domingo, 19 de enero de 2014

AMPLITUD y el tercer referente

Enero-2014
El campo político de la derecha está en proceso de fragmentación. Ha sido RN el más dañado con los movimientos que se vienen produciendo desde la coyuntura post-electoral. El partido está en crisis y en una coyuntura de fragmentación que se expresa políticamente en las renuncias que se vienen produciendo hace bastante tiempo y que hoy se han profundizado. Un cisma recorre y fractura al partido.

En lo grueso, frente a frente el partido y los piñeristas. Las fugas ya habían empezado con Rivas, Platovsky, Cantero y Horvaht; siguieron con Larraín Matte, Ibáñez y el grupo AMPLITUD. Y hoy, llega el turno de la senadora Pérez. Al mismo tiempo hay muchas importantes figuras del partido en proceso de “reflexión” y se especula que en los próximos días y semanas se producirán más renuncias. El problema político de hoy es que las renuncias y el “desangramiento” del partido se están produciendo a goteras y la agonía e incertidumbre se prolonga.

En este contexto, la renuncia de tres diputados al partido tiene relevancia política porque buscan articular un referente que compita al interior de la derecha desde una mirada distinta. El grupo AMPLITUD trae aires nuevos al sector. Los efectos políticos serán de alto impacto.

¿Qué es AMPLITUD?
                            
En primer lugar, es la respuesta política que da un sector de RN –minoritaria, se dice-  a la crisis interna del partido. En su documento fundacional afirman que “nuestro tiempo en Renovación Nacional se ha agotado y el espacio para nuestras ideas ya no es viable… Para nosotros, RN es hoy un partido conservador donde las diferencias no son respetadas… y alertados por la derrota electoral de la que somos responsables, es nuestro deber alzar la voz y dar este paso”.

En segundo lugar, AMPLITUD es la voluntad política de crear un partido de centro-derecha liberal. Los liberales de RN se sienten ahogados en el partido. Pero, como hoy hay condiciones políticas para dar un paso al costado ha llegado “el momento de formar un nuevo partido político que proyecte nuestras ideas y contribuya a la amplitud de la Alianza”.
No obstante, sobre la base del realismo político, el grupo tiene claridad en torno a lo complejo que es crear un partido o movimiento político. 

En consecuencia,  hacen “un llamado a Evópoli y a todas las organizaciones sociales que concuerden con nuestros planteamientos, a que juntos formemos un nuevo partido dentro de la alianza… y aspiremos a participar con un candidato de nuestro partido en las primarias presidenciales de la Alianza… y de esta forma llevar por primera a alguien de nuestra generación política a la Presidencia de la República”.

En tercer lugar, AMPLITUD es la voluntad política de ocupar un espacio político en la competencia democrática. En esta dimensión esta el mayor incentivo del proyecto político. Cómo sus ideas tienen demanda ciudadana quieren, por medio de éste “nuevo partido, lograr la unidad de todos los independientes de centro y de derecha que no se sienten interpretados por los partidos actuales”. Pero, la convocatoria es más amplia.

De hecho, el espacio político en disputa no sólo se define por ser independientes de centro y de derecha, sino también por ser un espacio donde confluyen liberales moderados de centro y de clase media que se sienten ajenos a los partidos tradicionales y que sintonizan de mejor manera con los cambios culturales y socio-políticos que han ocurrido en Chile. Es justamente, el espacio que logro captar Velasco en las primarias y que, entre otros, impidió que Allamand ganara esa elección; sobre todo en el ABC1. Los "burgueses" de los que habla Carlos Larraín.

En cuarto lugar, AMPLITUD  es la voluntad de política de crear un partido con vocación de poder que fundamente su acción política e ideológica en el liberalismo.
El grupo se reconoce como de “centro-derecha liberal”. Para ellos, “el liberalismo es mucho más que un mecanismo económico… es una opción política cuyo fin es defender las libertades individuales”.

Para AMPLITUD la centro-derecha del siglo XX fue “una fiel defensora de la democracia representativa y de la progresiva liberalización de las costumbres”.

Su liberalismo de centro-derecha se observa en el rol que le asignan al Estado. Para el grupo, el “Estado debe garantizar que los ciudadanos tengan la oportunidad de desarrollar sus proyectos personales en la medida de sus capacidades y esfuerzos”; pero, no debe caer en “la tutela ni el asistencialismo”.

Creemos en una sociedad, afirman, “donde las personas sean dueñas de sus vidas y en que nadie esté obligado a sacrificar sus valores por imposición del Estado. A la confianza ciega en el Estado de nuestros adversarios políticos, nosotros ofrecemos confianza en las persona… y respeto a la propiedad privada”.

En quinto lugar, AMPLITUD es la voluntad política de romper con el pinochetismo. No sólo rechazan decididamente “los atroces crímenes y atropellos” de la “dictadura de Pinochet”, sino también los responsabilizan con haber interrumpido el desarrollo del liberalismo político: “este proceso hoy lo retomamos con fuerza” han afirmado. Es más, trazan y definen “con mano firme la frontera entre nosotros y quienes toleran, amparan o justifican dictaduras”.

En sexto lugar, AMPLITUD es la voluntad política de instalar una nueva generación en posiciones de poder no sólo al interior de su sector, sino también en el contexto del sistema político chileno y del nuevo ciclo socio-político en desarrollo.

Con AMPLITUD y las renuncias que vienen se configura un nuevo escenario de poder no sólo al interior de la derecha, sino también en el sistema político chileno. En una época de “reformas estructurales” es una buena notica para las fuerzas del cambio.


Vienen días y semanas de re-acomodos y definiciones. Y en este contexto, el piñerismo tiene mucho que decir y hacer. No olvidemos, que el presidente es el personaje público-político más poderosos del país: articula capital económico y capital político. Y todo esto, ¿no será un operación política?

miércoles, 15 de enero de 2014

La AMPLITUD de la crisis en RN

Enero-2014
Terminado el proceso electoral y consumada la derrota anunciada del oficialismo se abre un escenario caracterizado no sólo por la búsqueda de un diagnóstico -que explique porque en menos de cuatro años se llegó a tal situación política-, sino también de los responsables políticos de la debacle.

La “búsqueda de responsables” se ha instalado como la variable dominante de la actual coyuntura. Ha sido el detonante de lo que ocurre hoy en RN. Un cisma que esta fracturando al partido. Pero, la historia es antigua y se explica a corto y largo plazo.

En el largo plazo es la tensión fundacional entre las dos almas del partido: liberales y conservadores. De hecho, los “escenarios de quiebres” entre ambos grupos se arrastran, a lo menos, desde hace dos años cuando se creó un “escenario de ruptura” y se discutió insistentemente esa posibilidad. Pero, como en otras ocasiones, todo quedo en nada.

Y, en el  corto plazo, la “tensa y conflictiva” relación que se genera desde el comienzo del gobierno entre Piñera, el gobierno y el partido. Desde muy temprano el partido se queja públicamente de que no es bien tratado por La Moneda. No hay que olvidar que Allamand antes de entrar al gabinete en enero del 2011, tenía una actitud política bien crítica del gobierno y del Presidente.

El conflicto estaba latente y las palabras de Allamand lo actualizan. Desde que Allamand afirmó que el responsable de la derrota es el presidente, el partido comenzó a incendiarse; en palabras de Monckeberg, comenzaba la guerra y, por tanto, era imperativa la paz.

El partido está en crisis y en una coyuntura de fragmentación. En lo grueso, frente a frente el partido y los piñeristas. Las fugas ya habían empezado con Platovsky, Cantero y Horvaht. Siguió con Larraín e Ibáñez. Ahora, llegó el turno del trío Godoy, Rubilar y Browne en torno al movimiento con pretensión de partido AMPLITUD. Al mismo tiempo hay muchas importantes figuras del partido en proceso de “reflexión” y se especula que en los próximos días y semanas se producirán más renuncias. El problema político de hoy es que las renuncias y el “desangramiento” del partido se están produciendo a goteras y la agonía e incertidumbre se prolonga.

Esto no es todo. El gran triunfo de Piñera es haber generado en su gobierno lo que se empieza a llamar  piñerismo”; es decir, un movimiento político en torno a su personalidad. No olvidemos que es el personaje público-político más poderosos del país: articula capital económico y capital político. Piñera, en rigor, no necesita a nadie para ser candidato a la presidencia de Chile.

En consecuencia, durante el gobierno de Piñera el partido que lo llevó al gobierno, entro en una dinámica centrífuga que se ha manifestado hasta hoy en dos grupos escindidos: el piñerismo y el grupo AMPLITUD. El proceso está en plena maduración.

La renuncia de tres diputados al partido tiene relevancia no sólo por el hecho de que se pone en marcha una proceso de escisión, sino también porque debilita al partido a nivel político, electoral y legislativo. Sin duda, el partido ha sido herido y se desangra lentamente.

¿Qué es AMPLITUD?
                            
En primer lugar, es la respuesta política que da un sector de RN –minoritaria, se dice-  a la crisis interna del partido; que, a su vez, forma parte de la “crisis integral” del sector. En su documento fundacional afirman que “nuestro tiempo en Renovación Nacional se ha agotado y el espacio para nuestras ideas ya no es viable dentro del partido… no es honesto postergar nuestras convicciones sólo para asegurar la paz interna del partido. Para nosotros, RN es hoy un partido conservador donde las diferencias no son respetadas… y alertados por la derrota electoral de la que somos responsables, es nuestro deber alzar la voz y dar este paso”.

En segundo lugar, AMPLITUD es la voluntad política de crear un partido de centro-derecha liberal. En efecto, el mayor incentivo del grupo es tener la convicción de que si bien sus ideas son minoritarias al interior del partido, en la sociedad son mayoritarias y vigentes. Por ello, “hoy es el momento de formar un nuevo partido político que proyecte nuestras ideas y contribuya a la amplitud de la Alianza”. El partido los ahoga y limita. Por tanto, “hoy empezamos de cero… hoy partimos un nuevo movimiento político”.

AMPLITUD no comparte caudillismos ni aventuras populistas. Quieren, de hecho, “reivindicar la importancia de la política y de los partidos”. No obstante, sobre la base del realismo político, el grupo tiene claridad en torno a lo complejo que es crear un partido o movimiento político.

Por ello,  hacen “un llamado a Evópoli y a todas las organizaciones sociales que concuerden con nuestros planteamientos, a que juntos formemos un nuevo partido dentro de la alianza… y aspiremos a participar con un candidato de nuestro partido en las primarias presidenciales de la Alianza… y de esta forma llevar por primera a alguien de nuestra generación política a la Presidencia de la República”.

En tercer lugar, AMPLITUD es la voluntad política de ocupar un espacio político en la competencia democrática. Cómo sus ideas tienen demanda ciudadana quieren, por medio de éste “nuevo partido, lograr la unidad de todos los independientes de centro y de derecha que no se sienten interpretados por los partidos actuales”. Pero, la convocatoria es más amplia. No sólo se interpela la condición de independiente, sino también la condición de liberal y moderado.

De hecho, el espacio político en disputa no sólo se define por ser independientes de centro y de derecha, sino también por ser un espacio donde confluyen liberales moderados de centro que se sienten ajenos a los partidos tradicionales. Es justamente, el espacio que logro captar Velasco en las primarias y que, entre otros, impidió que Allamand ganara la primaria.

Frente a esta intención, Velasco reacciona y se declara de centro-izquierda y destaca que no tiene puentes con AMPLITUD. El mismo Carlos Larraín, mencionaba que el ex ministro les llevaba mucha ventaja.

En cuarto lugar, AMPLITUD  es la voluntad de política de crear un partido con vocación de poder que fundamente su acción política e ideológica en el liberalismo

El grupo se reconoce como de “centro-derecha liberal”. Para ellos, “el liberalismo es mucho más que un mecanismo económico con fines desarrollistas. El liberalismo es una opción política cuyo fin es defender las libertades individuales”.

Para AMPLITUD la centro-derecha del siglo XX fue “una fiel defensora de la democracia representativa y de la progresiva liberalización de las costumbres”.

Su liberalismo también se expresa cuando afirman que quieren una sociedad que “valore el respeto… el derecho a opinar libremente sin temor a represalias”.

Su liberalismo de centro-derecha se observa en el rol que le asignan al Estado. Para el grupo, el “Estado debe garantizar que los ciudadanos tengan la oportunidad de desarrollar sus proyectos personales en la medida de sus capacidades y esfuerzos”; pero, no debe caer en “la tutela ni el asistencialismo”. Creemos en una sociedad, afirman, “donde las personas sean dueñas de sus vidas y en que nadie esté obligado a sacrificar sus valores por imposición del Estado. A la confianza ciega en el Estado de nuestros adversarios políticos, nosotros ofrecemos confianza en las persona… valorización del trabajo… respeto a la privacidad y a la propiedad privada”. AMPLITUD, se la juega “decididamente por el emprendimiento”.

En quinto lugar, AMPLITUD es la voluntad política de romper con el pinochetismo. No sólo rechazan decididamente “los atroces crímenes y atropellos” de la “dictadura de Pinochet”, sino también los responsabilizan con haber interrumpido el desarrollo del liberalismo político: “este proceso hoy lo retomamos con fuerza” han afirmado. Es más, trazan y definen “con mano firme la frontera entre nosotros y quienes toleran, amparan o justifican dictaduras”.

En sexto lugar, AMPLITUD es la voluntad política de instalar una nueva generación en posiciones de poder no sólo al interior de su sector, sino también en el contexto del sistema político chileno y del nuevo ciclo socio-político en desarrollo.

Sin duda, el desafió es grande y la tarea monumental. Independientemente, de si logran sus metas políticas –formar un partido liberal de centro derecha- su presencia genera hoy efectos de poder de corto mediano y largo plazo sobre el sistema político chileno.

En el corto plazo se potencia el escenario de renuncias; y, en el mediano plazo, se va flexibilizar la política de alianzas. La mayor autonomía de estos diputados en términos políticos y legislativos va permitir que muchas iniciativas de la Nueva Mayoría sean despachadas con cierta rapidez. Carlos Larraín ha alertado, en los últimos días, sobre el impacto que esto pudiera tener para el programa de la Nueva Mayoría, incluido, el tipo de sistema electoral que se pudiera aprobar.

De hecho, AMPLITUD se abre “al debate de las reformas constitucionales dentro de la institucionalidad para lograr los cambios necesarios que profundicen nuestra democracia y acojan las transformaciones sociales que los chilenos necesitan, incluyendo la reforma al sistema binominal, el voto de los chilenos en el extranjero y un nuevo pato social con los pueblos indígenas que les otorgue reconocimiento constitucional insertos en la nación chilena, única e indivisible”.

Ello, no obstante, no implica que no se sientan parte de la Alianza por Chile. En ningún momento reniegan de su pertenencia ideológica y política a la centro-derecha. De hecho, en todo momento de su documento afirman que son parte de ese proyecto: contribuir a la amplitud de Alianza, participar en la primaria de la Alianza, formar un nuevo partido dentro de la Alianza son las afirmaciones que hacen entorno a su domicilio político.

En consecuencia, en el largo plazo –próxima presidencial- se podría producir un quiebre político y electoral –sobre todo, si hay un sistema electoral proporcional- de este grupo con la UDI y RN. El camino propio, por tanto, podría ser la estrategia. Hoy no se vislumbra una posibilidad de ese tipo; pero, no se descarta que busquen consolidar su identidad política. Hay muchas variables que despejar.


En los próximos días y semanas asistiremos a ver cómo AMPLITUD evoluciona políticamente. Veremos, cómo comienza a dar pasos para transitar de un grupo, a un movimiento y de ahí a un partido. Veremos, cómo se produce su crecimiento y cómo se relaciona con los otros actores de la derecha, principalmente, con el piñerismo y la UDI. Veremos, cuál es la real amplitud de AMPLITUD.

domingo, 5 de enero de 2014

La crisis de RN y la opción Monckeberg

Enero-2014
Hace una semana se hizo público un documento sobre la crisis de RN titulado “RN y la derecha que queremos” del diputado y aspirante a la presidir el partido Cristián Monckeberg. Para entender las claves políticas del texto y sumergirnos en su tectónica hay que situarse a) en una doble crisis: la que se manifiesta en el oficialismo y la que ocurre al interior de RN y b) en su voluntad de presidir al partido en el próximo período.

El texto, en lo grueso puede ser dividido en dos partes: causas de la derrota y responsabilidades y hoja de ruta para la  “recuperación y re-construcción” política del partido. Veamos.

La “coyuntura de las responsabilidades”. El análisis parte con la constatación de que la derrota electoral  “caló hondo… -y que, las opciones presidenciales fueron- un fracaso rotundo”. A partir de este hecho, se ha producido “un inevitable y necesario proceso de búsqueda de responsabilidades al interior de RN”. El problema político, por tanto, es que desde que se instala la coyuntura de “las responsabilidades” el partido ha entrado en una espiral que amenaza con producir un quiebre “parcial” entre sus dos almas: la conservadora y la liberal; el oficialismo y los piñeristas. El desenlace, es incierto. Al contrario, lo que sí podría ocurrir, es que las fugas potenciales –Lily Pérez, Hinzpeter, la vocera, Baranda, Parot, etc.- sean acotadas y parciales.

Consumada la debacle electoral, el sector –no sólo RN- comenzó a buscar responsabilidades. El tema ya se había insinuado semanas antes. En esta dirección, el sector ha identificado tres posibles responsables: el gobierno, los partidos o ambos. Para Monckeberg, “todos” son responsables: “Gobierno, partidos y dirigencia”. Una posición intermedia y políticamente correcta y neutra. Poco atrevimiento; por ahora.

En consecuencia, a partir de la “coyuntura de las responsabilidades” el partido ha entrado a una fase de alta tensión que tiene a varios militantes en un proceso de “reflexión” en torno a seguir o no en el partido.

Llamado a la paz. En medio de este escenario, Monckeberg hace un llamado a la “paz interna”. Las palabras del diputado, sin duda, connotan un estado de crisis que ha dejado heridos. Sus palabras dan cuenta de una “crisis profunda y muy compleja”. Curiosamente, no usa en todo el texto la palabra “crisis”.

El objetivo político de Monckeberg, por tanto, es doble: pacificación y unidad. “La paz es urgente y necesaria” ha planteado. Y esto, debido a que sólo en un escenario colaborativo y de tranquilidad el partido podrá recuperar su identidad y su capacidad de convocar y ser competitivo. De hecho, “la paz interna nos permitirá embestir nuestros objetivos más urgentes: un debate programático… y un proceso de formación de liderazgos jóvenes, que nos vigorice”.

Las causas de la derrota. Monckeberg no sólo pone atención en el tema de las responsabilidades y en los efectos negativos que ha tenido para el partido –amenazado por un cisma-, sino también en las causas que explican la “derrota electoral”. La respuesta, afirma, no  hay que buscarlas en los “problemas comunicacionales” como se ha venido insistiendo desde hace un par de años. En consecuencia, las razones de la derrota hay que buscarlas en que “claudicamos en la defensa de nuestro ideario.

La tesis no es nueva. Se la escuchamos a Novoa –entre otros- a fines del 2012 hace más un año. La lectura que hace de la derrota encuentra raíces en marzo del 2010. Afirma, que “ganamos, y en lugar de comenzar un trabajo de fortalecer nuestro ideario, cruzamos a quitarle algunas banderas a la Concertación. Así, nos volvimos un poco incoherentes y demasiado tecnócratas. Dejamos de transmitir en la frecuencia ideológica… y fue entonces cuando la Concertación empezó a re-articular su discurso… Nuestros electores apagaron la radio porque ya no había mensaje ideológico para ellos”.

¿Qué quiere significar cuando afirma: que perdieron la presidencial  porque gobernaron con “algunas banderas de la Concertación? Monckeberg, para evitarse enemistades políticas y posicionarse como una carta válida para suceder a “Don Carlos” no entra en detalles. En efecto, no dice “que banderas” ni tampoco quien gobernó con esas ideas. Hay aquí, sin duda, una crítica oculta y latente a la gestión Piñera.

Esto se conecta con un hecho sustancial. Se trata, de que la presidencial del 2009 no sólo la ganaron por el liderazgo de Piñera, “sino también porque la Concertación estaba agotada”. Ocurrió, por tanto, que “una parte del electorado cruzó la vereda por cansancio con nuestro rival, pero entre ellos no se produjo un realineamiento en función de un cambio de valores o ideológico”. En consecuencia, la derecha habría ganado con votos ajenos; tesis que ya la había mencionado Longueira hace unos años.

La identidad abandonada. Abandonar las ideas esenciales del sector se traduce, finalmente, en un problema de identidad. Monckeberg, ha dicho que la derrota electoral se debe a que abandonaron su identidad. En ese contexto, afirma que debemos “recuperar” nuestra identidad de “centro-derecha, moldeada durante la transición y anclada en una historia de respeto por la democracia representativa, las instituciones republicanas y la virtud cívica”.

Para Monckeberg, hay que pacificar el partido; para luego, “reconstruir esa identidad y reforzar lo que nos une en torno a un proyecto país, RN y la derecha chilena”. En este contexto, en consecuencia, se hace una pregunta para el futuro del partido: “¿cómo… recuperamos la senda de una derecha republicana?” y seguimos las enseñanzas de “Francisco Bulnes, Pedro Ibáñez y Sergio Onofre Jarpa”.

Los cuatro pilares. Monckeberg, le plantea al partido que para recuperar la identidad y construir la “derecha que queremos” hay que hacer un giro partidario que se funda en cuatro objetivos políticos: tolerancia, vocación de centro y de mayoría, defender el interés público y superar el cosismo.

1. La tolerancia. Para el diputado, la “paz” es lo primero. Pero, “no una paz… del silencio que esconda las diferencias… sino una paz fruto de la tolerancia y del reconocerse”.

¿A qué se refiere con tolerancia?  Afirma que “hablamos de tolerancia hacia quienes piensan distinto, tienen otras creencias  valores, tienen una opción sexual diferente… respeto a los adultos mayores y hacia los pueblos originarios… hacia las autoridades y a las instituciones”.

La paz, por tanto,  hay que fundarla en la tolerancia. Aquí, sin duda, uno de los mayores déficits del sector. Hay que advertir, en consecuencia, que este no es un problema ideológico; al contrario, es un problema cultural.

2. Acercamiento al centro político. “La derecha que queremos” también requiere vocación de poder. De hecho, “para recuperar es identidad y reforzar lo que nos une en torno a un proyecto país, RN y la derecha chilena… deben fortalecer su vocación de centro… -y su- vocación de mayoría”. En consecuencia, hay que dejar la política de “vetos y de trinchera” característica de la derecha de hoy; y atreverse a “soñar el Chile del futuro, a moldear su porvenir y a proponer cambios de acuerdo a nuestro ideario”.

Aquí, tampoco ninguna novedad. Es una tesis que la escuchamos desde fines de los ochenta. RN ha insistido en innumerables ocasiones sobre un posible acercamiento con la DC.

Pero, sólo una vez, que la identidad del partido sea recuperada podemos “ampliar la casa y profundizar en el corto y mediano plazo nuestro entendimiento con el centro político, con aquellos con quienes tenemos coincidencias importantes en cuanto al modelo de sociedad: Evópoli… con el humanismo cristiano, con regionalistas, incluso con personas que creyeron en Andrés Velasco”.

Para Monckeberg, hay que “emprender la construcción de un frente político amplio, abierto, sin vetos, con reglas claras… con cultura de coalición y no meramente electoral”.

En este contexto tiene “especial relevancia un eventualmente acercamiento con la DC, superando las fronteras que dibujó el plebiscito del año ’88”.

3. Defender el interés público. El partido y el sector para volver a ser competitivo tiene que identificarse con el interés público. La derecha no puede seguir siendo identificada con el interés privado y los negocios “abusivos”. La derecha del futuro, por tanto, no puede ser vista como “los representantes de los intereses económicos”.

4. Superar el cosismo. También, es una idea que ya se ha escuchado en el sector. De hecho, el propio Novoa es crítico de este tipo de estrategia que se impuso en el sector desde fines de los noventa y que tuvo a la dupla Lavín-Longueira a 30 mil votos de ganarle a Lagos en la presidencial del ’99. Para Monckeberg, el resultado de esta “política de cosas” los llevó a abandonar sus ideas. Y, en este contexto, “la izquierda construyó una hegemonía cultural que movió la frontera ideológica y redibujo el mapa de la agenda en aspectos sustantivos”.

El cosismo, finalmente, “reniega de la ideología propia”. Fue pan para hoy y hambre para mañana. El cosismo hizo que la derecha fuera competitiva y llegara a La Moneda; pero, también que perdieran el gobierno en tan sólo cuatro años; en rigor, el un poco más de un año; ya que, el desalojo comenzó en el 2011.

Nuevamente, Monckeberg no profundiza en sus palabras ni en sus definiciones políticas. Para el diputado por Las Condes, Piñera ¿fue un presidente cosista?

La derecha del futuro. A estas alturas del debate y de la competencia política, es evidente que la derecha transita hacia una nueva condición. “El modelo de la derecha ochentera está agotado, su estructura debilitada y su conexión con la gente extraviada. La Alianza ha cumplido un ciclo… y frente a eso debemos ser valientes y no tener miedo a patear la colmena”.

Monckeberg, por tanto, le presenta a su partido una alternativa de cambio; un modelo de derecha que sigue la tradición de la derecha histórica y republicana que simboliza Fco. Bulnes, Pedro Ibáñez y Onofre Jarpa: un conservador, un liberal y un nacionalista. Monckeberg, se reconoce, por tanto, heredero de esa tradición.

La prudencia es lo que domina su relato y propuesta. Monckeberg, quiere presidir RN y no enemistarse con nadie de su familia más cercana: ni con Piñera, ni con Allamand, ni con la dupla Ossandón-Larraín. Este hecho, sin duda, ha anulado la potencia y la profundidad de su diagnóstico. Monckeberg, quiere pacificar a RN, mantener la unidad –en RN “no sobra nadie” ha dicho- y desde esta condición ofrecer un camino de acción política que los saque de la actual coyuntura y los proyecte nuevamente a La Moneda.

No nos dice, finalmente, si Piñera fue el que abandonó las ideas del sector y gobernó con “algunas banderas de la Concertación” o si su gobierno fue o no cosista. Tampoco, nos dice nada acerca de las ideas que supuestamente abandonaron. ¿Por qué no profundiza en estas variables?

Las debilidades del relato. Finalmente, para Monckeberg, el problema político de la derecha en general y del partido en particular es que se quedaron sin proyectos ni ideas con las que interpelar a los ciudadanos. Ese, es el dilema mayor. No sólo deben reconstruir un proyecto país, sino también comunicarlo y seducir a los electores. Todo indica, que la Nueva Mayoría tiene, a lo menos, ocho años para gobernar. La derecha fue superada por el devenir histórico.

Pero, hay un segundo problema político de magnitud. Se trata, de que el relato de Monckeberg no ha logrado captar al “esencia” del Chile que emerge en el nuevo ciclo. El diputado, no ha captado que las ideas que fueron las bases del modelo por treinta años se agotaron. Para él, y su sector, sólo hay que hacer ajustes que corrijan el modelo.

Es muy elocuente cuando afirma que el modelo sólo tiene vicios que se derivan de los abusos. Para Monckeberg, “los chilenos… no están cansados del sistema, están cansados de los abusos, no sienten rabia frente a una tarjeta de crédito, sino contra engaños y cobros indebidos; no proponen un nuevo sistema de pensiones… no buscan una educación estatizante y uniforme, sino que una en que las instituciones no son un negocio”.

Y, en el mismo sentido se pregunta: “¿está en el interés público una nueva constitución… que la educación sea pública exclusivamente… o en subir los impuestos?”.

Parece olvidar, el diputado, que los ciudadanos votaron mayoritariamente por el programa de los cambios y que sí a la gente le interesa una nueva constitución que consagre derechos, una educación pública gratuita y de calidad y una reforma tributaria que re-distribuya los ingresos. No en vano, los sucesivos triunfos electorales de Bachelet son una señal muy potente.

Aparece, un tercer problema político del relato Monckeberg. Se trata, de que en este esquema RN y la UDI deben reformular su relación de poder. A Monckeberg, le incomoda el pacto político y electoral que hay con la UDI. Lo relevante, es que no está sólo en esta idea. Muchos en RN piensan y sienten igual. De hecho, en este texto la UDI ha sido caracterizada como una “derecha ultraconservadora”, que no sólo ha impuesto la política de “veto, trinchera y frontón”, sino también el nefasto “cosismo”. Es más, la tesis de acercarse al centro, a la DC y de crear un “Frente Amplio”, choca con las pretensiones hegemónicas del gremialismo. Para Monckeberg y para otras militantes, la UDI es un problema para el partido. La UDI está ahogando a RN.
  
El fin de binominal favorecerá la fragmentación y autonomía política del sector; y esto, tendería a flexibilizar la histórica relación que ha existido entre ambos partidos de la derecha.

No hay mucha claridad hoy, en torno a cómo evolucionará la relación política entre ambos partidos. Sin embargo, hay que estar atento a lo que ocurra en el parlamento para ir palpando el tipo de relación que se empieza a manifestar entre ambos conglomerados; y, cómo ella, va definir el futuro del sector.


Las próximas dos semanas serán decisivas para el oficialismo. Marcaran, el curso que toman los acontecimientos desde marzo.