domingo, 27 de abril de 2014

Reforma electoral: fragmentación, quórum y convergencia política

Abril 2014
Luego de casi 30 intentos de modificar el binominal ha llegado un proyecto de ley, que si bien puede tener algunas modificaciones en su tramitación, va poner la lapida al agotado sistema electoral llamado binominal. Estamos ad portas de la última discusión política y legislativa en torno al sistema electoral vigente.

El tiempo político en que emerge –nuevamente- este debate ha causado sorpresa, duda y sospecha; sorpresa, porque nadie esperaba que este debate se abriera desde el ejecutivo antes de los primeros 100 días; duda, porque no hay certeza de si es el momento de abrir esta discusión en el contexto de una agenda dominada por la reforma tributaria y la educacional; y sospecha, por los objetivos políticos que busca el ejecutivo y que tendrían relación con fortalecer la unidad de la Nueva Mayoría y con seguir hegemonizando la agenda política y legislativa.

Sin embargo, lo relevante desde el punto de vista político es que esta reforma va modificar y re-definir el mapa político y electoral del país. Y del mismo modo, va fijar las bases de la lucha política democrática de los próximos 20 o 30 años. Independientemente, de si el tiempo y el espacio político para la discusión electoral es adecuado o no, surge una pregunta a partir de lo que tenemos hoy en el debate: ¿qué mapa político-electoral va surgir a partir de la propuesta bachelet de aumentar los parlamentarios?

La respuesta supone un ejercicio de “simulación electoral”. El primer supuesto que usaré –para responder la pregunta anterior- es que ningún sistema electoral es “perfectamente proporcional”; es decir, que el porcentaje votos obtenidos coincida “exactamente” con los asientos parlamentarios ganados. En consecuencia, todos los sistemas electorales producen distorsión de la voluntad general en mayor o menor medida. Todos producen sobre-representación y sub-representación: el sistema proporcional que rigió hasta 1973, el binominal de estas décadas y el “proporcional inclusivo” del Chile del nuevo ciclo.

Por ello, el “proporcional inclusivo” que ha puesto en la mesa el bacheletismo tiene más que ver con la inclusión y la mayor competitividad del sistema que con la proporcionalidad propiamente tal.

En segundo lugar, voy a usar esta “perfecta proporcionalidad” para construir el “futuro” parlamento de 155 diputados a partir de los resultados de la última parlamentaria.  Veamos.

La Nueva Mayoría obtuvo el 47,7% de las preferencias; la derecha, el 36,2%, la lista de MEO el 5,4%, los humanistas el 3,36%, los independientes fuera de pacto el 3,32%, la lista que apoyo a Roxana Miranda el 2,78% y los regionalistas el 1,16%. Con estos porcentajes de votación la NM y la derecha se quedan respectivamente con 67 y 49 diputados.

Cómo el binominal no falla, nuevamente los grandes beneficiados son las fuerzas duopolicas al   obtener el 89,9% de los votos y concentrar el 96,7% de los diputados. De hecho, que quedan con 116 asientos de un total de 120. Los datos, muestran que el subsidio para la NM y para la derecha –según este método- es de 10 y de 6 diputados respectivamente. Este beneficio electoral se produce –como efecto binominal- en contra de listas y partidos menores: progresistas, humanistas, independientes y otros.

¿Cómo se distribuye esta correlación electoral de fuerzas en una cámara de diputados de 155 miembros?

A nivel de pactos. Con el 47,7% de los votos la Nueva Mayoría debería obtener 74 diputados. A su vez, la derecha con el 36,2% debería lograr 56 diputados. ¿Quién gana los 25 cupos restantes?

Los 25 cupos restantes se distribuyen “preferentemente” entre fuerzas políticas menores que en la lógica binominal quedan fuera del parlamento. De hecho, la lista de MEO con el 5,43% y los humanistas con el 3,36% en la lógica del “proporcional puro” deberían obtener respectivamente ocho y cinco diputados.

Se observa, por tanto, que el crecimiento de las fuerzas hoy duopolicas es bastante menor a la expansión que manifiestan las fuerzas más chicas.

En efecto, la NM y la derecha tienen una expansión de 7 diputados cada uno; al pasar de 67 a 74 y de 49 a 56 respectivamente. De hecho, de los 35 cupos más en la cámara de diputados, la NM sólo logra capturar el 20% de esos nuevos escaños –equivalente a siete cupos más-. Lo mismo sucede con la derecha. De este modo, el 60% de los nuevos cupos se los repartirían fuerzas menores que hasta hoy han estado fuera del parlamento. Por tanto, con el nuevo sistema electoral las fuerzas duopolicas sólo logran capturar un cupo por cada 5 en disputa.

Primera hipótesis: El nuevo mapa político al interior del Congreso no va sufrir modificaciones significativas en relación a la hegemonía de los pactos dominantes. De este modo, las fuerzas duopolicas de hoy van a seguir siendo las conductoras del proceso político y legislativo. El futuro de este supuesto depende considerablemente de cómo se van a estructurar las alianzas electorales y políticas en el nuevo contexto; sobre todo, si se competirá en listas abiertas o cerradas.

Segunda hipótesis. El nuevo mapa político al interior del Congreso va estar más fragmentado en términos de pactos y partidos. Esto, debido al ingreso de nuevos actores al parlamento. No es casualidad que el bacheletismo haya bautizado su propuesta como “proporcional inclusiva”. Para lograr este objetivo, es fundamental aumentar el número de parlamentarios.

Tercera hipótesis. De los nuevos cupos en disputa –que son 35 para los diputados y 12 para los senadores- son las fuerzas menores y emergentes las que más capturan nuevos cupos. En efecto, en la última elección el duopolio dejo para los chicos sólo 4 cupos que son equivalentes al 3,3% de los asientos del parlamento. A su vez, la “simulación electoral” para la próxima parlamentaria muestra que los cupos que deja el duopolio son 25 y que equivalen al 13% del parlamento. De este modo, vemos que las posibilidades que tienen los chicos de entrar al sistema aumentan 4 veces.

En consecuencia, los cambios más significativos del nuevo mapa del poder por efecto del “proporcional inclusivo” van a ocurrir a nivel de los partidos. Dos razones explican esta situación: la mayor fragmentación y la flexibilización de la política de alianzas.

Los datos de la simulación muestran que los grandes partidos de la transición –PPD, PS, DC, RN, UDI- van a seguir dominando la escena política. En la última parlamentaria estos partidos sacan el 72% de los votos y el 83% del parlamento (99 escaños).  Estos partidos en esta elección tienen un subsidio de 14 diputados.

Los 21 cupos restantes son ocupados por fuerzas menores que no superan el 4,2% de las preferencias: comunistas (6), radicales (6), independientes en pacto (5), independientes fuera de pacto (4) y un liberal. Lo relevante de esta cifra, es que es equivalente al 17% del parlamento. Esto, cambia radicalmente en un sistema proporcional.

En efecto, al proyectar estos resultados a una cámara de 155 miembros vemos que estas cinco fuerzas con el 72% de los votos capturan 112 representantes. Es decir, dejan 43 cupos para repartirse entre los partidos chicos. Esta cifra, equivale al 28% de los diputados. Por tanto, mayor en 10 puntos porcentuales a lo que se observa en la última parlamentaria.

En este escenario, por tanto, no sólo hay estímulo y condiciones para que las fuerzas excluidas ingresen –como progresistas y humanistas-, sino también para las que ya están dentro suban y/o consoliden su representación: revolución democrática, Evópoli, Amplitud, izquierda autónoma, regionalistas, etc. Ya no hay espacio para nuevas fuerzas y partidos. Ha llegado la hora de la competencia.

Cuarta hipótesis. Los partidos grandes y dominantes van a mantener esa posición; no obstante, van a debilitarse debido a la fragmentación partidaria y a los incentivos a la competencia. Unos se debilitaran más que otros. La DC, la UDI, el PC y los radicales son los que más arriesgan.

El tercer referente de la derecha va modificar sustancialmente el mapa de poder al interior del sector. El cambio de sistema electoral va debilitar a la derecha en su conjunto. En términos relativos va ser una derecha más chica y fragmentada.

Las fuerzas que están a la izquierda de la NM son las que más se van a beneficiar con el “proporcional inclusivo”. De hecho, son estas las fuerzas que con importantes votaciones –en torno al 10%- ha quedado fuera del parlamento de manera sistemática. Ha llegado el momento de entrar.

Quinta hipótesis. Esta mayor fragmentación no es neutra y genera incertidumbre. En efecto, esta modificación plantea un relevante problema asociado a la gobernabilidad y que se relaciona –entre otros- con los quórum exigidos para aprobar o rechazar leyes.

De hecho, en esta simulación la Nueva Mayoría está más lejos que hoy de lograr los 2/3, los 3/5 y los 4/7. Entonces, ¿se puede debatir y cambiar el sistema electoral sin analizar los quórum?


En resumen, estas hipótesis preliminares muestran que la reformulación del mapa del poder al interior del futuro congreso no va cambiar de manera sustancial ni significativa. Los pactos y partidos que hoy dominan la escena política, seguirán hegemonizando en la política y en el parlamento. Los grandes seguirán siendo grandes y los chicos seguirán siendo chicos. Pero, los grandes serán más chicos y los chicos más grandes. De todos modo, van a tener que converger legislativamente. 

lunes, 14 de abril de 2014

La derecha de hoy y de mañana

Abril-2014
¿En qué esta la derecha chilena hoy? La respuesta, es que el sector está inmerso en un proceso de profunda reformulación, reestructuración, redefinición, adaptación y/o refundación. En lo fundamental, se desenvuelve hoy en una coyuntura de transformación. Se ha debatido ampliamente en torno a la crisis de la derecha: sus causas y sus caminos de solución. Las respuestas son múltiples, y a veces, contradictorias. Sin embargo, hay un amplio consenso de que se trata de una coyuntura de crisis y que la “orden del día” es salir de esa situación.

Sin embargo, para lograr ese objetivo, el problema es doble; por un lado, que la voluntad política no es suficiente cuando los procesos y las dinámicas socio-políticas tienen sus propios ritmos. Y del mismo modo, cuando no se logra comprender lo que sucede. Y por otro, que la derecha sigue en la lucha política contingente; y, por tanto, no tiene tiempo ni espacio para re-pensarse.

Si bien, este proceso “de crisis y transformación” se viene incubando desde el 2011, se instala con propiedad una vez que pierden la presidencial en diciembre del 2013. Desde entonces, se pone en marcha la transformación del sector. Hoy, hay más dudas que certezas.

El quiebre de RN, la aparición de Amplitud, la conformación de Evópoli en partido político, los consejos partidarios de enero y abril, las elecciones internas, el debate generacional, la instalación del piñerismo, el debilitamiento de la alianza como pacto político-electoral, el quiebre de las confianzas y la tesis de modificar las declaraciones de principios, son las principales coyunturas y problemáticas que el sector y sus partidos han debido enfrentar en estos cuatros meses. La derecha no ha tenido pausas. La derecha está cansada. La derecha no puede descansar. El escenario es complejo y muy adverso.

En definitiva, la derecha está viviendo un profundo proceso de crisis y transformación que impone como desafió político central insertarse de manera competitiva en la nueva fase política que comienza a manifestarse desde la primera Bachelet hacia el 2006 y que se consolida en agosto del 2011 cuando nuevamente se escucharon “sonidos de ollas” en el país.

Este proceso de crisis y transformación combina elementos de refundación y de adaptación; de continuidad y de cambio. Dicha combinación se manifiesta en dos escenarios de acción: fragmentación  y debilidad.

La fragmentación del campo político de la derecha no sólo es la transformación estructural más importante del sector, sino también un cambio de tipo refundacional. En efecto, pasar de un espacio político de dos partidos a uno de tres o más partidos es, sin duda, una tremenda transformación. Este “tercer referente” en lo grueso coincide con la emergencia y el posicionamiento de distintas fuerzas políticas de derecha al interior del espacio liberal: Evópoli, Amplitud, Piñerismo, Red Liberal –que tiene ambición de ser un partido- y Horizontal, son los grupos que compiten por el espacio liberal. Si estos grupos van a confluir en un solo partido, es algo que hoy no se puede definir con claridad.

En consecuencia, lo fundacional para la derecha es la emergencia y la consolidación del espacio liberal.  El problema político y que intensifica la competencia intra-liberal, es que este espacio en blanco, también es pretendido por sectores de centro y de izquierda, como Velasco, Mirosevic y tecno liberales concertacionistas.

Esta tercera fuerza –independientemente, de su grado de fragmentación- viene a producir una segunda refundación. En efecto, la fragmentación del campo político de la derecha va generar no sólo una profunda modificación en la correlación interna de fuerzas del sector, sino también formas inéditas de relación con el centro y la izquierda.

A su vez, esto tendrá impacto en tres dimensiones. En primer término, habrá una reconfiguración del mapa electoral interno del sector; ya que, los votos deberán repartirse entre más de dos comensales. En este escenario, sin duda, el peso relativo de cada partido disminuye. En segundo lugar, se activara una intensa lucha por la conducción y el liderazgo del sector.  Y finalmente, se abre una disputa por el tipo de proyecto país que el sector va a comenzar a reformular y a ofrecer a los ciudadanos de la nueva fase política. Esto recién comienza. Más dudas, que certezas.

Esta fragmentación del campo político ocurre en un escenario de debilidad. En efecto, la debilidad de la derecha es intensa, profunda y de largo plazo: es política, es electoral, es legislativa, es ciudadana y es ideológica.

La debilidad electoral de la derecha se observa en que han perdido todas las elecciones realizadas desde octubre del 2012: la de alcaldes, la de concejales, las primarias, las de diputados, la de senadores, la de consejeros regionales, la primera y la segunda vuelta presidencial. Peor aún; en todas, han perdido por paliza.

El principal efecto de la derrota electoral, es la correlación de fuerzas que se expresó a nivel legislativo. El sector, por tanto, ha perdido en este plano el poder de veto que le permitió el binominal desde los noventa. En consecuencia, la derecha se ha debilitado legislativamente y se enfrenta a una fuerte e intensa ofensiva bacheletista.
 
Sin embargo, no todo es cuenta dulce para la Nueva Mayoría. Si por un lado, la Nueva Mayoría tiene el quórum para importantes aspectos de su programa –educación, laboral, tributaria-, por otro, está en la cámara de diputados y en el senado a nueve y a cuatro votos respectivamente de llegar a los 2/3 para modificar capítulos relevantes de la constitución.

La debilidad política, se observa cuando vemos que la derecha se ha quedado sin proyecto de sociedad-país y ha perdido capacidad de liderazgo nacional. La derecha, en términos políticos, se ha inmovilizado. Se ha quedado sin oferta política, sin ideas y sin reacción frente a la ofensiva de la Nueva Mayoría.

De hecho, desde que Bachelet tomó el mando del gobierno y del Estado hace un mes, la derecha en el plano interno ha debido resolver sus tensiones; y, en el plano externo –como oposición- ha realizado acciones políticas de tipo defensivas que dan cuenta de su debilidad integral.  Tratar de ralentizar el proceso legislativo, erosionar al oficialismo por medio de la coyuntura de los despidos, los miedos que instala desde la tesis de la “retroexcavadora”, la potencial interpelación al Ministro del Interior, la tesis de que el terremoto se afrontó de buena manera debido al legado que dejaron en la ONEMI, la campaña del terror en torno a la reforma tributaria y los panfletos de la UDI y el viaje de a Venezuela, son las acciones políticas que ha impulsado el sector en este primer mes en su rol opositor. En definitiva, su debilidad política se expresa fundamentalmente en que ha perdido capacidad de conducción y de articular intereses.

Esta compleja situación encuentra un correlato en una debilidad ideológica. La derecha ha perdido la hegemonía política de las ideas. De hecho, sus ideas están en retirada y en el debate actual en torno a las reforma educacional, tributaria y constitucional está más centrada en criticar  que en proponer. En este escenario la derecha ha quedado sin propuestas, sin proyecto y sin capacidad de convocar ni de seducir.

Finalmente hay una debilidad social y ciudadana que se relaciona con que la derecha –o una parte de ella- está de espaldas a la sociedad –chilena-. En efecto, la sociedad pide más estado y más regulación y la derecha ofrece lo contrario; la sociedad pide más derechos universales garantizados y la derecha ofrece más mercado y más competencia; la sociedad pide educación gratuita, pública y de calidad y la derecha ofrece educación de mercado; la sociedad demanda ampliar las libertades civiles y la derecha ofrece más controles; la sociedad pide “otro modelo” y la derecha ofrece “más modelo”.

La derecha, en este plano, está profundamente distanciada no sólo del movimiento social –que trunco, entre otros, sus aspiraciones de continuar en La Moneda-, sino también de la sociedad civil organizada. No obstante, es profundamente contradictorio, no querer ser “pauteados por la calle” y sus demandas y pretender “actualizar su relato y oferta programática.


En consecuencia, la derecha enfrenta su coyuntura de “crisis y transformación” en una situación de fragmentación y debilidad. El escenario es tan complejo y adverso que su recomposición se proyecta más allá de este periodo presidencial; incluso, un candidato de unidad se ve hoy lejano. En consecuencia, en cuatro años más no estará en condiciones de ser competitiva y tener opciones de ganar la presidencial. ¿Y si pasan nuevamente 20 para volver a La Moneda?

lunes, 7 de abril de 2014

La ofensiva legislativa del bacheletismo

Abril-2014

Uno de los rasgos de la acción política del bacheletismo en estas primeras cuatro semanas de gestión ha sido una agresiva e intensa “ofensiva legislativa”. De este modo, y apenas empezado el segundo período de Bachelet, la derecha ha sido arrinconada a posiciones defensivas que oscilan entre la potencial colaboración de RN y Amplitud-Evópoli y la fuerte y en ascenso oposición gremialista. ¿Qué define y caracteriza esa ofensiva legislativa?

La acción legislativa del bacheletismo se expresa, en consecuencia, en los proyectos ingresados, en los proyectos retirados, en los proyectos votados y debatidos y en el uso de las urgencias como táctica legislativas.

1. Proyectos ingresados. Durante estas primeras cuatro semanas de trabajo legislativo a la cámara de diputados ingresaron catorce proyectos de ley: 5 mensajes y 9 mociones; y al senado, nueve proyectos: 2 mensajes –enviados por Piñera- y 7 mociones.

En consecuencia, Bachelet ha enviado cinco proyectos de ley: “aporte permanente” y restitución del bono de invierno, protección de los “derechos de los trabajadores de las empresas de aseo”, ministerio de la mujer, “aumento de bonificación” para trabajadores del Registro Civil y Reforma Tributaria. De ellos, dos ingresan con “discusión inmediata” y ya están aprobados; uno, tiene “urgencia suma” –reforma tributaria- y dos no tienen urgencia.

La ofensiva legislativa, por tanto, en la cámara baja culmina con la reposición por medio de la “suma urgencia” del proyecto del voto de los chilenos en el exterior.

Esta ofensiva, también se manifiesta en el senado. Si bien, el bacheletismo no ingresa proyectos nuevos, su estrategia se concentra en el retiro de proyectos y en el uso de las “urgencias”. La táctica legislativa de las urgencias se observan a nivel senatorial cuando califica con “suma urgencia” tres proyectos: AVP, identidad de género e “impuestos y exenciones en las actuaciones del registro civil”. A su vez, reflota dos proyectos asociados a seguridad ciudadana por medio de la urgencia simple: control de armas y seguridad privada. En la misma dirección y a nivel de los diputados, el ejecutivo le pone urgencia simple al proyecto que “suprime feriado judicial para tribunales” y suma urgencia para el proyecto que “mejora al personal del servicio médico legal”.

2. Retiro de proyectos. Retirar y modificar proyecto ha sido otra táctica del bacheletismo en estas primeras semanas de política legislativa. Frente a esta posibilidad la derecha encendió las alarmas y se sintió menoscabada: ruidos de aplanadora y retroexcavadora se escucharon nuevamente.

El 17 de marzo –a una semana del cambio de mando-, surge la primera señal de lo que venía en el plano legislativo. Rincón, por tanto, anuncia el retiro de la “ley Monsanto” que había ingresado al congreso con la primera Bachelet. La decisión se materializa el día siguiente cuando por  acuerdo de los comités y en el marco de lo acordado con La Moneda se retira de la tabla el proyecto. En sentido estricto, el proyecto no podía ser retirado debido a que ya fue votado por los diputados en el 2010. A la fecha, se habla y especula que será en torno a 11 los proyectos que caerían en esta categoría.

El 21 de marzo para debatir la agenda legislativa hay una reunión entre Rincón y parlamentarios de oposición. Una de las asistentes al encuentro –la diputada Nogueira- afirmó que la ministra les aseguro que “no hay ningún proyecto que se haya retirado del congreso”. Sin embargo, a esas alturas era un secreto a voces que el ejecutivo retiraría o haría cambios a algunos proyectos de la administración Piñera.

El 21 y el 22 se anuncian retiro de proyectos. El ministro de Energía anunciaba el retiro del proyecto de gobierno corporativo ENAP y la ministra de Salud anuncia el retiro del proyecto de libre elección de Fonasa para el tramo A –sectores más vulnerables-.

La bomba estallo el 24 del mismo mes cuando el vocero Elizalde anuncia el retiro de tres proyectos emblemáticos de la gestión Piñera en materia educacional: financiamiento, Super Intendencia y Agencia Nacional de Acreditación. En el acto, surgen voces para que se retire el proyecto de carrera docente.

Curiosamente, todo esto coincide con la tesis de la “retroexcavadoraque se instala esa misma semana a propósito de las palabras del senador Quintana.

El 31 de marzo, Hernán Larraín entrega un documento a Rincón en el que se detalla que del total de los proyectos ingresados durante la gestión Piñera, hay 80 que están en trámite y con discusión en comisiones; y que, hay 29 proyectos que no han tenido ningún tipo de votación. La derecha esta golpeado, herida y preocupada. Se sienten amenazados.

Lo relevante, es que a la fecha no se habían oficializado los anuncios de retiro de proyectos. No obstante, el primero de abril llega un “mensaje” al senado en el que informa que el gobierno ha decidido “retirar del Congreso Nacional el proyecto de ley que incorpora modificaciones en materia de gobierno corporativo a la ley que crea la Empresa Nacional de Minería”. Dos días después –el 3 de abril- un oficio del ejecutivo anuncia a la cámara de diputados que ha decidido retirar el proyecto de ley que crea el Ministerio de Agricultura y Alimentación.

3. Proyectos debatido y votado en sala. Los diputados en sala debatieron siete proyectos y dos informes. Los proyectos son: bono marzo, centro de acopio –sector pesquero-, ampliación viviendas sociales, protección trabajadores de la basura, alzamiento de hipotecas, violencia en los estadios y voto de los chilenos en el exterior. La mayor atención, no obstante, se concentra en tres proyectos –aporte permanente, recolectores de basura y voto de los chilenos en el exterior-. Dos, ya están votados y aprobados.

En el senado, de los 11 proyectos debatidos y votados hay cuatro que concentran la atención de la corporación: bono marzo permanente, recolectores de basura,  “venta y publicidad de alcohol” y “control preventivo de identidad”. De ellos; los dos primeros están aprobados, uno ha sido rechazado –“detención por sospecha”- y el otro –venta de alcohol- vuelve a la comisión para un segundo informe.

¿Aplanadora, retroexcavadora o correlación electoral de fuerzas? 

En los hechos, el ejecutivo ingreso a trámite 5 proyectos de ley. De ellos, dos están aprobados por amplia y transversal mayoría –bono marzo y recolectores de basura-; uno, la reforma tributaria, que va ser aprobado “pronto”; y dos están sin urgencia que de todos modos se van aprobar. Junto a estos proyectos el bacheletismo ha activado varios proyectos por medio de las urgencias. 

Entre los más emblemáticos se encuentran el AVP, la igualdad de género y el voto de los chilenos en el exterior; los tres, reincorporados con “suma urgencia”. Y, finalmente, encontramos el retiro de proyectos ya sea en forma de anuncio –educación, salud- y los que a la fecha se han materializado: “ley Monsanto”, gobierno corporativo de ENAMI y el ministerio de agricultura y alimentación.

Se observa, finalmente, que la ofensiva legislativa del ejecutivo tiene tres ejes estratégicos; el primero, busca imprimir el sello social y de género al trabajo parlamentario; el segundo, busca neutralizar las presiones ciudadanas y desactivar conflictos sociales; y el tercero, dar cuenta de que el ejecutivo maneja la agenda legislativa en función de sus prioridades programáticas y necesidades políticas.


La derecha, en consecuencia, ha sido arrinconada a posiciones defensivas que le impiden jugar el rol opositor que asumieron en los gobiernos de la Concertación. La derecha ha perdido poder de veto y desde la Nueva Mayoría y el bacheletismo se lo han hecho sentir. Y en ese escenario, no están en condiciones de defender el modelo que diseñaron con Pinochet; por lo menos, desde el campo institucional. La derecha sigue herida y en busca de su adaptación al nuevo ciclo social y político. Y mientras tanto, sus miedos se manifiestan en el plano del lenguaje connotado.