Marzo, 2017
CONVERSANDO CON FERNANDO ATRIA
SOBRE SOCIALISMO E IZQUIERDAS
Tengo la impresión de que de que lo que está
entrampando al PS es su definición presidencial es una cuestión de fondo
asociada al tipo de socialismo que se quiere instalar. En lo grueso, es una
disputa entre un socialismo anti-neoliberal y uno socialdemócrata que es el que
ha sido dominante hasta hoy.
Hay un debate
pendiente e importante; que tiene que ver con una pregunta: ¿qué sentido tiene
que el PS siga llamándose Socialista?
Cualquier respuesta
que uno de tiene que dar cuenta de dos cosas. En primer lugar, tiene que haber
alguna conexión o continuidad entre lo que decían que era el socialismo los
socialistas que nos antecedieron y lo que decimos hoy; es decir, tiene que
haber alguna línea que una al PS de hoy con González, Grove, Matte, Allende,
Ampuero y otros. Si esto no ocurre, el PS de hoy no tendría nada que ver con
ese partido, sólo el nombre. La segunda, tiene que ver con que un proyecto
político responde a las necesidades de una época concreta. Hoy, los socialistas
enfrentan una época distinta a la que enfrentaron los socialistas de otros
tiempos. Entonces, hay que tomar en cuenta las dos dimensiones: la continuidad
y los desafíos de la experiencia política actual.
En consecuencia, ¿cómo se produce la reconstrucción
del socialismo como proyecto político considerando esas dos dimensiones?
En algún momento, el
socialismo se pensó como un lugar al cual había que llegar. Sabíamos dónde
queríamos ir y dónde estábamos. En ese contexto, por tanto, el debate giraba en
torno al camino que se tomaba para llegar a ese lugar. De ahí, la discusión en
torno a los instrumentos para alcanzar esa meta.
Pero, hoy no existe ese lugar al cual llegar; esa idea
está hecha trizas. Más bien, podemos afirmar que fue una idea derrota.
Efectivamente, hoy
no sabemos cómo sería un mundo sin capitalismo. Pero, si sabemos que hay
ciertos elementos en el capitalismo neoliberal que nos resultan intolerables.
Por ello, más que un mapa que indica el
punto al cual llegar, tenemos una brújula que nos permite saber en qué
dirección nos movemos. Eso es, por tanto, lo que necesitamos como socialista
hoy: una brújula que nos oriente y nos permita salir del neoliberalismo.
Entonces, ¿la esencia de los socialistas hoy, es ser
anti neoliberales; dejando pendiente la cuestión de si son o no anti
capitalistas?
En ese sentido, si
el socialismo no es anti neoliberal, no es nada. Sin duda, hay varios
capitalismos posibles. Pero, cuando se sale del neoliberalismo se llega a una
condición distinta y se abren aristas distintas que hay que comenzar a
explorar. Lo relevante, por tanto, es saber cuándo se va ganando o perdiendo;
cuando se da u paso para atrás o dos para adelante.
Pero, ¿cómo se sabe que se va en la dirección correcta
si solo hay una brújula que no identifica la meta?
Dos cosas:
ampliación de la ciudadanía y profundización democrática. La ampliación
ciudadana no sólo es el espacio en el que somos iguales y la libertad esta
igualmente distribuida, sino también tiene que ver con una amplia agenda de
derechos sociales en educación, transformación de las relaciones laborales,
agenda de género, etc.
De ahí, la
importancia del debate en torno a la educación como un Derecho. Hacer que la
educación deje de ser una mercancía significa que la libertad en términos
educacionales no este medida por el tamaño de la billetera de cada familia. Yo
soy libre en el mercado según lo que puedo comprar. Por tanto, convertir la
educación en un Derecho social, implica, hacer que mi libertad en el ámbito
educacional este medida por mi posición de ciudadano, es decir, por mi posición
en un espacio en que todos somos iguales. La libertad, cuando no es igual para
todos se llama privilegio.
¿Cómo se manifiesta estos dos aspectos en el proyecto
socialista?
Para empezar,
avanzar en esas dimensiones implica nueva constitución y asamblea
constituyente. Después, dado un primer paso, se verá como seguir ampliando la
ciudadanía y profundizando la democracia. Por eso, hay que entender la idea
socialista como una guía más que como un punto de llegada.
Pero, una sociedad con derechos garantizados puede ser
perfectamente capitalista; por tanto, tendríamos capitalismo socialista o algo
parecido a un Estado de bienestar. Esta afirmación, nos lleva a otra pregunta:
¿no más neoliberalismo o no más capitalismo, considerando que el
neo-liberalismo es la forma que asume el capitalismo desde mediados de los
setenta, principalmente, desde los noventa?
La idea de superar
el capitalismo es una idea que los socialistas no pueden perder. Pero, la
función de esa idea no es decirnos que hay que llegar a un punto “x” tan rápido
como se pueda; sino más bien, decirnos que tiene sentido moverse desde el punto
donde se está en alguna dirección; en la dirección, por tanto, de la ampliación
de la ciudadanía y de la profundización democrática.
Es inevitable, en este punto tensionar las idea de
Revolución y/o Reforma, sobre todo, para el mundo socialista.
En la república
binominal no deja de ser curioso ver como la idea de revolución se transforma
en reforma y la idea de reforma en “perfeccionamiento”. Esto demuestra que la
política perdió el horizonte de que las cosas pueden ser distintas. Pero, hay
que entender la revolución como un proceso gradual; no como un momento que
ocurre en un día y a una hora. Si bien, el proceso de cambio es gradual,
produce una transformación que al mirar para atrás te das cuenta que lo que hay
es completamente distinto a lo que había.
La idea de
revolución es un horizonte de significado que contribuye a darle sentido a lo
que hacemos hoy, más que la promesa de que algún día va llegar. Esa es la
función central. Cuando uno actúa en política necesita entender que la acción
política opera en dos registros: en el presente y en la proyección hacia el
futuro de los posibles efectos de lo que se hace hoy. La reforma educacional es
un buen ejemplo para entender esta conexión.
¿Por qué?
Hoy, se hace una
reforma que termina con el co pago, la selección y el lucro. Pero, el sentido
de esta reforma va mucho más allá de lo que se hace ahora. La reforma, habla de
una nueva escuela que en el futuro hará que las escuelas chilenas sean un
espacio de encuentro ciudadano y eso va ser una manera de entender la
ciudadanía y el país de un modo distinto. Esto no va pasar hoy; va suceder en
10 o 20 años más.
Resumiendo: ¿qué es ser socialista hoy?
Que el capitalismo
debe ser superado; pero, la idea de superación del capitalismo no funciona como
un mapa que nos diga dónde está la solución. Lo que hacemos hoy es movernos
como una brújula desde un punto de partida en el que no queremos estar, a un
punto de mayor profundización democrática y mayor ciudadanía. Esa es, la ruta
que hay que hacer.
¿Qué es de izquierda hoy?
Ser anti neoliberal.
Pero, también ¿anticapitalista?
En la situación
chilena, la superación del capitalismo pasa forzosamente por la superación del
neoliberalismo. Hay que dar y hacer esa discusión. Pero, lo primero, es salir
del neoliberalismo que es el camino que enfrentamos hoy.
¿Es compatible ser socialista y liberal?
Son posiciones
distintas e incompatibles entre sí. El liberalismo como teoría política afirma
que las actuales condiciones de existencia no se pueden transformar; y que, no
obstante, se pueden hacer mejorar: mejorar Fonasa, aumentar la subvención
escolar, etc. Ser liberal, es renunciar a la posibilidad de actuar y pensar que
las cosas pueden ser distintas. El orden de explotación y desigualdad es lo que hay. Ahora, si uno mira el
liberalismo históricamente vemos que en un primer momento fue un paso del progreso
político al permitir salir del Antiguo Régimen y la monarquía. Al contrario,
los socialistas se definen porque siempre es posible hacer transformaciones.
LA PRIMERA PARTE DE LA ENTREVISTA EN:
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