miércoles, 24 de mayo de 2017

"Los desencantados" del Frente Amplio

Mayo, 2017

El rendimiento electoral del Frente Amplio en las pasadas municipales fue un triunfo político que no sólo  logró la alcaldía de Valparaíso –bajo un modelo de participación ciudadana intensivo-, sino también hace posible que desde ese momento la prensa comience de modo frecuente a publicar noticias sobre el emergente movimiento político. Es más, la élite política duopolica, los analistas de la coyuntura política y las redes sociales comienzan a debatir e intercambiar ideas, pareceres y emociones en torno al posicionamiento y a las proyecciones políticas y electorales de la izquierda no oficial.

Estos hechos, han contribuido a que luego de unos meses y en el marco de un sistema político agotado se comience a especular que esta fuerza política puede pasar a segunda vuelta y competir en un balotaje con la derecha lidera por Piñera.

En este contexto, hay que entender los esfuerzos –sobre todo, de los últimos días- de la Nueva Mayoría –Guillier incluido- por descalificar, denostar y debilitar la “amenaza amplista”. El miedo y la incertidumbre –en el marco de una crisis terminal- se apodera del oficialismo. Esto conduce, a una guerra de trincheras intensa en torno a la conformación del nuevo parlamento. Para la Nueva Mayoría el “adversario” es el Frente Amplio y no Piñera; al menos, en un primer momento. Hay que detener la fuga.

Todas estas circunstancias, han hecho que al interior de la izquierda no oficial aumenten las expectativas, las ambiciones y las esperanzas. De este modo, vemos como en 6 meses el debate ha pasado de la opción presidencial testimonial –en el marco de un proyecto político de largo plazo- a vislumbrar la posibilidad real de pasar a segunda vuelta. Esto es, sin duda, un triunfo político.

Observamos, en consecuencia, como en estos meses el Frente Amplio pasa de la “novedad” a la “posibilidad real” de pasar a segunda vuelta; incluso, lograr la presidencia al ganar el balotaje; es decir, como el “amplismo” pasa de la “novedad” a la “amenaza duopolica”.

Sin embargo, surge una contradicción entre percepción mediática y datos electorales. De hecho, al revisar las cifras electorales de la izquierda no oficial desde el noventa –incluidas, las municipales pasada- y las cifras que vemos semana a semana en las encuestas de opinión pública, no se ve con tanta claridad la percepción que se ha instalado desde el punto de vista mediático de que el Frente Amplio es una fuerza relevante que no sólo puede tener una buena performance parlamentaria, en el marco de un sistema proporcional, sino también que puede convertirse en gobierno.

No obstante, hay un hecho evidente: el Frente Amplio entro al “campo político” y ha generado efectos de poder significativo; al punto, que el duopolio –principalmente, el oficialismo- han entrado en pánico. De hecho, nadie podría afirmar que en la Nueva Mayoría no hay preocupación. Por cierto, si la hay.

Según lo anterior, las próximas elecciones –presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales- son la oportunidad y el momento en que la presencia y la fuerza cualitativa del Frente Amplio se transforme en una fuerza política con peso cuantitativo; es decir, se convierta en una tercera fuerza política y electoral que ponga término a casi 30 años de hegemonía duopolica. De este modo, las próximas elecciones son la prueba de fuego para el emergente movimiento político que encuentra raíces no sólo en las nuevas generaciones, sino también en los desencantados de la izquierda oficial.
En consecuencia, ¿de dónde sacará los votos para ese objetivo?

La respuesta viene desde el propio Frente Amplio. De hecho, sus principales dirigentes han insistido en que esos votos y la posibilidad de triunfo esta en los desencantados con la política y con la izquierda oficial más preocupada de mantener posiciones de poder y de hacer reformas híbridas como una forma de encubrir su atávico gatopardismo.

No hay duda, que la fuerza política que logre captar la adhesión de estos amplios sectores se convertirá en una fuerza política significativa. No obstante, es curioso ver como “los desencantados” son convertidos por una entelequia en los nuevos sujetos de la historia y de la política. Sin embargo, detrás de estas afirmaciones hay un nuevo paradigma teórico –quizás, ni lo sepan- que transita del sujeto trabajador al sujeto ciudadano y del sindicato y la formas clásicas de organización político-sectorial al espacio territorial-local donde se encuentra la diversidad en estado puro.

Respecto de la potencial adhesión de los desencantados, que son muchos y se expresan políticamente en la abstención y en la distancia estructural con la política y sus élites, surgen algunas preguntas: ¿qué razones hay para que esos sectores apoyen al Frente Amplio?; ¿quién dijo que esos sectores son mayoritariamente de izquierda; ¿de dónde sacaron que van a concurrir a votar en noviembre?; ¿por qué y cómo esos sectores tendrían que politizarse de un momento a otro?; ¿por qué y cómo esos sectores van a romper su tendencia estructural a la apatía política?

El problema, finalmente, es político. La fuerza política del Frente Amplio –más mediática que electoral- tiene la posibilidad de consolidarse en la medida en que tenga buen rendimiento electoral, es decir, que tenga los votos suficientes para ganar la competencia. No hay duda, que la primaria juega un rol fundamental en este objetivo.

No obstante, si votan los mismos que han votado siempre, las perspectivas de esta fuerza emergente no estarán a la altura de lo que se espera. De hecho, al menos y dada las expectativas que genera esta fuerza política, su rendimiento electoral debería ser superior a lo que ha mostrado la izquierda no oficial desde los noventa. Cualquier resultado bajo ese umbral es, sin duda, un fracaso.

En consecuencia, ¿cómo el Frente Amplio moviliza a “los desencantados” y convierte ese “desencanto” en adhesión electoral y en votos?  Probablemente, la respuesta venga de Valparaíso.

El asunto es, aun más complejo cuando observamos que la presencia de “los desencantados” no es coyuntural; al contrario, es estructural y forma parte de un cambio de época. No hay que olvidar, finalmente, que la política líquida en un contexto de des-legitimación y corrupción, puede traer muchas sorpresas. La coyuntura presidencial sigue gelatinosa e incierta.

martes, 16 de mayo de 2017

La DC entre la regresión y la profundización reformista

Mayo, 2017

La decisión de la DC de ir a la primera vuelta presidencial abrió una coyuntura de difícil pronóstico. Si bien, se trata de una ruptura preliminar, los hechos de los días siguientes van mostrando que cada día se hace más complejo lograr un acuerdo parlamentario y apoyo para enfrentar de modo unitario la segunda vuelta presidencial. Hoy, para muchos el histórico pacto de la centro-izquierda está muerto sin candidato único, sin unidad parlamentaria y sin apoyo para la segunda vuelta presidencial.

Los rasgos de la nueva fase política se comienzan a instalar con fuerza en la política chilena. De hecho, la presencia del Frente Amplio, la derrota de Lagos y compañía, el posicionamiento de Guillier, la apertura del campo político de la derecha y el giro a la izquierda del PS, son signos –entre otros- de que el nuevo ciclo se ve más cerca que lejos. No obstante, la restauración conservadora mantiene importantes espacios de poder en la política y en los medios. Las decisiones de la DC, por tanto, se inscriben en ese contexto de cambio de fase política.

Si la ruptura de la Nueva Mayoría es definitiva y se re-formula la política de alianzas, la nueva fase política estará dando pasos agigantados para instalarse en pleno. No obstante, esto no va ocurrir antes que termine el próximo mandato presidencial.

En otro análisis vimos que la unidad parlamentaria es la llave maestra para lograr mantener la cada día más frágil unidad de la centro-izquierda. Al mismo tiempo, afirmamos que esa “unidad política y parlamentaria” no se puede seguir sosteniendo sobre la base de una ruptura ideológica y política. En efecto, en la coalición no pueden seguir conviviendo neoliberales y anti-neoliberales.

La decisión del PS y del PPD de no pactar con la DC, las declaraciones de Goic en torno a las concesiones hospitalarias, la inscripción de su candidatura y la necesidad de re-fundar la coalición y la ruptura con los radicales son hechos que van configurando un panorama complejo para lograr esa unidad. Todas las señales van en esa dirección. No obstante, nadie se atreve a ponerla la epitafio de la tumba.

Primer problema. Los cálculos electorales muestran que en el escenario de ruptura parlamentaria los más perjudicados serían los DC. Sin embargo, hay cifras que han empezado a circular y que dan cuenta de que sin unidad parlamentaria todos los partidos de la coalición serían perjudicados al bajar su representación de modo significativo en  el Congreso. Mientras, para algunos DC la lista única falangista es un riesgo que calificado como suicida; para otros, es preferible un partido chico, coherente, ideológico y bisagra.

No obstante, hay un segundo problema que debe enfrentar el falangismo. Se trata, de que muchos votos en la Junta para ir a primera vuelta fueron decididos y emitidos con la convicción de que habría pacto parlamentario, apoyo “mutuo” para la segunda vuelta y, en consecuencia, la unidad de la centro-izquierda seguiría articulando la política chilena. De hecho, buscar ese acuerdo fue el voto político de la jornada. No obstante, pasan los días y los tiempos políticos de reducen.

En consecuencia, si no hay “unidad” la tensiones internas irán en aumento y el fantasma de los descolgados –lo que es bien visto por muchos- volverán a instalarse en el seno del falangismo. Cómo sabemos, esos sectores –los que se tienen que ir- siempre son los reformistas-progresistas que se inspiran en la “la unidad política y social del pueblo”. Quizás, otro signo de la nueva época.

Estos dos hechos potenciales –baja en la representación parlamentaria y conflictos internos en ascenso- , tienen un impacto no sólo sobre el estado de las reformas durante el próximo período, sino también en la conformación de su lista parlamentaria.

Respecto de la primera tensión, hay que volver a insistir, en que lo que está en juega para el próximo ciclo presidencial es la posibilidad política de seguir impulsando reformas en dirección anti neoliberal, al menos, contra modelo en algunas de sus dimensiones.

Las coordenadas, en consecuencia, del mapa político para los próximos años están definidas por las reformas: más reformas, estabilizar los que hay, menos reformas o que hay que hacer de nuevo las reformas. La tensión será, por tanto, entre regresión o profundización reformista. De hecho, esa fractura ya está instalada en la sociedad chilena y la DC es uno de los partidos más atrapados en ella. Pareciera, que están en una etapa de sobre-vivencia y posicionamiento político.

Los hechos de este gobierno y su “reformismo híbrido” muestran que un proceso de reformas de la magnitud del que se puso en marcha en marzo del 2014 no puede sostenerse con fisuras internas como las que se manifestaron y manifiestan en este ciclo presidencial al interior de la moribunda Nueva Mayoría.

Segunda tensión. Se trata, de la configuración de su plantilla parlamentaria entre reformista, conservadores y neo-liberales. Si bien, armar una lista unitaria con varios cupos -dependiendo del distrito- parece fácil ya que hay espacio para todos; por otro, se ve complejo el proceso porque unos tienen más opciones que otros de salir electos. Esto, sin duda, tensiona al partido. Surgen, en consecuencia, dos pregunta: ¿cómo equilibrar la plantilla parlamentaria entre progresistas y neoliberales? y ¿qué rol jugará esa bancada en la defensa de las reformas en un eventual gobierno de Piñera?

Finalmente, hay una tercera problemática. Se trata, de los apoyos para la segunda vuelta presidencial. Esta instancia es, sin duda, el espacio en que se manifiestan las latentes fracturas internas. Las opciones del falangismo para la segunda vuelta presidencial son diversas: Piñera, Guillier o la Bea Sánchez. Los apoyos están divididos. Si bien hay guilleristas, también hay piñeristas. Respecto de la posibilidad de que Sánchez pase a segunda vuelta, el silencio se ha instalado en la falange. Lo relevante, es que desde la mesa se ha dicho que no hay giro a la derecha.

Sin duda, la decisión en esta dimensión del conflicto falangista está abierta y en su momento debe ser resuelto. No obstante, la opción Piñera para segunda vuelta no desagrada a destacados y conspicuos falangistas. De hecho, la opción Goic evita que muchos tengan que votar en primera vuelta por Piñera –que, además viene de familia DC.

En consecuencia, el nudo político a resolver a corto plazo es: hay lista parlamentaria única o no. Esta es la llave maestra que abre las otras puertas. Lamentablemente, para los negociadores el paquete viene completo, el espacio político se ha ido reduciendo y los tiempos políticos se acortan. Esta decisión va definir el futuro político no sólo de la falange, sino también la política chilena y el desenlace de la política reformista.


martes, 9 de mayo de 2017

Conversando con Atria sobre la crisis política

Mayo, 2017

“La situación de crisis está dada por la creciente deslegitimación”


Hacemos pública la tercera parte de una larga entrevista que tuvimos con Fernando Atria en Febrero. Por su extensión e interés político y teórico fue dividida en tres partes. En esta ocasión, la conversación está centrada en la crisis política que cruza la sociedad chilena y sus diversas dimensiones. Un aporte, sin duda, que va más allá del “campo político”.

Desde la campaña de Bachelet se viene escuchando hablar del nuevo ciclo político; de hecho, la tesis de los “cambios estructurales” se instalaron sobre esa idea; ha pasado el tiempo y ya no se habla o se habla muy poco sobre cambio de ciclo: ¿qué sucedió?, ¿ya estanos en el nuevo ciclo?, ¿en qué situación estamos?

Hay un nuevo ciclo que está surgiendo. En este contexto, volver atrás es completamente inviable. Hay quienes creen que es posible volver atrás y yo creo es imposible.

Por tanto, ¿la restauración conservadora no es viable?

No es viable. Chile no tolera una forma política como la república binominal. Su fecha de vencimiento ya esta pasada. De hecho, la discusión sobre el modelo neoliberal que la Concertación humanizó no tiene sentido y es puramente académica; porque para lo que viene, la política tiene que ser distinta. De hecho, la política tiene que tener una visión transformadora.  No es posible volver atrás. Hacerlo, es sólo profundizar la crisis de legitimidad en la que estamos.

Pero, la dirección de esa transformación puede tener varios caminos.

Cuando surge con fuerza política una demanda social de transformación en el 2011 se pone entre dicho la cultura binominal porque no puede procesarla. Todavía, estamos viviendo las consecuencias de ese proceso. Vemos, por tanto, desde el 2011 un proceso creciente de deslegitimación de esa institucionalidad y cultura política. La transformación que Chile necesita y está exigiendo desde el 2011 es una ruta de salida al neoliberalismo. Para nosotros la dirección de la transformación está dada por la profundización democrática y la ampliación de la ciudadanía. Esa es, nuestra ruta de salida.

En el contexto del Chile de hoy, ¿hay crisis política, entendiendo que la legitimidad es sólo una dimensión del proceso?

La respuesta es no, si medimos la crisis por la posibilidad cierta de que la institucionalidad se venga al suelo. Está pasando algo más difícil de enfrentar que es que la institucionalidad política se está lentamente hundiendo en una ciénaga de ilegitimidad. Tenemos una democracia deficitaria.

¿Cómo se sale se esa situación y en qué momento se toca fondo y pasamos de una crisis “en la” democracia a una crisis “de la” democracia?

La situación de crisis está dada por la creciente deslegitimación. El camino de solución es con profundización democrática y ampliación ciudadana. Para entender este proceso hay que remitirse a la idea de que vivimos en la cultura política dela República binominal.

¿Qué entiendes por República binominal o por cultura binominal?

Que la política esta neutralizada. El punto de partida de este proceso es la constitución del ’80 que fue diseñada para neutralizar la política porque sabían que el modelo neoliberal no pasaba la prueba de la legitimación democrática. La pregunta que se hicieron los que la diseñaron fue como hacer que ese modelo se prolongara más allá de la dictadura y hacer que la política democrática no tocara el neoliberalismo; la respuesta, fue la constitución del ’80 con sus trampas y cerrojos.

Y, en este recorrido ¿qué tenemos cuando empiezan los noventa con el primer gobierno de la Concertación?

Tenemos una institucionalidad formalmente democrática; pero, una política democrática que no puede transformar. Luego, en un segundo momento, esta neutralización que estaba en las instituciones y en las reglas constitucionales –senadores designados, leyes orgánicas, tribunal constitucional, etc.- pasa de las instituciones políticas a la cultura política. Desde este momento, la cultura binominal pasa a entender que es impropio, inadecuado e irresponsable hacer transformaciones. Surge, por tanto, una cultura política neutralizada que no necesita el cerrojo de las instituciones.

¿Cómo ha afectado esta tensión al gobierno de las reformas?

Es una parte del problema que ha tenido. El gobierno está tratando de hacer lo que esta cultura política no puede hacer; que es la transformación. Chile, necesita hacerse cargo de la demanda transformadora. Por eso, Chile necesita una nueva constitución.

Mencionaste, que la crisis política de hoy es de legitimidad; pero, ¿qué otras dimensiones tiene esa crisis?

La despolitización. Los ciudadanos ven crecientemente la política como algo ajeno a él, que no tiene nada que ver con él, que no se preocupa de él. Esto, es característico de esta época. El ciudadano hoy, esta des-empoderado. Se da cuenta que la política no sólo es crecientemente impotente en las cuestiones que realmente importan, sino también que se toman decisiones en espacios que no corresponden a los que están bajo el control de la política democrática. El ciudadano experimenta el hecho de que la decisión que tienen como ciudadanos es irrelevante. Este tipo de ciudadano es, por tanto, el resultado de la neutralización política de la cultura binominal o de la globalización neoliberal.

Crisis de legitimidad, des-politización y “ciudadanos des-empoderados”, son elementos que mencionaste como dimensiones en crisis de la “democracia deficitaria”; entonces, ¿qué rol juegan los partidos en este contexto? considerando que dijiste que eran máquinas sin proyecto.

A los partidos políticos ya no se les identifica con un proyecto político y la posibilidad de su realización porque han abandonado la dimensión del proyecto político.  Entonces, si los partidos son sólo maquinas, son despreciables. En este caso, los partidos terminan siendo instrumentos para los fines que ellos mismos decidan. Terminan defendiendo intereses particulares. Los partidos, desde el principio, han tenido patologías. Todas las instituciones tienen una dimensión patológica.  Pero, hay algo en la lógica institucional que hace que no pueda ser de otra manera porque hay una deformación de la política.

No obstante, podemos entender este vació de proyecto político como el efecto de una derrota política e ideológica –incluso, militar- localizable en algún lugar del tiempo; sobre todo, en lo que se refiere a la izquierda chilena. Entonces, ¿ese abandono del proyecto surge de una derrota que genera desconcierto y sentimiento de derrota?

En la izquierda, claramente sí. En este punto hay varias cosas vinculadas. Una de ellas, es la idea de una política neoliberal cuyo sueño es un mundo sin política en la que lo único que hay son individuos que contratan en la medida que pueden.

En este análisis ¿qué pasa con la representación, entendido como unos de los pilares de la práctica democrática?

En primer lugar, la representación no debe ser entendida como delegación. Hay una manera de entenderla de modo no político o despolitizado; que es, entenderla desde el punto de vista del contrato en el que mi representante, para comprar algo en Punta Arenas, compra y paga por mí. En la representación que ocurre en el contrato la idea es, en principio, que el representante sea un intermediario. En este caso, si yo pudiera estar en Punta Arenas yo no necesitaría ese intermediario que sería mí representante.

Pero, cuando decimos “habla por mí”, “vota por mí”, “decide por mi” no se trata, precisamente, de un contrato como el que mencionas.

La representación como contrato no es un buen modelo para entender la representación política.

Por tanto, ¿qué entiendes por representación política?

Es un proceso a través del cual una voluntad común va emergiendo. No es que exista antes de la representación un sujeto que quiere expresarse pero no puede; y que, entonces, recurre a la representación porque no cabemos todos los chilenos dentro de un hall suficientemente grande.  En este modelo el político sigue representando el interés de los que votan por él, que sigue siendo un interés particular. El sentido de las instituciones políticas es que emerja una voluntad común. Si bien, las instituciones no son perfectas y todas tienen patologías, está la pretensión de que la discusión pública va conformando una voluntad común. Por tanto, la representación no puede ser vista como un intermediario, como una delegación.

¿Cómo tiene que ser vista la representación?

Como un momento en la formación de una voluntad común que después se expresa en ley o en la decisión respectiva. Hoy, entendemos la representación como intermediación. Entonces, el Senador de Coquimbo representa los intereses particulares de los que votan en Coquimbo. De este modo, el Senado o la Cámara de Diputados es como una asamblea de Plenipotenciarios donde llegan los representantes de estas regiones que tiene que negociar entre ellos para sacar una tajada más grande.

Para ir terminando, ¿por qué una nueva constitución tendría que re legitimar el proceso político, re definir la representación y hacer que la distancia entre la política y la sociedad se reduzca?

No es una garantía de que va pasar. Si tenemos una institucionalidad que es mera administración, tenemos, por tanto, un poder político débil. El costo de esto es que no puede enfrentar a poderes que son fuertes. Uno espera que lo políticos controlen a los poderes facticos y le pongan límites.; sobre todo, a los abusos. Se trata, de que el poder político pueda domesticar esos poderes. La política neutralizada no puede producir esa domesticación. Las consecuencias de esto la recibe el ciudadano cada vez que recibe el informe de su AFP, los planes de adecuación de la Isapre, cuando va a comprar un pollo o papel confort.

Finalmente, ¿cómo analizas la coyuntura actual y cuál es la relevancia que le asignas?

Durante los 20 años de la Concertación el neoliberalismo fue humanizado, no transformado. Hay dos modos de entender el sentido político de esos 20 años: humanización para estabilizarlo y proyectarlo al futuro o humanización para generar las condiciones para su superación. Quiero decir, que el sentido político no queda fijado por lo que ocurrió en esos 20 años porque ese sentido político está en el futuro.





domingo, 30 de abril de 2017

Dilemas DC y su re-posicionamiento político

Abril, 2017

La decisión de ir a la primera vuelta presidencial en noviembre próximo no sólo responde a un cálculo y  aun análisis de posicionamiento político profundo –muy profundo-, lo que es legítimo y propio de la competencia por votos, sino también es el signo de una nueva época política y social. En esa dirección, esta decisión –“valiente y arriesgada”, incluso, para algunos “suicida”- es una energía que contribuye a ir consolidando el nuevo ciclo político que se anuncia hace años y que el gobierno de Bachelet ocupó en su campaña para justificar sus “reformas estructurales”.

La DC ha convivido siempre con el fantasma del “camino propio”. Esta dimensión es tan fundacional como su opción por las reformas y la “revolución en libertad”. De hecho, en el partido de la “flecha roja” hay un ADN reformista -progresista y socialcristiano- que se puede asociar a un reformismo de izquierda y uno de derecha; que, se expresa en dos grandes sectores –siempre hay más- que definen la balanza: chascones-populares y conservadores-aristocráticos.

La decisión de ir a primera vuelta es el triunfo de los segundos. Es el triunfo de los colorines –que se llevan el premio mayor, por cierto, los que van a pagar el mayor costo-, de los Walker, los Zaldívar, los Aylwin, la dupla Alvear-Martínez y de tantos otros que quieren una DC distinta. No hay que olvidar, que la tesis política obtuvo el 67% de las preferencias. En cualquier lado, eso es una paliza electoral.

¿Por qué digo esto último?

Porque siempre –o, casi siempre- los progresistas de la Falange han perdido en la interna. Perdieron una presidencial con Tomic y se impuso la tesis golpista, perdieron con Valdés, perdieron la interna –nuevamente-, y ahora, vuelven a perder. Es más, son ellos los que se han tenido que ir del partido como son los casos del MAPU y la Izquierda Cristiana.

En esta coyuntura se impuso la tesis del “camino propio flexible”; es decir, no obstante, que van a la presidencial en primera a vuelta, van a buscar un acuerdo con la centro-izquierda sobre la base de una nueva modalidad de relación, un pacto parlamentario y votos para la segunda vuelta. Los acercamientos se iniciaron la semana pasada y los mensajes públicos comienzan a  dar pistas.

La DC, lo ha dicho, va buscar un acuerdo político electoral que sea la base de una nueva relación en pacto entre el centro y la izquierda. Esta última referencia, es significativa porque tiene que ver con las propias redefinición del “campo político” de la izquierda, en este caso, con la posibilidad de articular orgánicamente un polo socialdemócrata liberal.

 Este es, de hecho, el tipo de izquierda con la que quiere  pactar la DC. Con los Lagos, Brunner, Escalona, Harboe, Montes, Letelier, Garretón, Pacheco y muchos otros que están la órbita del socialismo liberal –de los radicales a los socialistas. De hecho, Felipe Kast ha mencionado en más una vez que su electorado también está constituido por ese socialismo o esa izquierda. Este eje, dará noticia en las próximas semanas. No obstante, la única posibilidad que se observa hoy, es pactar en sub-lista con el PPD.

La decisión de la primera vuelta abre un escenario que se constituye a partir de tres preguntas que la DC debe resolver. La primera, tiene que ver con la posibilidad refundar el nuevo pacto de centro-izquierda; la segunda, con acordar una lista parlamentaria común en dos sub-pactos, y finalmente, con acordar apoyo presidencial “mutuo” para la segunda vuelta presidencial.

Para responder estos tres dilemas hay una pregunta esencial: ¿cuál de los tres objetivos es el más relevante políticamente?

En primer lugar, es evidente, observar que no hay pacto de centro izquierda sin unidad parlamentaria y sin apoyo para la segunda vuelta. Ahora, en segundo lugar, es evidente, observar que no hay apoyo para la segunda vuelta si no hay pacto parlamentario. En consecuencia, armar una lista parlamentaria que genere los mejores rendimientos electorales para “todos” es la negociación que se ha iniciado. El desenlace, es incierto. No obstante, hay señales de que hasta hoy se avanza.

Todo gira, por tanto, en torno a una potencial lista parlamentaria que no sólo asegura una mejor representación legislativa, sino también un mejor rendimiento presidencial y una coalición sobre nuevas bases que este en mejores condiciones de defender las reformas, y seguir impulsando una agenda de cambio.

Veremos, en las próximas semanas como decantan estos dilemas. Una respuesta viene, sin duda, desde el PPD y la socialdemocracia chilena. Advirtamos, sin embargo, que la tesis del “camino propio radical” no ha sido descartada y que seduce a muchos en la DC.

Sin embargo, hay una pregunta que queda por resolver y que puede echar abajo la unidad parlamentaria: la advertencia del polo de izquierda del conglomerado –PPD incluido- de que si van a primera vuelta no hay pacto parlamentario. Queda saber, en consecuencia, ¿en que va quedar esa tesis política? que fue leída desde la DC como una “amenaza”.

Finalmente, ¿hay que descartar el “camino propio radical”, es decir, la primera vuelta presidencial y lista parlamentaria propia?

Hoy, no se puede descartar. Es un hecho, que seduce a muchos. Pero, también es un hecho que es una mala idea para la Falange a corto y mediano plazo.  Una decisión de ese tipo no sólo marca el fin de la alianza de centro-izquierda, sino también la antesala de una derrota presidencial y parlamentaria de proporciones con profundas consecuencias internas. Incluso, las reformas –a las que la DC ha contribuido- podrían verse debilitadas en su defensa.  Si esto ocurre, serán los vientos de una época de cambio.


Sin embargo, todo intento de unidad política –no meramente, electoral- estará condenado al fracaso, si no se resuelve la contradicción principal del conglomerado: que en su interior no pueden convivir neoliberales y anti-neoliberales. Los movimientos telúricos de la política no han terminado.

viernes, 28 de abril de 2017

Primera vuelta y cambio de época

Abril, 2017

El senador Walker tiene razón cuando afirma que la Nueva Mayoría se acabó con la bajada de Lagos. Sin embargo, ese hecho político es el signo de algo mayor: es la  derrota política de la élite concertacionista que ha vuelto a perder por tercera vez. ¿Por tercera vez?

La primera vez, cuando en el 2009 perdieron con Frei el gobierno después de 20 años. Luego, perdió cuando se instaló la política reformista de tipo igualitarista con “retroexcavadora” incluida. Pareció recuperar el poder en mayo del 2015 cuando sale del Ministerio del Interior el PPD, Rodrigo Peñailillo, y entra la dupla Burgos-Valdés. Es el momento en que la “restauración conservadora” retoma el control político de la coalición y de la agenda con la intensión de darle un giro al gobierno y al conglomerado con la tesis de los cambios graduales y consensuales sin “retroexcavadora”.  Las reformas continuaron en configuración híbrida y las tensiones se hicieron irreconciliables. Hoy, la derrota de Lagos es el hito final de una larga historia que puede ser titulada como “del dedo de Lagos a la derrota de Lagos”.

Estos hechos, junto a otras evidencias, muestran que estamos en un cambio de época. Se viene debatiendo ampliamente desde el gobierno de Piñera que vivimos una coyuntura de cambios políticos y sociales de la más amplia variedad. De hecho, el discurso de campaña de la Bachelet igualitarista en el 2013 se construyó simbólica y políticamente sobre la idea de que estábamos en un “cambio de ciclo”. Es más, el debate intelectual de la derecha esta cruzado muy fuertemente por esa fractura.

La caída de Lagos, es la derrota de la aristocracia DC y de la socialdemocracia chilena que no logra expresión orgánica y que se encuentra repartida en sectores del radicalismo, del socialismo y del PPD. El sueño del gran partido socialdemócrata está pendiente. La caída de Lagos, es la derrota de  los Walker, de Zaldívar, de la dupla Alvear- Martínez, de los Aylwin, de los Frei, de Escalona,  Tironi, Correa, Brunner y tantos otros que diseñaron la “blancura neoliberal”.

Con Lagos, cae una época y una modalidad política construida sobre la negociación duopolica y el consenso casi “religioso” sobre el modelo de desarrollo. La derrota política y “proto electoral” de Lagos, es el signo de la disolución –por cierto, lenta, compleja e incierta- de un modelo político y de un tipo de sociedad. Con Lagos, se viene abajo un modelo político diseñado para la economía y los negocios. La caída de Lagos, es el signo de que cada vez estamos más cerca de entrar a la tierra prometida: el nuevo ciclo.

La coyuntura presidencial de hoy está inserta en ese pantanoso escenario de cambio político y social. En la derecha y en el Frente Amplio los escenarios están estructuralmente ya definidos. Al contrario, los nudos políticos terminales no logran aclarar el panorama en la Nueva Mayoría. Sin embargo, hay dos certezas: que la Nueva Mayoría, incluso en términos de posicionamiento de marca, no tiene viabilidad política y que el candidato es Guillier con primaria o sin primaria, con la DC o sin la DC.

En ese escenario, la DC tiene dos opciones: ir a primaria y competir con el candidato de la continuidad reformista o ir a primera vuelta y competir con ese mismo candidato, con Piñera y eventualmente con otros.  El polo progresista, candidato incluido, vuelve a insistir en el mensaje: sin primaria, no hay lista parlamentaria común; y, con ello, se termina la Nueva Mayoría. La DC, a su vez, rechaza las amenazas.

El escenario de cambio de época política unido a la crisis terminal de la Nueva Mayoría son condiciones favorables para que la DC decida ir a primera vuelta. Al parecer, se va imponer la tesis de la “restauración conservadora” DC y se va romper no sólo una tradición presidencial, sino también una modalidad de “pacto político” en la centro-izquierda.

Sin van a primera vuelta, hay 3 incógnitas que resolver. La primera, que se puede seguir en pacto bajo ciertas condiciones programáticas, sobre todo, considerando que la esencia es el pacto de centro-izquierda y no la forma Nueva Mayoría y que hay muchas coincidencias con la socialdemocracia del conglomerado. Segundo, que se podría pactar apoyo para la segunda vuelta, nuevamente bajo ciertas condiciones; y tercero, que se podría acordar, no necesariamente amarrado a lo anterior- una lista parlamentaria común. El mensaje es el siguiente: vamos a primera vuelta, pactamos apoyo presidencial mutuo para la segunda vuelta y llevamos una lista parlamentaria única o en sub-pacto con él PPD.

El desenlace de esos dilemas depende de si deciden ir a primera vuelta o competir al interior de la Nueva Mayoría. Asociado, a ello, surgen dos preguntas: ¿por qué necesariamente ir a primera vuelta implica romper la Nueva Mayoría y/o condicionar una lista parlamentaria?, ¿por qué necesariamente ir a primera vuelta implica romper la alianza histórica de centro-izquierda?

La respuesta es, sin duda, política. De presión política. De tácticas de poder. De hecho, es perfectamente posible y viable ir a primera vuelta y tener un acuerdo parlamentario con los socios históricos y un apoyo mutuo para segunda vuelta. Finalmente, es una cuestión de cálculo electoral.

En este contexto, lo más relevante que tienen que despejar es la cuestión parlamentaria. La eventual derrota parlamentaria y el aislamiento político que implica esa decisión son las mayores preocupaciones y frenos para el camino propio. De hecho, todos los ejercicios de simulación electoral muestran que la DC tendría una representación parlamentaria bastante modesta. Las cifras oscilan entre 15 y 25 diputados. Ahora, si a esto agregamos una derrota presidencial, sobre todo, de magnitud significativa, el panorama político interno se vería fuertemente tensionado. Sin duda, el camino propio es una apuesta arriesgada y valiente. 

En consecuencia, se dibujan dos escenarios. En el primero, la DC va a primera vuelta con una lista parlamentaria propia –camino propio radical-; y, en el segundo, la DC va a primera vuelta y logra mantener la alianza con la centroizquierda, expresada en un acuerdo parlamentario y apoyo para segunda vuelta –camino propio flexible-.

Esta última opción es la que comienza a ganar adeptos. No obstante, si se impone el “camino propio radical” será no sólo el fin de la Nueva Mayoría y la alianza de centro-izquierda, sino también la antesala de una derrota presidencial y parlamentaria de proporciones con profundas consecuencias internas y para el destino de las “reformas progresistas”. Al contrario, si se impone el “camino propio flexible” –que, además resguarda bastante bien la unidad del partido- se salva la coalición de centro-izquierda, se mantiene un buen rendimiento parlamentario para todos, aumentan las probabilidades de mantenerse en el gobierno –hoy, están afuera- y se mantiene un buen arreglo político-electoral para defender las reformas.

Las señalas de las últimas horas apuntan al “camino propio flexible” y al acercamiento. Las cartas ya se jugaron. Si bien, todo indica que Guillier y Goic competirán en primera vuelta, las posibilidades de que se mantenga la coalición, bajo nuevas modalidades, es cada vez más probable; sobre todo, considerando que la lista parlamentaria es el ente aglutinador y la defensa de las reformas el objeto motivador. Eso, es lo que se intentará la DC post Junta Nacional.  Este es, sin duda, el mejor escenario para la DC. 

Desde ese momento, el mensaje político que recibieron hace unos días de que si van a primera vuelta, no hay pacto parlamentario, se va poner a prueba. Sin embargo, todo intento de unidad política –no meramente, electoral- estará condenado al fracaso, si no se resuelve la contradicción principal del conglomerado: que en su interior no pueden convivir neoliberales y anti-neoliberales

viernes, 10 de marzo de 2017

El Socialismo de Fernando Atria

Marzo, 2017

CONVERSANDO CON FERNANDO ATRIA SOBRE SOCIALISMO E IZQUIERDAS


Tengo la impresión de que de que lo que está entrampando al PS es su definición presidencial es una cuestión de fondo asociada al tipo de socialismo que se quiere instalar. En lo grueso, es una disputa entre un socialismo anti-neoliberal y uno socialdemócrata que es el que ha sido dominante hasta hoy.

Hay un debate pendiente e importante; que tiene que ver con una pregunta: ¿qué sentido tiene que el PS siga llamándose Socialista? 

Cualquier respuesta que uno de tiene que dar cuenta de dos cosas. En primer lugar, tiene que haber alguna conexión o continuidad entre lo que decían que era el socialismo los socialistas que nos antecedieron y lo que decimos hoy; es decir, tiene que haber alguna línea que una al PS de hoy con González, Grove, Matte, Allende, Ampuero y otros. Si esto no ocurre, el PS de hoy no tendría nada que ver con ese partido, sólo el nombre. La segunda, tiene que ver con que un proyecto político responde a las necesidades de una época concreta. Hoy, los socialistas enfrentan una época distinta a la que enfrentaron los socialistas de otros tiempos. Entonces, hay que tomar en cuenta las dos dimensiones: la continuidad y los desafíos de la experiencia política actual.

En consecuencia, ¿cómo se produce la reconstrucción del socialismo como proyecto político considerando esas dos dimensiones?

En algún momento, el socialismo se pensó como un lugar al cual había que llegar. Sabíamos dónde queríamos ir y dónde estábamos. En ese contexto, por tanto, el debate giraba en torno al camino que se tomaba para llegar a ese lugar. De ahí, la discusión en torno a los instrumentos para alcanzar esa meta.

Pero, hoy no existe ese lugar al cual llegar; esa idea está hecha trizas. Más bien, podemos afirmar que fue una idea derrota.

Efectivamente, hoy no sabemos cómo sería un mundo sin capitalismo. Pero, si sabemos que hay ciertos elementos en el capitalismo neoliberal que nos resultan intolerables. Por ello, más que un  mapa que indica el punto al cual llegar, tenemos una brújula que nos permite saber en qué dirección nos movemos. Eso es, por tanto, lo que necesitamos como socialista hoy: una brújula que nos oriente y nos permita salir del neoliberalismo.

Entonces, ¿la esencia de los socialistas hoy, es ser anti neoliberales; dejando pendiente la cuestión de si son o no anti capitalistas?

En ese sentido, si el socialismo no es anti neoliberal, no es nada. Sin duda, hay varios capitalismos posibles. Pero, cuando se sale del neoliberalismo se llega a una condición distinta y se abren aristas distintas que hay que comenzar a explorar. Lo relevante, por tanto, es saber cuándo se va ganando o perdiendo; cuando se da u paso para atrás o dos para adelante.

Pero, ¿cómo se sabe que se va en la dirección correcta si solo hay una brújula que no identifica la meta?

Dos cosas: ampliación de la ciudadanía y profundización democrática. La ampliación ciudadana no sólo es el espacio en el que somos iguales y la libertad esta igualmente distribuida, sino también tiene que ver con una amplia agenda de derechos sociales en educación, transformación de las relaciones laborales, agenda de género, etc.

De ahí, la importancia del debate en torno a la educación como un Derecho. Hacer que la educación deje de ser una mercancía significa que la libertad en términos educacionales no este medida por el tamaño de la billetera de cada familia. Yo soy libre en el mercado según lo que puedo comprar. Por tanto, convertir la educación en un Derecho social, implica, hacer que mi libertad en el ámbito educacional este medida por mi posición de ciudadano, es decir, por mi posición en un espacio en que todos somos iguales. La libertad, cuando no es igual para todos se llama privilegio.

¿Cómo se manifiesta estos dos aspectos en el proyecto socialista?

Para empezar, avanzar en esas dimensiones implica nueva constitución y asamblea constituyente. Después, dado un primer paso, se verá como seguir ampliando la ciudadanía y profundizando la democracia. Por eso, hay que entender la idea socialista como una guía más que como un punto de llegada.

Pero, una sociedad con derechos garantizados puede ser perfectamente capitalista; por tanto, tendríamos capitalismo socialista o algo parecido a un Estado de bienestar. Esta afirmación, nos lleva a otra pregunta: ¿no más neoliberalismo o no más capitalismo, considerando que el neo-liberalismo es la forma que asume el capitalismo desde mediados de los setenta, principalmente, desde los noventa?

La idea de superar el capitalismo es una idea que los socialistas no pueden perder. Pero, la función de esa idea no es decirnos que hay que llegar a un punto “x” tan rápido como se pueda; sino más bien, decirnos que tiene sentido moverse desde el punto donde se está en alguna dirección; en la dirección, por tanto, de la ampliación de la ciudadanía y de la profundización democrática.

Es inevitable, en este punto tensionar las idea de Revolución y/o Reforma, sobre todo, para el mundo socialista.

En la república binominal no deja de ser curioso ver como la idea de revolución se transforma en reforma y la idea de reforma en “perfeccionamiento”. Esto demuestra que la política perdió el horizonte de que las cosas pueden ser distintas. Pero, hay que entender la revolución como un proceso gradual; no como un momento que ocurre en un día y a una hora. Si bien, el proceso de cambio es gradual, produce una transformación que al mirar para atrás te das cuenta que lo que hay es completamente distinto a lo que había.

La idea de revolución es un horizonte de significado que contribuye a darle sentido a lo que hacemos hoy, más que la promesa de que algún día va llegar. Esa es la función central. Cuando uno actúa en política necesita entender que la acción política opera en dos registros: en el presente y en la proyección hacia el futuro de los posibles efectos de lo que se hace hoy. La reforma educacional es un buen ejemplo para entender esta conexión.

¿Por qué?

Hoy, se hace una reforma que termina con el co pago, la selección y el lucro. Pero, el sentido de esta reforma va mucho más allá de lo que se hace ahora. La reforma, habla de una nueva escuela que en el futuro hará que las escuelas chilenas sean un espacio de encuentro ciudadano y eso va ser una manera de entender la ciudadanía y el país de un modo distinto. Esto no va pasar hoy; va suceder en 10 o 20 años más.

Resumiendo: ¿qué es ser socialista hoy?

Que el capitalismo debe ser superado; pero, la idea de superación del capitalismo no funciona como un mapa que nos diga dónde está la solución. Lo que hacemos hoy es movernos como una brújula desde un punto de partida en el que no queremos estar, a un punto de mayor profundización democrática y mayor ciudadanía. Esa es, la ruta que hay que hacer.

¿Qué es de izquierda hoy?

Ser anti neoliberal.

Pero, también ¿anticapitalista?

En la situación chilena, la superación del capitalismo pasa forzosamente por la superación del neoliberalismo. Hay que dar y hacer esa discusión. Pero, lo primero, es salir del neoliberalismo que es el camino que enfrentamos hoy.

¿Es compatible ser socialista y liberal?


Son posiciones distintas e incompatibles entre sí. El liberalismo como teoría política afirma que las actuales condiciones de existencia no se pueden transformar; y que, no obstante, se pueden hacer mejorar: mejorar Fonasa, aumentar la subvención escolar, etc. Ser liberal, es renunciar a la posibilidad de actuar y pensar que las cosas pueden ser distintas. El orden de explotación y desigualdad  es lo que hay. Ahora, si uno mira el liberalismo históricamente vemos que en un primer momento fue un paso del progreso político al permitir salir del Antiguo Régimen y la monarquía. Al contrario, los socialistas se definen porque siempre es posible hacer transformaciones.


LA PRIMERA PARTE DE LA ENTREVISTA EN:

miércoles, 8 de febrero de 2017

Atria entra a la coyuntura política

Febrero, 2017

Conversamos largamente con Fernando Atria, pre candidato presidencial del socialismo chileno, no sólo en relación a la primaria socialista y  la crisis de legitimidad de las instituciones políticas, sino también en torno al futuro del socialismo y de la izquierda chilena. Presentamos, en esta ocasión, la primera parte de esa conversación que está centrada en la coyuntura política.


“SI LES VA BIEN A ELLOS –AL FRENTE AMPLIO- Y A NOSOTROS, EL MOMENTO DE LA CONVERGENCIA VA LLEGAR”


Para empezar, cuéntanos ¿por qué te convertirte en militante?

Porque se ha generalizado una visión en la cual el “ciudadano virtuoso” es el independiente y el militante el sospechoso. Al militante se lo ve como alguien que ha abdicado de su libertad de pensar y que debe someterse a decisiones que no toma el. Hay una visión del militante, del dirigente político que ha abdicando de su autonomía. Yo no creo que exista incompatibilidad entre pensar –que se hace en el marco de una tradición-, y ser militante.

Es decir, entraste a militar, independientemente del partido, ¿para romper ese “círculo virtuoso” o contribuir a romper el creciente proceso de des-legitimación política que se vive hoy en Chile?

Mi trabajo académico siempre ha sido políticamente auto-consciente. Se asume que cuando uno está discutiendo cuestiones de teoría constitucional, de teoría del derecho o de teoría política está discutiendo cosas de interés no sólo para los intelectuales, sino también está debatiendo cuestiones importantes para el mundo del día a día. A mí, no me interesa solamente opinar sentado desde mi escritorio; en la medida, en que yo tenga la posibilidad de actuar para la realización de ideas que yo considero importantes, lo voy hacer.

Cuando hablas de “actuar para la realización de ideas” ¿te refiere a un proyecto político?

Los partidos son esencialmente organización para la acción política. Pero, hoy son vistos fundamentalmente como maquinas. Esto implica que su dimensión más importante, no es articular una determinada tradición política y un proyecto político, sino fundamentalmente, articular deberes específicos para los engranajes. A los partidos políticos ya no se les identifica con un proyecto político y la posibilidad de su realización. Los partidos han abandonado la dimensión del proyecto político.

De algún modo, tú ingreso a la política militante, tiene que ver con hacer política en función de un proyecto político; por tanto, ¿por qué entraste al PS?

Mi socialismo viene de hace más de 20 años. Esto se transformó en militancia cuando la Concertación es derrota en el 2010. De hecho, mi inscripción en el partido es el día de la segunda vuelta. Entré al PS porque era la única alternativa. De hecho, ya tenía decidido entrar a militar al PS.

¿Cómo en siete años te convertiste en pre candidato presidencial?

La cuestión presidencial se venía venir durante el 2016 y no estaba a nuestro parecer siendo abordada a la altura de la importancia de esta próxima elección. Se estaba tratando con personalismos o en las predicciones de las encuestas. No había, por tanto, una discusión en torno al sentido del partido socialista, de la Nueva Mayoría y del futuro de Chile. No había discusión de proyecto.

Tu candidatura, entonces, surge para instalar esos temas y darle consistencia política a un debate que se diluía en personalismos y popularidad.

Claro. Fue surgiendo la idea y la convicción paulatina de que una pre-candidatura servía para posicionar una discusión de ese tipo.

Entremos a la primaria.  ¿Por qué se opta por una primaria abierta en el PS para decidir su opción presidencial?

Dijimos desde el principio que esto debía definirse en primarias abiertas. La política es como un fractal donde la imagen grande es igual en pequeño. Entonces, lo que aparece como un problema en grande, en la política nacional, que es el divorcio entre la ciudadanía y la clase política, también aparece en pequeño, como el divorcio entre las bases y las cúpulas políticas de los partidos.

Pero, ¿qué tiene que ver la primaria con ese divorcio?

La política binominal es alérgica a las ideas. A la política binominal le aterra el debate de ideas, sobre todo, las vinculadas a un proyecto político. Por ello, en Chile hay tanta obsesión por los sucedáneos como las encuestas o los reportes de los organismos internacionales. Es fundamental, por tanto, producir esa discusión a nivel público y en los partidos. Lo que justifica la representación es la posibilidad de la discusión pública; que, es la manera en que va surgiendo el interés común.

Entonces, cuando se piensa en una primaria no sólo hay que pensar en el hecho de votar este 23 de abril. De hecho, hay todo un proceso anterior que tiene movilizado y discutiendo a los militantes y al pueblo socialista en torno a distintas posibilidades y proyectos.

Y, ¿se podría afirmar que el partido Socialista esta movilizado?

Estamos haciendo lo posible. Yo he estado recorriendo los comunales y regionales del partido. He tenido reuniones con los militantes y simpatizantes. En general, hay recepción a la necesidad de volver a tematizar los temas, de volver a preguntarse sobre estas cuestiones. 

¿Por qué la primaria tiene que ser amplia y no cerrada a militantes?

La situación actual del partido socialista es de una diáspora entre los que se han ido y los que sólo se han desactivado. Hoy, es el momento de parar esta diáspora; es el momento de llamar a esos compañeros a participar de un debate, por ejemplo, la relación que hay entre Partido Socialista, Socialismo y proyecto político. Esa es, la gracia de una primaria abierta.

¿Qué hubiese pasado, o podría pasar, si el candidato hubiese sido –o es- designado a dedo y no en una primaria abierta?

Dos cosas. En primer lugar, una división dentro del partido. Y dos, dadas las condiciones políticas en las cuales estamos, eso sería visto como un arreglo de cúpulas. Sin duda, el PS y su candidato salen mejor parados de una primaria que si ese candidato hubiese sido elegido a dedo.

¿Qué señal política se manda desde esa primaria al mundo de la política?

Decir que la decisión presidencial no la vamos a tomar en el Comité Central, la vamos a tomar con el amplio pueblo socialista para discutir con ellos, es una manera no sólo de darse por enterado del problema, sino también afirmar que se está dispuesto a redistribuir el poder político como una manera de moverse en esa dirección.

Hay otro tema de la primaria que ha generado bastante polémica; me refiero a la fecha del 23 de abril. En este sentido, es viable políticamente esa fecha considerando que está muy cerca de la primaria nacional y de la inscripción de esas candidaturas. Además, abril es un momento en que todos los candidatos van estar más o menos definidos. Llegar tarde a la mesa presidencial, puede tener altos costos políticos y electorales.

Si lo importante de la primaria es la votación y el resultado, claramente no es una buena fecha. En este caso, la idea sería hacerla rápido y salir del paso. La primaria es el partido movilizado. Eso, es lo relevante.

Entiendo que la primaria es fundamental para abrir un debate político en torno al tipo de socialismo o en cómo reducir la distancia entre el partido y los ciudadanos, particularmente, con el pueblo socialista; pero, la fecha sí parece importante por cuánto ese debate no tiene futuro político cuando de este proceso surge una candidatura debilitada frente a competidores que llevan meses en campaña y que, si marcan en las encuestas.

Yo no creo que sean tan negativos esos efectos porque el proceso que conduce a la primaria también le rinde a los candidatos de esa primaria; es decir, el candidato que gane la primaria no parte de cero.

Una tercer elemento, junto al mecanismo –primaria abierta- y la fecha de la votación, es la cantidad de opciones en competencia. Se ha hablado que podría participar Guillier, incluso, en los últimos días se volvió a revitalizar la idea de que también podría entrar Lagos a la primaria socialista. ¿Cuál es tú visión en este punto?

La competencia esta tan abierta que ni siquiera sabemos cuáles son los requisitos para ser candidato; porque, eso depende de un reglamento que se va aprobar a principios de marzo. De esto, por tanto, depende quienes puede ser o no candidatos.

Es evidente, que la redacción de ese reglamento no es neutra. Al contrario, es sumamente política.

Si, ese reglamento se hace en función de favorecer o no a determinadas candidaturas no sólo se va notar, sino también le restara legitimidad al ejercicio. Yo espero que ese reglamento tenga razonables condiciones para dar cuenta de que las candidaturas que se presenten tengan apoyo relevante al interior de la militancia.

Eso, por tanto, incorpora a la competencia socialista a Guillier y a Lagos; ya que, ambos tienen apoyos en el partido.

Si son capaces de reunir los apoyos necesarios al interior del partido, yo creo, que si deben competir.

Una primaria con cuatro pre candidatos, ¿le hace bien al partido, acaso, no termina fragmentándolo más?

Hay dos cosas distintas. Lo que debería contener ese reglamento para no aparecer facilitando una determinada candidatura y lo que me parece adecuado.

Entonces, ¿qué es lo adecuado políticamente?

Que compitan, en la primaria socialista, militantes socialistas.

Es decir, ¿una competencia que incorpore sólo a Insulza y Atria?

Lagos, no es formalmente militante. Pero, es verdad que cuando fue elegido presidente, el PS dijo que llegaba por primera vez un socialista al gobierno después de Allende. Ponerse legalista hoy con ese tema no es bueno.

Pero, es un argumento que se usó. De hecho, el PS le dijo a Lagos que no era militante –incluso, desconocieron la legitimidad de su histórica doble militancia- y le cerró la puerta.

Sí; el argumento se usó. Pero, en las condiciones actuales ese tipo de argumento obstaculiza las cosas y hace más difícil que se realicen las primarias. Hacer primarias es lo más importante. Por tanto, en principio, todo aquel podría ser candidato del PS debería poder presentarse a las primarias.

Por tanto, en ese caso podría entrar Guillier, considerando que es independiente.

Como principio sí.  No estoy diciendo que sea razonable o adecuado ahora.


Entonces, ¿es aceptable que el PS tenga como candidato un independiente?

En principio, la respuesta debería ser sí. Entonces, es razonable que un independiente que tiene el apoyo necesario dentro del partido, pueda presentarse a la primaria.

Pensando en la primaria nacional del 02 de Julio, ¿es viable que compitan en su interior Lagos, Insulza o Atria, Guillier y eventualmente un DC?  Me refiero, específicamente, a la disputa presidencial entre el PS y el PPD.

No veo problema. De hecho, este escenario se abrió cuando Lagos dijo que no iba a participar de ninguna primaria socialista. Yo no sé, si esta será su decisión final ya que la ha cambiado varias veces.

Pero, no es menor, en ese tipo de competencia, el tema de la dispersión de votos y de los votos cruzados.

Se puede generar cierta tensión; sobre todo, si hay apoyos públicos cruzados. Pero, estas tensiones son resultado de una situación política distorsionada. No hay mucho que se pueda hacer para evitar este tipo de tensiones. Además, deberán resolverse cuando aparezcan. Ahora, sólo hay que tener conciencia que pueden surgir problemáticas que debemos enfrentar en su momento.

¿Qué opinas de Guillier?

Su liderazgo muestra parte del problema que tenemos. No puede ser que la mejor carta de presentación de un político es, decir que no es un político. Su posición, está más definida por lo que no es, que por lo que es y por el proyecto político que representa. No he escuchado a mucha gente que me diga que esta con Guillier porque le convence el proyecto político del Senador.

Ahora, ¿qué opinión tienes del Frente Amplio que es un actor de la coyuntura?

Es importante lo que están haciendo. El proyecto que tienen, no entendido como el de los grupos que están ahí, sino como el proyecto de la reconstitución de una fuerza política de izquierda gravitante, supone al PS.

También, ¿supone a Escalona?

Esto no quiere decir que el PS va estar ahí. Quiero decir, que pensar en una fuerza transformadora de izquierda políticamente relevante es difícil sin el PS y el PC. Sin estas fuerzas, ese proyecto puede ser viable a largo plazo, muy a largo plazo; yo, lo veo más bien inviable. Sin el PC y el PS el Frente Amplio va terminar siendo un saludo a la bandera.

¿Cómo se inserta el PS en ese proceso de reconstitución de una izquierda relevante y gravitante; de hecho, en términos electorales el PC, el PS y los distintos grupos de Frente Amplia puede llegar al 35% de los votos y eso, no es menor?

Supone, que es necesario transformar al PS. Supone, que el PS vuelve a estar ubicado en la izquierda; que es, lo que nosotros estamos tratando de hacer. Entonces, lo que ellos están haciendo es el mismo esfuerzo que estamos haciendo nosotros desde lugares distintos. Ambos, por tanto, estamos por construir una fuerza política de izquierda gravitante. Son dos esfuerzos que van, en general, en la misma dirección.

Pero, te refieres a la izquierda socialista que no es todo el PS.

Sí. Pero, al recorrer las bases y los comunales del PS hay un discurso que va en esa dirección.

Hablaste de esfuerzos que van en la misma dirección; entonces, es inevitable la convergencia en un proyecto de izquierda gravitante.

En política nada es inevitable. De hecho, la convergencia hoy, en esta pasada, es imposible, es difícil que se produzca. Pero, esto no quiere decir que no se produzca en un futuro. Va ser posible o no dependiendo de lo que se haga hoy. Si les va bien a ellos y bien a nosotros, el momento de la convergencia va llegar.

El candidato del Frente Amplio debería llamarse Fernando Atria.

Me lo han dicho muchas personas.