Enero-2015
Uno de los
cambios que nos trajo el nuevo ciclo político es la emergencia del espacio
y las fuerzas liberales. Entiendo por espacio liberal el lugar de
las ideas y propuestas liberales –de todo tipo y signo- al interior de la
dimensión espacial de la política chilena que hemos identificado durante
décadas como el eje derecha-izquierda. Por fuerzas liberales el conjunto de
partidos, movimientos y/o centros de estudio que se posicionan e identifican
como liberales. Hay de todo tipo: desde la derecha hasta la izquierda y desde
los clásicos hasta los progresistas.
La familia
liberal desapareció de la escena política durante muchas décadas. Desde mediados
de los ochenta comenzaron a emerger y a ganar un espacio. Desde entonces al
interior de Renovación Nacional se fue incubando, desarrollando y posicionando
un grupo de liberales liderados por Allamand y la extinta “patrulla juvenil”. Se
instaló en dicho partido dos fuerzas que convivieron sin grandes tensiones
durante dos décadas: los liberales y los conservadores.
De modo
paralelo, en la centro-izquierda también se fueron incubando fuerzas liberales.
A medida que la transición se consolidaba, el neoliberalismo se profundizaba y
se consagraba la puerta giratoria entre el mundo privado y público, se
consolidaban al interior de la DC sectores liberales de corte tecnocrático. Por
el lado de la izquierda los socialistas liberales –instalados, principalmente
en el PPD- ya tenían largos años de presencia y reflexión.
Junto a las
fuerzas liberales tradicionales –de la derecha a la izquierda- han ido
emergiendo nuevos sectores de liberales que no se sienten interpretados por
tales fuerzas y que buscan posicionarse en el emergente espacio liberal. El
panorama es amplio, fragmentado y diverso.
Hay
movimientos políticos: Evópoli, Amplitud, Red Liberal y Fuerza Pública. Centros
de pensamiento y reflexión: Fundación Balmaceda, Instituto Francisco Bilbao,
Horizontal, Avanza Chile. Partidos políticos: Partido Liberal de Mirosevic que
se autodefine como liberales progresistas y continuadores del liberalismo de
Infante y Bilbao. Unos están a la derecha y otros a la izquierda. Uno más
liberales en lo económico y otros más en político o valórico. Unos con
antepasados en la derecha y otros en la centro-izquierda. Unos más políticos y
otros más ideológicos. En fin, un amplio abanico de fuerzas que buscan un lugar
en la escena nacional.
Estas son, por
tanto, las fuerzas liberales que han
ido emergiendo y se han ido posicionando en el nuevo ciclo de la política
chilena. De modo paralelo, en la medida en que estas fuerzas han comenzado a
participar de la política democrática, a buscar su identidad y su nicho
político-electoral ha empezado a configurarse el espacio liberal; es decir, el lugar y el “domicilio político” desde donde hacer política y poner en marcha
estrategias y tácticas de poder. A la fecha, el proceso es borroso y está en
pleno desarrollo y construcción.
Lo único claro
que se puede afirmar es que el espacio liberal se encuentra preferentemente en
el “centro político”; en lo grueso,
entre la DC y RN. No obstante, hay fuerzas liberales que en algunos temas y
coyunturas se sienten mejor en la derecha –cuestiones económicas- y otros en la
izquierda –cuestiones políticas asociadas a la profundización democrática y/o
valóricas asociadas a las libertades individuales y civiles-.
El hecho de
que las fuerzas liberales se posicionen preferentemente en el centro político
genera que este “espacio” se fragmente en tres: cristianos, laicos y liberales.
Mientras los dos primeros tienen una larga historia recorrida y un claro
posicionamiento, los últimos tienen un largo camino por recorrer. Construir cultura y tradición política no es
algo que se haga en un par de años.
La instalación
de las liberales en el centro político –sobre todo, Amplitud y Fuerza Pública-
ha comenzado a provocar ruidos y molestias en el centro cristiano representado
por la Democracia Cristiana. En ese sentido, la pugna entre la DC y los
liberales de Velasco responde a cuestiones de fondo que tiene relación con una
fuerte disputa por el electorado de centro. No hay que olvidar, que Velasco ya
le ganó al Orrego en las primarias de la centro-izquierda. De hecho, las
últimas disputas por la “doble militancia”
cuyo caso emblemático es Mariana Aylwin hay que entenderlo en esa perspectiva.
Del mismo
modo, no hay que olvidar que este centro liberal –Fuerza Pública- ya le quito
votos a sectores de derecha al contribuir a la derrota de Allamand en las
primarias presidenciales del 2013. La amenaza de Amplitud no es menor; sobre
todo, si se instalan con fuerza y convicción en este espacio y busca
representar a sector medios.
En este
recorrido de las fuerzas liberales el acercamiento entre Amplitud, Fuerza
Pública y Red Liberal a principios de noviembre del año pasado en torno a un
conjunto de reformas políticas y una potencial primaria presidencial en el
sector es un hecho político relevante e incierto. Relevante, porque la consolidación del espacio liberal
depende directamente de esta posibilidad y porque estas fuerzas liberales van a
dañar electoralmente a la derecha y a la DC. A su vez, incierto porque es
un proceso en construcción y hoy no podemos decir con mediana certeza que van
articular una alternativa municipal, presidencial y parlamentaria. El nuevo
sistema electoral y la reforma al financiamiento de la política abren grandes
oportunidades.
Lo que está
claro, es que el espacio liberal depende para su consolidación de lo que hagan
estas fuerzas ejes del emergente liberalismo. A su vez, estos liberales
dependen para su consolidación y proyección de la captura del espacio liberal.
El
nuevo ciclo político y social de Chile ha generado las condiciones para que una
nueva fuerza política se instale entre las fuerzas tradicionales de la política
chilena. Ahora, veremos como el olfato y la habilidad política de sus líderes se
articula para construir una alternativa competitiva con vocación de poder.
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