jueves, 18 de diciembre de 2014

El "Gute", Bachelet y la Nueva Mayoría

Diciembre 2014

Ya sabemos que Gutenberg Martínez no está cómodo en la Nueva Mayoría –que añora, la concertación-,  que es un crítico de la gestión de Bachelet y de la “era de las reformas” y que no se siente “incómodo” junto a Renovación Nacional.  El fin de semana recién pasado apareció una entrevista en La Tercera que sirve de base para este análisis. Lo relevante, es que en ella podemos encontrar pistas que nos permitan entender hacia dónde va no solo el “Gute”, sino también la DC.

Durante mucho tiempo estuvo ajeno a la coyuntura política. No obstante, siempre estuvo en la primera línea de la discusión partidaria y política. Su rol de Rector lo condujo a una reflexión teórica y política que está rindiendo frutos. Siempre ha sido un influyente. No voy hacer el recorrido de la cronología que lo puso de vuelta en la coyuntura y que se remonta a fines del 2011 cuando apoya con entusiasmo el acuerdo entre la DC y RN que se materializa en enero del 2012 con el documento llamado “un régimen político para Chile”.

Su relato parte con un diagnóstico de la política en el Chile de hoy. En ese contexto afirma tres dimensiones que las encuestas vienen mostrando desde hace tiempo: En primer lugar hay “una insatisfacción que se nota en la valoración de la política y que se manifiesta en las tasas de aprobación de los personajes público”. En segundo lugar, las coaliciones políticas –la Nueva Mayoría y la Alianza- también tienen tasa bajas de “respaldo”, sobre todo, en relación a las que tienen los “independientes”. Y en tercer lugar, está el hecho de que vivimos una sociedad “muy individualista” en la que los chilenos se acostumbraron “a un progreso permanente… por lo que les choca de inmediato cualquier circunstancia que muestre una suerte de estancamiento” económico. Si bien, estas tendencias son anteriores a este gobierno es probable –afirma- que hayan “aumentado un poco”. Para el “Gute”, estos hechos son importantes debido a que son elementos profundos “que hay que tener presente antes de entrar al análisis más político” de la coyuntura y de la situación en la que está el gobierno. ¿Por qué?

Porque el gobierno con sus reformas y su estilo y la desaceleración económica están contribuyendo a profundizar esta situación. El efecto, inmediato, es que se produce una distancia con los ciudadanos y pérdida de apoyo. Y eso, es lo que está reflejando las distintas encuestas. En esa dirección, afirma que “las encuestas… son muy preocupantes, y teniendo este trasfondo lo hace más preocupante, porque quiere decir que si uno quiere recuperar la valoración… tiene que tener presente estos otros problemas que son de largo plazo, que afectan a la política… esto implica que hay que examinar las formas estructurales el gobierno”.

La valoración –para el “Gute”- no se recupera con un cambio de gabinete en sí mismo. De hecho, si este no está acompañado de un diagnóstico “completo y compartido” por la coalición los problemas del gobierno no se van a solucionar. En efecto, “los problemas no se solucionan simplemente con un cambio de gabinete. Si nosotros no tenemos un diagnóstico compartido podemos seguir tomando decisiones que eventualmente no sean compartidas por la ciudadanía”; y, por tanto, seguir profundizando la distancia e indiferencia de los ciudadanos no sólo con la política y sus actores, sino también con Bachelet y el gobierno.

Tres son las razones políticas que explican los problemas actuales del gobierno. El primero, tiene que ver con que la Nueva Mayoría no es la Concertación. Para Martínez, “lo primero que falta es un proyecto nacional, un proyecto de país, una sensación… como la que hubo en la transición, que había una disposición en positivo a una creación conjunta… un estado de ánimo que se expresaba en la búsqueda de acuerdos… se sentía que es estaba construyendo un país. Hoy día, lo que hay es esa ausencia, no hay un proyecto país…un sentido patriótico… un sentido nacional, de chilenidad”.

El segundo problema que explica la actual situación se encuentra en el diseño político del gobierno en el contexto de un régimen político presidencial y de una tradición en la que el gobernante era el jefe político de la coalición que lo sustentaba. Para el “Gute”, se trata de un problema estructural a partir del cual se explica el déficit político del gobierno. Se trata, en definitiva, que el modelo de “gestión y conducción política” de la Concertación ha dado paso al modelo del bacheletismo en el que el Ministro del Interior juego un rol político de articulación fundamental.

En el antiguo modelo y siguiendo la lógica presidencial el Presidente era jefe de Estado y de gobierno. Pero, la Concertación agrego una tercera responsabilidad: ser jefe político de la coalición. De ahí, la afirmación de que la “tradición de ser líder de la coalición no está operando”. “Ha habido un cambio sobre la materia” afirma Martínez.

De hecho, “se ha empoderado a un jefe de gabinete con más facultades que las conocidas tradicionalmente”. Los efectos político –negativos- son evidentes. En primer lugar, el resto del equipo político ha sido “excluido”; produciéndose, “problemas de funcionamiento, que afectan decisiones como las reformas, las decisiones en torno a las reformas, la participación en el proceso de las reformas”. Este hecho, sin duda, genera confusión: no hay claridad en los roles y ámbitos de influencia. El Ministro está sólo, se argumentó en alguna oportunidad.

En segundo lugar, en este nuevo modelo la Presidenta se ve ausente y distante. “Creo –afirma Martínez- que el rol de la presidenta ha estado muy centrado en los temas de Estado y quizás sería necesario o conveniente que su presencia en los temas de gobierno y… liderato de la coalición pudiera ser mayor”.

Finalmente, el tercer problema tiene que ver con las tensiones internas de la Nueva Mayoría. En esa dirección está la “tesis refundacional” –la onda retro, según Martínez- y la que valora “lo que hemos hecho en los gobiernos anteriores”. Entre estas líneas “hay una ambigüedad… que confunde. El punto es que en el quehacer del gobierno debe haber una línea. La virtud que teníamos o tenemos en la Concertación –porque yo siempre he insistido en que ese ámbito sigue existiendo- es que nuestras diferencias existían, pero en la acción del gobierno había una sola línea… al final de cuentas, no ha sido conveniente para la valoración del gobierno”. Esto, se expresa, por ejemplo, en que el proyecto educacional “sale con una tónica, que en la Cámara se hace un conjunto de indicaciones que le cambian la tónica, que sigue pendiente la tensión y que llega al Senado sin resolverse algunas tónicas. No hay una línea del gobierno que resuelva las diferencias”.

Para el “Gute” ha llegado el momento de parar y hacer un “diagnóstico de la realidad chilena, cómo se entienden los procesos de reforma, cuál es su radicalidad y cuál es la capacidad de efectuarlos… en este momento hay que hacer un alto, evaluar, estudiar bien lo que está pasando” y construir “comunitariamente un diagnóstico en que estemos de acuerdo. Si no es posible… que porcentaje de acuerdo” tenemos; ya que, “lo peor es que cada uno interprete esto como quiera”.


De modo, implícito, en este diagnóstico se juega el futuro de la Nueva Mayoría y del rol de la DC en este pacto armado en función del liderazgo de Bachelet y de la demanda ciudadana.

domingo, 14 de diciembre de 2014

El repunte de Bachelet, el futuro de su capital político y de la Nueva Mayoría

Diciembre-2014

La CEP se instala nuevamente en la coyuntura. Y cómo siempre, generando impactó y convirtiéndose en un actor político que genera efectos de poder. Luego de las últimas tres encuestas -en las que fueron fuertemente criticados sus resultados por la derecha en la de julio y octubre del 2013 y por la Nueva Mayoría en julio del 2014-, se instala con gloria y majestad en la coyuntura. Como siempre, el tablero político es remecido.

La encuesta, vino a ratificar, consolidar y convertir en “verdad absoluta” el hecho político de que el liderazgo de Bachelet se debilita; y con ello, el gobierno y su programa de “transformaciones estructurales”. Es más, también se debilitan sus principales atributos –los racionales y los emocionales-. En efecto, la CEP viene a ratificar lo que han venido mostrando desde hace algunos meses otros estudios de opinión pública -Adimark y Cadem-.

La CEP muestra entre julio y noviembre una caída en la aprobación de Bachelet de 50% al 38%. A su vez, la desaprobación sube del 29% al 43%. Por su parte, la medición de Adimark nos muestra una caída en la aprobación entre marzo y noviembre del 54% al 42% y un alza en la desaprobación del 20% al 52%. Si hacemos la comparación desde julio vemos que la aprobación entre julio y noviembre baja del 54% al 42% -manteniendo la misma tendencia anterior- y que la desaprobación sube del 36% al 52. Por su parte, Cadem muestra que entre marzo y noviembre la aprobación baja del 53% al 39% y la desaprobación sube del 22% al 50%. Si hacemos la comparación entre julio y noviembre vemos que la aprobación baja del 51% al 39% y que la desaprobación sube del 33% al 50%.

En correspondencia con esta tendencia –consistente, sistemática y evidente- hay un daño y un debilitamiento no sólo de los atributos de Bachelet –blandos y duros; racionales y emocionales-, sino también en el apoyo hacia las “reformas estructurales” de su gobierno.

En general, las encuestas muestran que el apoyo a las reformas del gobierno se ha ido debilitando. Si nos concentramos en la reforma educacional, vemos que en la CEP de julio mostro que la gente no quería reforma; incluso, el tema educacional no estaba entre las prioridades de la gente. En esta último, no hubo preguntas a ese respecto. Sólo, se observa que la educación se convirtió en la principal prioridad.

La Adimark nos muestra que entre mayo y noviembre estar “de acuerdo” con la reforma educacional baja del 58% al 36% -22 puntos-. A su vez, el “no estar de acuerdo” sube del 33% al 56% -23 puntos-. Al mismo tiempo, muestra que el ministro Eyzaguirre entre marzo y noviembre baja su aprobación del 64% al 32% y su desaprobación sube del 23% al 63%. Por su parte, Cadem muestra que la aprobación hacia la reforma educacional baja entre abril y noviembre del 60% al 33% y la  desaprobación sube en ese mismo período del 31% al 54%.

La realidad se hizo evidente. La CEP, por tanto, viene a develar lo que ya estaba instalado. Desde entonces, se abre una coyuntura en que cada actor utiliza sus datos para sus fines. Las especulaciones comienzan cuando la mandataria termina inesperadamente una visita a la octava región. Los rumores y presiones para un cambio de gabinete se intensifican. No hay cambio de gabinete en función de las encuestas dice Elizalde; da lo mismo el cambio, si la receta es mala se escucha desde la UDI, no es lo relevante afirma Andrade. Es un secreto a voces que habrá cambio de gabinete antes de marzo. La CEP pone de manifiesto el “déficit político-comunicacional” del gobierno y la mala administración y gestión que han tenido la reforma educacional.

La coyuntura, el clima político y los intereses en juego –que son muchos y millonarios- han comenzado a desacralizar el liderazgo de Bachelet. Se ha hecho evidente que no es “eterno” ni tampoco incombustible. Bachelet, ha bajado a la tierra del poder. Ha llegado el momento de ponerse el overol y poner en juego su capital político. Y al mismo tiempo, poner en la mesa el fortalecimiento de la educación pública y llevar la reforma a la sala. A un año de su triunfo electoral su liderazgo se ha secularizado y la asimetría de poder en relación a sus apoyos políticos ha tendido a equilibrarse.


Finalmente, como la política es dinámica, hay hacer dos consideraciones; la primera, que Bachelet ya vivió malos períodos en aprobación-desaprobación presidencial. De hecho, su peor período –septiembre del 2007- llegó a una aprobación del 35% y una desaprobación del 46%. Sin embargo, desde diciembre del 2008 comenzó su repunte hasta llegar al final de su mandato al 84% de aprobación. Piñera –con cifras, distintas y menores- también tuvo una fase de recuperación. En segundo lugar, sin duda, los dos últimos años serán de cosecha y repunte. Pero, hay una diferencia -no menor- que puede marcar el futuro de su capital político y de su coalición: el tiempo político actual es de “reformas estructurales” y el mapa político ha sido re-definido. Más reformas o menos reformas es el eje de la próxima presidencial. La implementación de la reforma educacional será definitoria.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La CEP y la desacralización de Bachelet

Diciembre-2014

La CEP se instala nuevamente en la coyuntura. Y cómo siempre, generando impactó y convirtiéndose en un actor político que genera efectos de poder. Luego de las últimas tres encuestas -en las que fueron fuertemente criticados sus resultados por la derecha en la de julio y octubre del 2013 y por la Nueva Mayoría en julio del 2014-, se instalan con gloria y majestad en la coyuntura. Como siempre, el tablero político es remecido.

Mientras en julio y octubre del 2013 los resultados presidenciales y electorales de la derecha fueron cuestionados por el sector, en julio del presente año correspondió hacer la crítica a los resultados arrojados sobre la reforma educacional. En efecto, en esas mediciones se dio cuenta del derrumbe electoral de la derecha y de que la gente no quería reforma educacional. Obviamente, hubo resistencia de ambos lados.

No obstante, la última CEP no ha sido desmentida ni criticada por nadie. El turno de usar sus resultados para fundamentar –lo que estaba en el aire político- la pérdida de apoyo ciudadano del gobierno y de la propia Bachelet alcanzó a todos los sectores. Nadie ha puesto en duda sus resultados. Ni siquiera desde el gobierno; que, es el gran perdedor de la encuesta. Vemos, por tanto, que los resultados CEP son funcionales y útiles para todos –o casi todos- los actores de la política.

Pero, ¿cuál es el mérito político de la última la CEP?

La encuesta, vino a ratificar, consolidar y convertir en “verdad absoluta” el hecho político de que el liderazgo de Bachelet se debilita –“no es eterno”, se ha dicho- y con ello, el gobierno y su programa de “transformaciones estructurales”. En efecto, la CEP viene a ratificar lo que han venido mostrando desde hace algunos meses otros estudios de opinión pública; principalmente, el track de Adimark y de Cadem. Veamos.

Aprobación-Desaprobación Bachelet. La primera CEP del año y del nuevo ciclo presidencial muestra una aprobación a Bachelet del 50%. La última CEP da cuenta de una baja de 12 puntos –entre julio y noviembre- al ubicarse en el 38%. A su vez, la desaprobación sube del 29% al 43% -alcanzando en cinco meses un alza de 14 puntos porcentuales-. Por su parte, la medición mensual de Adimark nos muestra una caída en la aprobación de Bachelet de 12 puntos porcentuales entre marzo y noviembre al descender del 54% al 42% de aprobación. Al contrario, hay un alza en la desaprobación al subir en los mismos meses del 20% al 52%.

En Julio, cuando la CEP marcaba una aprobación del 50%, la aprobación en la Adimark era de 54%. En noviembre, cuando la CEP marca una desaprobación del 38%, la encuesta Adimark marca un 37%. Se observa, por tanto, que entre julio y noviembre la baja en la aprobación de Bachelet es de 12 puntos en la CEP y de  11 puntos porcentuales en la Adimark.

En Julio, cuando la CEP marcaba una desaprobación del 29%, la desaprobación en la Adimark era del 36%. En noviembre, cuando la CEP marcaba una desaprobación del 43%, la Adimark marcaba una desaprobación del 52%. Se observa, por tanto, que entre julio y noviembre el alza en la desaprobación de Bachelet es de 14 puntos en la CEP y de 16 puntos en la Adimark.

Finalmente, la medición semanal de Cadem nos muestra que su primera medición del período correspondiente a la semana del 13 de marzo la aprobación de Bachelet es del 52%. En esa línea, el promedio del primer mes de gestión es del 53%. A su vez, el promedio de julio es del 51% y de noviembre es del 39%. Es decir, la Cadem también capta el desplome de la aprobación en cinco meses. En relación, a la desaprobación hay un alza entre marzo y noviembre de 28% puntos porcentuales al pasar del 22% al 50%. También, se ratifica la tendencia.

Aprobación-Desaprobación Gobierno. En Julio la CEP no entrega esta información. No obstante, las cifras son proporcionadas por Adimark. En esa dirección, la aprobación del gobierno en marzo es del 55% y en noviembre del 37%. En julio, es del 48%. En consecuencia, entre marzo y noviembre hay baja en la aprobación de 18 puntos porcentuales. Entre julio y noviembre, la baja en la aprobación es de 11 puntos porcentuales.

A su vez, la desaprobación del gobierno en marzo es del 22% y en noviembre del 58%. En julio, es del 42%. En consecuencia, entre marzo y noviembre hay un alza en la desaprobación de 32 puntos porcentuales. Entre julio y noviembre, el alza en la desaprobación es de 16 puntos porcentuales.

La encuesta Cadem no pregunta directamente sobre la aprobación del gobierno –como lo hace la Adimark-. La pregunta que se le asemeja a lo que hace la Adimark es sobre si aprueba o desaprueba el desempeño de los ministros. En esa dirección, se observa que en primer lugar no es una pregunta que puede graficar tendencia. No obstante, la pregunta se hace en la última semana de noviembre –por lo menos, así lo muestran los informes públicos del estudio- y muestra que un 38% aprueba el desempeño de los ministros y un 55% lo desaprueba.

En síntesis, los datos entre los distintos estudios son consistentes y relativamente similares; por lo que, la tendencia y su evolución es evidente y clara. Insisto, la CEP sólo vino a confirmar tendencias ya en curso.

Aprobación-Desaprobación a las Reformas estructurales. En general las encuestas muestran que el apoyo a las reformas del gobierno se ha ido debilitando. Si nos concentramos en la reforma educacional, vemos que en la CEP de julio de este año mostro que la gente no quería reforma: dijo –en esa encuesta- que si al lucro, si a la selección y si al copago. Incluso, el tema educacional no estaba entre las prioridades de la gente. Curiosamente, en la última medición –cuando el clima ciudadano y político es más  adverso- se instala “la educación” como el primer problema al que el gobierno debiera abocarse. En la medición anterior, era la salud y la delincuencia la prioridad. La última medición –¿curiosamente?- no incorpora preguntas sobre la reforma educacional.

La adimark, a su vez, nos muestra que entre mayo y noviembre estar “de acuerdo” con la reforma educacional baja del 58% al 36%; es decir, 22 puntos porcentuales. A su vez, el “no estar de acuerdo” sube del 33% al 56%; es decir, 23 puntos porcentuales. Al mismo tiempo, muestra que el ministro Eyzaguirre entre marzo y noviembre baja su aprobación del 64% al 32% y su desaprobación sube del 23% al 63%.

Por su parte, el track semanal de Cadem muestra que la aprobación hacia la reforma educacional baje entre abril –la última semana- y noviembre –promedio mes- del 60% al 33%. La baja se ha intensificado desde la última semana de octubre. Al contrario, la desaprobación sube en ese mismo período del 31% al 54%.

Los atributos. En este ítem se da cuenta de cómo le liderazgo sacro –en algún momento de Bachelet- comienza diluirse. Aquí, surgen las principales alarmas. Los datos, son consistentes con lo que ocurre con el desplome de su aprobación y alza en su desaprobación. En la CEP se observa una baja en todos sus atributos medidos entre julio y noviembre: debilidad-fortaleza; habilidad y destreza; confianza y cercanía-lejanía. La Adimark, si bien muestra una baja significativa en todos sus atributos entre marzo y noviembre –respetada, liderazgo, creíble, capacidad resolver crisis, solucionar los problemas del país, confianza, activa, cuenta con autoridad- logra en todos mantenerse sobre el 50% en el “cumplimientos de tales características”.

La realidad se hizo evidente. La CEP, por tanto, viene a develar lo que ya estaba instalado. Desde entonces, se abre una coyuntura en que cada actor utiliza sus datos para sus fines. Las especulaciones comienzan cuando la mandataria termina inesperadamente una visita a la octava región. Los rumores y presiones para un cambio de gabinete se intensifican. No hay cambio de gabinete en función de las encuestas dice Elizalde; da lo mismo el cambio, si la receta es mala se escucha desde la UDI, no es lo relevante afirma Andrade. Viene pronto o antes de marzo es parte de los ecos de cambio. La CEP pone de manifiesta el “déficit político” del gobierno.

Las razones para este desplome son variadas. El gobierno responsabiliza a la desaceleración económica; otros, a que el gobierno escucho a la calle y actúo en función de esa demanda; otros, que se alejado de las prioridades ciudadanas –al punto, que el senador Navarro afirma que la nueva constitución no es una prioridad de la gente-; otros, al “déficit político” al no saber ni poder conducir ni administrar políticamente las reformas y sus tiempos. La “soberbia” y la “incertidumbre” también ha sido parte de las interpretaciones. No podemos olvidar, finalmente, el rol de la oposición y los “autogoles” de la Nueva Mayoría.

La “verdad” que devela la CEP –tal como otros estudios lo vienen anunciando- muestra, en definitiva, que el liderazgo sacro de Bachelet ha comenzado a debilitarse y que la “era de las reformas” pasa por un momento crítico –aun cuando, algunos lean la encuesta como que hay un apoyo “implícito” a las reformas-.


La coyuntura, el clima político y los intereses en juego –que son muchos y millonarios- han comenzado a desacralizar el liderazgo de Bachelet. Se ha hecho evidente que no es “eterno” ni tampoco incombustible. Bachelet, ha bajado a la tierra del poder. Ha llegado el momento de ponerse el overol y poner en juego su capital político. Y al mismo tiempo, poner en la mesa el fortalecimiento de la educación pública y llevar la reforma a la sala.

lunes, 6 de octubre de 2014

De los "socialismos reales" al socialismo posible : la opción Lagos

Octubre-2014

A fines de Agosto, Lagos habló sobre la colaboración público-privada en Icare y se instaló en la coyuntura con su relato generando gran impacto mediático; sobre todo, por dos frases que fueron descontextualizadas: “aquí falta voluntad política… conducción política y que todo lo concesionable” hay que entregárselo a los privados. La aparición del ex mandatario no quedó ahí.

Luego, de un vendaval de opiniones y disputas en torno a sus reflexiones, aparece una entrevista en El Mercurio y pone en circulación una reflexión en La Tercera. Y entre tanto, no asiste al acto de los “50 años del gobierno Frei Montalva” –lo que también generó debate-; y si, asiste al acto –también en La Moneda- por la conmemoración del 11 de septiembre. Frente a esta irrupción –que en otro contexto lo hubiese posicionado como presidenciable- surge una pregunta: ¿qué tipo de socialismo connotan sus palabras?

La primera afirmación que hace es que la “colaboración público-privada ha existido siempre…. desde tiempos inmemoriales”; y, por tanto, existe y seguirá existiendo. De este modo, Estado y Mercado están obligados a coexistir en un espacio común al interior de una sociedad concreta. En consecuencia, en el socialismo de Lagos el mercado debe existir y tener legitimidad. Hay, por tanto, una re-valoración del mercado, de la empresa, de la iniciativa individual, del capitalismo y del capital: en definitiva del liberalismo económico.

El segundo elemento, tiene que ver con el tipo de relación que se establece entre ambos: Estado y Mercado. Para Lagos, esta asociación depende de las “características de la sociedad… de la cual se forma parte… el modo de relación va depender de las condiciones políticas… o de las decisiones democráticas de la ciudadanía que se expresa y permite la creación de instituciones para que el mercado funcione adecuadamente, para que en el mercado se de la legitimidad del intercambio y para lo cual el apoyo del Estado es fundamental… mientras el Estado se expresa en la decisión de la ciudadanía… el mercado se expresa en la decisión de los consumidores”.

En consecuencia, el segundo elemento del socialismo de Lagos es que el régimen político del Estado debe ser una democracia: en definitiva, una democracia liberal –representativa, clásica y de políticos profesionales-. En una democracia, por tanto, los “ciudadanos le dicen al Estado que quieren”. Insiste en este punto cuando en EL Mercurio afirma que “en la relación público-privada, es el sector público el llamado a definir cuáles con los propósitos finales... Porque eso lo definen los ciudadanos”. Luego, en su documento de La Tercera vuelve a insistir en que “seguiré pensando que el rol irrenunciable de los ciudadanos es ordenar al Estado lo que quieren”.

Por tanto, para Lagos el Estado no es sólo un conjunto de instituciones que regulan la vida de los ciudadanos y habitantes, sino también el espacio de deliberación y decisión pública. El tipo de sociedad a construir colectiva y democráticamente se hace, por tanto, desde la política y desde el Estado en tanto, son los ciudadanos los que definen en el espacio público lo que se hace o no se hace en un país.

En consecuencia, es el Estado el que tiene que tener la conducción y la decisión política para liderar el desarrollo del país con una mirada de largo plazo. Y, en ese proceso, incorporar a los privados, es decir, al capital a las tareas del desarrollo. “Hay que llamarlos, explicarles… y ponernos de acuerdo –con ellos-… en una mirada común de largo plazo” sobre las metas y objetivos del país “qué queremos para los próximos 15, 20, 30 años”.

Aquí, por tanto, el tercer elemento del socialismo de Lagos: la cuestión del desarrollo. Lo primero que resalta es que el desarrollo debe entenderse no sólo como un continuo planificado y consensuado –“la vida es un continuo y las sociedades también”-  entre los que tienen la plata –los privados- y los que dirigen el Estado –los políticos-, sino también debe ser una política de largo plazo. Por tanto, no sólo “hay que construir sobre los hombros de lo anterior… y sobre el consenso… sino también… hay que pensar a largo plazo… Se pueden discutir los detalles, pero el grueso es saber hacia dónde vamos”.

La pregunta por el desarrollo es amplia, opinable  e ineludible. Además, tiene que ver en un sentido amplio con el tipo de sociedad o de país que los ciudadanos quieren construir –por medio de la decisión democrática-.
Es una pregunta por el futuro. Para Lagos, los países y las sociedades deben y tienen que desarrollarse. Por tanto, si el capital privado juega un rol central en el desarrollo, hay, por tanto, que crecer. La economía debe crecer. Los privados deben ganar plata y poner en marcha la acumulación capitalista. Y al reverso, el Estado debe recaudar impuestos para implementar las políticas públicas.

Y tal como lo planteó en su documento del 2011 -“Chile 2030”- el crecimiento económico por sí mismo no genera condiciones de igualdad ni inclusión social. Aquí, surge el cuarto elemento.

Un cuarto elemento del socialismo de Lagos tiene que ver con la inclusión y la igualdad. Esto, sin duda, lo vincula con un rasgo clásico del socialismo. Cómo hoy estamos en un nuevo ciclo socio-político hay espacio y voluntad para avanzar en esta dirección: “en los noventa o había consenso o no había ley…porque teníamos minoría en el Congreso... hoy, si no llegó a acuerdo impongo mi punto de vista”. En esa dirección, afirma que la presidenta Bachelet “ha sido tremendamente exitosa en plantearle al país tres temas centrales: reforma tributaria… educacional y los cambios políticos a la Constitución, que son cosas muy fundamentales que hay que hacer”. Se quiere, por tanto, “tener una sociedad mejor, más inclusiva, donde todos tengan las mismas oportunidades”.

Los cuatro pilares del socialismo de Lagos articulan, por tanto, liberalismo económico, democracia representativa que define el tipo y el rol del Estado en la sociedad, desarrollo de largo plazo con crecimiento económico e inclusión social.

No voy a poner atención si esto es, o no socialismo. Claramente, no tiene  nada que ver con los “socialismos reales” ni con los manuales clásicos del marxismo en relación a cómo sería o debería ser el “orden socialista”. Tampoco, corresponde criticar su relato –en el que nunca se menciona la palabra “socialismo”; para unos estos no es socialismo; para otros, si lo es.

Lo relevante, en consecuencia, es que el socialismo es un proceso en construcción que apenas lleva 100 años, contado desde la revolución Rusa. Cada país ha hecho su propia historia –los rusos, los chinos, los coreanos, los cubanos, los chilenos, etc-.

Destaco, por tanto, que la propuesta de Lagos es una posibilidad dentro de otras experiencias y/o reflexiones. ¿Es posible pensar, inventar y ejecutar un socialismo sin mercado?; ¿es real históricamente una sociedad sin mercado?; ¿es posible o viable el socialismo sin propiedad privada?; ¿es posible, el socialismo sin democracia ni ciudadanos?; ¿es posible, una sociedad sin Estado?; ¿qué rol debe jugar el Estado en un proyecto de construcción socialista?; ¿se puede construir modernidad sin desarrollo?; ¿se puede construir socialismo sin desarrollo?; ¿es necesario el consenso para fundar un nuevo orden?; ¿es posible, el socialismo sin inclusión e igualdad?; ¿es lo mismo inclusión que igualdad?

La construcción del socialismo es, por tanto, un proceso abierto lleno de interrogantes. Sin duda, más incertidumbres que certezas: ¿cómo construir el socialismo chileno?; ¿qué tipo de socialismo es posible hoy, o acaso, no es posible?  Lo único concreto es que hemos transitado de los “socialismos reales” –incluida, “la vía chilena”- al socialismo posible. Y digo “posible” porque es lo que permite el contexto dentro del cual se piensa y se pone en marcha el orden socialista.

El socialismo de Lagos, en consecuencia, esta atrapado no sólo en el contexto de la globalización neoliberal, sino también es resultado de muchos errores, derrotas y fracasos. También, del pragmatismo político y de la famosa frase: “cada día tiene su afán” o si se quiere “cada contexto tiene sus límites”.


Mover, por tanto, la barrera de lo posible es tarea del presente y de la política. Para empezar a moverla no hay que confundir socialismo –que en rigor, no sabemos lo que es- con capitalismo social. Tampoco hay que conformarse y perpetuar la derrota. ¿Por dónde empezar?

domingo, 21 de septiembre de 2014

Las claves de la próxima presidencial

Septiembre-2014

El tema presidencial  se ha ido instalando lentamente en la coyuntura. Esto no debiera extrañar en las democracias –menos en la chilena-; aún cuando, falte mucho tiempo para la elección de fines del 2017. En efecto, en las democracias presidenciales la elección del Presidente está siempre presente y oscila entre la latencia y la manifestación; entre la oscuridad y la transparencia; entre la especulación y el silencio.

El hiper presidencialismo chileno, el período presidencial de 4 años y las aspiraciones y vocaciones de poder de “los políticos y partidos”, generan las condiciones políticas para que en Chile la cuestión presidencial sea recurrente y se instale en la coyuntura cada cierto tiempo con una intensidad que va en aumento en la medida en que se manifiestan los grandes hitos de la carrera presidencial –por ejemplo, las nominaciones y las primarias- y se acerque la fecha de la elección final.

En consecuencia, debemos acostumbrarnos a convivir con las presidenciales, los presidenciables y sus posicionamientos. Es más, para los medios es un tema que prende muy rápidamente. Cada actor político, por tanto, tiene sus propios tiempos, ritmos y objetivos; y los ponen en movimiento en función de sus cálculos y olfatos.

La presidencial que tenemos en tres años más comenzó en rigor, a lo menos, desde el período de Piñera. De hecho, al terminar su mandato ya habían algunos corriendo: Piñera, Allamand, Velasco y Marco. Es más, a pocos días de la segunda vuelta presidencial, el Senador Espina reconoce que está pensando en ser pre-candidato presidencial de su partido. Luego, durante la primera semana de Enero del 2014 –antes de asumir Bachelet y de tener gabinete- afirma que RN debía elegir su abanderado presidencial por medio de primarias y que este mismo mecanismo debía usar la centro-derecha para elegir el candidato del sector.

Por tanto, no debe extrañarnos que cada cierto tiempo el tema presidencial entre a la coyuntura y sea parte de la agenda político-mediática. La presidencial ya está entre nosotros. De hecho, no tienen ningún sustento –ni menos político- las críticas que surgen –sobre todo, desde el oficialismo- de que a seis meses de haberse iniciado la segunda gestión de Bachelet ya se haya instalado el tema presidencial con una lista de presidenciables que oscila en torno a los 25 nombres.

Los últimos sucesos apuntan a la confirmación de las aspiraciones de Moreira –que habla de competir en una primara al interior del gremialismo en representación de la UDI popular- y de las necesidades de Gutermberg Martínez de apurar la nominación de la DC. Y, junto a estos hechos, encontramos los datos que entregó la última CEP y que fueron leídos en clave presidencial como los posicionamientos de Velasco, MEO, Isabel Allende, Piñera, Ossandón y Allamand. Y mientras tanto, Longueira resucita a Insulza, Walker –siguiendo al Gute- busca candidato presidencial para las municipales de dos años más y se intensifican los contactos entre MEO y el PS. Todo está por ocurrir

Vemos, en consecuencia, que  el debate mediático y político que se ha ido desarrollando en torno a las próxima presidencial ha puesto atención en los nombres que surgen de un u otro lado del espectro político.

No obstante, los procesos y las dinámicas presidenciales no sólo se constituyen en torno a “los nombres”, es decir, a los postulantes-aspirantes, sino también en torno a los mecanismos internos que cada partido y/o coalición usa para “escoger” su presidenciable y a los contenidos programáticos que forman y formaran parte del debate presidencial.

No voy a entrar a identificar a los postulantes y sus posicionamientos actuales. Todos sabemos quiénes son, quiénes tienen mejor posicionamiento y quiénes tienen la voluntad de poder. Quiero, por tanto, poner atención en los mecanismos y en los contenidos.

Los mecanismos. Desde todos los sectores se ha escuchado que se harán primarias. Pero, no sólo se trata de poner en marcha este mecanismo al interior de las coaliciones, sino también al interior de los partidos. De hecho, mientras en la derecha se ha escuchado con más fuerza el uso de las primarias al interior de cada partido para definir el abanderado presidencial, en el oficialismo hay más certezas en torno a una gran primaria de “centro-izquierda” y más dudas en torno a que ocurran al interior de cada partido, sobre todo, los que se ubican en la izquierda de la Nueva Mayoría. De hecho, Walker acaba de afirmar que le gusta el mecanismo de las primarias “abiertas y vinculantes… (pero)… no se puede descartar una competencia en primera vuelta. Uno no puede casarse con los mecanismos”.

Los contenidos. La próxima elección presidencial se va definir en términos programáticos en función de las continuidades y rupturas que se instalen con respecto al programa de reformas que impulsa Bachelet y la Nueva Mayoría. Del mismo modo, la elección se va decidir en términos de ganador-perdedor en función de profundizar, continuar, consolidar, suavizar, debilitar y/o terminar con en el “programa de la inclusión”. Aquí, por tanto, está la clave de la presidencial que se nos viene.

En consecuencia, la dimensión satisfacción-insatisfacción ciudadana con la implementación de las “reformas estructurales” que pone en marcha Bachelet, será el eje fundamental de la contienda presidencial. Algo parecido planteaba el ex presidente Lagos –hace unos días atrás- cuando afirmaba que “si usted hace algo que va en contra del sentido común de una gran mayoría del país, se corre el riesgo de que eso se plantee como bandera de lucha de la oposición. No me gustaría, por ejemplo, que esta reforma tributaria que se va aprobar termine siendo la bandera de lucha de la derecha para derogarla en la próxima elección presidencial”.

Por ello, el impacto que tendrán las reformas -tributaria, educacional, laboral, política y valórica-  en la ciudadanía y la forma de percibirlas –“para bien o para mal”- es la variable fundamental de la próxima presidencial; al punto, de definir los contenidos programáticos y decidir el resultado de la elección. Debido, a que todavía estamos en una fase de implementación y diseño de las reformas, es muy prematuro tener certezas en cómo se va dar el debate programático y que énfasis y enfoques se van a instalar.

En lo que si hay certeza, es que será una coyuntura ideológica y política en la que seguirán en pugna modelos de sociedad bastante opuestos. Mientras unos buscarán profundizar las reformas contra neo-liberales, otros intentarán suavizarlas, limitarlas, frenarlas o eliminarlas. Mientras unos buscarán profundizar las reformas progresistas, otros intentarán suavizarlas, limitarlas, frenarlas o eliminarlas: más reformas o menos reformas será la clave.


Al final, son los ciudadanos los que deberán definir el futuro de las reformas. Y, los postulantes, por tanto, serán aquellos que mejor encarnen la tensión entre la continuidad de las reformas o el quiebre de las mismas. Faltan tres años para las presidenciales, dos años y medio para las primarias generales –si es que hay- y dos años para las municipales. La tectónica del poder ya se mueve en clave presidencial. El asunto no es “extemporáneo ni impropio”. Cada coyuntura tiene su afán y la política es siempre futuro. 

jueves, 11 de septiembre de 2014

Lagos, el Capital y la Empresa Privada

Septiembre-2014

El ex presidente Lagos entra a la coyuntura hablando del largo plazo, valorando el rol de los mercados, del sector privado  e invitándonos a pensar el Chile de los próximos 15, 20 y 30 años. Lagos se muestra al país como un estadista que “piensa en grande” y que está más allá de la “cosa chica”. La irrupción comenzó a fines de agosto cuando habla en Icare en el marco del tercer Congreso “Empresa y Sociedad” sobre la colaboración “público-privado”: ¿qué dijo en esa oportunidad, qué efectos produjo en el debate político del país; y, es cierto que critico de modo velado a la actual administración? son algunas de las preguntas que pretendemos responder en lo que sigue.

Lo primero que debemos constatar es que fue invitado por el empresariado, a hablar desde una de sus tribunas y donde los que escucharon en “vivo” fueron los propios empresarios; y, que al final, aplaudieron fuertemente la intervención del ex mandatario. Es más, hay que agregar que su irrupción en el escenario de la coyuntura continuo días después no sólo por los efectos y las reacciones del mundo político, sino también por las siguientes intervenciones que realiza desde El Mercurio y desde la Tercera.

Los medios rápidamente convierten algunas frases de su discurso en Icare en un “hecho político”. Lo que se mostró y difundió con más intensidad fue cuando afirma que “falta voluntad política… y que… todo lo consecionable hay que concesionarlo”. Obviamente, el impacto de estas frases oscurecieron las profundidades de sus planteamientos al sacarlas del contexto.

Lagos, fue invitado a hablar sobre la colaboración público-privado. En esa perspectiva, su intervención comienza afirmando que la relación público-privado ha existido siempre y que es “un tema recurrente… desde tiempos inmemoriales”. Ahora, el tipo de relación que se da entre ambos espacios y el peso o influencia que cada uno tiene depende de las condiciones particulares de cada sociedad. Para Lagos, esta relación puede entenderse como una triada que vincula y articula –de un modo históricamente determinado- “sociedad, mercado y Estado”.

Muchos, son los ejemplos que muestran la “colaboración público-privado”; o si se quiere, la colaboración entre el Estado y el capital privado –empresa capitalista-. Para ilustrar un tipo de relación y cooperación pone atención en lo que ocurre en Chile entre 1992 y 2008; momento en que se comienza a producir un distanciamiento entre ambas esferas de la sociedad. De hecho, afirma que “se han perdido 8 años” y que ha llegado el momento de “ponerse los pantalones” y volver a “pensar en grande”.

Para Lagos, el primer requisito para que exista de modo eficiente esta colaboración tiene que “iniciarse compartiendo una mirada, una visión, un sueño, de cómo entendemos y ordenamos el Chile de los próximos 15, 30 años”. Aquí, una primera reflexión: el país para su desarrollo necesita que el Estado y los privados colaboren sobre miradas comunes de largo plazo en relación a distintos aspectos a definir e identificar para el país. Uno de ellos, fue el área de la infraestructura y la opción por las concesiones cuyos comienzos los ubica en 1992; sobre todo, desde el ’94 cuando se convierte en Ministro de Obras Públicas. El mismo relata que en ese momento “me metí en los números y el déficit de infraestructura era gigante”.

Había un problema: no había plata; no había como financiar las obras. ¿Qué se hizo?  Según Lagos, no sólo “se hizo una mirada larga y ambiciosa”, sino también “se explicó” a los privados los beneficios que podían obtener y “terminamos en una industria de doce mil millones de dólares” sin considerar los activos del metro y aeropuertos. En consecuencia, “llegamos hoy a los 20 mil millones de dólares en activos”. Para Lagos, “esto se planteó entendiendo que teníamos que tener un sistema de concesiones e incorporar capital privado” para poder financiar las obras que el Estado demanda.

Lo interesante, es que para Lagos estas inversiones en infraestructura no sólo generan rendimientos para el capital, sino también son una forma de “inclusión social”. En efecto, “esta inversión con recursos privados es lo que nos permite mantener la inversión de alta rentabilidad social para hacer una infraestructura inclusiva”. Con esta lógica,  por tanto, “estoy liberando recursos para hacer inclusión social en infraestructura”. E insiste, en que esto “hay que explicarlo al país… así lo hicimos”.

En este momento de su relato se instala en la coyuntura –desde el Olimpo- y afirma que hemos terminado un ciclo político, económico y social y que ello requiere “una nueva mirada de cómo entendemos Chile los próximos 20, 30 años”. ¿Eso, es lo que falta en el Chile de hoy?

Lagos, es categórico. En efecto, hay que construir una visión de país que fomente la colaboración público- privado “con una mirada de largo plazo y no respecto de la pequeña cosa cotidiana…porque ahí es normal que exista una diferencia… hay que tener una mirada común en lo grueso… en el largo plazo y desde ahí comenzar a construir… eso es lo que falta hoy… porque estamos acostumbrados a mirar el próximo período… (es, por tanto)… indispensable esa mirada y planteamiento común”.

Luego, se pregunta por las áreas o espacios en que se puede dar hoy esa colaboración. Siguiendo su documento de marzo del 2011 (“Chile 2030”) identifica 5 áreas en las que hay que avanzar en esta colaboración: infraestructura, energía, cambio climático, desarrollo de las ciudades y procesos migratorios. Insiste, en que en cada uno de estos espacios de cooperación hay que tener no sólo “una mirada común y de largo plazo”, sino también hay que generar una “relación fluida” entre el Estado –sus autoridades- y el mercado –los empresarios-. ¿Este, es otro déficit del Chile de hoy?

Al analizar cada una de esas áreas comienza con infraestructura. En este contexto critica que todavía no haya TAG para salir de Santiago y que “en 8 años ese problema no se ha podido resolver, ¿raro?” se pregunta de modo irónico. Por tanto, “reclamo que la autoridad pública se ponga los pantalones… llame a las consecionarias y les diga que esto no es presentable…. falta mayor decisión pública para llamar a los privados y decirles lo que hay que hacer… digo esto, porque es indispensable esta colaboración público-privado… cuántas autopistas hacemos, que hacemos con el metro, con las vías exclusivas… qué tipo de ciudades queremos…no hay problemas financieros, falta decisión política… mi llamado a pensar en grande”.

Hay plata; hay financiamiento “y es algo que debemos aprovechar ahora”. Y se pregunta ¿por dónde empezamos?  Su respuesta se dirige al metro con el objetivo de desconcentrar la línea uno.

Y, entonces “¿por qué no hacemos una agenda público-privado de cómo vemos el 2030 y lo que implica esto?... aquí, hay espacio para todos… es viable hacerlo… lo fue entre 1992 y el 2008… volvamos hacerlo… hay un espacio enorme para el financiamiento privado… y un espacio enorme para la conducción pública que viene por parte del Estado… que es el que define qué hacer”. Entiendo, afirma Lagos, “que todo lo que es concesionable se concesiona y se liberaban recursos para las necesidades sociales para hacer un país más inclusivo desde el punto de vista de su infraestructura”.

Luego, pone atención en las áreas de ciudad, energía, cambio climático y demografía. Son todos espacios en los que hay que hacer una agenda de colaboración público-privado. De hecho, “no hay razón para no tener una decisión política aquí y ahora de hacerlo… y tener –es decir, construir- una institucionalidad que permita tener un lugar de encuentro entre ambos espacios… un punto de encuentro en lo grueso hacia donde queremos llegar”.

“Nos está faltando ponernos al día… una meta”, afirma Lagos. Para, el ex presidente, esto se debe –entre otros- a que cada gobierno que llega cree que es mejor que el anterior y que la historia de Chile comienza con ellos, olvidando que siempre se construye “sobre los hombros de lo anterior” y que hay que pensar en “grande y a largo plazo” en el marco de una inevitable colaboración entre el Estado y la empresa privada.

Entonces, ¿qué ha planteado Lagos en Icare y que mensaje manda a La Moneda?

La polémica quedo instalada. Desde todos los sectores hubo reacciones. Mientras la oposición celebro el discurso y llamo al gobierno a seguir el ejemplo, en el oficialismo hubo cautela, molestia y reacción. Cautela, porque no se hablo mucho y se destacó la visión de estadista de Lagos; molestia, porque algunos sectores sintieron que se trataba de “fuego amigo” y reacción, porque rápidamente el gobierno instaló una “ambiciosa agenda de obras públicas” que además contribuiría a frenar la desaceleración.

Lo que hace Lagos, en definitiva, es valorar no sólo el rol de la empresa –del capital privado- en el desarrollo de una sociedad, sino también destacar que debe existir entre el mercado y el Estado una relación fluida, común y de largo plazo sobre los grandes temas y desafíos del país. Esto es, justamente, lo que falta en el Chile de hoy.

Lo que hay en la reflexión de Lagos es que el país ha perdido la capacidad “de pensar en grande y a largo plazo” mirando a lo menos hacia el 2030. Este hecho, se viene manifestado desde el 2008 y en rigor desde el 2006 cuando entrega el mando a Bachelet. Por ello, afirma que “se han perdido 8 años”. Sin embargo, una pregunta: acaso ¿la reforma tributaria, laboral, constitucional y educacional que impulsa el bacheletismo, no es pensar en grande y a largo plazo?

Para Lagos, este hecho -el de pensar a corto plazo- ha ido produciendo un distanciamiento y una pérdida de confianza entre el mundo privado y el sector público; sobre todo, desde el momento que se pone en operación el “programa de la igualdad” en marzo del 2014. En consecuencia, esto se traduce en que la posibilidad de compartir una “mirada común” entre el Estado y la empresa se diluye. Esto es, lo que está ocurriendo en el Chile de hoy; y, no es una buena noticia para el desarrollo y el crecimiento.

Por ello, ha llegado el momento de “ponerse los pantalones” –es decir, fuerte y firme- y hacer una agenda público-privado que piense, planifique y construya la infraestructura que el país necesita para los próximos 15, 20 o 30 años. Para este objetivo, la conducción pública es fundamental; y por tanto, se requiere que la autoridad pública tenga la voluntad política no sólo para impulsar esa agenda y seducir al capital –ofreciendo jugosas ganancias-, sino también para generar confianzas y certidumbres en los mercados.


Lamentablemente, para Lagos los tiempos, los espacios y las demandas ciudadanas transcurren por otros senderos. Lamentablemente, para Lagos la inclusión no es sólo una cuestión de infraestructura. Lamentablemente, para Lagos cada día tiene su afán y cada gobierno tiene sus objetivos. Lamentablemente, para Lagos no todo es concesionable. Lamentablemente, para Lagos este gobierno si tiene una tremenda voluntad política para hacer transformaciones. Si, esto último no es voluntad política, ¿qué es?

domingo, 24 de agosto de 2014

La CEP como dispositivo de poder y la reforma educacional

Agosto 2014

Nuevamente el CEP –por medio de su encuesta- se convierte en actor político y en una variable relevante de la coyuntura. Nuevamente sus resultados fueron y son controvertidos. Si bien en la encuestas del 2013 la polémica giro en torno a la debilidad de la candidatura de Matthei y la derrota inminente de la derecha, en esta ocasión la polémica giro en torno a la reforma educacional.

La encuesta tiene muchos tópicos interesantes y característicos. Uno de ellos, es la parte referida a la reforma educacional que contiene 16 preguntas. Si la encuesta es amplia y abarca nueve temáticas, ¿por qué los medios y los actores de la política ponen atención en los resultados producidos en torno a la reforma educacional?

La respuesta se encuentra en la política y en la coyuntura. Desde todos los sectores se escucharon opiniones y críticas. Todos usaron sus resultados para sus fines de poder y posicionamiento político. Los resultados de la parte referida a la reforma educacional era lo más atractivo para la coyuntura.

Al revisar el diseño de las preguntas, de las respuestas y de los resultados obtenidos en la sección educacional, se observa que se trata de un dispositivo político bien definido y claro que tiene como objetivo influir no sólo en el debate educacional de la coyuntura a corto y largo plazo, sino también reforzar a la débil derecha política de hoy.

Por ello, en este artículo quiero responder la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las principales conclusiones de la encuesta en materia educacional? Para responder esta pregunta, voy analizar cada una de las 16 preguntas de la sección educacional; en la perspectiva de mostrar la pregunta, la forma de responder, el resultado y una conclusión principal.

Pregunta # 1: “A igual costo de matrícula y similar distancia, ¿Ud. preferiría… un municipal o un particular subvencionado?”. Los resultados muestran que la gente prefiere un subvencionado (59%) por sobre un municipal (35%).
 
Conclusión: la gente “prefiere” para sus hijos colegios particulares subvencionados. Justamente, lo que la derecha y otros sectores de centro defienden y vinculan con la libertad.

Sin embargo, la respuesta debe analizarse en el largo plazo. En primer lugar, las cifras son muy similares a las que se observan en la medición de Junio del 2001. En segundo lugar, la preferencia por el particular subvencionado aumenta 10 puntos porcentuales desde la “revolución pingüina” –Junio del 2006- llegando al 70%. Esta cifra se mantuvo estable hasta la medición de Noviembre del 2011. A su vez, la preferencia por la educación municipal bajaba  del 37% al 26%. En tercer lugar, se observa que desde el momento en que la presión estudiantil disminuye –a partir de agosto del 2011- tiende a bajar la preferencia por el particular subvencionado y a subir el municipal. ¿Por qué ocurre esto?  De manera breve –y como hipótesis- se puede afirmar que al aumentar la percepción pública de crisis en el sistema educacional aumenta la preferencia por lo particular subvencionado y disminuye lo público-municipal.

Pregunta # 2 y # 3: Se pregunta en torno al “por qué preferiría” lo particular subvencionado a lo municipal. Los resultados muestran que los que prefieren la educación subvencionada tienen entre sus tres primeras prioridades: la calidad académica (69%), el orden y la disciplina (60%) y una mejor infraestructura  (30%).  A su vez, los que prefieren la educación municipal tienen entre sus tres principales prioridades: la idea de una educación pública, que podría ser leída como una cuestión ideológica (50%), por la mayor diversidad social, que puede ser leído como interés en la integración social (43%) y porque los subvencionados son un negocio (36%).

Conclusión: los establecimientos particulares subvencionados son mejores que los municipales. Sin embargo, la fortaleza de los primeros es la debilidad de los segundos. Surge una pregunta: ¿qué pasaría con la educación particular subvencionada si se fortalece la educación pública-municipal y se equipara “calidad e infraestructura”?

Pregunta # 4: Esta pregunta sigue en la lógica de las anteriores en el sentido de identificar las tres principales variables más “importantes para Ud. a la hora de decidir un colegio para sus hijos”. Para el total de la muestra, en primer lugar aparece la “calidad de la instrucción académica” con un 53%. Esta cifra sube al 61% en la coyuntura de la “revolución pingüina”. En segundo lugar, aparece con un 50% la “formación ética y los hábitos” y en tercer lugar con un 46% la “disciplina”.
 
Conclusión: En consecuencia, calidad, valores y disciplina es lo más valorados a la hora de elegir un establecimiento educacional. Más abajo, aparece la infraestructura (36%), la cercanía al domicilio (27%) y el ambiente familiar del colegio (23%). En definitiva, parece no ser relevante la gratuidad, el derecho universal y la inclusión.

Pregunta # 5: Se pregunta por el “tipo de establecimiento… - donde-… estudian sus hijos en edad escolar”.
  
Lo interesante, es observar como en el largo plazo –desde el 2003- la matricula municipal ha caído 10 puntos porcentuales del 51% al 42%. A su vez, la suben en 7 puntos porcentuales los particulares subvencionados con copago, en tres puntos porcentuales los particulares pagados y en un 1% los sin copago.

Conclusión: Los estudiantes chilenos estudian mayoritariamente en establecimientos municipales y subvencionados. La matricula particular pagada es muy baja. De hecho, la cifra que muestra la encuesta es mayor que lo ocurre en la realidad en tanto número de alumnos y de establecimientos.

Pregunta # 6: Esta pregunta-respuesta es confusa y mal hecha. No obstante, indaga en torno a si es bueno o malo, o si debiera estar prohibido o no que “los padres puedan complementar el subsidio educacional que otorga el Estado a través de un copago…. para mejorar la educación de sus hijos”. Esta ha sido una de las preguntas de la discordia que se discutió durante la semana. Sus resultados, muestran que para el 52% es “bueno que los padres puedan complementar el subsidio” y que, por tanto, no debiera estar prohibido.  A su vez, para el 37% “debiera estar prohibido”.

Conclusión: Si al copago; pero, para “mejorar la educación de sus hijos”. Nuevamente, la fortaleza del subvencionado con copago es la debilidad de lo público-municipal. Surge otra pregunta: ¿qué nivel de asociación hay entre copago y calidad?

Pregunta # 7: Si la pregunta anterior asociaba el copago a la calidad, en esta se asocia al “compromiso de los padres con la educación de sus hijos”. La pregunta también fue parte del debate de la semana. Y también, genera dudas metodológicas. No obstante, los resultados muestran que el 55% está de acuerdo y el 36% en desacuerdo. Cifras, por tanto, muy similares a las de la pregunta anterior.

Conclusión: El copago mejora el compromiso de los padres con la educación de sus hijos. Surge la misma interrogante: ¿qué nivel de asociación hay entre copago y compromiso?

Pregunta # 8: La pregunta indaga en torno a la inclusión y a la segregación del sistema escolar. En términos metodológicos es una pregunta mal hecha y confusa. Dice la pregunta, “Ud. qué prefiere: ¿qué su hijo/a vaya a una  a una escuela básica, liceo municipal o colegio donde los alumnos tengan un nivel socioeconómico parejo y parecido al suyo o que vaya… a uno bien distinto”?  El 63% dice que prefiere que vayan a un establecimiento  “parejo y parecido al suyo” y el 30% prefiere que los “alumnos tengan niveles socioeconómicos bien distintos”.

Conclusión: no a la inclusión y si a la segregación. En consecuencia, la gente prefiere que sus hijos estudien con sus pares: ricos con ricos y pobres con pobres; blancos con blancos y mapuches con mapuches.  Es interesante constatar esta respuesta con otras que van en la misma línea.  En efecto, las preguntas 2, 3 y 4 nos muestran que para los encuestados no es muy relevante que sus hijos se eduquen con gente y/o alumnos distintos a su realidad. Evidentemente, esto entra en contradicción con uno de los fundamentos políticos e ideológicos del programa de la inclusión que impulsa el gobierno.

Pregunta # 9: Esta pregunta indaga en torno a quien debería financiar en materia educacional el Estado. Dice, ¿Piensa Ud. que el Estado debiera financiar…  a los municipales y particulares subvencionados… o sólo a los municipales…?  Los resultados muestran que para el 63% de los encuestados, el Estado debería financiar a ambas modalidades: municipales y particulares subvencionados. Sólo el 30% considera que sólo debería financiar a los municipales.

Conclusión: Si al financiamiento público de los subvencionados particulares.

Pregunta # 10: “¿Qué le parece que los colegios particulares subvencionados, además de entregar educación, generen ganancias a sus dueños?”. Aquí, la debilidad metodológica va más por el lado de las respuestas propuestas que por el lado de la pregunta. Las cifras muestran que para el 49% de los encuestados “le parece bien, siempre y cuando tengan un nivel educacional bueno y los padres estén informados”. A su vez, al 42% “le parece mal... y debiera estar prohibido”.

Conclusión: Si a la ganancia en el giro educacional. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que la cifra es similar estadísticamente a los que les parece mal al haber una distancia de 7 puntos porcentuales -49% contra 42%-; sobre todo, si pensamos en el 3% de margen de error de la encuesta. De hecho, esta situación nos podría conducir a que al 46% “le parece bien” que haya ganancia y al 45% “le parece mal”. Además, la respuesta en términos de diseño está condicionada a la calidad del establecimiento y a la información de los padres.

Pregunta # 11: La pregunta está centrada en la temática de la “admisión”-selección. “En general, ¿está ud. de acuerdo o en desacuerdo con que los colegios religiosos tengan un proceso de admisión que verifique si las familias están comprometidas con el proyecto educativo y los valores del colegio?  Las cifras muestran que el 55% está en desacuerdo con la “verificación” y sólo el 37% se muestra de acuerdo.

Conclusión: En primer lugar, quisiera decir que para la gente no es relevante a la hora de elegir un colegio para sus hijos que éste sea religioso –ver pregunta 4-. Este hecho, sin duda, explica la respuesta de la pregunta: Nadie quiere ser verificado e investigado. En consecuencia, no a la selección; a lo menos, en este contexto y en el marco de este tipo de admisión.

Pregunta # 12: Esta pregunta está relacionada con la anterior. Sin embargo, su diseño es muy distinto y pone el foco en los liceos de excelencia, como el Instituto Nacional. ¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con que los liceos de excelencia del país…. Seleccionen a sus alumnos a través de pruebas de admisión?  Las cifras muestran que el 39% está en desacuerdo con las “pruebas de admisión” para seleccionar alumnos y el 54% está de acuerdo.

Conclusión: Si a la selección. Sin embargo, ¿por qué en este tipo de preguntas  –asociadas a la selección- sólo se hace para colegios religiosos y liceos de excelencia?; ¿qué pasa en los municipales en general y en los particulares subvencionados con pago y sin copago?

Pregunta # 13: La pregunta se relaciona con la gratuidad en el sistema universitario. ¿Cree usted que las universidades debieran ser gratuitas para todos los estudiantes o sólo para los estudiantes de familias con menos recursos?  Para el 57% de la muestra, sólo debieran ser gratuitas para los que tienen menos recursos; para el 38%, debieran ser gratuitas para todos y para el 4% no debieran ser gratuitas.

Conclusión: No a la gratuidad universal a nivel universitario.

Pregunta # 14: La pregunta indaga en torno a qué instituciones de educación superior –privadas y estatales- debiera financiar el Estado. ¿Cuál de las dos afirmaciones de esta tarjeta se acerca más a su punto de vista?  Para el 62% de la muestra  “el Estado debería financiar a todos los jóvenes sin importar si estudian en instituciones de educación superior estatales o privadas”. Para el 29%, debiera financiar sólo a los que estudian en instituciones estatales.

Conclusión: El Estado debe financiar la educación superior de los estudiantes independientemente si estudian en una institución privada o estatal. Se trata, en consecuencia, de que las instituciones privadas deben recibir recursos públicos para sus actividades. En definitiva, si al financiamiento público de prácticas privadas.

Pregunta # 15: La pregunta indaga en torno a quien debería entregar servicios educacionales. ¿Cuál de las dos afirmaciones de esta tarjeta se acerca más a su punto de vista?  Para el 51% de los encuestados “es bueno que existan muchos tipos de establecimientos de educación para que la gente elija entre diferentes alternativas de servicios”. A su vez, para el 41% “es bueno que la educación sea entregada por el Estado solamente, para que todos reciban la misma educación”.

Conclusión: La respuestas posibles son débiles en términos metodológicos; inducen la respuesta –como hemos visto en otras preguntas-respuestas. En definitivamente, si a la libertad de enseñanza. Aquí, vemos la esencia neoliberal: la libertad de elegir.

Pregunta # 16: “¿qué entiende por lucro en la educación?  En la pregunta # 10 vemos que según la encuesta el 49% de la gente está de acuerdo con la ganancia educacional. Pero, ¿por qué no usa la palabra “lucro” en esa pregunta? Para el 39% de la muestra, lucro en la educación sería la “ganancia de los dueños”, para el 29% sería una “ganancia excesiva” y para el 24% una ganancia “que perjudica la calidad de la educación”. Las respuestas tienen un problema metodológico al no diferenciar de forma excluyente. De hecho, se superponen. ¿Por qué no está la alternativa “ganancia mínima o ganancia justa”? 
 
Conclusión: Se observa, que para todos los encuestados “lucro” es equivalente a ganancia. Sin embargo, sólo para el 24% esa ganancia se asocia a la mala calidad del proceso educativo.

Conclusiones finales. Resulta evidente que los resultados de esta sección van en contra de todo lo que el gobierno plantea en materia de reforma educacional. Beyer ha arrinconado al gobierno y lo ha puesto en una situación incómoda y compleja, el CEP inaugura un nuevo estilo y un nuevo rol adaptándose a la nueva fase socio-política y la derecha política se reposiciona para poder influir en la reforma tal como ocurrió en la tributaria.

En definitiva, las conclusiones se pueden resumir en diez afirmaciones:

1. La gente prefiere los establecimientos educacionales subvencionados en vez de los municipales. Esto se debe a la calidad de la educación, a la disciplina, al orden y a la infraestructura. Es decir, son mejores.
2. Esto, ha generado que la matricula municipal caiga de manera sistemática.
3. Si al copago; porque mejora la calidad de la educación y el compromiso de los padres en el proceso educacional de sus hijos.
4. No a la inclusión. Si a la segregación.
5. Si al financiamiento público de los subvencionados particulares.
6. Si a la ganancia en el giro educacional.
7. Si a la selección-admisión.        
8. No a la gratuidad universal a nivel universitario.
9. Si al financiamiento público de instituciones privadas de educación.
10. Si a la libertad de enseñanza.


Las encuestas son, independientemente de su pretensión de neutralidad y cientificidad, un dispositivo de poder. Toda encuesta es palabra; y, por tanto, una forma de construir realidad y subjetividad. Y mientras tanto, Bachelet –“que no fue elegida por un programa”- mantiene importantes niveles de aprobación, credibilidad y confianza. Lo que no está en duda, es que habrá reforma.