miércoles, 28 de octubre de 2015

Los dilemas de la primaria de la Nueva Mayoría en Ñuñoa

Octubre-2015

En análisis anteriores he venido insistiendo en que la política local ha cambiado de manera profunda en las últimas semanas. La debilidad de la derecha y el auge progresista son los dos hechos que definen el cambio en la política de la comuna. Este hecho ha generado las condiciones para que el apetito por dirigir el municipio aumente y la lucha por el objetivo se intensifique.

Esta situación explica, sin duda, lo que ocurrió al interior de la Nueva Mayoría semanas atrás cuando hubo que negociar y concordar un nombre para competir por el sillón municipal en el concejo. Sabemos que no hubo consenso y que la “unidad” de votar todos por si mismos se parece más a un tongo que a un ejercicio unitario: una salida política a un nudo político.

Si nos introducimos en las tinieblas del poder observamos que esto se explica simple –y complejamente- porque las primarias de la Nueva Mayoría en Ñuñoa comenzaron. Evidente, ningún aspirante –porque, al menos tres los son- estaba dispuesto a visibilizar al otro. Esto es política y nada se regala. Se abre, por tanto, una nueva fase en la política local. Será, sin duda, un largo período que debe culminar con un candidato oficialista surgido de una primaria o una negociación. Hoy, todo es posible.

Pero, para llegar a ese candidato hay muchas situaciones y coyunturas que hay que resolver. La primera, tiene que ver con las negociaciones nacionales y el rol que la comuna va jugar en ellas. Seamos claros, no se puede hacer nada en el plano local sin que los niveles nacionales hayan decidido y negociado con los otros partidos del bloque que se va hacer en tal o cual comuna. En una negociación municipal el movimiento de las fichas es muy complejo. Todos los aspirantes pueden ser eventualmente piezas de canje.

De hecho, no es extraño escuchar que el candidato de la Nueva Mayoría de la comuna sería impuesto por las cúpulas nacionales. Se ha dicho, que Navarrete busca esa nominación y ha comenzado a sonar Soledad Alvear en la DC. A mi entender, hay poco espacio para una solución de ese tipo. Por ello, lo más probable es que el asunto se resuelva en una primaria. Aquí, surgen otros problemas.

Lo primero que se debe resolver es si la Nueva Mayoría va competir en las “potenciales” primarias del 123 Ñuñoa. Hoy, oficialmente ningún partido lo tiene resuelto.

Si decide no competir al interior 123 Ñuñoa, todo es más fácil y directo. Las tensiones se reducen y las lealtades se conservan. No obstante, no todo está resuelto ni definido; por ejemplo, no sólo hay un nudo de tensión en torno al padrón de la primaria, sino también surge el problema de que la DC quiere nominar al candidato vía negociación. Insisto, hoy las negociaciones de ese tipo son inviables.
En este escenario, se realizarían primarias en Junio probablemente en el marco de la ley. A la fecha cuatro son los aspirantes: Navarrete –PPD-, Mendoza –PS-, Placencia –PC- y Castillo –DC-. Ya sabemos, que los radicales han dicho que no llevaran candidato a esta instancia. Como esto es política se pueden producir cambios y el escenario sufrir modificaciones. Lo único evidente es que la primaria empezó y con ello la campaña municipal. Los candidatos ya despliegan sus estrategias. Lo ocurrido en el concejo ya fue el primer gallito.

Si decide competir al interior del 123 Ñuñoa, surgen dos problemas. El primero, en torno a si va la DC o no va; y, el segundo, en torno a si compiten en esa primaria con candidato único o todos compitiendo al interior de la plataforma con los sectores autodenominados “no duopolicos”.

Voy a insistir, en que si la DC local no participa de esa plataforma ciudadana, la Nueva Mayoría no puede dejar a la DC en el aislamiento. Ese mismo hecho, implica no sólo un quiebre del oficialismo a nivel local –con sus costos correlativos-, sino también que la DC lleve candidato propio a la elección de Alcalde. Es evidente, que en ese escenario no hay unidad opositora. Optar, por una plataforma incierta –que, de todos modos es más política que social- y dominada por fuerzas que han sido oposición permanente a la Concertación de ayer y a la Nueva Mayoría de hoy, es un actitud política ajena a una larga tradición de trabajo conjunto; sobre todo, cuando hay que seguir impulsando reformas inclusivas. ¿Qué van a privilegiar los partidos de la Nueva Mayoría local?

Esa es la opción para los partidos de la Nueva Mayoría. Participar de la primaria del 123 Ñuñoa, implica que la DC vaya por fuera. Seamos claros, hoy la DC no va participar de la plataforma del 123 Ñuñoa. Desde el punto de vista electoral y del cálculo político este escenario es el peor para la Nueva Mayoría. No sólo pierde políticamente, sino también tiene suma cero en votos. En efecto, lo que gana con los 8.000 votos que aportan los “no duopolicos”, los pierde con la DC fuera del pacto. Sin duda, pierde harto más votos que esa cifra. Por todos lados, mal negocio.

Ahora, si la DC decide competir en esta plataforma –pensada y diseñada para sacar a Sabat- hay que resolver si se va competir en esa primaria con candidato único o con todos sus aspirantes. En rigor, con la DC afuera o adentro el escenario es el mismo y la pregunta válida.

Para el primer caso –candidato único- hay que resolver el ¿cómo se elige ese candidato? 

Las opciones son dos: primarias o negociación. La negociación en torno a un candidato –como se ha hecho desde el 2004- es poco viable.

Por tanto, ese candidato saldría de una primaria en que la DC está dentro o fuera. En ese escenario, ya vimos que hay cuatro opciones –eventualmente tres-. Surgen, nuevamente algunas interrogantes: ¿en qué fechas serían esas primarias, si las legales serían en Junio del próximo año?; acaso, ¿se harían entre marzo y mayo?; ¿es viable tener dos primarias entre marzo y junio, para luego, ir a una municipal en octubre?; ¿quién va financiar esas primarias?

Seamos claros, hay un problema de tiempo político que hace complejo y “cuasi” inviable seguir ese escenario. En consecuencia, hacer dos primarias –la de la Nueva Mayoría y la del 123- y luego competir en una municipal en un lapso de 8 meses -entre marzo y octubre- parece, al menos, inviable políticamente.

La otra opción, es que la Nueva Mayoría compita con todos sus candidatos en la primaria del 123 Ñuñoa. El escenario, también parece inviable no sólo porque la fragmentación de los votos puede hacer que terminen ganando las fuerzas “no duopolicas”, sino también porque la DC local no va participar en ese proceso. Todo indica, que si la NM va a la “primaria del 123” no lo hará compitiendo con todos sus candidatos. De lo contrario, tendríamos dispersión de votos, una DC aislada e incómoda, un PC potenciado y un PS con resultado incierto. Este es, el escenario más inviable políticamente. 

El análisis anterior, en consecuencia, nos conduce a una primaria de la Nueva Mayoría en junio del próximo año. Es decir, a un escenario en que el oficialismo no participa de las primarias del 123 Ñuñoa por una cuestión de tiempo político, de compromisos políticos y de estrategia política. Sólo se han planteado preguntas que otros deben resolver. La política cambia realidades combinando voluntarismo y realismo.

domingo, 25 de octubre de 2015

Debilidades política y electorales de la derecha en Ñuñoa

Octubre-2015

En un análisis anterior plateaba que el escenario político de Ñuñoa había cambiado de manera relevante desde el momento en que Sabat dejaba la conducción del municipio. No obstante, en rigor, ese cambio había comenzado cuando estuvo a punto de perder la alcaldía en las municipales pasadas. En este análisis, voy a poner atención en los efectos políticos y electorales que su salida va tener sobre la derecha local.

Los efectos políticos ya se sintieron con la elección del alcalde Zahri y la imposibilidad de instalar en la sucesión a su “preferido” el concejal Benavides. En efecto, se observa, en primer lugar un quiebre en  el sector a nivel local. La profundidad y los impactos de este hecho no es posible evaluarla hoy; a lo menos, hasta saber lo que ocurrirá el próximo 23 de octubre –en unos días más- cuando sepamos qué camino va tomar el nuevo edil: ¿seguirá como militante RN?

El hecho, no es menor, por cuanto ya ha manifestado su intención de postular a la elección de octubre del 2016. Lo que no está claro es, si lo hará como militante de Renovación Nacional, como independiente o como integrante de Amplitud.

Si, renuncia a su actual militancia es evidente que no será el candidato del sector; y, con ello, el sabatismo podrá instalar a uno de los suyos. No obstante, deberá –eventualmente- enfrentar a las cartas nacionales que suenan en la comuna como Matthei o Cecilia Pérez en el contexto de fortalecer las opciones de la derecha local ante su evidente debilidad. La derecha, no va entregar el municipio fácilmente.

Al contrario, si no renuncia se instala un conflicto de proporciones en la derecha local. La disputa con el sabatismo será a muerte. Incluso, se abre un escenario de potenciales primarias que eviten un quiebre y una ruptura mayor. No obstante, no hay duda que en esta situación las redes de “los Sabat” harán que uno de los suyos salga victorioso.

Incluso, no se puede descartar la posibilidad de que la derecha local –por primera vez- enfrente la elección de Alcalde dividida: “sabatismo v/s Zahri”. En unos días más, podremos despejar algunas incertidumbres y develar algunos hechos que permitan hacer un análisis más sólido.

Junto a este problema político, surge la cuestión electoral. Es sabido que el ex Alcalde “era o es” una fuerza electoral potente no sólo en relación al conjunto de las fuerzas políticas, sino también al interior de su sector. Sus cifras son evidentes. Siempre fue primera mayoría. Veamos.

En las municipales del ’92, Sabat logra 25.217 votos. Esa cifra, representa el 24% de los votos totales, el 63% de la votación del sector y el 77% de la votación de Renovación Nacional. En las municipales del ’96, Sabat logra 28.669 votos. Esa cifra, representa el 31% de los votos totales, el 72% de la votación del sector y el 94% de la votación de Renovación Nacional. En las municipales del 2000, Sabat logra 58.433 votos. Esa cifra, representa el 59% de los votos totales, el 96% de la votación del sector y el 98% de la votación de Renovación Nacional.

Desde las municipales del 2004 la elección de concejales y de Alcalde se separa. El primer efecto, es que los concejales quedan huérfanos del cacique y benefactor electoral. Desde este momento, comienza a operar el voto cruzado. Este hecho, es relevante porque Sabat siempre logra subir la votación del sector a nivel de Alcalde. Pongo atención en esta situación porque puede ser significativa y decisiva para la próxima elección no sólo en la perspectiva de los votos, sino también en relación al impacto que este hecho puede tener sobre la negociación política del sector respecto a la sucesión.

Hay, sin duda, algunas preguntas relevantes: ¿qué rol va jugar Sabat en la próxima campaña?; ¿tendrá la capacidad de traspasar votación?; ¿qué impacto tendrá su salida sobre la lista de los concejales?

En las municipales del 2004, la lista de concejales de la derecha obtiene 44.767 votos. Sabat, a su vez, logra 56.973 votos; es decir, sube la votación del sector en 12.206 preferencias. Resulta evidente, observar que esta votación surge de electores que votan en concejales por la concertación y que para Alcalde cambian su voto.

En la municipales del 2008, la lista de concejales de la derecha estabiliza su votación en 44.791 votos. Sabat, a su vez, obtiene 55.202 votos; es decir, logra subir la votación del sector en 10.411 preferencias. En esta elección, el voto cruzado tiene menos impacto que en la elección anterior. De hecho, la concertación, casi no tiene fuga de votos; por lo que, sabat logra subir su votación respecto a la que el sector obtiene en concejales debido al voto de los autodenominados “no duopolicos” que pierden entre una y otra elección 6.421 votos, al voto del PRI -2.490 votos- y a la disminución de nulos y blancos. En consecuencia, podemos afirmar que las fuerzas opositoras a Sabat en ambas elecciones pierden votación en favor del ex edil.

Y, así llegamos a las emblemáticas elecciones del 2012. La lista de concejales de la derecha baja su votación en 15.395 votos, alcanzando 29.396 preferencias. Sabat, a su vez, obtiene 34.247 votos; perdiendo 20.955 votos respecto a su última elección. Sin embargo, nuevamente hay voto cruzado. De hecho, el ex edil sube la votación del sector en 4.851 preferencias. Sin embargo, las fuerzas “no Sabat” en esta elección lograron retener votación y no transferir a nivel de Alcalde hacia el ex edil. De hecho, el “plus” de votos que hace posible subir la votación de los concejales hacia el Alcalde proviene de los nulos y blancos.

Electoralmente, sin duda, Sabat se ha debilitado. De hecho, no sólo perdió una cantidad significativa de votos, sino también perdió su capacidad de lograr voto cruzado.

Pero, ¿qué explica esta situación?

Sin entrar en los detalles, se observa que la baja de Sabat se debe, principalmente, a que su electorado no fue a votar. Hay que tener muy claro –sobre todo, para las evaluaciones actuales- que las fuerzas “no Sabat” aumentan su votación de manera muy leve. De hecho, los únicos que crecen son las fuerzas “no duopolicas”.

De hecho, la derecha en general hace el diagnóstico de que su derrota en octubre del 2012 se debe a que su “gente se quedó en casa” a nivel nacional y en Ñuñoa. No hay que olvidar, por otro lado, que la elección se da a nivel global en el contexto de la crisis del gobierno de Piñera. Y en el plano local, en el marco de las movilizaciones estudiantiles del 2011, de los problemas que enfrenta derivados de la reconstrucción post terremoto y de la crisis que estalla por la construcción de la “Clínica Ñuñoa”.

Sin duda, Sabat inicio su nueva gestión debilitado electoralmente. Hoy, luego de los últimos sucesos políticos de la comuna, su debilidad es política. Su fragilidad es, al mismo tiempo, la debilidad de la derecha local.

Sin Sabat, la derecha ñuñoina queda huérfana y débil. Y sin Zahri, la derecha pierda 7.000 votos. Y como la política es dinámica y el poder es una cuestión de vocación, el ex edil ha confesado que “si las cosas andan mal en Ñuñoa, voy a volver a la alcaldía”.

Horizonte progresista en Ñuñoa

Octubre- 2015

El panorama político de Ñuñoa ha cambiado de manera radical durante las últimas semanas; sobre todo, desde que el ex alcalde Sabat hizo pública su intención de renunciar a principios de septiembre. Los hechos que se sucedieron vinieron a ratificar y consolidar una nueva fase en la política local.

Uno de los principales rasgos de este nuevo escenario es la correlación fuerzas que se da en su interior. Cuatro son los hechos que la definen: debilitamiento político y electoral del ex alcalde Sabat, eficiente posicionamiento de las fuerzas progresistas, quiebres, tensiones y debilidad electoral en la derecha local y fuerza del activo ciudadano de la comuna.

El liderazgo y la potencia política de Sabat  tienen un punto inflexión en las municipales pasadas. Si bien mantuvo la conducción del municipio, ese hecho muestra que empezaba a debilitarse: fue una derrota política y electoral. En estos últimos dos años, su declive sólo se ha profundizado. Ello, sin embargo, no implica que eventualmente no pueda competir por una diputación por el distrito # 10 –u otro lugar- y salir electo. Es más, el hecho de ser un cacique urbano y tener a su hija como diputada por la comuna hace que su poder e influencia siga siendo relevante. No haber instalado en la sucesión a Benavides debe ser leído como otra derrota política. De la misma manera, que la crisis de la Unión Comunal.

No obstante, en el mismo momento en que Sabat se debilita, va emergiendo una nueva hegemonía: el progresismo local.

La nueva fase muestra una derecha debilitada política, social y electoralmente. La posibilidad que se instale una figura nacional –como Matthei o Cecilia Pérez- es el signo más evidente de esa debilidad. Electoralmente, se debilitaron en las municipales del 2012 cuando pierden la elección de concejales y ganan por 30 votos el municipio. Políticamente, se debilitan cuando renuncia Sabat y se dividen por la sucesión. 

Surgen algunas preguntas, ¿qué efectos políticos y electorales va tener ese quiebre?; ¿es posible que vayan en dos listas?; ¿qué rol jugara Amplitud?; ¿qué capacidad tiene Sabat de endosar votos?; ¿qué rol va jugar Sabat en la sucesión?

Finalmente, en este escenario, emerge y se consolida un activo ciudadano que se ha convertido en actor político a nivel local. En efecto, los actores sociales y ciudadanos de la comuna juegan un papel fundamental en este nuevo escenario. Los ciudadanos de la comuna son un  actor político significativo a nivel local.

En ese contexto, el 123 Ñuñoa es, sin duda, la plataforma social, política y ciudadana más importante de la comuna. En su interior conviven vecinos, ciudadanos, colectivos, partidos de izquierda, concejales, juntas de vecinos, asambleas locales, dirigentes vecinales y sociales.

El 123, es el espacio político de los progresistas de la comuna; el 123, es hoy el espacio de encuentro de las izquierdas locales; el 123, es la Asamblea de los ciudadanos progresistas de Ñuñoa”; el 123, es la expresión y una posibilidad para crear democracia local.

Su carácter político queda de manifiesta cuando define sus tres objetivos de corto plazo: candidato único, primarias vinculantes y programa único. Su futuro, depende en medida importante del logro o no de estas metas.

En definitiva, lo significativo del nuevo escenario es que la emergente correlación de fuerzas a nivel local genera las condiciones sociales, políticas y electorales para que las fuerzas progresistas políticas y ciudadanas de la comuna ganen el gobierno comunal.  De hecho, las próximas municipales de octubre son la oportunidad histórica que tiene el progresismo local para consolidar la nueva correlación de fuerzas que se instala en esta nueva fase de la coyuntura política de la comuna.

Hay, en consecuencia,  condiciones políticas, electorales y sociales para que las fuerzas progresistas políticas, sociales y ciudadanas articuladas en torno al 123 Ñuñoa ganen el municipio en un año más. Con unidad, el triunfo sería altamente probable: casi seguro. Pero, falta un invitado a la fiesta.

jueves, 8 de octubre de 2015

Los problemas políticos del 123 Ñuñoa

Octubre 2015

123 Ñuñoa, es la plataforma política y social que reúne a las fuerzas sociales, ciudadanas y políticas de la comuna con el objetivo político de ganar de manera unitaria el municipio en las próximas elecciones municipales.

A su vez, este objetivo persigue un fin superior: democratizar la comuna.

En efecto, es un diagnóstico transversal que esta comuna necesita democratizarse e impulsar la más amplia participación ciudadana. Este es, sin duda, el elemento que aglutina el proyecto del 123; y detrás, las fuerzas socio-políticas que lo conforman. En consecuencia, no se trata de ganar el municipio por el gusto de ganarle a la derecha después de muchas elecciones; al contrario, ese objetivo se sustenta en un proyecto de comuna que empieza con su democratización. Surge, por tanto, una primera pregunta relevante: ¿qué entendemos por democratizar la comuna?

Antes de responder, quiero seguir con el proyecto 123 Ñuñoa. El origen de esta plataforma encuentra raíces en el hecho de que ganarle a Sabat era complejo, difícil y aparentemente “imposible” hasta cuando se contaron los votos en la última elección. El diagnóstico apuntaba, por tanto, a que sólo la unidad de las fuerzas progresistas de la comuna “de la DC a los igualitarios” aseguraba el triunfo. Por tanto, candidato único era la orden del día.

Pero, a su vez, la posibilidad de un “candidato único” instalaba dos interrogantes: ¿cómo elegirlo? y ¿con qué propuesta?

Como una respuesta a estas dudas políticas surge la solución: primarias vinculantes y programa.

De este modo, la plataforma del 123 Ñuñoa surge políticamente para ganar la alcaldía sobre la base de una trinidad: primarias, candidato único y programa. En consecuencia, el candidato debería salir de una primaria vinculante y gobernar sobre la base de un programa unitario y consensuado por todos los actores involucrados.

Sin embargo, en este camino de búsqueda y consenso unitario han surgido problemas políticos que no han sido solucionados y se arrastran día a día, semana a semana y asamblea en asamblea.

¿Cuáles son?

A mi entender son tres: confianzas, incertidumbre sobre la posibilidad de hacer una primaria y débil conducción política de la coordinación. Me voy a concentrar en los dos primeros.

Las confianzas. Para nadie es desconocido que el 123 esta cruzado por la desconfianza entre sus miembros: partidos, mundo social y potenciales candidaturas. Este es, sin duda, un problema político de proporciones que impide avanzar con certeza, fluidez y compromiso. No hay instancia –asamblea o reuniones de coordinación- en que no se manifiesten las desconfianzas expresadas en un lenguaje de confrontación, en tensiones entre fuerzas políticas y en ataques velados y/o directos a los potenciales candidatos.

La expresión política de esta desconfianza al interior de la plataforma se expresa en que no se “creen unos a otros”, en que no se “aceptan unos a otros”, en que no se “respetan unos a otros”. En consecuencia, ¿cómo construir un proyecto común cuando no hay confianza y camaradería entre sus miembros?

La primaria. Sólo desde la última asamblea hubo un sinceramiento de que bajo la actual ley no se pueden realizar primarias locales con pactos que rompan los alineamientos nacionales. Un problema mayúsculo que debió tenerse claro desde el primer día y no después de seis meses. En la primera asamblea de abril se planteó que una de las comisiones de trabajo sería la comisión electoral; que, estaría encargada de conocer y administrar todo lo relacionado al proceso de primarias. Pregunto: ¿existe esa comisión?

Ante este escenario hay dos posibilidades: que se apruebe un proyecto de ley que haría posible su realización y/o hacer “primarias morales” no sólo vinculantes, sino también organizadas, administradas y financiadas por la asamblea como instancia soberana de la plataforma social y política del 123. Hoy, esta es la única posibilidad.

Hay un segundo problema en relación a las primarias. Se trata, de que en privado todos o casi todos los actores políticos de la asamblea manifiestan dudas acerca de que esta plataforma funcione y logre su objetivo. Hay mucha incertidumbre al respecto. No obstante, en público todos se muestran partidarios y comprometidos con este proceso; sin embargo, ninguno lo ha hecho de forma oficial y formal: sólo buenas intenciones.

Por otro lado, es evidente -sobre todo, en el contexto de una política nacionalizada- que ninguna fuerza política a nivel local está en condiciones políticas de hacer un compromiso formal con el proceso unitario. Ninguna lo ha hecho. Insisto, “sólo buenas intenciones”. Esto, sin embargo, no desconoce el hecho de que hay voluntad de avanzar en el proceso; sobre todo, cuando la unidad asegura el triunfo.

Hay un tercer elemento. Se trata, del “factor DC”. A la fecha, la DC local no participa de la plataforma unitaria; y, hasta donde se sabe, no tiene intención de hacerlo. Esto, sin duda, es un problema político no sólo para el proyecto 123, sino también –y, sobre todo- para la Nueva Mayoría.

Este hecho, ¿puede hacer fracasar la primaria local?  O, acaso, la Nueva Mayoría comunal va seguir confiando en que el aislamiento de este partido va terminar generando las condiciones para su incorporación. A la fecha, es un problema que no tiene respuestas. No es un problema menor.

Un cuarto problema tiene que ver con que a la fecha no hay candidaturas oficiales. Seguimos en el terreno de la especulación. No obstante, rumores, suposiciones y declaración de intenciones llenan el vacío que se produce. En esta última dirección, se sabe que el PPD, el PC y los socialistas han manifestado la voluntad de competir. Del mismo modo, los radicales manifestaron –en una oportunidad-  que no llevan candidato a  la primaria ya sea de la Nueva Mayoría o del 123.

Al respecto, ¿qué tienen que decir los progresistas, Revolución democrática y el Frente Amplio?

Esta situación, instala un hecho político: ¿cómo la Nueva Mayoría va definir su candidato? Sin embargo, surge un problema a resolver y del que no se tiene claridad.

Hay dos escenarios posibles. El primero se construye sobre la base de que no se realice la primaria bajo la plataforma y el compromiso del 123. Esto, obliga “naturalmente” a que la Nueva Mayoría haga su primaria y lleve candidato único al municipio.

El problema, surge en el segundo escenario; es decir, que si se realicen primarias unitarias bajo el 123. Esto, obliga a que la NM decida competir al interior del 123 con candidato único –surgido de una primaria o una negociación- o competir con todas sus opciones en la primaria del 123.

A su vez, esto plantea dos problemas a resolver: definir la fecha previa a la primaria unitaria -¿cuándo se hace?- y evaluar el impacto de la fragmentación en su resultado final; que, sin duda, puede conducir a perder la primaria frente a las fuerzas autodefinidas como “no duopolicas”.

Finalmente, no hay que olvidar que independientemente de estos problemas políticos, hay una demanda transversal que los une a todos: “democratizar la comuna”.

Democratizar la comuna implica dos cosas: fomentar y fortalecer la participación socio-ciudadana y de la sociedad civil local e instalar una estilo de gestión participativo –no necesariamente vinculante-, transparente, amable, cercano e inclusivo.

Esta idea fuerza que une a todos los actores sociales, políticos y ciudadanos de la comuna plantea una primera pregunta: ¿quién interpreta mejor ese tipo de liderazgo?

Los tiempos se agotan y la plataforma del 123 avanza lentamente para cumplir sus objetivos. Ha llegado el momento de empezar a despejar dudas e instalar compromisos. Ha llegado el momento de apurar el tranco y sincerar posiciones. Ha llegado el momento de entender que el 123 es el pilar fundacional para avanzar hacia un modelo local de democracia.

martes, 25 de agosto de 2015

Sabat: Auge y caída de un cacique urbano

Agosto-2015

La decisión del Alcalde Sabat de no competir en las próximas municipales es un hecho político de alto impacto. No sólo se va producir una re-definición de los equilibrios político-electorales en la comuna de Ñuñoa, sino también va terminar una conducción que se prolonga por muchos años -20 años- y que está asociada a prácticas autoritarias de corte cacical.

Sin embargo, a partir de este hecho surge un conjunto de interrogantes: ¿será capaz el progresismo local de enfrentar con unidad la elección de Alcalde?; ¿qué rol va jugar Sabat en dicha elección?; ¿podrá endosar votos como lo hace todo cacique?; ¿tendrá algún daño político la derecha local por la cuestión de la sucesión?

Sabat llegó al municipio como funcionario hace alrededor de 35 años. Posteriormente, a fines de los ochenta es designado Alcalde por Pinochet. Luego, renuncia a su cargo para competir por un escaño por el distrito # 21 en las parlamentarias de 1989. En esa ocasión va como independiente y obtiene casi 15 mil votos y alcanza el 12% de las preferencias de la comuna. En esa elección es la tercera mayoría individual detrás de Gutenberg Martínez (DC) y Alberto Espina (RN).

Vuelve a la competencia electoral para las municipales del 1992. Como militante RN obtiene la primera mayoría al subir su votación a 25 mil preferencias y lograr el 24%. Desde entonces sigue su ascenso. En el ’96, sube al 31% con un poco más de 28 mil votos y se convierte en Alcalde. En el 2000, hay un alza significativa al subir a 58 mil votos (59%). No hay duda, sus números son espectaculares.

Desde el 2004, la votación de Alcaldes y de Concejales se separa definitivamente. Mientras por un lado, la votación de la derecha y de su partido a nivel de Concejales se debilita; por otro, Sabat consolida su votación con cifras similares a las de la elección anterior: 57 mil votos y el 61% de las preferencias. En la elección del 2008 hay una baja leve: 55 mil votos y el 57% de las preferencias.

Y llegó la elección del 2012. Sin duda, una sorpresa. Sabat estuvo a 30 votos de perder la elección. Su votación bajo al 45% al perder 21 mil votos. ¿Qué explica esta situación?

La explicación se encuentra –a modo de hipótesis- en que sus electores no fueron a las urnas en el marco del agotamiento del gobierno de Piñera y de un desgaste en su gestión asociada a los problemas de la clínica inconclusa, a los problemas que tuvo con la reconstrucción y por la movilización estudiantil-ciudadana ocurrida en la comuna en el 2011.

Por tanto, estos resultados no se explican por el alza de la oposición local. En las elecciones del  2004 hay tres listas para Alcaldes: la derecha –con Sabat-, la Concertación –con la DC, Jaqueline Saintard- y el Juntos Podemos -con el Humanista Bustamante. Saintard obtiene 29.681 votos (32%) y Bustamante 6.815 votos (7.3%). En consecuencia, el progresismo local –DC incluida- es derrotado por Sabat por 20.500 votos.

En el 2008, la situación es similar; Sabat nuevamente vence a las fuerzas progresistas de la comuna. La elección es a tres bandas: la derecha, la Concertación y la fuerzas no duopolicas. Sabat baja levemente su votación a 55 mil votos (59%). La Concertación con la socialista Danae Mlynarz sube su votación en 2.600 votos al llegar a las 32.279 preferencias (34.3%). A su vez, Sobarzo obtiene 6.726 votos (7.1%). En conjunto, las fuerzas “no Sabat” logran 39.000 votos equivalente al 41.4%. El cacique de Ñuñoa vuelve a imponerse ampliamente; no obstante, la distancia se reduce a 16 mil votos.

Así, llegamos a la épica del 2012. En esta elección, los progresistas de la comuna van en tres listas –y no, en dos como había sido la costumbre-. La Concertación con la socialista Maya Fernández, los humanistas con Gálvez, el Partido Igualdad con Matías Mlynarz y la derecha con Sabat. Las fuerzas progresistas logran 42.083 votos (55%) y la derecha al bajar de manera significativa su votación llega a 34.247 preferencias (45%).

La Concertación con el PC incluido –lo que podríamos llamar Nueva Mayoría- obtiene 34.217 votos; superior en 1.938 y en 4.536 votos al 2008 y al 2004 respectivamente. Un alza muy leve. De hecho, la “vieja concertación” en esta elección sólo logra sostener su votación debido al apoyo de los comunistas. A su vez, los no duopolicos –sin la votación del PC- suben un poco más de mil votos al llegar a 7.866 preferencias. En rigor, son los únicos ganadores.

La salida de Sabat del municipio es la expresión de una debilidad múltiple: física, mental, electoral y política; física, porque está enfermo; mental, porque está cansado y necesita nuevos aires; electoral, porque ha perdido votos; y política, porque ya no puedo convencer ni articular.

Este hecho, sin duda, va impactar de manera significativa a la derecha de ñuñoa –y en la correlación local de fuerzas-. Por tanto, su resultado a nivel de alcalde es incierto no sólo porque no se sabe si podrá recuperar votación, sino también porque Sabat concentraba una importante cantidad de votos del sector y estimulaba mucho voto cruzado.

La derecha local no sabe si podrá recuperar votación. En la última elección –como hemos visto- la derecha con Sabat perdió 21 mil votos. En Concejales tuvo una baja similar. A nivel de Alcaldes la derecha está abajo del progresismo local en 8 mil votos y empatada con la Nueva Mayoría. ¿Quién está en condiciones de revertir esta situación: Benavides, Zarhi, una figura nacional potente?; ¿qué rol va jugar el cacique de Ñuñoa en la próxima elección; más allá, de influir en el sucesor de corto plazo?

Sabat concentraba votos de la derecha. En efecto, en el ’92 capta el 55% de la votación; en el ’96 sube al 73% y en el 2000 al 96%. En consecuencia, sin Sabat ¿qué hará la derecha local?; ¿podrá endosar votos y transferir votación como todo cacique clásico?

Con Sabat hay voto cruzado. Desde el 2004 la elección de Concejales y Alcaldes se separa. Se observa, por tanto, que siempre la votación a nivel de Alcaldes fue mayor que la que obtiene la derecha a nivel de los concejales. En el 2004, la diferencia es de 12 mil votos; en el 2008, de 10 mil votos y en el 2012 de 5 mil votos. Este hecho, implica que hay voto progresista –principalmente, Concertación- a nivel de los concejales que vota por Sabat. Esto, ya no va ocurrir.

En consecuencia, la elección del 2012 marca un punto de inflexión: Sabat y la derecha a la baja y el progresismo local al alza. Es más, la emergencia de la plataforma social y política del 123, la fuerza del mundo ciudadano de Ñuñoa, el trabajo político y social de Maya Fernández desde la diputación y el vínculo de algunos concejales con el mundo social, generan las condiciones políticas, sociales y electorales para derrotar a la derecha en el control que tiene hace décadas del municipio.


No hay que olvidar, finalmente, que la próxima municipal no se da en el vació. Hay un contexto político y económico que define de manera importante sus rasgos y sus resultados. Así, ocurrió en el 2000 y en el 2012.

Es evidente, que no será un escenario favorable para las fuerzas progresistas. De hecho, esto podría anular las debilidades que presenta hoy la derecha local; y, a su vez, frenar las positivas perspectivas para el progresismo local. Por ello, la unidad asegura el triunfo; la dispersión, lo pone en duda.

viernes, 21 de agosto de 2015

El actual panorama presidencial de la Nueva Mayoría

Agosto-2013

El cónclave y la “sobre mesa” con la visita de Lagos a La Moneda y el “amo a Chile” no sólo generó una “ruptura” definitiva entre “puristas” y “gradualistas” –entiendo que siempre hay matices- debido a que Bachelet optó por la interpretación “continuista” de la tesis del “realismo sin renuncia”, sino también desencadenó la competencia por el posicionamiento presidencial al interior del oficialismo.

Que esto ocurra no debe extrañarnos. De hecho, toda democracia está sometida a las dinámicas electorales; sobre todo, cuando se trata de mandatos de cuatro años; y, más aún, cuando muchos dan por terminado el ciclo reformistas.

Hay dos ejes que van a definir el contexto político de la próxima presidencial. El primero, será el dilema por el destino de la fase reformista. Para unos, va girar en torno a más reformas, menos reformas, consolidación de las reformas;  para otros, en torno a reformar las reformas. Y, finalmente, aparecerán los que plantearan la profundización de las reformas. La Nueva Mayoría se ubica en el primer grupo.

El segundo eje –y muy vinculado con el anterior- será la cuestión de la reactivación económica y la re-inserción del país en la senda del desarrollo. La coyuntura económica de la campaña electoral será decisiva.

Las encuestas de posicionamiento presidencial muestran básicamente que hoy no hay liderazgos presidenciales consolidados con opciones reales de ganar la elección. De hecho, al mirar lo que ocurre en esta dimensión desde Aylwin se observa que a la fecha el próximo presidente estaba ya definido a la mitad del ciclo presidencial. A si ocurrió, cuando Frei sucedió a Aylwin, cuando Lagos sucedió a Frei, cuando Bachelet sucedió a Lagos, cuando Piñera sucedió a Bachelet y cuando Bachelet sucedió a Piñera. Y hoy, a mitad del período presidencial –en realidad faltan seis meses- ¿quién va suceder a Bachelet?

La respuesta no es clara ni definitiva. Piñera y ME-O que son los que tienen mejor posicionamiento están estancados. Isabel Allende no logra despegar; la DC sigue marcando nada y la dupla Lagos-Insulza no está en las mediciones. Ni siquiera populistas ni anti sistema aparecen en el horizonte. No sólo en la medida en que nos acerquemos a la fecha el panorama será más visible, sino también cuando los interesados instalen hechos políticos de efectos presidenciales.

En consecuencia, ¿cuál es el panorama presidencial de la Nueva Mayoría hoy?

La respuesta requiere considerar no sólo los dos ejes mencionados anteriormente –rumbo de las reformas y recuperación económica- y la situación de debilidad en los liderazgos presidenciales, sino también otras tres variables: la profundización del malestar ciudadano con la política, los bajos niveles de aprobación del gobierno y las tensiones internas del oficialismo. Todas, en definitiva, variables y situaciones negativas para el oficialismo. Lo bueno, es que tampoco se ven figuras con opción presidencial fuera de la desgastada Nueva Mayoría; que hoy, no es nueva ni mayoría.

Ahora, proyectar el estado de estas 5 variables que definen el contexto de la coyuntura presidencial al momento mismo de la campaña durante el 2017 –es decir, hacia un poco más de dos años- no es fácil. Sin embargo, se espera que las reformas gocen de mejor salud debido a que se van a comenzar a ver sus frutos y sus efectos negativos sobre la política serán menores –de hecho, nada relevante se va debatir en ese período-, que Bachelet mejore sus niveles de aprobación, que la economía muestre signos de recuperación y que la Nueva Mayoría haya reducido –o escondido- sus diferencias. No obstante, la distancia con la política y el clima de desconfianza van a seguir generando ruido.

En consecuencia, el panorama del oficialismo debería mejorar a medida en que se acerca la coyuntura presidencial. No hay que olvidar, que el tiempo político que está por delante es un espacio en el que los hechos que van a emerger y las coyunturas que se van a desencadenar pueden generar condiciones distintas a las identificadas hoy.

La próxima municipal va definir el rumbo de las reformas, de las primarias presidenciales del oficialismo y de la Nueva Mayoría. Si bien habrá unidad para los alcaldes, en los concejales habrá competencia. De hecho, es probable que se imponga la tesis de los tres pactos: a la izquierda, el PC, el MÁS y la IC, al centro el pacto PS-PPD, y a la derecha la DC con los radicales.

Lo interesante de un esquema a tres bandas en la Nueva Mayoría es que nos permite visualizar de manera clara una primaria y su proyección presidencial. En consecuencia, el presidenciable de la izquierda del oficialismo es el senador del MAS, Alejandro Navarro; y, de la derecha del sector, el senador Ignacio Walker. A su vez, el pacto de los socialistas con el PPD hay tres figuras: Isabel Allende, José Miguel Insulza y Ricardo Lagos. El otro escenario de las primarias es a dos bandas: la DC contra los progresistas del bloque. En este caso, la competencia es entre Walker y Allende, Lagos o Insulza.

No obstante, en ambos escenario la DC es derrotada. En consecuencia, el próximo abanderado del oficialismo saldrá entre el trio anteriormente identificado. La forma en que el progresismo definirá esta opción es parte de otra historia: primarias, nominación por los consejos partidarios o ausencia de competidores. Lo claro, es que esta situación debe estar resuelta el primer trimestre del 2017. Por ello, el próximo año será decisivo en materia presidencial; sobre todo, lo que ocurra en materia municipal.

Hay otra pregunta relevante: ¿quién tiene mejores opciones de asegurar la sucesión del oficialismo?

En todos los escenarios, sin duda, la sucesión la asegura Lagos o Insulza. No es casualidad que el ex mandatario haya dicho que no volvería a La Moneda a manos de la derecha. Como tampoco, que es “amado” por lo empresarios que hace un año lo aplaudieron largamente de pie en Icare. Por otro lado, la preocupación de Allamand es evidente; sólo esta semana afirmo que Lagos nunca sería candidato de la Nueva Mayoría y que –al contrario-, ME-O es la única opción para seguir en el poder.

Para ser presidente hay que tener vocación de poder. Del mismo modo, hay que ir instalando hechos políticos que vayan configurando un escenario favorable a la opción buscada.  Pero, también hay que administrar los tiempos y la experiencia.

De todos los presidenciales identificados hoy, el más silencioso y prudente ha sido Insulza. La experiencia del 2009 debe haber dejado algo. Navarro y Walker están en campaña; Lagos, ya dijo que “amaba a Chile” y que la gente “en la calle le pedía volver” e Isabel Allende responde afirmando que a ella también la calle se lo pide. 

Ahora, sólo falta que “todos” estén dispuestos ir a una primaria. Parece, que sólo falta que uno diga sí. Lo relevante, sin embargo, es que esta carrera ya empezó y el tablero comenzó a ver como las piezas se mueven en el campo de batalla. La política siempre da sorpresas y giros. La política no ocurre en el vació.

lunes, 17 de agosto de 2015

¿Esta quebrada la Nueva Mayoría?

Agosto-2015

El cambio de gabinete de mayo fue un hecho político de gran alcance para el oficialismo a corto y largo plazo. Incluso, tendrá efectos relevantes sobre el sistema político en general. A corto plazo, porque hay un cambio del equipo político en forma y fondo; y, a largo plazo, porque modifica la correlación interna de fuerzas de la coalición con su correlativo impacto sobre los futuros procesos electorales y el destino de la Nueva Mayoría. Finalmente, sobre el sistema político en su conjunto porque redefine la política de alianzas y pone en jaque –o en punto de inflexión- el proceso reformista.

El nuevo gabinete abre una segunda etapa –el “segundo tiempo”- e inaugura una nueva hoja de ruta que se expresa en la tesis del “realismo sin renuncia”. Se trata de seguir implementando las reformas -en el contexto de una realidad política y económica compleja- y de cambiar los estilos y las formas de la conducción política. En consecuencia, por un lado se instala necesidad de priorizar las reformas y darle gradualidad; y, por otro, se inaugura -o se pretende- una conducción centrada en el diálogo, en el consenso y la unidad.

Entre principios de mayo y principios de julio hay dos meses. En este lapso de tiempo el gobierno se concentró en diseñar las formas y los contenidos de la segunda fase; es decir, hacer operativa la nueva etapa. Luego, a principios de julio el gobierno inaugura –en un consejo de gabinete- la nueva hoja de ruta que se expresa en el eslogan “todos por chile”. En este contexto, por tanto, se convoca un cónclave que termina realizándose el 3 de agosto. Luego, entre julio y el cónclave el gobierno comunica, socializa y ajusta su nueva estrategia política con los partidos del oficialismo.

Se esperaba, en consecuencia, que el cónclave fuese el momento y la instancia para el re-lanzamiento del gobierno, del “programa remozado” y de una coalición unida bajo el liderazgo de la presidenta.

Sin embargo, el evento y sus efectos inmediatos –expresados en la tesis de “la ambigüedad” y en la derrota de los gradualistas- no tuvo la capacidad de unir al oficialismo en torno al nuevo diseño político de La Moneda. Al contrario, desde ese momento se instala de manera definitiva una fractura en la Nueva Mayoría que se expresa en lo grueso en dos almas o sensibilidades: los puristas y los gradualistas.

En consecuencia, se puede afirmar que el cambio de gabinete terminó incubando una crisis mayor: la ruptura política de la coalición y el inicio de una silenciosa “guerra de guerrillas”.

De hecho, ya se lleva más de un mes especulando y amenazando en torno al fin de coalición: el PC y la DC han sido los grandes protagonistas. Es evidente, que durante estos tres meses que van del cambio de gabinete al cónclave, la coalición –partidos y gobierno- no pudo resolver sus tensiones fundacionales que se vienen manifestando desde los primeros momentos del gobierno y que obligo a definir el pacto –en enero del 2014- como un “acuerdo político programático” con “fecha de vencimiento”.

En cónclave fue el espacio político en que las tensiones latentes se transformaron en ruptura “potencial”. Los sectores reformistas de la coalición se sintieron derrotados en todo el período que va desde el cambio de gabinete al cónclave. Pero, se sintieron ganadores y “satisfechos” con los resultados del cónclave. Al contrario, los gradualistas pasaron de victoriosos a vencidos. “Todos ganamos” decía el vocero de gobierno.

El cónclave profundizó las fisuras internas y generó las condiciones para la rebelión DC -con Lagos e Insulza incluidos-. Arrastraron, en ese movimiento, al Ministro Valdés; que, en rigor es más cercano a Eyzaguirre que a Burgos. Algunos políticos –como Navarro y Vidal- hablaron de “ejercicio de enlace”, y algunos DC pusieron en duda la proyección del conglomerado –Pérez Yoma, Martínez, Walker y Pizarro-. Escalona, el domingo llamaba a no caerse ni a hundirse.

La opción de Bachelet por la interpretación continuista de la tesis del “realismo sin renuncia” fue el detonante para la “rebelión pelucona”. Este hecho, ha sido interpretado como ambiguo. Seamos claros, no hay ambigüedad ni vaguedad. Lo que hay –expresado en decisiones y hechos- es que la decisión de Bachelet desilusionó-indignó a los sectores que se sintieron vencedores por largas semanas: hicieron una rebelión y levantaron la opción Lagos-Insulza.

Es cierto y evidente que la convivencia entre ambos sectores fue difícil desde el primer momento; desde el instante que comenzó la obra legislativa. Un año y medio después de asumir el mando se produce una fisura mayor. En 18 meses las diferencias se profundizaron al generar una ruptura política que pone en jaque y en duda la continuidad del conglomerado.

Dicha continuidad dependerá de cómo se resuelve la “ruptura latente” instalada desde el cónclave y germinada desde el cambio de gabinete de mayo. Pero, ante esta situación no hay que olvidar que la Nueva Mayoría –sobre todo, la vieja concertación- sabe de procesar diferencias. Del mismo modo, sabe de pragmatismo, y sabe más, de lo que significa controlar el Estado y sus recursos. 

De aquí a las próximas elecciones municipales ambos sectores seguirán en una disputa latente –en una silenciosa “guerra de guerrillas”- por conducir el rumbo de las reformas. Será, un ciclo marcado por la sucesión de episodios de tensión que pondrán a prueba la proyección del conglomerado. Pero, la municipal de octubre del 2016 será la gran batalla que definirá el rumbo de la coalición, de las reformas y del gobierno. Y mientras tanto, Bachelet seguirá mediando entre dos sectores “potencialmente” irreconciliables.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Éxitos e incertidumbres de un cónclave

Agosto-2015

El Cónclave del oficialismo como hecho político ha seguido generando opiniones, diagnósticos y evaluaciones: que ganó el PC, que ganamos todos, que sigue la ambigüedad, que no hay peor ciego que el que no quiere ver, que Burgos y Valdés han sido ignorados, que ambos se rebelan y que no se recuperan las confianzas son algunas de las reflexiones y análisis que han surgido desde dentro y fuera de la Nueva Mayoría.

¿Cómo evaluar el cónclave?

El cambio de gabinete de mayo marco, sin duda, un cambio en el gobierno de tal magnitud que se comenzó a hablar de giro, de punto de quiebre, de la vuelta de la economía sobre la política, del regreso con honores de Hacienda, del segundo tiempo y de una nueva hoja de ruta marcada por la tesis del “realismo sin renuncia”. La derrota de la dupla Peñailillo-Arenas abrió una coyuntura de incertidumbre en la que todos entendieron que las reformas llegaban a un punto de inflexión debido a un complejo escenario político y económico. Durante ese período unos se sintieron triunfadores y otros perdedores. Un  cónclave debía resolver.

La espera fue larga –casi tres meses- hasta que llegó la hora del cónclave; cuyo objetivo político era reducir las incertidumbres, fortalecer la unidad y definir las prioridades programáticas en una nueva hoja de ruta que sería el horizonte del segundo tiempo. En esa dirección el cónclave fue exitoso: las incertidumbres se despejaron y se confirma la “continuidad del programa” en función del “realismo” que impone el clima político y económico de la coyuntura. Del mismo modo, los partidos se comprometen en la hoja de ruta y se definen prioridades.

Ahora, cosa distinta es no quedar conforme con el resultado político del cónclave y seguir en posiciones de crítica política e ideológica. Dentro del oficialismo hubo malestar en sectores de la DC, en los iluminados del progresismo y en la dupla Burgos-Valdés. A su vez, la oposición y los empresarios siguen en pie de guerra con las reformas, el mundo universitario en alerta por el destino de la gratuidad, el mundo del trabajo por el “reemplazo” y muchos otros por la cuestión constitucional. Sin duda, mucho inconformismo. Este malestar se expresa como ambigüedad.

Pero, al mismo tiempo hay sectores que quedaron conformes con el resultado político del cónclave al ver que no hay renuncia al programa. Bachelet, en el evento ha confirmado la continuidad de las reformas y su programa. Y, del mismo modo, ha definido prioridades y gradualidad en su implementación.

En consecuencia, desde esta perspectiva el cónclave fue exitoso: cerró la incertidumbre en torno al destino de las reformas y definió prioridades y gradualidad. Cuando se afirma que el cónclave fue exitoso, hay que tener en cuenta que la evaluación se hace –y no puede ser de otra manera- en función de los objetivos que se buscaban. Que generó descontentos y la sensación de que hubo perdedores es algo evidente y previsible. Cómo también, que abre interrogantes.

Fue éxito; pero, abre interrogantes. Estas últimas, giran en torno a la materialización de las reformas y su expresión en proyectos concretos, al rol de la dupla Burgos-Valdés, a las complejidades que enfrenta Bachelet y en torno a la viabilidad política de la Nueva Mayoría. Este conjunto de interrogantes ha sido asimilado con ambigüedad; si se quiere, con incertidumbre.

Lo más relevante es que las reformas continúan. Pero, su implementación se hará en función de las características que asuma la coyuntura política y económica. Sin embargo, esto no dice mucho debido a que las reformas no ocurren en el vació ya que se expresan en proyectos de ley concretos; por tanto, abren un escenario potencial de conflicto amplio: con la oposición, con los grupos de presión, con la coalición y sus diversas sensibilidades. Por ello, el gobierno para esta segunda etapa ha definido que su hoja de ruta debe tener más diálogo y más trabajo pre-legislativo.

Esto, sin duda, dificulta la gestión del gobierno y de la propia presidenta. En primer lugar, está atrapada –a veces inmovilizada- por las tensiones que hay al interior de la NM entre “puristas” y  “relativistas”; entre los nostálgicos de la concertación y los reformistas del actual oficialismo. Tiene, por tanto, que velar por la unidad del conglomerado y sus equilibrios internos. En segundo lugar, debe generar estrategias y tácticas de poder que hagan que su capital político no siga debilitándose y que pueda recuperar apoyo social. En tercer lugar, necesita no sólo cumplir el compromiso con los ciudadanos en torno a las “reformas estructurales comprometidas”, sino también requiere con urgencia que las reformas comiencen rápidamente a visibilizar los beneficios que cada una de ellas implica. Y finalmente, la tesis del “realismo sin renuncia” debe instalarla como una obra de ingeniería que no muestre debilidades, que no fracture la Nueva Mayoría y que deje satisfecho a los más. Para Bachelet, ha llegado la hora de la política.

En relación a la dupla Burgos-Valdés se ha dicho que fue derrotada en el cónclave. Y, en esa línea, que ante esa realidad hicieron una “rebelión” –nótese el lenguaje de la prensa- insistiendo en que “hay restricciones” y que por tanto se requiere graduar y priorizar. Hay “distintas miradas” al interior del gabinete ha dicho la presidenta; pero, al mismo tiempo, ha insistido que al final y en torno a cualquier controversia ella es la que decide. Sin embargo, al analizar y ver en perspectiva las acciones y declaraciones de Burgos y Valdés –desde que ingresan al comité político- se observa más sintonía con Bachelet de la que la prensa ha querido instalar post-Cónclave.

¿Qué significa graduar y priorizar?

Priorizar, significa definir un orden de importancia de las acciones; en este caso, de los proyectos de ley a impulsar como expresión de las reformas-. Bachelet fue clara y en esto no hay dos opiniones: la educación sigue siendo la prioridad. Luego, viene la salud y la seguridad ciudadana. Más atrás, modernización laboral, economía, nueva constitución, descentralización y probidad. ¿Acaso, no hay una jerarquización de tareas y esfuerzos?

A su vez, gradualidad significa implementar de manera gradual el programa de la inclusión; es decir, no todo se puede hacer de una vez ni menos en cuatro años. Es más, tampoco en un contexto económico que impone “restricciones fiscales” y en una coyuntura política de alta conflictividad. La frase que mejor explica esta situación es que “no se puede hacer todos al mismo tiempo”; una frase que se ha escuchado desde Velasco hasta Escalona y de Bachelet a Valdés. En consecuencia, como todo no se puede hacer al mismo tiempo –y en este tiempo- hay que priorizar y avanzar lentamente, evolutiva y gradualmente.

Acaso, el proyecto que simplifica la reforma tributaria o la rebaja al 50% de la gratuidad en la educación superior no son señales y expresión del “realismo sin renuncia”. Acaso, la “postergación” de la des-municipalización de la educación y la posibilidad de “equilibrar” el reemplazo en huelga no son expresión del clima del segundo tiempo. Acaso, la preocupación por la seguridad ciudadana y la salud no son parte del nuevo diseño. Acaso, la postergación de la nueva constitución para el próximo período no es resultado de la gradualidad y de la priorización.

Finalmente, surgen las dudas en torno al futuro de la Nueva Mayoría y su viabilidad política. Cuando el PC vio peligrar la continuidad de las reformas –antes del cónclave- mencionó la posibilidad de dejar el pacto. Lo mismo hace la DC cuando ve que sus “matices” no han penetrado en las decisiones del gobierno y Walker declara que han perdido. Pataletas de unos y de otros. Y, entre medio –porque el momento es complejo-, surge el PS como articulador y componedor de diferencias.

Seamos claros, sin uno ni otro, la Nueva Mayoría no es tal. Sin un programa de reformas ambicioso la NM no tiene sentido. Si el conglomerado oficialista logra proyectarse más allá de este período –lo que implica ganar la próxima presidencial- es para seguir haciendo reformas y para consolidar lo avanzado; bajo, eso sí, un liderazgo más conciliador interna y externamente. Si, al contrario, pierde la presidencial, habrá llegado a su fin. 

Por ahora, no hay posibilidad de ruptura. Ello, se debe no sólo a que hay compromisos y que nadie va pagar el costo político de dejar sola a Bachelet, sino también porque para gobernar hay que construir mayoría y dejar de controlar el Estado –y sus recursos- va en contra de todo partido con vocación de poder.