jueves, 18 de diciembre de 2014

El "Gute", Bachelet y la Nueva Mayoría

Diciembre 2014

Ya sabemos que Gutenberg Martínez no está cómodo en la Nueva Mayoría –que añora, la concertación-,  que es un crítico de la gestión de Bachelet y de la “era de las reformas” y que no se siente “incómodo” junto a Renovación Nacional.  El fin de semana recién pasado apareció una entrevista en La Tercera que sirve de base para este análisis. Lo relevante, es que en ella podemos encontrar pistas que nos permitan entender hacia dónde va no solo el “Gute”, sino también la DC.

Durante mucho tiempo estuvo ajeno a la coyuntura política. No obstante, siempre estuvo en la primera línea de la discusión partidaria y política. Su rol de Rector lo condujo a una reflexión teórica y política que está rindiendo frutos. Siempre ha sido un influyente. No voy hacer el recorrido de la cronología que lo puso de vuelta en la coyuntura y que se remonta a fines del 2011 cuando apoya con entusiasmo el acuerdo entre la DC y RN que se materializa en enero del 2012 con el documento llamado “un régimen político para Chile”.

Su relato parte con un diagnóstico de la política en el Chile de hoy. En ese contexto afirma tres dimensiones que las encuestas vienen mostrando desde hace tiempo: En primer lugar hay “una insatisfacción que se nota en la valoración de la política y que se manifiesta en las tasas de aprobación de los personajes público”. En segundo lugar, las coaliciones políticas –la Nueva Mayoría y la Alianza- también tienen tasa bajas de “respaldo”, sobre todo, en relación a las que tienen los “independientes”. Y en tercer lugar, está el hecho de que vivimos una sociedad “muy individualista” en la que los chilenos se acostumbraron “a un progreso permanente… por lo que les choca de inmediato cualquier circunstancia que muestre una suerte de estancamiento” económico. Si bien, estas tendencias son anteriores a este gobierno es probable –afirma- que hayan “aumentado un poco”. Para el “Gute”, estos hechos son importantes debido a que son elementos profundos “que hay que tener presente antes de entrar al análisis más político” de la coyuntura y de la situación en la que está el gobierno. ¿Por qué?

Porque el gobierno con sus reformas y su estilo y la desaceleración económica están contribuyendo a profundizar esta situación. El efecto, inmediato, es que se produce una distancia con los ciudadanos y pérdida de apoyo. Y eso, es lo que está reflejando las distintas encuestas. En esa dirección, afirma que “las encuestas… son muy preocupantes, y teniendo este trasfondo lo hace más preocupante, porque quiere decir que si uno quiere recuperar la valoración… tiene que tener presente estos otros problemas que son de largo plazo, que afectan a la política… esto implica que hay que examinar las formas estructurales el gobierno”.

La valoración –para el “Gute”- no se recupera con un cambio de gabinete en sí mismo. De hecho, si este no está acompañado de un diagnóstico “completo y compartido” por la coalición los problemas del gobierno no se van a solucionar. En efecto, “los problemas no se solucionan simplemente con un cambio de gabinete. Si nosotros no tenemos un diagnóstico compartido podemos seguir tomando decisiones que eventualmente no sean compartidas por la ciudadanía”; y, por tanto, seguir profundizando la distancia e indiferencia de los ciudadanos no sólo con la política y sus actores, sino también con Bachelet y el gobierno.

Tres son las razones políticas que explican los problemas actuales del gobierno. El primero, tiene que ver con que la Nueva Mayoría no es la Concertación. Para Martínez, “lo primero que falta es un proyecto nacional, un proyecto de país, una sensación… como la que hubo en la transición, que había una disposición en positivo a una creación conjunta… un estado de ánimo que se expresaba en la búsqueda de acuerdos… se sentía que es estaba construyendo un país. Hoy día, lo que hay es esa ausencia, no hay un proyecto país…un sentido patriótico… un sentido nacional, de chilenidad”.

El segundo problema que explica la actual situación se encuentra en el diseño político del gobierno en el contexto de un régimen político presidencial y de una tradición en la que el gobernante era el jefe político de la coalición que lo sustentaba. Para el “Gute”, se trata de un problema estructural a partir del cual se explica el déficit político del gobierno. Se trata, en definitiva, que el modelo de “gestión y conducción política” de la Concertación ha dado paso al modelo del bacheletismo en el que el Ministro del Interior juego un rol político de articulación fundamental.

En el antiguo modelo y siguiendo la lógica presidencial el Presidente era jefe de Estado y de gobierno. Pero, la Concertación agrego una tercera responsabilidad: ser jefe político de la coalición. De ahí, la afirmación de que la “tradición de ser líder de la coalición no está operando”. “Ha habido un cambio sobre la materia” afirma Martínez.

De hecho, “se ha empoderado a un jefe de gabinete con más facultades que las conocidas tradicionalmente”. Los efectos político –negativos- son evidentes. En primer lugar, el resto del equipo político ha sido “excluido”; produciéndose, “problemas de funcionamiento, que afectan decisiones como las reformas, las decisiones en torno a las reformas, la participación en el proceso de las reformas”. Este hecho, sin duda, genera confusión: no hay claridad en los roles y ámbitos de influencia. El Ministro está sólo, se argumentó en alguna oportunidad.

En segundo lugar, en este nuevo modelo la Presidenta se ve ausente y distante. “Creo –afirma Martínez- que el rol de la presidenta ha estado muy centrado en los temas de Estado y quizás sería necesario o conveniente que su presencia en los temas de gobierno y… liderato de la coalición pudiera ser mayor”.

Finalmente, el tercer problema tiene que ver con las tensiones internas de la Nueva Mayoría. En esa dirección está la “tesis refundacional” –la onda retro, según Martínez- y la que valora “lo que hemos hecho en los gobiernos anteriores”. Entre estas líneas “hay una ambigüedad… que confunde. El punto es que en el quehacer del gobierno debe haber una línea. La virtud que teníamos o tenemos en la Concertación –porque yo siempre he insistido en que ese ámbito sigue existiendo- es que nuestras diferencias existían, pero en la acción del gobierno había una sola línea… al final de cuentas, no ha sido conveniente para la valoración del gobierno”. Esto, se expresa, por ejemplo, en que el proyecto educacional “sale con una tónica, que en la Cámara se hace un conjunto de indicaciones que le cambian la tónica, que sigue pendiente la tensión y que llega al Senado sin resolverse algunas tónicas. No hay una línea del gobierno que resuelva las diferencias”.

Para el “Gute” ha llegado el momento de parar y hacer un “diagnóstico de la realidad chilena, cómo se entienden los procesos de reforma, cuál es su radicalidad y cuál es la capacidad de efectuarlos… en este momento hay que hacer un alto, evaluar, estudiar bien lo que está pasando” y construir “comunitariamente un diagnóstico en que estemos de acuerdo. Si no es posible… que porcentaje de acuerdo” tenemos; ya que, “lo peor es que cada uno interprete esto como quiera”.


De modo, implícito, en este diagnóstico se juega el futuro de la Nueva Mayoría y del rol de la DC en este pacto armado en función del liderazgo de Bachelet y de la demanda ciudadana.

domingo, 14 de diciembre de 2014

El repunte de Bachelet, el futuro de su capital político y de la Nueva Mayoría

Diciembre-2014

La CEP se instala nuevamente en la coyuntura. Y cómo siempre, generando impactó y convirtiéndose en un actor político que genera efectos de poder. Luego de las últimas tres encuestas -en las que fueron fuertemente criticados sus resultados por la derecha en la de julio y octubre del 2013 y por la Nueva Mayoría en julio del 2014-, se instala con gloria y majestad en la coyuntura. Como siempre, el tablero político es remecido.

La encuesta, vino a ratificar, consolidar y convertir en “verdad absoluta” el hecho político de que el liderazgo de Bachelet se debilita; y con ello, el gobierno y su programa de “transformaciones estructurales”. Es más, también se debilitan sus principales atributos –los racionales y los emocionales-. En efecto, la CEP viene a ratificar lo que han venido mostrando desde hace algunos meses otros estudios de opinión pública -Adimark y Cadem-.

La CEP muestra entre julio y noviembre una caída en la aprobación de Bachelet de 50% al 38%. A su vez, la desaprobación sube del 29% al 43%. Por su parte, la medición de Adimark nos muestra una caída en la aprobación entre marzo y noviembre del 54% al 42% y un alza en la desaprobación del 20% al 52%. Si hacemos la comparación desde julio vemos que la aprobación entre julio y noviembre baja del 54% al 42% -manteniendo la misma tendencia anterior- y que la desaprobación sube del 36% al 52. Por su parte, Cadem muestra que entre marzo y noviembre la aprobación baja del 53% al 39% y la desaprobación sube del 22% al 50%. Si hacemos la comparación entre julio y noviembre vemos que la aprobación baja del 51% al 39% y que la desaprobación sube del 33% al 50%.

En correspondencia con esta tendencia –consistente, sistemática y evidente- hay un daño y un debilitamiento no sólo de los atributos de Bachelet –blandos y duros; racionales y emocionales-, sino también en el apoyo hacia las “reformas estructurales” de su gobierno.

En general, las encuestas muestran que el apoyo a las reformas del gobierno se ha ido debilitando. Si nos concentramos en la reforma educacional, vemos que en la CEP de julio mostro que la gente no quería reforma; incluso, el tema educacional no estaba entre las prioridades de la gente. En esta último, no hubo preguntas a ese respecto. Sólo, se observa que la educación se convirtió en la principal prioridad.

La Adimark nos muestra que entre mayo y noviembre estar “de acuerdo” con la reforma educacional baja del 58% al 36% -22 puntos-. A su vez, el “no estar de acuerdo” sube del 33% al 56% -23 puntos-. Al mismo tiempo, muestra que el ministro Eyzaguirre entre marzo y noviembre baja su aprobación del 64% al 32% y su desaprobación sube del 23% al 63%. Por su parte, Cadem muestra que la aprobación hacia la reforma educacional baja entre abril y noviembre del 60% al 33% y la  desaprobación sube en ese mismo período del 31% al 54%.

La realidad se hizo evidente. La CEP, por tanto, viene a develar lo que ya estaba instalado. Desde entonces, se abre una coyuntura en que cada actor utiliza sus datos para sus fines. Las especulaciones comienzan cuando la mandataria termina inesperadamente una visita a la octava región. Los rumores y presiones para un cambio de gabinete se intensifican. No hay cambio de gabinete en función de las encuestas dice Elizalde; da lo mismo el cambio, si la receta es mala se escucha desde la UDI, no es lo relevante afirma Andrade. Es un secreto a voces que habrá cambio de gabinete antes de marzo. La CEP pone de manifiesto el “déficit político-comunicacional” del gobierno y la mala administración y gestión que han tenido la reforma educacional.

La coyuntura, el clima político y los intereses en juego –que son muchos y millonarios- han comenzado a desacralizar el liderazgo de Bachelet. Se ha hecho evidente que no es “eterno” ni tampoco incombustible. Bachelet, ha bajado a la tierra del poder. Ha llegado el momento de ponerse el overol y poner en juego su capital político. Y al mismo tiempo, poner en la mesa el fortalecimiento de la educación pública y llevar la reforma a la sala. A un año de su triunfo electoral su liderazgo se ha secularizado y la asimetría de poder en relación a sus apoyos políticos ha tendido a equilibrarse.


Finalmente, como la política es dinámica, hay hacer dos consideraciones; la primera, que Bachelet ya vivió malos períodos en aprobación-desaprobación presidencial. De hecho, su peor período –septiembre del 2007- llegó a una aprobación del 35% y una desaprobación del 46%. Sin embargo, desde diciembre del 2008 comenzó su repunte hasta llegar al final de su mandato al 84% de aprobación. Piñera –con cifras, distintas y menores- también tuvo una fase de recuperación. En segundo lugar, sin duda, los dos últimos años serán de cosecha y repunte. Pero, hay una diferencia -no menor- que puede marcar el futuro de su capital político y de su coalición: el tiempo político actual es de “reformas estructurales” y el mapa político ha sido re-definido. Más reformas o menos reformas es el eje de la próxima presidencial. La implementación de la reforma educacional será definitoria.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La CEP y la desacralización de Bachelet

Diciembre-2014

La CEP se instala nuevamente en la coyuntura. Y cómo siempre, generando impactó y convirtiéndose en un actor político que genera efectos de poder. Luego de las últimas tres encuestas -en las que fueron fuertemente criticados sus resultados por la derecha en la de julio y octubre del 2013 y por la Nueva Mayoría en julio del 2014-, se instalan con gloria y majestad en la coyuntura. Como siempre, el tablero político es remecido.

Mientras en julio y octubre del 2013 los resultados presidenciales y electorales de la derecha fueron cuestionados por el sector, en julio del presente año correspondió hacer la crítica a los resultados arrojados sobre la reforma educacional. En efecto, en esas mediciones se dio cuenta del derrumbe electoral de la derecha y de que la gente no quería reforma educacional. Obviamente, hubo resistencia de ambos lados.

No obstante, la última CEP no ha sido desmentida ni criticada por nadie. El turno de usar sus resultados para fundamentar –lo que estaba en el aire político- la pérdida de apoyo ciudadano del gobierno y de la propia Bachelet alcanzó a todos los sectores. Nadie ha puesto en duda sus resultados. Ni siquiera desde el gobierno; que, es el gran perdedor de la encuesta. Vemos, por tanto, que los resultados CEP son funcionales y útiles para todos –o casi todos- los actores de la política.

Pero, ¿cuál es el mérito político de la última la CEP?

La encuesta, vino a ratificar, consolidar y convertir en “verdad absoluta” el hecho político de que el liderazgo de Bachelet se debilita –“no es eterno”, se ha dicho- y con ello, el gobierno y su programa de “transformaciones estructurales”. En efecto, la CEP viene a ratificar lo que han venido mostrando desde hace algunos meses otros estudios de opinión pública; principalmente, el track de Adimark y de Cadem. Veamos.

Aprobación-Desaprobación Bachelet. La primera CEP del año y del nuevo ciclo presidencial muestra una aprobación a Bachelet del 50%. La última CEP da cuenta de una baja de 12 puntos –entre julio y noviembre- al ubicarse en el 38%. A su vez, la desaprobación sube del 29% al 43% -alcanzando en cinco meses un alza de 14 puntos porcentuales-. Por su parte, la medición mensual de Adimark nos muestra una caída en la aprobación de Bachelet de 12 puntos porcentuales entre marzo y noviembre al descender del 54% al 42% de aprobación. Al contrario, hay un alza en la desaprobación al subir en los mismos meses del 20% al 52%.

En Julio, cuando la CEP marcaba una aprobación del 50%, la aprobación en la Adimark era de 54%. En noviembre, cuando la CEP marca una desaprobación del 38%, la encuesta Adimark marca un 37%. Se observa, por tanto, que entre julio y noviembre la baja en la aprobación de Bachelet es de 12 puntos en la CEP y de  11 puntos porcentuales en la Adimark.

En Julio, cuando la CEP marcaba una desaprobación del 29%, la desaprobación en la Adimark era del 36%. En noviembre, cuando la CEP marcaba una desaprobación del 43%, la Adimark marcaba una desaprobación del 52%. Se observa, por tanto, que entre julio y noviembre el alza en la desaprobación de Bachelet es de 14 puntos en la CEP y de 16 puntos en la Adimark.

Finalmente, la medición semanal de Cadem nos muestra que su primera medición del período correspondiente a la semana del 13 de marzo la aprobación de Bachelet es del 52%. En esa línea, el promedio del primer mes de gestión es del 53%. A su vez, el promedio de julio es del 51% y de noviembre es del 39%. Es decir, la Cadem también capta el desplome de la aprobación en cinco meses. En relación, a la desaprobación hay un alza entre marzo y noviembre de 28% puntos porcentuales al pasar del 22% al 50%. También, se ratifica la tendencia.

Aprobación-Desaprobación Gobierno. En Julio la CEP no entrega esta información. No obstante, las cifras son proporcionadas por Adimark. En esa dirección, la aprobación del gobierno en marzo es del 55% y en noviembre del 37%. En julio, es del 48%. En consecuencia, entre marzo y noviembre hay baja en la aprobación de 18 puntos porcentuales. Entre julio y noviembre, la baja en la aprobación es de 11 puntos porcentuales.

A su vez, la desaprobación del gobierno en marzo es del 22% y en noviembre del 58%. En julio, es del 42%. En consecuencia, entre marzo y noviembre hay un alza en la desaprobación de 32 puntos porcentuales. Entre julio y noviembre, el alza en la desaprobación es de 16 puntos porcentuales.

La encuesta Cadem no pregunta directamente sobre la aprobación del gobierno –como lo hace la Adimark-. La pregunta que se le asemeja a lo que hace la Adimark es sobre si aprueba o desaprueba el desempeño de los ministros. En esa dirección, se observa que en primer lugar no es una pregunta que puede graficar tendencia. No obstante, la pregunta se hace en la última semana de noviembre –por lo menos, así lo muestran los informes públicos del estudio- y muestra que un 38% aprueba el desempeño de los ministros y un 55% lo desaprueba.

En síntesis, los datos entre los distintos estudios son consistentes y relativamente similares; por lo que, la tendencia y su evolución es evidente y clara. Insisto, la CEP sólo vino a confirmar tendencias ya en curso.

Aprobación-Desaprobación a las Reformas estructurales. En general las encuestas muestran que el apoyo a las reformas del gobierno se ha ido debilitando. Si nos concentramos en la reforma educacional, vemos que en la CEP de julio de este año mostro que la gente no quería reforma: dijo –en esa encuesta- que si al lucro, si a la selección y si al copago. Incluso, el tema educacional no estaba entre las prioridades de la gente. Curiosamente, en la última medición –cuando el clima ciudadano y político es más  adverso- se instala “la educación” como el primer problema al que el gobierno debiera abocarse. En la medición anterior, era la salud y la delincuencia la prioridad. La última medición –¿curiosamente?- no incorpora preguntas sobre la reforma educacional.

La adimark, a su vez, nos muestra que entre mayo y noviembre estar “de acuerdo” con la reforma educacional baja del 58% al 36%; es decir, 22 puntos porcentuales. A su vez, el “no estar de acuerdo” sube del 33% al 56%; es decir, 23 puntos porcentuales. Al mismo tiempo, muestra que el ministro Eyzaguirre entre marzo y noviembre baja su aprobación del 64% al 32% y su desaprobación sube del 23% al 63%.

Por su parte, el track semanal de Cadem muestra que la aprobación hacia la reforma educacional baje entre abril –la última semana- y noviembre –promedio mes- del 60% al 33%. La baja se ha intensificado desde la última semana de octubre. Al contrario, la desaprobación sube en ese mismo período del 31% al 54%.

Los atributos. En este ítem se da cuenta de cómo le liderazgo sacro –en algún momento de Bachelet- comienza diluirse. Aquí, surgen las principales alarmas. Los datos, son consistentes con lo que ocurre con el desplome de su aprobación y alza en su desaprobación. En la CEP se observa una baja en todos sus atributos medidos entre julio y noviembre: debilidad-fortaleza; habilidad y destreza; confianza y cercanía-lejanía. La Adimark, si bien muestra una baja significativa en todos sus atributos entre marzo y noviembre –respetada, liderazgo, creíble, capacidad resolver crisis, solucionar los problemas del país, confianza, activa, cuenta con autoridad- logra en todos mantenerse sobre el 50% en el “cumplimientos de tales características”.

La realidad se hizo evidente. La CEP, por tanto, viene a develar lo que ya estaba instalado. Desde entonces, se abre una coyuntura en que cada actor utiliza sus datos para sus fines. Las especulaciones comienzan cuando la mandataria termina inesperadamente una visita a la octava región. Los rumores y presiones para un cambio de gabinete se intensifican. No hay cambio de gabinete en función de las encuestas dice Elizalde; da lo mismo el cambio, si la receta es mala se escucha desde la UDI, no es lo relevante afirma Andrade. Viene pronto o antes de marzo es parte de los ecos de cambio. La CEP pone de manifiesta el “déficit político” del gobierno.

Las razones para este desplome son variadas. El gobierno responsabiliza a la desaceleración económica; otros, a que el gobierno escucho a la calle y actúo en función de esa demanda; otros, que se alejado de las prioridades ciudadanas –al punto, que el senador Navarro afirma que la nueva constitución no es una prioridad de la gente-; otros, al “déficit político” al no saber ni poder conducir ni administrar políticamente las reformas y sus tiempos. La “soberbia” y la “incertidumbre” también ha sido parte de las interpretaciones. No podemos olvidar, finalmente, el rol de la oposición y los “autogoles” de la Nueva Mayoría.

La “verdad” que devela la CEP –tal como otros estudios lo vienen anunciando- muestra, en definitiva, que el liderazgo sacro de Bachelet ha comenzado a debilitarse y que la “era de las reformas” pasa por un momento crítico –aun cuando, algunos lean la encuesta como que hay un apoyo “implícito” a las reformas-.


La coyuntura, el clima político y los intereses en juego –que son muchos y millonarios- han comenzado a desacralizar el liderazgo de Bachelet. Se ha hecho evidente que no es “eterno” ni tampoco incombustible. Bachelet, ha bajado a la tierra del poder. Ha llegado el momento de ponerse el overol y poner en juego su capital político. Y al mismo tiempo, poner en la mesa el fortalecimiento de la educación pública y llevar la reforma a la sala.