Agosto-2012
Nuevamente se instala
en el debate político la cuestión de la salida de los presidenciables del
Gabinete. No se trata de una discusión nueva; al contrario, ha estado en el
centro de la polémica en varias oportunidades. La intensidad que asume sube o
baja dependiendo de las características de la coyuntura. A tres meses de las
municipales el debate pasa de latente a manifiesto.
En este contexto
surgen dos preguntas; ¿por qué el
oficialismo quiere mantener a los presidenciables lo más posible en el gabinete
y la oposición exige su salida inmediata?
En el oficialismo hay cinco razones que lo explican.
En el oficialismo hay cinco razones que lo explican.
En primer lugar, surge el hecho de que están en un escenario
de inmovilismo presidencial que ha dejado para “después” todos los temas
relevantes; mecanismo, fechas, relato, equipos.
En segundo lugar, esta la necesidad de
evitar las tensiones internas y el desgaste –en una fase de baja aprobación- que
implica la lucha por el posicionamiento presidencial a dos o tres bandas.
En tercer lugar, surge la política del espejo;
es decir, moverse en función del “factor Bachelet”. En efecto, la virtualidad
de la candidatura de la mujer ONU da tiempo, espacio y motivos para dilatar la
definición presidencial a la espera de un mejor rendimiento político.
En cuarto lugar, aparece la necesidad
política de enfrentar el escenario presidencial no sólo en mejores condiciones
de aprobación, sino también con presidenciables mejor posicionados en el
terreno de la competencia electoral. De hecho, salir a competir por la sucesión
con bajos niveles de aprobación y con la “crónica de una derrota anunciada” no
es positivo para el fortalecimiento de su opción presidencial.
En quinto lugar, surge que el gremialismo
debe definir su abanderado antes de competir al interior del conglomerado de
gobierno; se debaten entre el pragmatismo y la necesidad de recuperar su
purismo ideológico.
En definitiva, hay
poderosas razones que condicionan que los presidenciables del oficialismo sigan
en el gobierno. ¿Hasta cuándo? Desde
las propias filas de Palacio se ha mencionado que ese hecho debe ocurrir
después de las Municipales. Desde ese momento hay cinco largos meses –entre
Noviembre y Marzo- para materializar la
salida. Lo más probable, si no ocurre antes de las municipales, es que ello
suceda entre Noviembre y Enero.
Si se sigue lo
acordado hasta hoy, es decir, salir del gabinete después de las Municipales
surge una pregunta ¿cómo harán para
mantener la no injerencia electoral de los presidenciables? Competir a
media máquina y en la frágil división entre el rol de político –con
aspiraciones- y el de Ministro no contribuye a mejorar el rendimiento electoral
ni del Gobierno ni de los presidenciables.
Sin embargo, ha
surgido nuevamente otra “tesis longueira” que en su habitual “visión
estratégica” ha llamado a adelantar la salida de los presidenciables del
gabinete y desplegarlos “sin frenos” en la campaña. ¿Cuál es la idea? Presionar a la Concertación y a Bachelet, romper
el inmovilismo del oficialismo, sacar al pizarrón a Golborne, apurar a la Udi y
evitar los conflictos que va tener el gobierno con sus Ministros acusados de
estar en campaña con recursos públicos.
Para la oposición, la razón que se da es que los presidenciables están usando no sólo sus cargos –de alta visibilidad- para sus fines de posicionamiento, sino también los recursos públicos. Sin embargo, el interés está en que deben salir “hoy” para apurar la carrera presidencial del oficialismo, debilitar el peso político del ejecutivo y estimular sus tensiones internas.
Para la oposición, la razón que se da es que los presidenciables están usando no sólo sus cargos –de alta visibilidad- para sus fines de posicionamiento, sino también los recursos públicos. Sin embargo, el interés está en que deben salir “hoy” para apurar la carrera presidencial del oficialismo, debilitar el peso político del ejecutivo y estimular sus tensiones internas.
En este escenario, es
interesante analizar cómo se movieron los presidenciables de la Concertación
que ocupaban cargos de gobierno.
Lagos dejo el
Gabinete de Aylwin el 28 de Septiembre de 1992; tres meses después de las municipales
de Junio, 8 meses antes de las primarias de Mayo del ’93 y 15 meses antes de
las presidenciales. Luego, dejo el Ministerio de Obras Públicas –con Frei- el
01 de Agosto de 1998; a 10 meses de las primarias del ’99 y 17 meses antes de
las presidenciales del mismo año.
En el gobierno de Lagos, Bachelet y Alvear dejaron el gabinete el 29 de Septiembre del 2004; un mes antes de las municipales, 8 meses antes de las primarias –no realizadas- y 15 meses antes de las presidenciales del 2005.
Los tiempos políticos
muestran que faltan tres meses para las municipales, 8 o 9 meses para la
primaria oficialista –si es que hay- y 14 meses para la presidencial. La
experiencia de Lagos y Bachelet indica que ambos salieron del gabinete un año y
medio antes de la presidencial y 8 meses antes de la primaria. Según estos
datos, el oficialismo esta en el límite de los tiempos “recomendados” para
enfrentar una intensa batalla presidencial –que va perdiendo- con primaria
incluida.
La coyuntura
municipal sólo la experimento Bachelet. De hecho, en esa campaña se generaron
las condiciones políticas y electorales para la retirada de Alvear y su
proclamación como candidata. De ese modo, vemos que la elección definió
aspectos relevantes. La próxima municipal no tiene porque ser una excepción.
El oficialismo tiene debilidades
y tres alternativas que dificultan que sus presidenciables dejen “a corto
plazo” el gabinete. Hoy la lucha presidencial es latente y llena de
limitaciones. Los tiempos se acaban y las voces para adelantar la salida se
multiplican. La política es dinámica y sus caminos pueden cambiar sin aviso. En
el terreno del cálculo y el pragmatismo todo es posible.