Diciembre 2014
Ya sabemos que Gutenberg
Martínez no está cómodo en la Nueva Mayoría –que añora, la concertación-, que es un crítico de la gestión de Bachelet y
de la “era de las reformas” y que no se siente “incómodo” junto a Renovación
Nacional. El fin de semana recién pasado
apareció una entrevista en La Tercera que sirve de base para este análisis. Lo
relevante, es que en ella podemos encontrar pistas que nos permitan entender
hacia dónde va no solo el “Gute”, sino también la DC.
Durante mucho tiempo estuvo
ajeno a la coyuntura política. No obstante, siempre estuvo en la primera línea
de la discusión partidaria y política. Su rol de Rector lo condujo a una
reflexión teórica y política que está rindiendo frutos. Siempre ha sido un
influyente. No voy hacer el recorrido de la cronología que lo puso de vuelta en
la coyuntura y que se remonta a fines del 2011 cuando apoya con entusiasmo el
acuerdo entre la DC y RN que se materializa en enero del 2012 con el documento
llamado “un régimen político para Chile”.
Su relato parte con un
diagnóstico de la política en el Chile de hoy. En ese contexto afirma tres
dimensiones que las encuestas vienen mostrando desde hace tiempo: En primer
lugar hay “una insatisfacción que se nota
en la valoración de la política y que se manifiesta en las tasas de aprobación
de los personajes público”. En segundo lugar, las coaliciones políticas –la
Nueva Mayoría y la Alianza- también tienen tasa bajas de “respaldo”, sobre todo, en relación a las que tienen los “independientes”. Y en tercer lugar, está
el hecho de que vivimos una sociedad “muy
individualista” en la que los chilenos se acostumbraron “a un progreso permanente… por lo que les
choca de inmediato cualquier circunstancia que muestre una suerte de
estancamiento” económico. Si bien, estas tendencias son anteriores a este
gobierno es probable –afirma- que hayan “aumentado
un poco”. Para el “Gute”, estos hechos son importantes debido a que son
elementos profundos “que hay que tener
presente antes de entrar al análisis más político” de la coyuntura y de la
situación en la que está el gobierno. ¿Por
qué?
Porque el gobierno con sus
reformas y su estilo y la desaceleración económica están contribuyendo a
profundizar esta situación. El efecto, inmediato, es que se produce una
distancia con los ciudadanos y pérdida de apoyo. Y eso, es lo que está
reflejando las distintas encuestas. En esa dirección, afirma que “las encuestas… son muy preocupantes, y
teniendo este trasfondo lo hace más preocupante, porque quiere decir que si uno
quiere recuperar la valoración… tiene que tener presente estos otros problemas
que son de largo plazo, que afectan a la política… esto implica que hay que examinar las formas estructurales
el gobierno”.
La valoración –para el
“Gute”- no se recupera con un cambio de gabinete en sí mismo. De hecho, si este
no está acompañado de un diagnóstico “completo
y compartido” por la coalición los problemas del gobierno no se van a
solucionar. En efecto, “los problemas no
se solucionan simplemente con un cambio de gabinete. Si nosotros no tenemos un
diagnóstico compartido podemos seguir
tomando decisiones que eventualmente no sean compartidas por la ciudadanía”;
y, por tanto, seguir profundizando la distancia e indiferencia de los
ciudadanos no sólo con la política y sus actores, sino también con Bachelet y
el gobierno.
Tres son las razones
políticas que explican los problemas actuales del gobierno. El primero, tiene que ver con que la
Nueva Mayoría no es la Concertación. Para Martínez, “lo primero que falta es un proyecto nacional, un proyecto de país, una
sensación… como la que hubo en la transición, que había una disposición en
positivo a una creación conjunta… un estado de ánimo que se expresaba en la
búsqueda de acuerdos… se sentía que es estaba construyendo un país. Hoy día, lo
que hay es esa ausencia, no hay un proyecto país…un sentido patriótico… un
sentido nacional, de chilenidad”.
El segundo problema que explica la actual situación se encuentra en el diseño político del
gobierno en el contexto de un régimen político presidencial y de una tradición
en la que el gobernante era el jefe político de la coalición que lo sustentaba.
Para el “Gute”, se trata de un problema estructural a partir del cual se
explica el déficit político del gobierno. Se trata, en definitiva, que el
modelo de “gestión y conducción política”
de la Concertación ha dado paso al modelo del bacheletismo en el que el
Ministro del Interior juego un rol político de articulación fundamental.
En el antiguo modelo y
siguiendo la lógica presidencial el Presidente era jefe de Estado y de
gobierno. Pero, la Concertación agrego una tercera responsabilidad: ser jefe
político de la coalición. De ahí, la afirmación de que la “tradición de ser líder de la coalición no está operando”. “Ha habido un cambio sobre la materia”
afirma Martínez.
De hecho, “se ha empoderado a un jefe de gabinete con
más facultades que las conocidas tradicionalmente”. Los efectos político
–negativos- son evidentes. En primer lugar, el resto del equipo político ha
sido “excluido”; produciéndose, “problemas de funcionamiento, que afectan
decisiones como las reformas, las decisiones en torno a las reformas, la
participación en el proceso de las reformas”. Este hecho, sin duda, genera
confusión: no hay claridad en los roles y ámbitos de influencia. El Ministro
está sólo, se argumentó en alguna oportunidad.
En segundo lugar, en este
nuevo modelo la Presidenta se ve ausente y distante. “Creo –afirma Martínez- que el rol de la presidenta ha estado muy
centrado en los temas de Estado y quizás sería necesario o conveniente que su
presencia en los temas de gobierno y… liderato de la coalición pudiera ser
mayor”.
Finalmente, el tercer problema tiene que ver con las
tensiones internas de la Nueva Mayoría. En esa dirección está la “tesis refundacional” –la onda retro,
según Martínez- y la que valora “lo que
hemos hecho en los gobiernos anteriores”. Entre estas líneas “hay una ambigüedad… que confunde. El punto
es que en el quehacer del gobierno debe haber una línea. La virtud que teníamos
o tenemos en la Concertación –porque yo siempre he insistido en que ese ámbito
sigue existiendo- es que nuestras diferencias existían, pero en la acción del
gobierno había una sola línea… al final de cuentas, no ha sido conveniente para
la valoración del gobierno”. Esto, se expresa, por ejemplo, en que el
proyecto educacional “sale con una
tónica, que en la Cámara se hace un conjunto de indicaciones que le cambian la
tónica, que sigue pendiente la tensión y que llega al Senado sin resolverse
algunas tónicas. No hay una línea del gobierno que resuelva las diferencias”.
Para el “Gute” ha llegado el
momento de parar y hacer un “diagnóstico
de la realidad chilena, cómo se entienden los procesos de reforma, cuál es su
radicalidad y cuál es la capacidad de efectuarlos… en este momento hay que
hacer un alto, evaluar, estudiar bien lo que está pasando” y construir “comunitariamente un diagnóstico en que
estemos de acuerdo. Si no es posible…
que porcentaje de acuerdo” tenemos; ya que, “lo peor es que cada uno interprete esto como quiera”.
De modo, implícito, en este
diagnóstico se juega el futuro de la Nueva Mayoría y del rol de la DC en este
pacto armado en función del liderazgo de Bachelet y de la demanda ciudadana.