Los hechos políticos de las
tres primeras semanas del gobierno van configurando los contornos del “campo
político” al interior del cual se va
desarrollar la política en este nuevo ciclo presidencial. El diseño político
del gobierno, los primeros momentos de la instalación, la total desarticulación
de la oposición y las expectativas de una alto crecimiento, generaron
condiciones para que el sector comenzará a ver como una posibilidad real el
sueño de seguir en La Moneda más allá de 4 años; hasta de “20 años” habló un presidenciable subiéndose a las tácticas de
vincularse con Aylwin y el ADN concertacionista en términos de tiempo, de
crecimiento con inclusión y de consensos.
La ofensiva del gobierno
Hay consenso de que al
primer gobierno de Piñera le faltó “gestión política”. Los hechos políticos de
estos primeros días muestran de modo evidente que han transitado del “déficit”
al “superávit” político.
Siete son los hechos
políticos que dan cuenta de esta ofensiva piñerista: Instalar la idea de que el
gobierno anterior fue mentiroso, detener la licitación del Transantiago,
retirar la urgencia al proyecto de Identidad de Género, el protocolo de las
tres causales, el portazo a la Nueva Constitución, el modelo antiterrorista
propuesto y la decisión del Tribunal Constitucional sobre el artículo # 63 de
la Ley de Educación Superior. Nadie, podrá afirmar que el gobierno no ha sido
audaz ni que no ha asumido riesgos; de los que está saliendo bien. Hasta ahora.
Estos hechos, en consecuencia,
generan un clima político de confrontación y polarización muy distinto a lo que
han buscado en las declaraciones que funda su diseño político: el dialogo, los
acuerdos y el consenso. Las comisiones pre legislativas no gozan, como
consecuencia del clima que se va instalando, de la legitimidad programada
originalmente. Si bien, ya está funcionando la comisión de la infancia, no se
puede desconocer que su comienzo no ha sido el esperado para una instancia de
unidad, de urgencia y de transversalidad.
Este nuevo ciclo
presidencial recién está empezando y el clima ya está enrarecido. En este
contexto, ¿es casualidad el debate que se abre en torno a la violencia a partir
del caso de José Antonio Kast y las agresiones que recibe en una Universidad?,
¿es casualidad la fisura interna que se produce en la defensa chilena en torno
a la salida al mar de Bolivia como con el caso Guillier, del Frente Amplio y de
algunos sectores del progresismo de centro-izquierda?
Los efectos de la ofensiva
piñerista
Los hechos políticos de las
tres primeras semanas no sólo han producido un clima de polaridad (contrario a
lo buscado en las declaraciones), sino también han generado 3 efectos sobre el
campo político post elecciones: el inicio de un nuevo ciclo de movilizaciones, la re-articulación de la oposición en
defensa de las reformas y la Nueva Constitución y las primera fisuras al
interior del bloque de gobierno.
El mundo social se moviliza. Los estudiantes –universitarios, secundarios y
profesores- desde antes de la decisión del TC sobre el artículo # 63 ya se
estaban organizando para comenzar la presión y al mismo tiempo enfrentándose
verbalmente con el Ministro Varela. Los Mapuches ya recibieron la declaración
de guerra. La demanda de la diversidad sexual y de la equidad de género esta
alerta como también lo está el movimiento ambientalista a la espera de lo que
suceda con Dominga.
Re-posicionamiento opositor. La política no da pausa ni descanso. La coyuntura,
en consecuencia, obliga a que los partidos de oposición rápidamente dejen atrás
la derrota política y electoral y se pongan a la “orden del día”. Los hechos de
la coyuntura, por tanto, van generando condiciones para que las oposiciones se
re-articulen y enfrenten a un gobierno que está más cerca de la “motosierra” que de los consensos. El
acuerdo por las mesas de la cámara y las comisiones, la defensa de las reformas
e instalación en la agenda de la nueva Constitución (reflotado por el fallo del
Tribunal Constitucional), son hechos políticos que van configurando una
oposición más cerca de la unidad de propósitos que acciones políticas dispersar
sin eficiencia política.
Las primeras fisuras del oficialismo. Los partidos de gobierno también se
comienzan a tensionar. Si bien, la coyuntura de los nombramientos y de la
instalación fue exitosa, los hechos posteriores comienzan a generar tensiones entre ellos y con el gobierno. Desde RN ya se quejaron de que no fueron
avisados de los anuncios de la Araucanía y desde al UDI de que es mejor primero
hablar y acordar con ellos que con la oposición a propósitos de las comisiones
y de los primeros acercamientos con la oposición. Luego, se abre un foco de
conflicto por el proyecto de equidad de género; y ahora, por la presión que
surge para modificar el Tribunal Constitucional es aspectos sustanciales como
sus atribuciones y composición.
No hay que olvidar, que al
gobierno y al sector todavía no están expuestos a la coyuntura presidencial
que, sin duda, va generar muchas tensiones ya que se van a enfrentar por la
conducción del sector distintas derechas y distintos liderazgos: un
socialcristianismo conservador (Ossandón), un socialcristianismo liberal
(Chahuán), una derecha liberal (Felipe Kast), una derecha gremialista (en busca
de su liderazgo), una derecha conservadora (José Antonio Kast) y el candidato
de Piñera que, al parecer, hoy se llama Alfredo Moreno. Si bien, hoy los
movimientos de estos competidores son silenciosos ya están desplegándose. Inevitablemente, la coyuntura se va imponer
por sí misma y las tensiones se va multiplicar.
Déficit político ¿de nuevo?
Rápidamente pasamos de un
gobierno que por sus primeras acciones proyectaba una imagen de éxito y triunfo
que lo podía llevar a gobernar Chile por 20 años, a un gobierno que empieza a
operar en un clima tensionado con grandes potenciales de aumentar los
conflictos que ponen en riesgo el “sueño” de la sucesión. Vemos, por tanto, que
el clima político se va pareciendo cada vez más a lo que se viene manifestando
desde el 2011, que al clima de los consensos y la unidad nacional que quiere instalar
el piñerismo.
Tensionar el clima político
en el contexto de un parlamento neutralizado, generar condiciones para que la
oposición se re-articule y se posicione como fuerza competitiva y estimular que
en el oficialismo comience la lucha interna de liderazgo y de proyectos, son
variables que no favorecen la continuidad de la derecha en el gobierno; y por
tanto, generan condiciones para que la oposición –en alguna fórmula política-
vuelva a La Moneda; o la menos, se convierta en una fuerza competitiva.
La hipótesis es, por tanto,
que el “superávit” de política expresado en las primeras decisiones que son una
declaración de guerra a la oposición y al proyecto reformista, está mostrando
otra forma del déficit de gestión política que ya vimos en la primera gestión y
que condujo a una derrota electoral que fue interpretada en su momento como de
una “debacle”. Es decir, que lo que se nos aparece como “superavit político” es la continuidad del
déficit político que ya presenciamos hace 8 años.
Las tecnologías del poder ya
saben que sucede cuando los gobiernos tienen una débil “gestión política”. Veremos,
no obstante, como se van manifestando estas tendencias en las próximas semanas
y si la ofensiva inaugural del gobierno genere efectos positivos o negativos
para los planes políticos del gobierno.
1 comentario:
Piñera tiene la gran posibilidad de cambiar a la "Derecha chilena" si mantiene una política que continue las reformas en áreas sensibles con una impronta y sello de la Derecha más liberal. Reformas, que tanto necesita nuestro país para alcanzar mayor justicia social y así acercarnos al desarrollo.
Sin embargo, la gran dificultad de la "Derecha chilena", es su incapacidad política versus su gran capacidad de intereses económicos que le impiden poner el "bien común" delante de la "carreta de los bueyes". Por eso, creo poco probable que puedan durar 8 años en un gobierno, salvo que la descomposición de la actual oposición se mantenga, pero, ésta bien parece más una rearticulación generacional que política, la que tarde o temprano durante estos cuatro años terminarán uniéndose y dejando poco margen a un gobierno que al parecer es más de lo mismo que mostró en su anterior periodo.
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