobierno la democracia está “enferma y debe ser perfeccionada”. En consecuencia y como una forma de “vitalizar y rejuvenecer” nuestra democracia plantea y ejecuta su “agenda política” de nueve medidas.

La implementación de su “agenda democrática” es lo que hemos visto en estos tres años de gobierno. De esas reformas, la inscripción automática y el voto voluntario y la elección directa de los CORES es lo más relevante. Sin considerar la reforma constitucional de Lagos, lo más relevante en 25 años.

La movilización social-ciudadana –que se abre en Enero del 2011- y el fortalecimiento de la sociedad civil –“ciudadanos empoderados”- ha puesto las presiones y ha generado las condiciones para que el país haya entrado a una dinámica de reformas políticas que conducen –inexorablemente- a un tipo distinto de democracia.

De algún modo, el gobierno de Piñera y el próximo –que se inaugura en marzo del 2014- se pueden interpretar como una transición política que marca el paso de una democracia protegida y limitada a una democracia participativa y colaborativa con niveles superiores de participación, legitimidad y representatividad. Una segunda transición; mientras la primera, es el paso del autoritarismo a la “democracia protegida”; esta segunda -y que está en pleno despliegue- marca el paso de una “democracia restringida” a una democracia participativa e inclusiva en la que, básicamente, no hay subsidio político.

La relevancia del programa político de Piñera no se encuentra, por tanto, en las medidas que implementa. De hecho, la importancia de la “agenda democrática” tiene que ver con que se inserta en un ciclo político nuevo que tiene como principal demanda reformas políticas que hagan posible que la soberanía vuelve a los ciudadanos; y de ese modo, se construya un sistema político en el que los actores sociales y políticos compitan en igualdad de condiciones por “hacer realidad” sus proyectos de país.

Cambiar el sistema electoral, modificar la constitución y financiar la política pública son las reformas claves –y las que están en la agenda- para terminar con la segunda transición política: la que nos conduce de la democracia protegida a la democracia sin subsidio.


Ese camino –que lleva 25 años y que faltan cuatro más- será un hecho no sólo cuando en la próxima administración se aprueban las reformas políticas pendientes, sino también cuando se elija el parlamento del 2018. Hoy, solo hay que esperar y generar las condiciones políticas y articular las voluntades para hacerlas realidad. Cada día tiene su afán; y cada ciclo sus objetivos.

jueves, 16 de mayo de 2013

El 21 de Mayo y la "Agenda Democrática" del gobierno


Mayo-2013
Se viene la cuenta pública del Presidente. La última de su período. Y como es de esperar, el énfasis estará puesto en los logros de su gobierno. Sin duda, veremos un discurso extremadamente autocomplaciente en el que todo es éxito y bienestar para los chilenos. Será, un relato –en el contexto de la disputa presidencial- en que se marcarán diferencias con lo ocurrido durante el gobierno de Bachelet en el sentido de “mostrarle a los chilenos” que mientras la anterior administración fue mala –cuyos hitos se instalan todos los días en la prensa-, la actual gestión es buena y exitosa.

Pero, no sólo se trata de balances y exaltación, sino también de anuncios. Estos últimos, son uno de los momentos más esperados de estas intervenciones. No será, en esta ocasión, la excepción. Sin embargo, por los rasgos de la coyuntura es altamente probable que dichos anuncios estén orientados a fortalecer las opciones presidenciales del sector.

En consecuencia, será un discurso que en clave connotativa interpelara a los chilenos a que deben seguir dándole la confianza al oficialismo; y de ese modo, darle continuidad a la obra y a su gobierno. Un empujón a sus candidatos presidenciales.

¿Qué traerá este discurso en materia de reformas políticas?

Los tres discursos que ha pronunciado Piñera el 21 de mayo han tenido entres su tópicos principales la “agenda política” del sector. Mientras en el primero se definió la hoja de ruta –que ya se encontraba en su programa de gobierno-, en los siguientes se hizo un balance que daba cuenta de los avances que iba teniendo la “agenda democrática” del oficialismo.

La “agenda política” del gobierno está en directa relación al diagnóstico que hacen de la democracia chilena. En esa dirección, han afirmado desde antes de llegar a La Moneda que nuestra democracia esta “enferma y agotada… muestra signos de agotamiento… -y, por tanto-… hay que perfeccionarla”. Como una forma de responder a esta situación, diseña su “agenda democrática” que se plasma en los discursos del 2010 y 2011.

En esa dirección, plantea nueve medidas: 1). La primera se orienta a “rejuvenecer nuestra democracia y ampliar la participación ciudadana” por medio de la Inscripción automática y Voto voluntario. 2). El Voto de los chilenos en el extranjero. 3). Fortalecer la “democracia regional y comunal haciendo más directa y participativa la elección de sus autoridades”. En esta dirección se instala la elección popular de los Consejeros Regionales.  4). Cambio de fecha de las elecciones presidenciales. 5). Reforma a la Ley de Partidos Políticos orientada a que sean “más transparentes, democráticos y abiertos a la ciudadanía”. 6). Ley de primarias voluntarias, vinculantes, simultáneas y organizadas por el Estado, para elegir a los candidatos a cargos de elección popular”. 7). Creación de la iniciativa popular de leyque “permite que con las firmas del 0,1% de los electores, los ciudadanos puedan presentar proyectos de ley al Congreso Nacional, que no sean de iniciativa exclusiva del Ejecutivo”. 8). Simplificar “los plebiscitos comunales para facilitar la participación de los vecinos” y 9). Perfeccionamiento de los proyectos de ley sobre “declaración de intereses y patrimonio de autoridades” (ley de probidad). En relación a esta última modificación se encuentra la ley de lobby y el acceso a la información pública.

Al revisar estas medidas y sus fundamentos, se observa que el gobierno busca resolver los problemas de esta democracia “agotada” por medio de la participación ciudadana. En efecto, para el gobierno la crisis de la democracia es, finalmente, una crisis de participación.

Para ellos, ahí empiezan y terminan los problemas de la política. No obstante, al revisar los avances de dichas medidas, vemos que a finales del 2011 sólo se había materializado la ley que cambiaba las fechas de las elecciones presidenciales y -a última hora- la ley de voto voluntario. En definitiva, en dos años muy poco avance.

No obstante, durante el 2011 los problemas de la política sólo aumentaron. Las presiones, por tanto, para la agenda política del gobierno generaron las condiciones para avanzar de modo más rápido. Su diagnóstico inicial se profundiza. En efecto, en los dos primeros discursos del 21 de Mayo vemos un diagnóstico similar.

Sin embargo, en el 2012 hay una visión más pesimista al agregar que nuestra democracia “está perdiendo fuerza y vigor y sufre los embates de enfermedades que la debilitan”. Para el oficialismo la debilidad de la democracia chilena se expresa en tres dimensiones: a) Una “ciudadanía cada día más distante de la política”, b) Un “envejecimiento progresivo de nuestro padrón electoral” y c) Una “muy mala evaluación de nuestras instituciones políticas, especialmente el Congreso y los partidos políticos”. Por ello, “debemos construir una democracia más vital, cercana, transparente y participativa”.

Al revisar el cumplimento de la “agenda política” del gobierno hasta Mayo del 2012, vemos que los avances son mínimos. A la fecha, los resultados son los mismos que a fines de Diciembre.

Al evaluar la “agenda democrática” a Mayo del 2013 vemos que el gobierno ha logrado avanzar en la Ley de Primarias y en la elección popular de los Consejeros Regionales. Sin duda, avances que mostrara orgulloso en los próximos días.

De los nueve puntos de la agenda política, puede mostrar avances en cuatro de ellos: cambio en las fechas para las elecciones presidenciales, voto voluntario, primarias y CORES. Si bien, se trata del 50% de lo planteado, ha logrado aprobar proyectos emblemáticos desde el punto de vista del diagnóstico que hacen de la crisis de la democracia chilena y de las formas que hay para solucionarlos.

¿Qué más se le puede pedir al gobierno en materia de reformas políticas?  De hecho, en materia de reformas políticas hicieron los cambios y aprobaron las leyes que plantearon desde el primer momento. Ni más, ni menos. Este gobierno no puede avanzar ni un centímetro más en reformas políticas. Ha tocado techo. Por ello, hay que evaluar lo prometido v/s lo cumplido; y punto.  En esa dirección, por tanto, todavía tiene tiempo y espacio político para seguir avanzando en su agenda de reformas políticas; sobre todo, en lo referido al voto de los chilenos en el exterior y a partidos políticos –obviamente, no respecto a su financiamiento-.

No se le puedo evaluar, por tanto, por no impulsar la reforma al binominal, la elección de los intendentes o una nueva Constitución. Simplemente, no están en su ADN. Estas reformas, por tanto, son el deber político de una coalición distinta.

Lo que, si podemos hacer, es criticar su diagnóstico y las forma de resolver la actual “crisis en la política”. En esa dirección, resulta evidente constatar que las reformas que ha impulsado son de bajo impacto porque no avanzan en la profundización democrática del país ni resuelven la crisis de “participación, legitimidad y representación” que nos invade.

Si bien, el énfasis –de las reformas- está puesto en la participación, vemos que han sido un rotundo fracaso. Al contrario, han terminado profundizado la crisis de participación. Me refiero, en rigor a lo que ocurrió con la inscripción automática y el voto voluntario y la alta abstención manifestada en las últimas municipales. La Ley respectiva, sólo evidencio la crisis. Los ciudadanos siguieron sin participar. Ahora, la Ley de primarias y la elección directa de los CORES tendrán su prueba de fuego en Noviembre. Sin embargo, ya podemos vislumbrar otro fracaso político-legislativo. La gente, seguirá sin participar y marcando distancia.

Se observa, por tanto, que las reformas que buscan “mejorar” la democracia chilena no van a dar solución al diagnóstico inicial. El gobierno, ha optado por reformas que se orientan a la participación. El problema y la debilidad es que han optado por la cantidad y no en la calidad; es decir, en más electores y no en la calidad de la institucionalidad. De hecho, la cantidad se vincula con la Inscripción automática y voto voluntario, el cambio de la fecha de la elección presidencial, el voto de los chilenos en el exterior, las primarias y los CORES. Con la calidad de la participación podemos ubicar a la iniciativa popular de ley y a los plebiscitos comunales.

En definitiva, el gobierno ha tratado de “revitalizar” la democracia chilena por medio de la participación centrada en la cantidad.

Entonces, ¿cómo se va resolver la crisis de participación, legitimidad y representación?

Para ello, hay que avanzar en reformas políticas duras de alto impacto. En esa dirección encontramos la Reforma Constitucional que garantice mínimos de bienestar, que termine con el rol subsidiario del Estado y recupere riquezas básicas; la reforma al binominal que termine con el empate perpetuo; la elección de los Intendentes y descentralización financiera para avanzar hacia una real descentralización política; el limite a la reelección de los parlamentarios que ponga fin a las oligarquías políticas, limitar el presidencialismo para entregar poder al parlamento –y a los representantes-, financiamiento de los partidos políticos y establecimiento de mecanismos para fortalecer la sociedad civil.

Sin embargo, todos estos cambios serán vacíos e inútiles si no hay avance en las actitudes, formas y estilos de los actores políticos. La clase política, debe entender, que la democracia no sólo se fortalece ni profundiza con reformas y cambios a la Ley. Junto a ellos, debe existir  un tipo de relación política centrada en las personas, en la coherencia y en la confianza. En el último tiempo, se ha venido insistiendo en que hay que desterrar las “malas prácticas de la política; ya que, con ellas se contribuye a su desprestigio. Lamentablemente, en la política se juega el rumbo de la historia; y eso, no puede quedar a la voluntad de las buenas costumbres.

Por ahora, el gobierno ya agotó su oferta y nada más tiene por hacer –ni ofrecer- en reformas políticas. Hoy, es la hora de generar las condiciones para avanzar y poder impulsar cambios que contribuyan a abrir una nueva fase de reformas políticas.

domingo, 12 de mayo de 2013

Las primarias como lubricante binominal


Mayo-2013
El debate presidencial y las primarias han puesto nuevamente en el debate político y público la cuestión del binominal. Nuevamente, una coyuntura electoral pone en evidencia la “perversidad” del sistema. Aún más, este adjetivo se ve reforzado cuando observamos lo sucedido en las últimas semanas en torno al fracaso  las primarias parlamentarias “legales”.

En efecto, este hecho nos muestra que el binominal no sólo actúa al momento de contar los votos y definir la forma de elegir a los representantes, sino también en la instancia en que cada partido y/o coalición define sus candidatos. Doble trampa. Doble problema.

En un escenario de “crisis de participación” y de poca valoración de la actividad política, las primarias se han instalado en el debate público como la forma de solucionar una de las aristas de la actual “crisis en la política”. En ese contexto, han sido bien recibidas por la opinión pública y los medios. Es más, cada vez que los ciudadanos han sido convocados a participar –presidenciales anteriores, alcaldes e internas de la DC-, han respondido. Hay, por tanto, una demanda ciudadana y mediática por primarias.

Sin embargo, esta demanda entra en tensión con los partidos y sus lógicas de poder. Ello, no puede ser de otro modo. Los partidos son máquinas de poder que si bien deben tener sintonía con lo social, deben –al mismo tiempo- defender sus intereses y sus posiciones de poder. El fracaso de la realización de primarias “legales” hay que leerlo en esa lógica. No nos engañemos: 10 primarias es muy poco para 60 distritos, 10 circunscripciones y diez partidos.

En rigor, las primarias parlamentarias tienen como objetivo político hacer digerible –como un lubricante-, más competitivo y legítimo el binominal. Para eso y por eso, fueron creadas. De hecho, en un sistema proporcional la necesidad de realizar primarias parlamentarias no tiene ningún sentido; como, tampoco lo tiene para definir candidaturas al concejo municipal –concejales-.

Luego, de más de veinte años de binominal ha llegado el momento de su transformación. Todos los candidatos y actores sociales y políticos están de acuerdo en que hay que hacer ajustes y/o cambios al sistema electoral vigente. La discusión, por tanto, va comenzar a girar en torno al  método electoral a implementar a mediano plazo –para las parlamentarias del 2017-.

El debate en torno al binominal ha mostrado avances en el sentido de que desde distintos sectores se ha comenzado a plantear “propuestas concretas”. Estas van desde un “mayoritario uninominal” hasta un “proporcional puro” pasando por un  “proporcional corregido-moderado”. Las opciones electorales ya están en la mesa.

Las posturas muestran que en la oposición la tesis que se impone es la de un “proporcional moderado”. A su vez, en el oficialismo domina la tesis de los sistemas mayoritarios –incluidos los presidenciables del sector-. Sin embargo, en sectores se RN hay voces que se inclinan por un proporcional corregido que se plasma en el acuerdo de Enero del 2012 con la DC.

El candidato del gremialismo es partidario de un sistema uninominal. Sin embargo, tiene claridad de que es una tesis que si bien tiene defensores al interior del gremialismo, a nivel del país se trata de una postura minoritaria. Por ello, plantea que hay que avanzar hacia un sistema que genere estabilidad y moderación –virtudes de los mayoritarios- y aumente la representatividad –virtudes de los proporcionales-. En definitiva, un híbrido que se deberá definir –y consensuar- en la próxima legislatura.

Para el oficialismo, el uninominal no sólo tiene pocos defensores a nivel país, sino también es una muy mala fórmula para el sector. De hecho, al proyectar los resultados con esa mecánica -de convertir los votos en escaños- a lo largo de las elecciones realizadas desde le ’89, vemos que la derecha es derrotada de forma contundente y dramática. Sobre la bases de mantener los actuales distritos o circunscripciones y de reducir los diputados electos a 60 –uno por distrito- y los senadores a 19 –uno por circunscripción-, se observa la siguiente correlación de fuerzas:

En las parlamentarias de 1989 la Concertación obtendría 50 de los sesenta diputados. Si a ello, le agregamos la elección de Juan Pablo Letelier y Hosain Sabag el conglomerado sube su representación a 52. La Derecha, obtendría, por tanto, 8 Diputados. Un desastre. En el Senado, de los 19 senadores, la Concertación logra 18; la Derecha se queda con uno.

En las parlamentarias de 1993 la Concertación baja a 47 y la Derecha sube a 13. En el Senado de los nueve electos, la Derecha se queda con cuatro y la Concertación con cinco. Sin considerar los designados, la Derecha tendría 5 de 14 senadores. Otra derrota tremenda.        En las parlamentarias de 1997 se consolida la tendencia; la Concertación baja a 37 y la Derecha sube a 21 en los Diputados. A nivel senatorial de los diez cupos en competencia la Derecha sólo se queda con uno. Luego, de los 19 senadores –en el marco del uninominal-, la Concertación tendría 14.

En las parlamentarias de 2001 hay una inflexión importante. Mientras la Concertación baja a 27 Diputados, la Derecha sube a 32. En el Senado, la Concertación seguiría contando con los 3/5 al tener 13 senadores. En el 2005 vuelven los resultados a favorecer a la Concertación al manifestarse cifras muy similares a las observadas en el ’89 y el ’93. De ese modo, mientras la Derecha baja a 12 diputados, la Concertación sube a 48. En el Senado, mantienen sus 13 asientos. Finalmente, en las parlamentarias del 2009, la relación de cupos es de 36 a 22 a favor de la Concertación. En el Senado, sus representantes bajarían a once.

En consecuencia, en un sistema uninominal la Derecha hubiese sufrido derrotas de gran magnitud. No nos engañemos: la reforma electoral se hace con calculadora en mano. Las convicciones democráticas son menos –y mucho menos- relevantes que los cálculos electorales. Por ello, la opción uninominal no tiene ninguna posibilidad de instalarse como sistema electoral en Chile. Van quedando, por tanto, sólo dos opciones de cambio: un tipo de proporcional o un ajuste al binominal.

Para el primer caso, las primarias no tienen sentido ni utilidad; pasarían, rápidamente al olvido y al baúl de los malos recuerdos. Para el segundo caso, podrían contribuir como una forma de aumentar la competencia y la representatividad en el contexto de un sistema electoral centrado en la gobernabilidad y en la política duopolica de rasgos moderados.

Las primarias, en definitiva, sólo han evidenciado que el binominal ha llegado a su fin. Las primarias han llegado tarde. Las primarias serán de corta vida. Las primarias serán un mal recuerdo.  Las primarias, no deben reforzar el binominal. Las primarias, no deben hacer que se olvide el objetivo fundamental. El dispositivo de las primarias ha fracasado.

domingo, 5 de mayo de 2013

Bajar a Golborne y salvar el modelo

Mayo-2013

La “operación Longueira” plantea muchas interrogantes. Sin embargo, hay dos que quiero abordar; ¿cuáles fueron las condiciones políticas que hicieron posible la “bajada” de Golborne? y ¿qué objetivos de poder hay detrás de esta operación?

Las condiciones políticas que sustentan la “operación Longueira”. El “misil” que disparo Allamand no sólo destruyó la opción presidencial de Golborne, sino también la del gremialismo. Desde ese momento, la opción del hijo de Maipú pasó a ser “in viable”. El candidato había quedado mortalmente herido.

Hasta ese momento circulaba el diagnóstico de que Golborne se estaba desinflando. Había encuestas que mostraba la baja. La UDI estaba inquietaba. Lo que más le preocupaba, era que la “performance” de su candidato estaba dañando de manera importante su capital político y electoral; en definitiva, su peso parlamentario futuro.

Por ello, la “bajada” del ex Cencosud debe entenderse en dos dimensiones; en el corto y largo plazo. En efecto, en el corto plazo está el caso de los “abusos y de los paraísos fiscales” y en el  largo plazo, una candidatura débil y sin liderazgo político que cada día perdía fuerza electoral.

Junto a la “debilidad estructural” de Golborne y al “misil Allamand” hay un tercer elemento que contribuye a configurar las condiciones socio-políticas que hacen posible la “operación Longueira”. Se trata, de que la coyuntura presidencial tiene como eje central del debate programático, político y electoral la cuestión del modelo. Lo que está en juego en esta coyuntura, por tanto, es el tipo de sociedad y de desarrollo que se va comenzar a construir.

Finalmente, a estos tres elementos se agrega uno más. Se trata, de que en el país se han generado condiciones políticas, electorales, económicas y sociales para impulsar una amplia agenda de transformaciones; que está orientada a desmantelar el neoliberalismo local.

Los objetivos de la “operación Longueira”. El escenario anterior no podía seguir. Había llegado el momento de cambiar los objetivos de una fase. El gremialismo no se podía hundir con el ex Cencosud. No sólo bastaba con bajar a Laurence; había, que controlar el partido y evitar que la directiva siguiera cometiendo errores. La “operación Longueira”, por tanto, no solo implica suceder a Golborne, sino también controlar e incidir en la directiva del partido. Melero, Novoa y Coloma también han quedado heridos.

He identificado cuatro objetivos políticos:

1. Fortalecer a la UDI y defender sus posiciones en el parlamento. Golborne estaba debilitando el área de influencia de la UDI y poniendo en riesgo su futuro político y parlamentario.  Desde el “golpe blanco” que se ha dado al interior del gremialismo se comienza a recuperar la unidad, la mística, la capacidad de trabajo y el proyecto popular.

Longueira, tiene la misión de fortalecer la lista parlamentaria para evitar los doblajes potenciales que rondan en el ambiente, para no perder posiciones de poder frente a RN y peso en el Congreso. De hecho, en estas parlamentarias la UDI es el partido que más arriesga. De este modo, la mejor lista –sobre todo, a nivel senatorial- no debe estar sometida a los vaivenes de mayorías desconocidas y circunstanciales. Por ello, la primera decisión es no hacer primarias parlamentarias y ubicar las fichas donde sea más rentable. Longueira interpreta este hecho como una vuelta al “origen de la UDI”.

2. Defender el modelo. La fase que se abre desde la irrupción del malestar ciudadano es política e ideológica. Lo que está en juego son los principales enclaves económicos, políticos y simbólicos del neoliberalismo chileno. Los arquitectos del modelo, tienen la misión moral y política de defender la obra.  La preocupación es evidente y razonable. 

Nueva Constitución, Reforma Tributaria, nuevo Código Laboral, Descentralización político-espacial, educación de calidad, pública y gratuita, Nacionalización de recursos naturales -agua y litio-, AFP pública, fin a los abusos y deslegitimación del "lucro" son algunos de las dimensiones que ponen en jaque las bases del modelo.

3. Legitimarse como interlocutor del gremialismo y del sector ante la “agenda de la igualdad”. Las palabras de “buen vecino” que ha emitido en sus primeras entrevistas y discursos hacia la izquierda, hacia Bachelet y hacia la Concertación son señales que no sólo buscan reducir el enfrentamiento en la coyuntura presidencial, sino también generar condiciones políticas para negociar los cambios al modelo que se van a impulsar en la próxima administración.  ¿Con quién –de la futura oposición- va articular consensos y acuerdos el gobierno de la “Nueva Mayoría”?

 “Crecimiento/Progreso con inclusión” es el relato que se ha instalado, al menos, en el gremialismo. Lo afirmaba Golborne y hoy lo repite Longueira. Están dispuestos a que se instale y opere la agenda de la inclusión. Por tanto, la nueva fase debe fundarse en un nuevo pacto. Longueira, viene a jugar ese rol.

4. Generar condiciones para un segundo gobierno de la alianza. Este objetivo es complejo y contradictorio. Hay que entenderlo en dos planos; el primero, en que no se puede hacer pública la percepción de que la presidencial está perdida y que se buscan otros objetivos; menos aún, cuando no se han contado los votos. Y en segundo lugar, hay que competir y llegar a “cada rincón de Chile” con el mensaje de que es bueno para el país que haya un segundo gobierno de la Alianza y que no se pierda la oportunidad histórica de alcanzar el desarrollo.

De este modo, Longueira no sólo viene a fortalecer el rol político del gremialismo a corto y largo plazo, sino también a potenciar la opción presidencial del oficialismo como una forma de lograr su objetivo principal.

Pero, en ese tránsito la derecha ha ganado en tonelaje político; pero, ha perdido en votos, en credibilidad y en confianza. Igual que los otros aspirantes al gobierno, comienzan a mirar en el horizonte el 2018.

viernes, 3 de mayo de 2013

La "operación Longueira"


Mayo-2013
La “operación Longueira” ha planteado una serie de preguntas; ¿cuáles fueron las condiciones políticas que hicieron que todo esto fuera posible?, ¿qué sucedió para el desenlace de uno de los episodios más interesantes, oscuros y llenos de aristas de los últimos años?, ¿porqué emerge en el terreno de la coyuntura un hecho político como el que estamos presenciando?, ¿qué objetivos de poder hay detrás de esta operación?, ¿qué efectos tendrá esta coyuntura sobre el futuro político y electoral del oficialismo?, ¿a qué responde la bajada de Golborne; a hechos fortuitos o a una operación política que se venía fraguando?

El “misil” que disparo Allamand no sólo destruyó la opción presidencial de Golborne, sino también la del gremialismo. Desde ese momento, la opción del hijo de Maipú pasó a ser “in viable”. El candidato había quedado mortalmente herido.

Hasta ese momento, en la UDI y en sectores del oficialismo circulaba el diagnóstico de que Golborne se estaba desinflando. Durante los días previos se habló ampliamente sobre las encuestas privadas que mostraban esa realidad. Golborne, estaba perdiendo su ventaja inicial y su principal activo. Sin embargo, a la UDI no sólo le inquietaba ese hecho, sino también que la “performance” de su candidato estaba dañando de manera importante su capital político y electoral; en definitiva, su peso parlamentario.

Por ello, la “bajada” del ex Cencosud debe entenderse en dos dimensiones; en el corto y largo plazo. En efecto, en el corto plazo está el caso de los “abusos y de los paraísos fiscales” y en el  largo plazo, una candidatura débil y sin liderazgo político que cada día perdía fuerza electoral.

Junto a la “debilidad estructural” de la candidatura de Golborne y al “misil” que mando Allamand, hay un tercer elemento que contribuye a configurar las condiciones socio-políticas que hacen posible la “operación Longueira”. Se trata, de que la coyuntura presidencial tiene como eje central del debate programático, político y electoral la cuestión del modelo. Lo que está en juego en esta coyuntura, por tanto, es el tipo de sociedad y de desarrollo que se va comenzar a construir.

Finalmente, a estos tres elementos se agrega uno más. Se trata, de que en el país se han generado condiciones políticas, electorales, económicas y sociales para impulsar una amplia agenda de transformaciones; que está orientada a desmantelar el neoliberalismo local.

¿Es casualidad, que justo en esta coyuntura estén defendiendo el modelo dos de sus arquitectos políticos: Allamand y Longueira?, ¿es casualidad, que sean ellos los que están negociando –o lo van hacer- los ajustes que se le pueden hacer la modelo?

Había llegado el momento de cambiar los objetivos de la fase. El nuevo ciclo es ideológico y político; y por tanto, se requería una política de “shock”. Y para ello, lo primero que había que hacer era “despedir” a Golborne. El gremialismo no se podía hundir con el ex Cencosud. Sin embargo, no sólo bastaba con bajar a Laurence; había, que controlar el partido y evitar que la directiva siguiera cometiendo errores. Para ello, Longueira debía reemplazar a Golborne en la candidatura presidencial. La “operación Longueira”, por tanto, no solo implica suceder a Golborne, sino también controlar e incidir en la directiva del partido. Melero, Novoa y Coloma también han quedado heridos.

Las prioridades han cambiado. ¿Cuáles son los nuevos objetivos de la “operación Longueira? Podemos identificar cuatro:

1. Fortalecer a la UDI y defender sus posiciones en el parlamento. Golborne estaba debilitando el área de influencia de la UDI y poniendo en riesgo su futuro político y parlamentario. En esa perspectiva, la llegada de Longueira y el control que va tener sobre la lista parlamentaria puede leerse como un golpe de timón a la directiva de Melero. Desde el “golpe blanco” que se ha dado al interior del gremialismo se comienza a recuperar la mística, la capacidad de trabajo y el proyecto de la UDI-Popular.

Longueira, tiene la misión de fortalecer la lista parlamentaria del gremialismo no sólo para evitar los doblajes potenciales que rondan en el ambiente –y que le quitan el sueño a Carlos Larraín-, sino también para no perder posiciones de poder frente a RN y al interior del Congreso. De hecho, en estas parlamentarias la UDI es el partido que más arriesga. De este modo, la mejor lista –sobre todo, a nivel senatorial- no debe estar sometida a los vaivenes de mayorías desconocidas y circunstanciales. Por ello, la primera decisión es no hacer primarias parlamentarias y ubicar las fichas donde sea más rentable.

2. Defender el modelo. La fase que se abre desde la irrupción del malestar ciudadano es política e ideológica. Lo que está en juego son los principales enclaves económicos, políticos y simbólicos del neoliberalismo chileno. Los arquitectos del modelo, tienen la misión moral y política de defender la obra.

La defensa surge cuando se observa que en el debate político-público se ha instalado con mucha fuerza la idea de que el modelo debe ser transformado de manera “estructural”. La preocupación es evidente.

3. Legitimarse como interlocutor del gremialismo y del sector ante la “agenda de la igualdad”. Las palabras de “buen vecino” que ha emitido en sus primeras entrevistas y discursos hacia la izquierda, hacia Bachelet y hacia la Concertación y sus candidatos son señales de que no sólo buscan reducir el enfrentamiento en la coyuntura presidencial, sino también generar condiciones políticas para negociar los cambios al modelo que se van a impulsar en la próxima administración: ¿con quién –de la futura oposición- va articular consensos y acuerdos el gobierno de la “Nueva Mayoría”?

El hecho de haber mencionado su rol en haber ayudado a la DC para inscribir sus candidatos y haber estabilizado el gobierno de Lagos, son señales que me llevan a levantar esta hipótesis. En este escenario no sólo el “ingeniero de la política” asume un rol articulador, sino también el gremialismo. Ya veremos, como se desarrolla esta dimensión.

Crecimiento con inclusión” es el relato que se ha instalado, al menos, en el gremialismo. Lo afirmaba Golborne y hoy lo repite Longueira. Están dispuestos a que se instale y opere la agenda de la inclusión; pero, también que se siga en la senda del crecimiento y sus pilares básicos. Por tanto, la nueva fase debe fundarse en un nuevo pacto. Longueira, viene a jugar ese rol.

4. Generar condiciones para un segundo gobierno de la alianza. Este objetivo es complejo y contradictorio. Hay que entenderlo en dos planos; el primero, en que no se puede hacer pública la percepción de que la presidencial está perdida y que se buscan otros objetivos; menos aún, cuando no se han contado los votos. Y en segundo lugar, hay que competir y llegar a “cada rincón de Chile” con el mensaje de que es bueno para el país que haya un segundo gobierno de la Alianza y que no se pierda la oportunidad histórica de alcanzar el desarrollo.

De este modo, Longueira no sólo viene a fortalecer el rol político del gremialismo a corto y largo plazo, sino también a potenciar la opción presidencial del oficialismo como una forma de lograr su objetivo principal.

Pero, en ese tránsito la derecha ha ganado en tonelaje político; pero, ha perdido en votos, en credibilidad y en confianza. Igual que los otros aspirantes al gobierno, comienzan a mirar en el horizonte el 2018.

miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Qué busca Longueira?


Mayo-2013
Han pasado las horas y las decisiones del gremialismo han sido tomadas. Como siempre la realidad termina superando la imaginación, lo razonable y lo deseable. La coyuntura que se abre luego del golpe de “guante rojo” que Allamand le propicio a la candidatura de Golborne ha sido compleja no sólo por el contexto y los tiempos en los que deben decidir, sino también porque la decisión tiene efectos de poder de suma relevancia para el futuro del oficialismo.

En efecto, el buen o mal terminó de la gestión Piñera, las probabilidades de la sucesión, las dinámicas que va asumir la campaña presidencial, las relaciones entre UDI-RN, el futuro de la lista parlamentaria y el peso político de la UDI, son los aspectos más significativos que se van re-definir a partir de la decisión que el gremialismo ha tomado en torno a Golborne y a la primaria.

La UDI debió tomar tres decisiones: seguir participando en la campaña presidencial con un representante, definir el candidato y elegir el mecanismo. La primera interrogante fue rápidamente resuelta: la UDI seguía en carrera. Luego, debían definir si siguen con Golborne o levantan otro presidenciable. Presionados por la coyuntura y los tiempos tomaron la decisión de “bajar” al ex Cencosud: le dieron “las gracias” y se fue.

A los minutos llegó Longueira; la nueva carta presidencial del partido. Se iba el que “abusaba de los consumidores” y llegaba el que defendía a los consumidores. Se iba el presidenciable de la “nueva política” y llegaba en pleno la “vieja política”.

Este hecho, vino a ratificar el secreto a voces que circulaba en los pasillos del poder: Golborne está desinflado. Por ello, la “bajada” del ex Cencosud debe entenderse en dos dimensiones; en el corto y largo plazo. En efecto, en el corto plazo está el caso de los “abusos y de los paraísos fiscales” y en el  largo plazo, una candidatura debilitada, sin peso ni liderazgo político que cada día perdía fuerza electoral.

Era evidente que la “opción Golborne” estaba dañando el posicionamiento del gremialismo y poniendo en riesgo su peso político durante los próximos años. Había que dar un golpe; y, no dudaron en hacerlo. De ese modo, el ex Cencosud recibía en un lapso de cinco días dos golpes mortales: el de Allamand y el de Longueira.

Longueira no sólo venía a fortalecer la campaña del gremialismo, sobre todo, su lista parlamentaria, sino también a “defender el modelo con ajustes” y evitar que Chile perdiera su “oportunidad histórica de alcanzar el desarrollo”.

Finalmente, deben resolver la tercera interrogante: ratificar o desahuciar el mecanismo de primarias. Luego de intensas horas de negociaciones el gremialismo ha definido competir con Longueira en el contexto de las primarias.

En un análisis anterior identifique cuatro escenarios que emergen luego del golpe que Allamand le da a la candidatura del gremialismo. Ellos son: que participen en primarias con Golborne, que participen en primarias con otro candidato, que vayan a la primera vuelta con el ex Cencosud y que vayan a primera vuelta sin Golborne. Ya sabemos, lo que han decido.

En rigor, cada escenario era y es complejo para la UDI. A la vez, cada uno de ellos tenía sus ventajas y desventajas. Todos eran probables. Obviamente, uno más que otros. Todo, finalmente, dependía de los objetivos que definían para la nueva fase. En pocas horas y en medio de una soterrada disputa interna, debían evaluar los riesgos de cada escenario.

Los dos escenarios que más probabilidades tenían de ocurrencia y que más rentaban al gremialismo consideraban la participación en las primarias con Golborne o con otro candidato. Lo relevante eran las primarias; es decir, el mecanismo y no el presidenciable. En efecto, la ratificación de las primarias era lo mejor para todos; para la UDI, para Allamand, para RN y para el gobierno y su agenda democrática. De ese modo, no sólo se reducían y acortaban –en tiempo- las tensiones de la competencia, sino también se generaban condiciones favorables para recomponer la unidad y fortalecer la lista parlamentaria del sector.

Del mismo modo, los dos escenarios menos probables y de menor rendimiento político y electoral para el oficialismo es el que consideraba competir en una primera vuelta ya sea con Golborne o con otro candidato.

Primer escenario. Competir en la primaria con Golborne. Como vimos, la primaria es la mejor opción para el oficialismo. Sin embargo, la piedra de tope para este escenario era la presencia de Golborne. El diagnóstico era contundente: ya “no era posible”. Entonces, surge un problema: ¿cómo bajarlo? y ¿cómo hacer lo impresentable, como algo presentable?; ¿cómo reducir los efectos negativos de esta operación?

No sólo hay voces en la UDI que estaban por seguir con Golborne y la primaria, sino también variables que aconsejan seguir con el ex Cencosud. Los elementos que fortalecían la opción de Golborne eran tres:

a. Golborne, ya tenían en marcha un relato y una forma de vincularse con la ciudadanía –lo que hasta ese momento era el proyecto presidencial del gremialismo-. ¿Qué le va decir la UDI a los ciudadanos y potenciales electores?; ¿van a cambiar el relato y la forma de contactarse con la gente?, ¿en qué queda el relato de la meritocracia?

b. Golborne, seguía siendo el más competitivo del sector. De hecho, el martes –a horas de su despedida- un Diputado mencionaba que el fin de semana había hecho campaña y que la opción de Golborne no estaba dañada. En la misma dirección, Longueira afirmaba en La Moneda que “no soy el mejor candidato”. En efecto, aún herido, Golborne podía ganar la primaria. En efecto, el ex Jumbo seguía siendo competitivo en ese escenario. Si bien estaba debilitado, las encuestas le seguían siendo favorables. Lo negativo, era la tendencia. Surge la duda: ¿hay otro en la UDI que pueda ganar la primaria?

c. Mantener a Golborne –aun sabiendo, que era una candidatura débil y dañada- tenía que ver con un gesto humano, de lealtades y de compromisos. Con esta operación la UDI ha ratificado ser el partido más pragmático del país. Cuando Golborne tenía buenos rendimientos, su postulación era viable y competitiva. Cuando perdió fuerza y estaba en el suelo, sus “mentores” lo dejaron sólo, lo bajaron y le dieron las “gracias”. Esto me parecía y parece impresentable. Pero, esto es política .Veremos, en las próximas semanas los efectos negativos y no deseados que este hecho puede generarle al gremialismo.

Segundo escenario. Compiten en primera vuelta con Golborne. Este escenario no sólo era el más ineficiente y negativo desde el punto de vista electoral y político para la UDI y el oficialismo, sino también el de menos probabilidades de ocurrencia. Golborne, lo tenía claro y lo manifestó: no estaba dispuesto a ser candidato en una primera vuelta.

En este escenario no sólo se mantiene un candidato débil que prolonga la agonía –aún cuando haya ganado las primarias-, sino también se instalan tensiones desde todo flanco –desde la oposición y desde el propio Allamand-.

Pero, en la coyuntura política de las grandes definiciones no se podía seguir sin liderazgo, peso ni experiencia política. No se podía prolongar la agonía.  En un escenario con Golborne era mejor perder en la primaria.

Tercer escenario. Compiten en primaria con otro candidato. Este era un escenario tan probable como el que consideraba primarias con Golborne. Sin embargo, seguir con el ex Cencosud era muy complejo; “in viable” han dicho. Pero, poner en marcha esta operación tenía y tiene efectos negativos que pueden anular las ventajas que tiene cambiar al candidato. Luego, de los cálculos respectivos, la UDI decidió bajar a Golborne y poner a Longueira.

La ventaja de este escenario es doble; confirma primaria y “revitaliza” la opción presidencial del gremialismo. La contradicción, es que este fortalecimiento no tiene que ver con ganar la presidencial. Con esta decisión han cambiado los objetivos políticos de la fase. En efecto, la  estrategia de llegar a La Moneda con un gremialista –aunque, Golborne no lo sea- ha sido relegada al olvido. Las prioridades han cambiado.

Para la UDI, las probabilidades de ganar en este evento con Golborne son tan reales como con Longueira. La primaria oficialista está abierta. Si bien Longueira tiene alto rechazo ciudadano y baja intención de voto, es un candidato que “gana elecciones”. No se puede decir lo mismo de Allamand que ha perdido y ha sido subsidiado en términos electorales.

No obstante, el escenario cambia radicalmente para Longueira cuando se trata de la primera vuelta. En esta competencia aparece menos competitivo que Allamand.  Por ello, Longueira ha llegado para fortalecer la lista parlamentaria del gremialismo, para defender el modelo y aumentar la influencia política de la UDI durante la gestión Bachelet.

Una de las desventajas de esta opción tiene que ver con los efectos negativos que genera la salida de Golborne a nivel externo e interno; es decir, con lo que pase a nivel de la opinión pública –la imagen que queda- y con la correlación de fuerza al interior del gremialismo y las heridas que se abren. Este flanco está abierto.

La vinculación de Longueira con el caso Censo puede debilitar el objetivo político de esta operación. Sin embargo, todo indica que no debería ser dañado mayormente. Es un flanco y un riesgo que lo tiene neutralizado.

Cuarto escenario. Compiten en la primera vuelta con otro candidato. Este escenario era el menos probable y el de menor rendimiento político-electoral para el oficialismo. Era malo para el gobierno, para Allamand y RN. Sin embargo, es el mejor escenario para el gremialismo.

La decisión del gremialismo ya la sabemos. La decisión que tomaron fue compleja, arriesgada, valiente y muy política. Para ello, ha debido combinar pragmatismo, “inteligencia política”, disciplina e instinto de sobrevivencia. Sin duda, ha sido una buena decisión. A medida que pasan las horas y Longueira comienza su relato y a mostrar su estilo se va ratificando el hecho de que la decisión que tomaron ha sido acertada.

Sin embargo, si la opción Golborne fue un error de principio a fin -o una “pérdida de tiempo” como casi dice Longueira en una entrevista-, ¿qué seguridad tienen hoy los gremialistas de que no siguen cometiendo errores?

Todo ha sido muy rápido. Todo ha sido producto del cálculo político. El factor sorpresa ha sido fundamental. No habrá paz hasta el 30 de Junio. La historia de esta coyuntura no se ha cerrado. El sector ha ganado en tonelaje político; pero, pierde en votos, credibilidad y confianza. La derecha se ha derechizado. La primaria ha terminado y ha ganado Allamand. Ahora, comienza la otra primaria; la primaria corta. Ha ganado la política y la campaña presidencial se ha politizado.